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La historia de mi infidelidad III

La historia de mi infidelidad III

Regresé cansada al amanecer aún con el sueño flotando en mi cabeza, tuvieron que pasar muchos días para que las sensaciones de aquella noche se fueran extinguiendo en mi memoria y en mi deseo.

Paco se había ido temprano y yo entré a la ducha y quedé dormida al instante.

Al despertar fui a cambiarme y me miré en el espejo, me sentí tan deseada, miré mi cabello debajo de la cintura, mi pecho aun con la excitación en los pezones, mis piernas con algunas marcas por los labios de mis amantes, y creí que realmente era una mujer deseable.

Pero sabía que ese era un pensamiento muy vano y muy vacío, aun así mi realidad se trastornó, aquel momento me sentí como una mujer libre que podía satisfacer todo lo que quisiera, es cierto que pecaba de vanidad y que no razonaba las cosas pero mi sentido erótico era demasiado complejo y urgente como para ponerme a razonar, la única situación que me incomodaba era lo que pudiera pensar mi hijo.

Esa incomodidad se pasó unos días después cuando mi hijo fue a estudiar a un colegio de la ciudad de México, era algo muy duro para mí el que él se fuera pero a la vez pensé que podría poner en orden mi desajustada vida.

Lo que me preocupó más fue la idea o la sensación de que no amaba ni a Paco ni a Gabriel, que les deseaba o quería en función sólo del placer que sentía con ellos, esa idea me llevó a muchas otras cosas que no estaban en los planes de mi relación con ellos.

Gabriel me citó en un cine dos días después, era un cine algo olvidado y poco concurrido, me había puesto sólo una falta corta y una blusa, unos tacones grises y una tanga gris, llegué algo tarde y la sala estaba totalmente oscura, me detuve largo rato parada en la escalinata hasta que sentí una mano y me dejé llevar a una de las esquinas, me sentó en medio de él y otro hombre, sin decirme una palabra pusieron sus manos en mis muslos y empezaron a acariciarme, acercaron sus bocas a la mía y me besaron al mismo tiempo, sentía sus lenguas por toda mi cara y luego entraban las dos en mi boca, era mucho el ruido sordo que provocaban nuestras bocas así que pensé que nos estaban oyendo, cuando la película perdió las escenas oscuras y se aclaró la sala vi al amigo de Gabriel, era un hombre increíble, algo rubio y muy alto y fornido.

Me excitó verme junto a él porque yo parecía una niña a su lado y me sentía como atacada y aprovechada por él.

Inmediatamente me hinqué entre sus piernas y saqué su verga, jamás había visto algo igual, de hecho nunca me había importado el tamaño del pene ni tenía esas fijaciones pero eso era demasiado, era una verga enorme y durísima, la tomé con mis dos manos y no abarcaba ni la mitad, difícilmente la metí en mi boca y empecé a chuparlo y morderle el glande con dulces embestidas de mis dientes, él me acariciaba el pecho y ponía mi pelo en su nariz para olerlo, me olvide por completo de Gabriel, sentí miedo de separarme de ese hombre y me moría porque me metiera esa verga en mí, Gabriel trató de jalarme hacia él pero lo esquivé y empecé a besar a su amigo con pasión, con una mano saqué la verga de Gabriel y empecé a masturbarlo muy fuerte con la esperanza de que terminara y me dejara disfrutar más a su amigo, de pronto sentí mi mano repleta del semen de Gabriel, él se fue al baño a limpiarse y nos dejó solos besándonos, eche un vistazo alrededor del cine y vi que estaba casi vacío, por un impulso lo tomé de la mano y me lo llevé hasta las butacas de arriba, -“quiero que me metas toda esa verga y me dejes más abierta de lo que estoy”- le dije casi desesperada por sentir su cuerpo arriba del mío, él me tomó con calma y me recostó en el piso alfombrado del cine, cuando sentí que se acomodaba encima de mí tuve terror de su tamaño, me sentí una niña violada por un hombre enorme, -“Viólame mi amor, destrózame con tu verga, has de mí lo que quieras”- él se acomodó y empezó a meter poco a poco su verga en mi vagina, se veía algo preocupado y nervioso por la situación, sentí cada centímetro entrando por mi vagina y en cada uno parecía desvanecerme en un orgasmo, me sentí una virgen perdiendo la inocencia en una relación casi animal, cuando la metió toda la dejó un rato quieta para acostumbrarme a esa dimensión oculta para mí -“nunca pensé que estuvieras tan hermosa y tan rica, podría cogerte el resto de mi vida sabes?, Cómetela toda, así jodida ricura, siente mi verga y disfrútala”- me decía mientras me tapaba la boca con una de sus manos, duro muy poco y acabó adentro de mí.

Sentía un caudal líquido dentro de mi vagina, yo estaba llorando de la emoción y hubiera deseado sentir eso el resto de los días.

Me paró gentilmente y fuimos hacia los asientos, Gabriel seguramente nos estaba buscando y lo vimos subir por la escalera, antes de que llegara me saqué mi pantaleta y se la di, él la tomó y le recorrió por todo mi cuerpo y se la guardó.

Me disculpé y fui al baño, al regresar vi que estaban discutiendo entre ellos y preferí salir del cine yo sola.

Regresé tarde a casa, cuando entré vi a Paco sentado en la sala a media luz, sin mirarme me preguntó que dónde estaba, yo mentí y le dije que en casa de mi hermana, inesperadamente se levantó y con rudeza me sujetó del brazo y me llevó a la recamara, me aventó en la cama y con rabia me levantó la falda y empezó a chuparme el culo y acariciaba mis piernas y mi cintura con una rudeza inexplicable en él, se subió en mí y me penetró duramente por el culo mientras jalaba mi pelo y mordía mi oído sin ninguna delicadeza, -“¿dónde jodidos estabas?”- volvió a preguntar y volví a mentir sintiendo su pene entrando hasta dentro de mi culo -“sé que estabas cogiendo con otro, dónde lo hiciste?, ¿Por qué no traes pantaleta? Dímelo puta, dime quién te cogió?”- era otra persona la que me estaba preguntando eso, nunca lo había visto así pero sabía que él estaba disfrutando, en el fondo tenía ese masoquismo de los hombres que mantienen escondido en su apariencia de machos y de seres invulnerables, empecé a contestarle lo que me preguntaba con cierto resentimiento y excitación -“sí, estaba cogiendo con otro hombre, y créeme que me cogió como nadie lo ha hecho, él sí es un hombre, tu eres un jodido idiota a su lado, tiene un pene enorme y está guapísimo y me cogió como si fuera una perra, lo dejé que me hiciera lo que él quiso y le entregué mi pantaleta para que supiera que podía buscarme cuando él quisiera, de hecho lo estoy deseando tanto volver a sentir esa verga adentro de mí”- le dije esperando que se pusiera más agresivo tal como lo hizo.

-“Eres una jodida puta sabes, ¿te gustó? ¿Dime si vas a seguir viéndolo?”- -“si me gustó, deberías haberlo visto metiéndome su verga enorme en mi vagina, me cogió en el cine totalmente oscuro, tiene una verga enorme y él es hermoso, mide casi dos metros y junto a él parezco una niña tímida, acabó en mi vagina y aun tiene su semen”- Paco metió dos de sus dedos en mi vagina y yo sentía como removía ese líquido con ellos, -“quiero volver a verlo, no puedo estar sin él, hasta creo que lo amo, dejaría todo por irme con él y tenerlo para mí, nunca necesitaría otro hombre”- Paco estaba excitadísimo y sin importarle empezó a jalarme del pelo y a metérmela más fuerte -“quiero que me hables como si yo fuera él”- me pidió y yo lo hice sin pensarlo, de hecho estaba pensando en aquél hombre y no me sería difícil -“así mi amor, méteme toda la verga en mi culo, estás enorme, desearía que fueras mi marido y que pudieras cogerme todas las noches como tu quieras, soy tu esclava, follame mi amor, destrózame y déjame toda abierta para mi marido.

Que sepa él que sólo soy tuya, así mi amor, así, cochame y mátame con tu verga”- mientras le decía esto imaginaba a aquél hombre arriba de mí, con todo su cuerpo cubriendo el mío y sus manos abarcando todo mi pecho y mi vientre, recordé sus manos enormes recorriendo mi cuerpo y recordé como mi culo y mis piernas parecían de la misma talla que una de sus piernas, realmente era enorme, y su pene, ¡dios mío! Era algo desproporcionado a la realidad y yo necesitaba eso en mi vida.

Tuve dos largos orgasmos mientras lo imaginaba sodomizándome con su sola presencia.

Paco terminó en mí y se levantó deprisa y salió de la casa. Yo sabía cómo se sentía pero no lo detuve ni quise hablar de nada, yo estaba ya en otra realidad y él no correspondía a ella aunque aun pensaba que él era el hombre que amaba.

En la noche me sentí profundamente sola, me puse a escribir a mi hijo, a mi marido, a Gabriel, estaba rodeada de hombres y en ese momento me sentí tan vacía como si fuera la única persona del mundo.

Estaba arriesgando muchas cosas, al final de cuentas los hombres me dejarían cuando ya no les proporcionara placer y acabaría desdichada y arrepentida el resto de mi vida.

Pensé en todos los hombres que me habían hecho suya y me dio algo de vergüenza pensarme entre todos ellos, había tenido mi primera relación a los 17 años y de una manera por demás erótica, la primera vez que tuve sexo fue en una orgía de chicos mayores que yo, ellos estaban por concluir la prepa y casi todos eran ya mayores de edad, recuerdo que había ido con mi prima y todo mundo se había acercado a mí, me dio miedo pero me excitó mucho, nadie pensó que era solo una jovencita porque siempre fui muy desarrollada para mi edad, aquella noche mi prima había bebido demasiado y acabó dormida en un cuarto, yo me quedé en la fiesta sintiéndome una mujer diferente y a media noche estaba besándome con dos chicos en el patio de la casa, les dije que era virgen y ellos respetaron eso y no me penetraron, sólo me besaban el cuerpo y me hicieron que los chupara a los dos juntos, realmente me gusto y lo estaba disfrutando hasta que volteé y los vi besándose entre ellos mientras yo los chupaba, era demasiado para mi, era “mi primera vez” y estaba en una relación depravada y fuera de todo orden.

De hecho con mis novios de los dejaba que me acariciaran y yo les había hecho el sexo oral a todos, era algo que me encantaba, pero aquella noche mientras veía a esos dos chicos disfrutándose sin pudores mi concepto del sexo cambió y pensé quizá equivocadamente que el sexo era una forma de amarnos a nosotros mismos y que debíamos buscar nuestras verdaderas intenciones dentro de nosotros.

Esa noche aprendí a respetar las sensaciones de cada persona con relación al sexo, los miré tan ciertos y tan honestos mientras se besaban que quise seguir disfrutando de esa manifestación de amor entre dos personas, me llevaron a una casa desolada que no tenía ningún mueble más que una cama suave y enorme que ocupaba media habitación, me desvistieron completamente y me decían -“que rica estás, te va a gustar mucho, te haremos muy feliz”- uno de ellos se sentó en la cabecera y yo empecé a chuparlo mientras el otro trataba de meter su verga en mi vagina virgen y húmeda, fue algo difícil y al final uno de ellos me penetró y siguió haciéndolo por largo rato, se turnaban para hacerlo y cuando estaban por acabar se pusieron uno delante de mí y otro atrás y empezaron a besarme los dos al mismo tiempo y entre ellos mismos, yo me hinque en ellos y me llenaron de semen mientras se besaban tiernamente.

Creo que nunca pude hacer el amor con dos hombres bisexuales más que con ellos. Ahora veinte años después me encontraba casi en la misma situación, estaba redescubriendo el sexo y no podía parar.

Paco se fue por un tiempo de la casa, yo lo entendía y no traté de detenerlo, aquella noche era la primera que pasaba sola desde hacía mucho tiempo. Me dispuse a dormir y en eso sonó el teléfono -“¿estás sola?”- preguntó una voz desconocida pero tan esperada por mí, era él de nuevo, el hombre que había estado esperando tanto, sentí miedo cuando me lo preguntó y sólo se oía mi respiración agitada a través de la bocina, no me resistí y le contesté que sí, inmediatamente colgó el teléfono y yo supe que venía a mi casa, de alguna manera sabía dónde vivía y yo estaba excitadísima pensando que tendría a ese hombre por el resto de la noche y sin preocupaciones pues mi marido estaba en casa de su hermano.

Abrí la puerta de enfrente y la trasera esperando que llegara y entrara sin dificultad, me puse la ropa más sexi que tenía, unas medias blancas y liguero de encaje, unos tacones muy altos, guantes largos hasta mis codos y un vestido pegadísimo color rosa, me solté el pelo y me tendí en la cama esperándole y mesturbándome mientras llegaba.

En media hora escuché que la puerta se abría y crecía mi miedo y mi excitación, cada paso que daba por la casa resonaba en mi vagina produciéndome una calentura increíble, cuando entró al cuarto se paró en el vano de la puerta y se veía enorme, me paré y fui hacia él moviéndome para excitarlo, mi cabeza llegaba poco debajo de su pecho, me quitó el vestido y los zapatos y me sentí realmente desprotegida, no es exageración decir que mi cabeza apenas pasaba su ombligo, debía medir más de dos metros o mi terror hacía me lo presentaba, me tomó de la cintura y empezó a besarme dulcemente mientras yo quería que me lo hiciera duro él tomaba las cosas tranquilamente, me recostó en la cama y empezó a recorrer mi cuerpo con una paciencia exquisita, con su lengua recorrió todos los rincones de mi cuerpo, empezaba en las plantas de mis pies, sobre las medias iba chupándome cada pedazo de piel que encontraba y así estuvo casi media hora en la cual tuve dos orgasmos apenas por sentir su lengua en mi cuerpo, se recostó y empecé a desvestirlo rápidamente, cuando lo desnudé sentí una necesidad total de comerme su cuerpo, le chupé todo, sus piernas velludas y su trasero duro, su pecho enorme y su espalda fornida que parecía no tener fin, él con sus manos recorría mi espalda y sólo las movía y sentía que me tocaba todo el cuerpo, cuando lo besé todo me dirigí a su pene y lo contemplé por largo rato, era enorme, pensé que no era natural y me daba miedo ahora al verlo lleno de luz que me penetrara, lo chupé largamente y él me hablaba

-“así hermosa, chúpalo y cómetelo, es tuyo acábatelo todo, no te detengas”-

yo paraba mi culo para que él lo viera y se excitara más, puse su verga entre mis senos y esta me llegaba desde el ombligo hasta el fin de mi pecho, lo chupé casi una hora tratando de meterlo en mi boca pero era casi imposible y sólo lo chupaba en la punta y lo recorría con mi lengua, luego se paró y me puso de cuatro patas y empezó a penetrarme poco a poco, sentía que esa verga me llegaba hasta el estómago y perdí la razón, gritaba excitadísima mientras me veía en el espejo como me tocaba ese hombre descomunal -“¡Así mi amor, destrózame, cógeme toda y no te detengas, parteme el culo y la vagina, haz de mí lo que quieras, ohh dios, soy tuya, viólame, viólame!”- y él también excitado me decía -“así muévete, comete toda mi verga, eres una perra riquísima, así hermosa, no voy a olvidar esto”- intentó cogerme por el culo pero no pudimos, realmente no cabía en mí, me pidió que lo chupara para que terminara, me hinqué en él y le mostré mi culo, empecé a chuparlo esperando su semen en mi boca para tragarme todo de él, en eso sonó el teléfono, él no supo que hacer y yo tomé la bocina, era Paco, me preguntó que qué hacía y le dije que estaba por dormir, me excitó el hecho de oírlo mientras mamaba a otro en su cama, siguió hablando de cosas que no recuerdo mientras yo seguía mamando a mi hombre, tuve un orgasmo delicioso cuando él se vino en mi boca y Paco me decía que aun me amaba y que esperaba hablar conmigo pronto.

Él tomó el teléfono y colgó, quería que lo siguiera chupando, yo lo miré lascivamente y continué chupando su verga húmeda que cada vez dejaba más semen en mi boca, el teléfono volvió a sonar pero esta vez no contestamos, sonó durante casi media hora, la misma que yo dure metiéndome la verga en mi boca, acabé totalmente llena de leche y el teléfono dejó de sonar.

Él se quedó dormido y yo encima de él, durante la noche me desperté varias veces y lo chupaba de nuevo y metía su verga en mi vagina, aun dormido estaba enorme.

Se fue en la mañana dejándome un beso largo mientras dormía, se llevó mi pantaleta y me dejó su trusa en mi vagina, cuando me desperté fui al baño y estuve masturbándome una hora en la bañera.

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