Los Juegos de Linda
Yo solía fantasear que trataba de pescar a mi mujer engañándome.
No sé por qué me emocionaba hacer eso, pero lo hacía.
Mi esposa nunca tuvo la más mínima idea de que lo hacía.
No existía realmente alguna razón para que sospechara de Linda, pues ella no me había dado motivo para dudar de ella.
No la chequeaba porque pensara que me era infiel, lo hacía como una distracción.
No sé si me lo entiendan, porque yo tampoco lo entiendo.
Pretendía que sabía que Linda me engañaba y buscaba la evidencia de manera de probarlo.
La veía vestirse para el trabajo en las mañanas y tomaba nota de la clase y color del sostén, de las pantaletas y de las medias que se ponía.
Cuando regresaba a casa en la noche me aseguraba que traía las mismas prendas.
Una vez que se desvestía para acostarse, me iba al canasto de la ropa sucia y revisaba sus pantaletas a ver si no traían manchas de semen u otras sustancias que normalmente no tienen porque estar ahí.
Una o dos veces por semana la seguía cuando salía a comer, para ver a donde iba y con quién.
También los fines de semana o las tardes cuando salía de compras, sola o con amigas, cuidadosamente la seguía para asegurarme que hacía lo que me decía que hacía.
Incluso una vez le dije que tenía que salir de viaje de negocios y me pasé tres días espiándola.
Encontraba formas para hacerle a Linda la misma pregunta sobre el mismo tema de dos formas diferentes en diferente tiempo, para ver si me daba la misma respuesta.
Tras de estar jugando al espía durante seis años de matrimonio, nunca encontré la menor evidencia que la incriminara, ni la pesqué en una mentira.
El hecho es que nunca lo esperé.
Sabía que Linda me amaba y teníamos un buen matrimonio. Insisto, solo era una fantasía, un juego para entretenerme.
Lo curioso es que muchas veces me sentía defraudado, al no encontrar trazas de esperma en sus pantaletas o verla con algún tipo que yo no conociera a la hora del refrigerio y luego pescarla en una mentira sobre lo que había hecho durante ese día.
Supongo que el motivo de mi decepción era por haber tratado con tanto ahínco de hallar una evidencia, que me sentía fracasado por no haberla encontrado.
Hace unos meses empecé a notar algunos cambios.
Lo primero que noté fue que Linda se ataviaba únicamente con vestidos o con falda y blusa, dejó de usar pantalones en el trabajo.
Luego empezó a usar únicamente pantaletas mas audaces, de seda blanca con encaje, negras brillantes, rojo satinado, etcétera, todas de estilo bikini o tangas.
También cambió las pantimedias por medias altas con elástico en la entrada, de las que se sostienen solas pegadas a la entrepierna.
Aunque me excitaba ver a Linda vestirse así, también me preocupaba porque sabía que no lo hacía para mí, Linda desconocía que yo la contemplaba vestirse y desvestirse.
Ella no estaba consciente de que yo sabía que era exactamente lo que llevaba bajo sus vestidos o faldas cada día.
Como un mes después, llegué tarde del trabajo, como a las once de la noche, Linda ya estaba acostada así que pasé directo al baño para prepararme para dormir.
Siempre lo último que hacía era revisar las pantaletas de Linda, normalmente las que había usado ese día estaban en la parte superior del canasto de la ropa sucia, pero no esa noche, tuve que rebuscar en el canasto entre toda la ropa para encontrar a mediación la tanga negra que yo había visto que ella llevaba ese día.
Cuando las examiné noté que la entrepierna estaba un poco tiesa y que había algo blancuzco y quebradizo cubriendo la parte interior, tanto del hilo, como del triángulo de tela que cubre la vulva.
Llevé la tanga a mi nariz pero no estaba seguro del olor, entonces humedecí un poco la mancha con unas gotas de agua y volví a llevarlas a mi nariz, esta vez pude identificar sin lugar a dudas el ligero aroma de la esperma.
No era concluyente, pero ahora tenía evidencia de que mi bella y adorable mujer podría estar cogiendo con otro hombre.
El darme cuenta de esto me dejó un poco confuso.
Me sentía excitado de que después de seis años y medio de investigación por fin había encontrado evidencia de que mi mujer me engañaba, pero al mismo tiempo me sentía enfermo de pensar que Linda cogiera con otro.
Me pasé la noche en vela pensando que hacer con ella, finalmente decidí que no le diría lo que había encontrado y continuaría vigilándola, aún mas de cerca, si era posible.
Durante el siguiente par de semanas no encontré algo inusual en las pantaletas de Linda o en su comportamiento.
Aunque nuestra vida sexual que siempre había sido aceptable, se convirtió repentinamente en algo mucho mejor, Linda estaba disfrutando del sexo conmigo y se había vuelto incluso mas agresiva en la cama.
Empezaba a pensar que había tenido una aventura pasajera y que su creciente interés en el sexo era provocado por el sentido de culpa.
Eso estaba pensando una tarde, cuando al sentarnos a merendar sonó el teléfono y Linda lo contestó, regresó a la mesa diciendo que la había llamado su amiga Carola y que terminando de comer iban a correr al centro comercial para comprar un par de cosas.
Pregunté «¿Cómo qué?» Y Linda dijo que necesitaba un vestido nuevo para su trabajo.
No era algo fuera de lo común, pero decidí asegurarme.
Después de recoger la mesa Linda fue a cambiarse de ropa, la seguí y me quedé espiando como siempre, afuera de nuestra recámara, junto a la puerta.
Lo que sucedió a continuación se me hizo muy sospechoso.
Primero Linda se dio rápidamente un baño y cuando salió y se secó, sacó una bolsita de debajo de su cómoda.
El nombre en la bolsa era de una tienda de ropa íntima muy exclusiva, sacó un juego de pantaletas y sostén y se los puso.
Las pantaletas eran blancas y tan delgadas que se podía ver el oscuro triángulo de vellos encima su coñito y también los labios del mismo, como comprobé cuando se sentó a ponerse las medias.
El sostén de encaje favorecía los increíbles pechos de Linda de la mejor manera.
Mientras miraba a Linda por el resquicio de la puerta, noté que tenía durísima la verga.
No podía entender porque me excitaba sexualmente viendo que mi esposa se preparaba para probablemente ir a coger con otro hombre.
Cuando Linda se estaba poniendo su vestido, bajé las escaleras.
Ella aún se estaba preparando para salir, entonces la llamé y le dije que tenía que ir a mi oficina por unos papeles y que la vería cuando regresara mas tarde a casa.
Entonces dije: «Quizá cuando regresemos podamos hacer el amor» La respuesta de Linda fue: «No sé, no me he sentido bien, probablemente solo quiera acostarme y dormir cuando regrese. ¿Qué tal si lo planeamos para mañana en la noche?»
Salí de la casa sabiendo que debería estar furioso, pero en realidad estaba excitado, no precisamente sexualmente, sino mas bien la excitación de la cacería, saqué mi carro del garaje y enfilé a la casa de Carola, ella vive a solo cuatro cuadras de nosotros en la misma calle, así que avancé una cuadra rumbo a la casa de Carola, pero di la vuelta a la derecha y luego me regresé por la misma calle parándome cerca de la intersección, de manera que cuando Linda pasara por la calle, no me viera estacionado a la vuelta de la esquina, cuando ella pasara la seguiría a una distancia prudente hasta la casa de Carola y luego seguiría a ambas a ver que traían entre manos.
Linda debe haber estado de prisa, porque la vi aproximarse al cruce un par de minutos después de estacionarme, encendí el motor y esperé a que ella pasara, pero para mi sorpresa, ella no pasó, sino que dio la vuelta a la derecha donde yo estaba y tuve que agacharme para que no me viera, cuando volví a incorporarme ya ella iba bastante lejos por la misma calle en que yo estaba estacionado, pero en dirección opuesta.
Como venían dos o tres carros detrás de mí, no pude salir y dar la vuelta en U para seguir a Linda, para cuando pude salir ya no se veía el carro de Linda.
Lo único que saqué en claro, fue que Carola no había llamado a Linda durante la cena y que no estaba involucrada en la salida de Linda de esta noche.
No se me había ocurrido que Linda había mentido sobre la llamada por teléfono y estropeé la oportunidad de seguirla por pensar que ella no me mentiría.
Todavía fui al centro comercial esperando que Carola y Linda se hubieran citado ahí, pero no había ni seña de ellas así que regresé a casa.
Me sentía un miserable fracaso.
Mi esposa seguramente iba en pos de una aventura y le perdí el rastro un minuto después de que dejó la casa.
Traté de leer pero no podía concentrarme y la televisión estaba tan aburrida que solo me quedé sentado ponderando que estaría sucediendo.
Súbitamente tuve la imagen de Linda parada en su sensual ropa interior frente a algún tipo, luego la visualicé mamándole la verga y enseguida la imaginé cogiendo con un desconocido que se venía dentro de ella.
En un principio estas imágenes me enfermaron, pero después de un rato noté que temía la verga bien parada y me estaba excitando la idea de que Linda estuviera cogiendo con otro.
Me senté torturándome hasta que Linda regresó a casa alrededor de las 11:30 de la noche, llevaba una bolsa de una de las tiendas del centro comercial y se veía como alguien que venía de estar comprando.
Vino hacia mí y me besó disculpándose por llegar tan tarde. Le pregunté por la tardanza y me dijo:
«Cuando regresamos, Carola me invitó un café y un pedazo de pastel» Y así la mentira continuaba. Entonces Linda abrió la bolsa para mostrarme el vestido nuevo.
Se notaba que quería cambiar de tema.
Me mostró el vestido y luego lo volvió a guardar en la bolsa dejando ésta en la silla, fue a la cocina por agua y después subió a la recámara.
Linda me llamó de arriba pidiéndome que le subiera el vestido cuando fuera a acostarme.
Tomé la bolsa y me dirigí a las escaleras a tomar mi posición acostumbrada de espía detrás de la puerta de la alcoba.
Linda había encendido la tele y estaba cambiando canales con el control remoto cuando llegué a la puerta, cuando encontró un programa de su agrado dejó el control y empezó a quitarse la blusa.
Cuando vi nuevamente el sensual sostén de encaje que llevaba, mi verga se empezó a engrosar, entonces noté que sus pezones estaban un poco erguidos.
Cuando se quitó el sostén pude ver varios sellos rosáceos sobre sus pechos, se notaba que alguien había estado chupando y jugando con los senos de mi esposa.
El darme cuenta de esto me puso furioso y excitado al mismo tiempo.
Linda examinó sus senos y suavemente se pasó la mano sobre ellos echando atrás la cabeza y cerrando los ojos.
Finalmente Linda desabrochó su falda y la dejó caer en el piso.
Me tomó casi cinco segundos darme cuenta de que no traía pantaletas, aún traía sus medias pero no pantaletas.
Ahora me entró el pánico.
Abrí la bolsa que Linda me pidió que subiera preguntándome si las habría echado ahí, vacié el contenido en el piso y no encontré las pantaletas.
En cambio encontré un nuevo juego de sostén y pantaletas de la misma tienda exclusiva así como unas medias y el vestido que me mostró anteriormente.
Cuando levanté el recibo para ver cuanto se había gastado Linda en estas cosas noté que todas las prendas habían sido cargadas a una Master Card y ni Linda ni yo tenemos una tarjeta de éstas.
Ya no pude mas, necesitaba algunas respuestas ahora.
Cuando iré a la recámara Linda estaba sentada en la orilla de la cama de espaldas a mí, recogí las prendas del suelo junto con el recibo y entré en la alcoba a confrontar a Linda, cuando ella oyó que se abría la puerta se acostó y se tapó rápidamente con las sábanas tratando de parecer que estaba acostada inocentemente.
Arrojé el vestido y las demás prendas sobre la cama y le pregunté a Linda quien le había comprado eso. Linda pareció perpleja «¿Qué quieres decir?»
Repetí «¿Quién te compró estas cosas? Este recibo es de Master Card y tú no tienes Master Card» Vi que buscaba darme alguna explicación creíble acerca de la ropa así que decidí írmele a la garganta, entonces le dije: «También quiero saber si esa misma persona compró el precioso juego de sostén y pantaletas que te pusiste antes de salir esta noche»
En este punto Linda se veía como si fuera a caer enferma y continué el ataque «Además tengo mucha curiosidad por saber porque llegaste a casa sin pantaletas» Linda permaneció callada por un minuto, me miró con los ojos tan grandes como platos llenándosele de lágrimas hasta que finalmente soltó el llanto diciendo una y otra vez «Lo siento, lo siento muchísimo. Te quiero, nunca quise lastimarte»
Esperé a que se calmara un poco y entonces le dije con mucha calma «Bueno, quiero que me digas que está pasando.
Quiero saberlo todo. Te doy la oportunidad de explicarte para asegurarme que me dices la verdad, no importa que tan dolorosa sea.»
Linda empezó diciendo: Primero que nada quiero que sepas que te amo y que no amo a otro sino a ti…
Todo empezó hace seis meses cuando llegó un nuevo gerente de división, después de que estuvo uno dos meses mi supervisor me dijo que el señor Gladstone deseaba verme para hablarme sobre mi trabajo y mi carrera.
Cuando me recibió en su oficina se presentó a si mismo y me dijo que le llamara Jim, dijo que desde que llegó le pidió a los supervisores que le dieran los currículos de los mejores y mas brillantes empleados.
Jim dijo que mi supervisor le había dado el mío, dijo que leyó todos los currículos y estuvo observando como estos empleados ejecutaban sus trabajos, al hacer esto podía crear una lista del personal que él consideraba serían candidatos a un ascenso.
Su lista consistía de diez empleados en nuestra división. Jim me dijo que yo estaba en esa lista.»
Linda tomó un sorbo de agua de su vaso y continuó.
Enseguida me dijo que desafortunadamente en los siguientes años habría probablemente plazas para cuando mucho tres o cuatro de los candidatos de la lista y que era posible también que con el tiempo se añadieran mas nombres a la lista.
Dijo que viendo la lista con los que estábamos, si hubiera una plaza le era muy difícil decidir en este momento a quién ascender.
Entonces me dijo ‘Tú sabes que tienes atributos especiales, que si te decides a usarlos te harían la candidata principal de cualquier ascenso que se presente durante el próximo año mas o menos’ Le pregunté que cual atributo era ese y él dijo ‘Eres una mujer muy atractiva’ Me dijo entonces que lo pensara y me agradeció por haber ido, acompañándome hasta la puerta.»
Yo dije «Acoso Sexual»
Linda levantó la mano y me pidió que la dejara terminar.
«Cuando llegué a casa esa noche me acosté temprano y pensé en lo que me había dicho toda la noche. Primero pensé en acusarlo de acoso sexual, pero no tenía yo pruebas, era mi palabra contra la de él y existía la posibilidad de que yo lo hubiera malinterpretado.
Decidí no mencionártelo porque no quería que te enfadaras, pensé que podía manejarlo yo misma. Decidí pedir otra reunión él al siguiente día y dejar todo claro.
Al día siguiente en el trabajo, le hablé a su secretaria y le pedí una cita, ella me contestó que le preguntaría si tenía un momento libre, cinco minutos después iba camino a su oficina. Él me dijo que estaba deseando verme ese día.
Lo miré directamente a los ojos y le pregunté que significaba que usara mis atributos especiales para ascender. Jim dijo ‘Bueno aquí va.
En el documento te ves igual a cualquiera de los otros candidatos de mi lista pero en ropa interior tú te ves mucho mejor’
Tiene que haber visto cuan aturdida me quedé con su comentario, me dijo que me sentara y me tomara una taza de café, le dije que estaba bien y que continuara, pensando en que podría acumular evidencia para hacer cargos por acoso sexual, entonces continuó diciendo ‘Yo sé que estás pensando que esto es acoso sexual y probablemente tengas razón.
Pero también es una oferta para ayudarte a sobresalir de la competencia, es una situación de ganar-ganar’ Finalmente solo le pregunté que esperaba que hiciera por él. Jim me lo tendió fácil. Me dijo: ‘Primero, si estás de acuerdo cambiaré tu trabajo de manera que te reportes directamente conmigo, tu escritorio estará exactamente afuera de mi oficina.
Espero que uses únicamente vestidos y faldas en el trabajo, la razón para esto es porque quiero que ocasionalmente me dejes verte las pantaletas durante la jornada.
Esto quiero que sea como una actuación de manera que parezca que es accidental y como si no te dieras cuenta de que está sucediendo, también quiero ver por tu escote de vez en cuando, conforme pase el tiempo esto se irá incrementando hasta que finalmente lleguemos a tener sexo.
Conforme cambie lo que quiero de ti te lo dejaré saber con una nota o un paquete sobre tu escritorio’
Entonces dio por concluida la reunión y dijo ¿Sé que esto es un poco apabullante en este momento pero si te tomas tiempo de pensarlo verás las ventajas’ Y luego me dijo ‘Antes de tomar una decisión llama a esta persona’ y me dio una tarjeta de presentación.
Antes de salir de la oficina le dije ‘¿Sabes que soy casada, verdad?’ ‘Esto’ dijo ‘Tu esposo nunca lo sabrá y al final él saldrá beneficiado también’ y mientras salía por la puerta dijo: ‘Avísame pronto’ y cerró la puerta»
Linda me miró como esperando un comentario, así que dije: «¿Me estás diciendo que todo esto es para lograr un ascenso?»
«Bueno, así empezó» Dijo Linda y continuó «Llamé al número de la tarjeta como Jim me sugirió, era una mujer que se identificó como la directora de distribución.
Me identifiqué y le dije que Jim Gladstone me había sugerido que la llamara. Me dijo que no tenía que decirle nada mas, que sabía porque la llamaba.
Ella había trabajado con él cinco años atrás, había aceptado su oferta, actuado su juego y obtenido todo lo que ella había deseado y que además, lo había disfrutado bastante.»
«¿Y sin consultarme acerca de esto decidiste entrar al juego?» Le dije
Linda replicó: «En un principio pensé que podría salirme por la tangente, solo mostrarle las pantaletas y que la oportunidad del ascenso se presentaría mucho antes de que tuviéramos relaciones sexuales.
Pensé que podría al último minuto decir que había cambiado de idea y deshacer el trato cuando lo necesitara»
Le dije: «Quiero saber como progresó de mostrarle las pantaletas a donde quiera que hayas llegado con él esta noche»
Linda respiró profundamente y comenzó de nuevo, «Creí que sería fácil dejar a Jim que echara un ojo a mis pantaletas de vez en cuando, pero resultó la parte más difícil de todo.
Después de dos semanas me llamó a su oficina para decirme que esto no estaba funcionando.
Me dijo que yo no había entendido que la idea era que pareciera real.
Me dijo que parecía que yo abría las piernas para que el mundo entero me viera las pantaletas.
Me dijo que si seguía así se deshacía el trato y regresaría a mi trabajo original. Me dijo que me recomendaba que pensara que era un juego.
Me sentí desdichada. Tenía la oportunidad de salir del acuerdo, pero no quise porque lo consideraba un fracaso personal. Lo pensé detenidamente, iba a hacerlo como él deseaba e iba a hacerlo bien.
Empecé a estudiar todos los movimientos de Jim, pronto pude prever hasta con cinco segundos de antelación, cuando iba él a voltear a verme, con esto yo podría dejarlo que me viera las pantaletas aparentemente sin darme cuenta.
Una vez que supe cuando, me concentré en como hacerlo.
Quería que tuviera la mejor vista posible sin que se notara arreglado o falso.
Después de dos semanas de estarlo haciendo así, un día llegué al trabajo y encontré un paquete en mi escritorio.
Dentro venía una nota de él que decía que estaba muy contento de la manera como me había adentrado al juego y que ya era tiempo de mejorarlo un poco.
Dentro del paquete venían cinco pares de pantaletas, bikinis y tangas únicamente.
A partir de ahí las cosas fueron escalando gradualmente.
Algunas veces entraba a su oficina y me inclinaba sobre su escritorio para hablarle, de manera que él pudiera echar un vistazo por el escote de mi vestido o mi blusa, por supuesto que lo hacía los días en que ya iba preparada usando mis sostenes mas reveladores, que pudiera ver él la mayor parte de mis pechos, incluso la orilla de mis pezones.
Las notas en mi escritorio empezaron a ser mas detalladas en cuanto a lo que debía yo de hacer.»
Mientras Linda continuaba su relato me tuve que sentar, pues de pronto estaba tan excitado que las piernas se me debilitaron y también pensé que me vendría en los pantalones.
Linda siguió «Luego las notas decían que debía en algún momento durante el día quitarme las pantaletas y dejar a Jim echar un vistazo a mi vulva desnuda.
La primera vez que lo hice, pensé que sería lo más difícil que había hecho hasta ese momento.
Fui al baño durante el receso de media tarde, me saqué las pantaletas, las puse en mi bolsa y regresé a mi escritorio.
De repente me di cuenta que me estaba estimulando sexualmente el pensar en mostrarle a Jim mi vulva.
No le dejé verla completa la primera vez, no porque tuviera miedo o pudor, sino porque quise divertirme haciéndolo sufrir un poco, sabía que lo volvería loco tratando de tener una buena vista.
De hecho no le mostré enteramente mi vulva sino hasta la cuarta vez que me lo pidió.
El siguiente paso llegó cuando mi paquete matutino contenía un par de pantaletas iguales a las que Jim me pidió que usara ese día y un sobre con la dirección del buzón personal de Jim.
Sin nota alguna. Me tomó un par de minutos suponer lo que Jim quería.
Esperé hasta las diez de la mañana, fui al tocador y me senté en el inodoro e hice algo que jamás había hecho en el trabajo, empecé a acariciarme la vulva con la mano.
Froté lo mas que pude la tela metiéndola en mi vulva para que absorbiera la mayor cantidad posible de mis jugos.
Entonces me quité las pantaletas, las puse en el sobre y lo sellé, me puse las pantaletas nuevas y regresé al trabajo.
Dejé el sobre en el correo interno y fui a mi escritorio.
Mas tarde vi que llevaban el sobre al escritorio de Jim junto con la demás correspondencia, él tomó el sobre, se lo puso en el regazo y lo abrió, vi que se agachó detrás del escritorio, supongo que estaba oliendo las pantaletas.
Cuando se incorporó volteó a verme con una enorme sonrisa.
Un par de días después cuando ya salía para la casa encontré un paquete en mi escritorio, adentro venía una tanga negra con un papel sujeto con un alfiler que solo decía ‘Mañana’. Así que al día siguiente usé esas pantaletas para ir a la oficina.
En mi escritorio había un paquete, dentro del mismo solo había un sobre dirigido a Jim. Mas tarde me quité las pantaletas y las eché en el sobre, por supuesto que antes de hacerlo las llené de mi esencia.
Esa tarde cuando Jim recibió el sobre dejó su oficina llevándose el sobre con él, regresó media hora después y se paró junto a mi escritorio con un montón de papeles que quería que revisara y mas tarde le reportara, entre los papeles venía el sobre.
Eché el sobre en mi bolsa y fui al tocador, al sacar las pantaletas del sobre encontré una sorpresa en ellas. Jim se había masturbado con mis pantaletas y su semen estaba tanto sobre el triángulo de tela que cubre la vulva, hasta el hilo de la tanga. Usé papel del baño para limpiarlas un poco y luego me las puse.
En un principio me sentí un tanto pornográfica, pero tanto estar pensando que su semen estaba en mis pantaletas en contacto con mi vulva, humedeciendo desde mi entrepierna hasta mi culito, que empecé a excitarme.»
«Después de eso Jim empezó a comprarme ropa, no solo ropa íntima; Vestidos, faldas y blusas, nuestro juego regresó a únicamente mostrarle mis pantaletas y ocasionalmente mi vulva descubierta, pero ya no mas semen en mis pantaletas.
Luego hace un mes encontré en mi escritorio un sobre dirigido a Jim, así que fui al tocador y después de llenar de esencia mis pantaletas como acostumbraba las eché en el sobre y este en el correo interno.
Él no me las regresó esa tarde y pensé que se quedaría con ellas. Cuando ya estaba guardando mis cosas para regresar a casa, me llamó a su oficina, cuando entré me dijo que cerrara la puerta.
Entonces me dijo ‘Voy a regresarte tus pantaletas antes de que te vayas a casa sin ellas.’ Me indicó que me acercara detrás de su escritorio, me tenía apoyada en el escritorio frente a él que continuaba sentado en su sillón.
Sacó mis pantaletas de un cajón y me dijo que me levantara la falda, porque quería verme la concha, cuando lo hice él se inclinó hacia delante y aspiró profundamente y me dijo que yo olía muy bien, enseguida me medio empujó y medio levantó para sentarme en su escritorio frente a él y colocó mis piernas una a cada lado de él apoyándolas en los brazos de su sillón.
Entonces se acercó y hundió su cara en mi entrepierna.
Durante todo este tiempo sentía que el corazón se me quería salir por la garganta, sabía que no debía continuar, pues ya había llegado demasiado lejos, pero no quería detenerme.
No supe lo excitada que estaba hasta que su lengua dividió mis labios y recorrió mi rendija de arriba a abajo, pronto encontró mi clítoris y en segundos tuve un orgasmo, él continuó lamiendo y chupando hasta que alcancé un segundo orgasmo.
Entonces me dio la mano para ayudarme a bajar de su escritorio y me ayudó a ponerme las pantaletas. Yo sentía que las piernas me temblaban.
Él no pronunció otra palabra mientras yo salía.
Al día siguiente no hubo notas ni sobres en mi escritorio, nuevamente a la hora de la salida Jim me llamó a su oficina.
Entré y cerré la puerta sin que él me lo pidiera, al voltear vi que Jim estaba sentado sobre su escritorio de espaldas a mí, en ese momento supe exactamente lo que esperaba de mí y supe que se lo daría.
Él miró sobre su hombro y me dijo ‘Ven siéntate en mi sillón’ al dar la vuelta al escritorio vi que se había quitado los pantalones y tenía una pierna sobre su sillón y su pene colgaba flácido, no quité los ojos de su miembro mientras me sentaba en su sillón.
Alargué la mano izquierda y le acaricié suavemente los testículos, después me incliné hacia delante y ayudándome con la lengua me metí entero su pene en la boca, después me eché hacia atrás, estirándoselo y dejándolo deslizarse entre mis labios hasta que solo el glande quedaba dentro de mi boca, volviéndomelo a meter y a dejar salir, mientras continuaba acariciándole los huevos.
Continué con esta acción hasta que su verga estuvo totalmente rígida, empecé entonces a masajeársela con la derecha mientras le lamía y chupaba los huevos, después de unos minutos pasé mi lengua por la punta de su glande y limpié con ella el líquido seminal que se le había acumulado ahí.
Entonces se la volví a chupar, mientras lo masturbaba con una mano y le acariciaba los huevos con la otra.
Le hice en la verga todo lo que tú me haz enseñado que te gusta que te haga, cuando sentí que estaba a punto de venirse, le metí un dedo en el culo, con un fuerte gruñido Jim empezó a escupir su esperma en mi boca, era demasiado, así que tuve que cuidar que no me cayera en la ropa, para evitarlo no encontré mas opción que tragármelo.
Cuando estuvo seco dejé que su otra vez flácido pene saliera de mi boca.
Él me tendió una toalla para que me limpiara las manos y la boca y dijo ‘Buenas noches’ y se fue.»
Miré a Linda y le dije: «¿Te tragaste su semen? A mí no me dejas ni que me venga en tu boca»
Linda no volteó a verme, solo replicó: «Uno cambia en base a nuevas condiciones» Yo ya no sabía si quería que Linda continuara su relato o meterle la verga en la boca, de lo que si estaba seguro es de que ya no me sentía enojado o celoso. Decidí dejarla que me contara el resto de la historia.
Linda continuó su relato «No pasó nada mas hasta esta noche.
El telefonema que recibí a la hora de la comida no fue de Carola sino de Jim. Me dijo que me esperaba en el bar del Hilton, cuando llegué me entregó la bolsa de ropa que traje y me dijo que eran los últimos regalos que me hacía.
Entonces me dijo que tenía buenas noticias para mí, me dijo que a partir de mañana soy la nueva administradora del Equipo de Apoyo de Ventas, me felicitó y bebimos champaña para celebrar.
Después le pregunté si le debía el ascenso, me dijo que no, que ese trabajo yo me lo merecía, que de otra manera no me hubiera recomendado para el puesto. Entonces me dijo que lo único que lamentaba es que lo hubiera obtenido una semana antes de lo que él se había programado. D
ijo que en otra semana hubiéramos tenido sexo. No sé que me pasó, supongo que él me había calentado lo suficiente, o que inconscientemente estaba deseándolo, pero de mí salió, le miré a los ojos y le dije: ‘Jim, creo que no leíste bien tu programa. Creo que era esta noche que tendrías sexo conmigo’ Jim me miró fijamente y me dijo ‘De veras’ Yo asentí ‘Bueno déjame ver si consigo un cuarto en este hotel’ Jim desapareció y regresó a los diez minutos con una sonrisa de oreja a oreja y nos dirigimos al cuarto.
Cuando llegamos al cuarto me quité el vestido y me paré frente a él con la ropa interior fina que había yo comprado para tu regalo de cumpleaños ‘Lo siento’ Decidí tener el control de la situación, le dije a Jim que se desnudara y se acostara en la cama, entonces me subí a la misma y colocándome en 69 puse mi entrepierna sobre la cara de Jim y recostándome sobre de él me metí su pene a la boca, lo chupé y jugué con él hasta que estuvo duro como de piedra, mientras yo hacía eso, él le daba a mi concha un baño de lengua que me provocó un orgasmo y me dejó al borde de otro, enseguida me quité las pantaletas, me volteé y me monté sobre de él y acomodé mi coño sobre su verga, cuando sentí como se enterraba dentro de mí hasta el fondo, empecé a deslizarme de arriba abajo a lo largo de su verga disfrutando no solo la sensación de tenerlo adentro, sino también del poder que sentía que me daba sobre de él.
Cogí a Jim hasta tener el segundo orgasmo y luego le dije que cambiáramos de posición, me puse en cuatro y le dije que se colocara detrás de mí para que cogiéramos de perrito, tuve otro orgasmo y me colapsé sobre la cama. Jim me volteó y se acomodó entre mis piernas y volvió a encajarme la verga, me puso los tobillos sobre sus hombros y empezó a cogerme con toda su energía.
Cuando finalmente se vino sentí que estaba disparando fuego dentro de mí y tuve un orgasmo más.
Descansamos un rato besándonos y acariciándonos, luego me paré y empecé a vestirme. Jim se quedó acostado contemplándome.
Una vez que tenía puestos mi sostén y mis pantaletas él me dijo que estaba yo preciosa, luego mientras me miraba empezó a menearse la verga.
Le dije que dejara eso, que era una falta de respeto que hiciera eso estando yo en el cuarto, me preguntó porqué y le dije que me parecía una falta de respeto para él mismo que usara su mano teniendo yo dos lugares mejores para que la colocara.
Con esto me incliné sobre de él y me metí nuevamente su verga en la boca, le tomó un poco de tiempo recuperarse, pero pronto estuvo firme nuevamente, me dijo después de un rato que estaba a cerca de venirse nuevamente, que donde quería que descargara, yo estaba muy caliente nuevamente y le dije que quería que se viniera dentro de mi concha caliente y cogedora, él sacó su verga de mi boca, se colocó detrás de mí, me bajó las pantaletas y empinándome sobre la cama me volvió a penetrar desde atrás, parados ambos a un costado de la cama, después de unos cuantos empujones soltó otra carga en mis entrañas. Nos recostamos un buen rato abrazándome él desde atrás.
Ya totalmente flácido se salió Jim de mí y terminé de vestirme, cuando quise agarrar mis pantaletas Jim las sujetó y me dijo que las conservaría para recordarme.
Fui al baño para limpiarme un poco y ya vestida regresé a casa.»
Le pregunté a Linda «Cuando dijiste que te limpiaste un poco ¿Te bañaste o te lavaste?»
Linda contestó extrañada: «No»
Entonces le dije: «¿Así que esa tu concha caliente y cogedora está aún llena del semen de Jim Verdad?»
Ella bajó la cabeza y débilmente musitó «Si»
Le dije entonces a Linda que se destapara.
Linda empezó a llorar nuevamente «No quiero que me veas así. Por favor, no quise herirte, tú eres al único que amo, esto fue porque quise el ascenso y me dejé envolver en el juego de Jim, por favor»
Entonces le dije con mas firmeza «Linda, quítate las sábanas para que pueda verte»
Linda cerró los ojos, tiró las sábanas y se colocó las manos en la cara, miré el precioso cuerpo de mi esposa y no podía verlo con enojo sino con lujuria, el coño de Linda estaba cubierto con gotas de semen, algunas secas, otras todavía brillando húmedas, tenía también semen en los pliegues del coño.
Entonces sin pensarlo, impulsado por la pasión, me incliné sobre de ella y le empecé a lamer los labios del coño.
Linda brincó inquieta en el momento que lo hice, pero se relajó enseguida.
Al mismo tiempo que lo hacía Linda empezó a mover sus caderas empujándolas contra mi cara.
De repente Linda se sentó y me abrazó excitada y dándome un beso profundo me dijo: «Te adoro»
Le dije entonces: «Si es cierto, quiero que te sientes en mi cara con esa tu concha caliente y cogedora y tomes mi verga que está a punto de reventar, empieces a mamármela y te tragues mi esperma.»
Y eso fue exactamente lo que Linda hizo.