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Los dulces labios de Laura

Los dulces labios de Laura

Sucedió hace unos tres años. Laura y yo trabajábamos juntos.

Ella es una persona de carácter difícil si no sabes como tratarla, de hecho me costó muchísimo trabajo trabar amistad con ella y nunca pensé hasta dónde me llevaría esa relación.

Un sábado que ella no trabajó le envié flores a su casa sin una nota que dijera quien las enviaba, ella enseguida se percató y habló a mi oficina para agradecerme, me limité a decirle que notara como yo sabía sorprender a mis amigas.

Este incidente dio paso a una sorpresa que no esperaba.

Sábados después le toco turno conmigo en el trabajo y como me encargo de cerrar la oficina al retirarse todo el personal deduje que estaba solo, pero no era así.

Escuche ruidos en un área cercana y grite quien estaba allí, me sorprendió escuchar la voz de Laura diciéndome que ya venía para retirarnos.

Trate de jugarle una broma escondiéndome detrás de la puerta de mi oficina, cuando ella llegó no entró solo me llamó por mi nombre y se regresó.

Yo salí de mi escondite y ¡oh sorpresa! ella entraba a mi oficina enfundada en un body negro que ponía al descubierto sus hermosísimos pechos.

Ella es un poquito robusta lo cual le favorece en la parte superior de su cuerpo.

Déjenme decirles que me quedé sin habla al estar frente a esa enorme mujer.

Ella sonrió pícaramente diciendo “yo también se sorprender a mis amigos”, avanzó paso a paso mientras yo retrocedía hasta que caí sentado en mi silla.

Hasta ese momento mil y un ideas sucias cruzaron por mi cabeza.

Estaba frente a mí la mujer que muchos compañeros había deseado, estaba casi desnuda y dispuesta a todo.

Por increíble que parezca no supe como reaccionar, yo que tantas veces me había enorgullecido de contarles mis más íntimos secreto sexuales, mis sueños con ella, tocando su cuerpo, comiendo sus enormes pechos… en fin que solo me quede congelado.

Ella se acercó y me reto con esas enormes bolas semejantes a dos gotas de miel.

Al sentir cerca su aroma noté que estaba excitadísima y entre sus ligera ropa note mojada su braga. Le dije “Me das permiso?” y le descubrí sus preciosos pechos, su piel es blanca y tersa, cálida y exquisita.

Tome ambos con mis manos que estaban heladas por la impresión, tal vez por eso noté que ella ardía en su cuerpo y eso me hizo tener una erección inmediata.

Tengo un pene de tamaño normal pero con la característica que erguido se dobla un poco hacia la derecha por lo que eso a veces le causa gracia a mi esposa (si soy casado).

Así que decidí que no lo utilizaría entonces.

Tome uno de sus pechos presionándolo con firmeza y lo llevé a mi boca.

Ella me tomo por la cabeza y suavemente comenzó a acariciar mi cabello, rozando muy deliberadamente mis orejas que estaban encendidas de deseo.

Mientras tanto yo mamaba de sus pechos alternándolos en mi boca y mis manos, Laura emitía quejidos de placer con cada mamada

Lentamente le toque su monte, Laura acostumbra a rasurarlo dejando solo un pequeño mechón de pelo dorado en el inicio de su colita.

Ese mechón se riza coquetamente hacia abajo penetrado en el inicio de su raja.

Por lo demás deja sin vello el resto, incluso debajo de su entrada.

Déjenme decirle que Laura tiene la característica de contar con mucho pelo y sus sesiones de depilación “privada” son cada dos días.

Por ello su monte tenía un tono algo verde lo mismo que la piel que rodea sus labios y su ano.

Como ya les dije yo no pretendía que mi pene fuera objeto de una sonrisa, así que para excitarla toque su clítoris con las yemas de mis dedos mojándolos constantemente en sus jugos.

El ambiente olía tremendamente a sexo, su vagina despedía no solo líquido también ese fuerte aroma a ella.

No puedo describirles lo que sucedía en mi cabeza porque el tocar una colita que no era la de mi mujer me tenía tremendamente enloquecido.

La sesión duró un buen rato hasta que Laura me suplicaba “por favor penétrame, no me dejes así”, yo evite a toda costa hacerlo aunque mi rabo estaba casi rompiendo los pantalones que ya tenía mojados.

Nos besamos y le pedí que se vistiera porque ya era tarde.

Fui al baño a descargar todo lo que estaba ya en la punta de mi pene.

Puedo decirles que eyaculé como en mis mejores años de adolescente.

Al volver a mi oficina Laura estaba sentada en mi silla fumando, se había cambiado de ropa.

Tenía puesto un vestido azul sin mangas y no llevaba sostén.

Al verla allí pensé :”soy un mal amigo, ella se afanó por sorprenderme y yo no accedí a sus deseo” Pero como acababa de perder la erección pensé que solo haría el ridículo.

Así que la bese tiernamente en la boca mientras acariciaba sus pechos por encima del vestido. Volví a besar su cuello y con una mano le cerré sus ojos.

Ella esperaba más así que incliné la silla un poco y comencé nuevamente a tocar su raja, la verdad estaba tan mojada que toda mi mano se llenó de su néctar.

Pero yo no podía reaccionar.

Así que decidí comerle la cola hasta dejarla agotada.

En 9 años que tengo con mi mujer nunca me ha permitido comérsela a ella, dice que no le gusta, así que ahora tenía allí la oportunidad y no la desperdiciaría.

De toda la sesión esta es la parte que recuerdo mejor pues Laura me cumplió uno de mis más íntimos deseos.

Lentamente le subí el vestido hasta dejar al descubierto sus bragas.

Se había cambiado un tanga del mismo tono de su vestido.

Lo hice a un lado dejando al descubierto su dorado mechón de pelo y con mis dedos lentamente recorrí su vagina.

Laura subió los pies al escritorio abriendo al máximo su colita.

Me arrodille y comencé a lamer su concha.

Lamí sus pelos hasta mojarlos, bajé con delicadeza mi lengua hasta su botón duro como piedra.

Le lamía lentamente haciéndola gemir de placer. Intente mordisquearlo y ella tuvo un orgasmo increíble.

Su hoyo dejaba salir más y más néctar que me apresuré a comerle. Su sabor era acidulado, estaba caliente y me nublaba los sentidos.

Recorrí sus labios con mi lengua, mordí apasionadamente sus carnes, ella no podía más gritaba ahogadamente mientras se retorcía de placer.

Entonces volví a su clítoris y metí el dedo medio a su hoyo.

Estaba arrepentido de no haber metido mi pene pues Laura tiene la vagina estrecha y eso a mi me gusta.

Es tan estrecha que de no haber estado tan mojada hubiera sido difícil que entrara mi dedo. La masturbe a tal punto que tuvo muchos orgasmos entre gemidos y gritos de placer.

Finalmente le chupe a un lado de su labio derecho dejándole un pequeño moretón que, según me dijo ella más tarde, le causó algunas dificultades con su hombre.

Esa tarde fue la más memorable de las que he pasado en mi oficina.

Sin embargo no se pudo volver a repetir.

Laura fue despedida recientemente y cambió también de novio.

Eso me entristeció pero creo que lo que me dejó hacerle esa tarde de sábado fue su mejor regalo.

¿quieren saber que me llevó a comerle su chocho tan delicioso?

Un vídeo que grabó con su novio poco antes de lo que les confesé.

Pero será otra ocasión cuando pueda relatarlo.

¿Qué te ha parecido el relato?


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