Mi amigo me masturba mientras viajamos en el tren con mi novio

En aquella época estaba saliendo con un muchacho de otra ciudad, y para ir a verlo debía ir y venir en tren de su ciudad a la mía los fines de semana, casi siempre iba yo a la suya porque había mas marcha de salir en plan discotecas.

Mi mejor amigo, que también lo era suyo, solía acompañarme porque le gustaba el ambiente de esa ciudad, cambiar de aires, conocer gente nueva…

El caso es que regresando de una intensa noche en la que habíamos estado bailando y de marcha hasta las 7 de la mañana, ya en el tren, estábamos medio dormidos y tapados mi amigo y yo por su abrigo porque hacia frio.

De repente empecé a notar como su mano se movía hacia mi entrepierna, y acariciaba mis muslos lentamente.

Yo le miré y él hacia que dormía, estaba sorprendida porque no me esperaba aquello pero pensé que igual es que estaba soñando con algo y me había tocado por error.

Al poco comenzó a subir la mano, acercándose peligrosamente a mi sexo.

Yo no entendía nada, pero no sé porque aquella situación me comenzó a dar morbo y le dejé hacer.

Casi di un respingo cuando sentí sus dedos acariciando mi sexo sobre las braguitas (yo llevaba una falda) pero aguante y seguí quieta mirándole sin saber si decir algo o no.

Sus dedos se escurrieron por debajo de mis braguitas y comenzó a acariciarme suavemente, primero por la vagina (que ya estaba húmeda por la excitación de la situación) y luego por mi clítoris, que poco a poco se fue hinchando y volviendo mas y mas sensible.

Imaginaros la situación.

Un vagón con asientos normales, con multitud de viajeros alrededor, y mi mejor amigo con el que nunca había tenido nada masturbándome delante de todos, solo cubiertos por su abrigo.

La excitación era tanta que tenia que morderme los labios para no gritar, y quedarme casi quieta para que no lo notasen alrededor.

Aun así, mis caderas comenzaron a moverse al ritmo de sus dedos ya que la excitación me podía y quería mas, dos de sus dedos se deslizaron dentro de mi vagina y comenzaron a follarme literalmente, mientras los demás seguían masturbando mi clítoris, el placer era enorme y con un gran espasmo me corrí, agarrándome al reposabrazos para no gritar de lo intenso que fue.

Cuando terminó su «labor» mi amigo abrió un ojo, sonrió pícaro, me lo guiño, y volvió a cerrarlo volviéndose a quedar como dormido.

Yo me quedé alucinada, aun envuelta en oleadas de placer, sin saber muy bien como enfocar lo que había sucedido en esos momentos, pensando que tan solo media hora antes mi novio acababa de despedirme en la estación hasta la semana siguiente…