María Emilia, una amiga que ha contado su inicio y aventuras sexuales, hoy la sabran varios.
Uno de los días vinieron dos amigas suyas y disfrute como una perra comiéndome sus coños negros, y bebiendo su meada, las dos se mearon en un vaso de plástico y me bebí un vaso de litro de plástico con toda su meada. Si también me van las chicas, también disfruto comiendo coños, y bebiéndome la meada de chicas de mi edad, y porque no decirlo también las maduritas me vuelven loca.
Una mujer entrada en los cuarenta y en relaciones con un muchacho más joven acepta que éste traiga a una chica amiga suya. Después de lamer su tronco como buenas compañeras ponen sus culos a disposición de él.
Cuando don Emilio vio a Milagros por primera vez, no pudo evitar la erección, la señora de la casa le había asignado un uniforme azul marino, era algo entallado al cuerpo, no era muy corto, le llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas, pero dejaban apreciar la excelente forma de sus piernas y su quebrado culito.
Yo estoy operado de fimosis, por lo que siempre la tengo descapullada. Esto a veces nos llevó a tener conversaciones sobre nuestras pollas, lo que a mí excitaba muchísimo. Pero él tenía un miembro excepcional.
Soledad cuenta la originalidad de la primera vez de Raquel.
Entonces se acercó a mi oreja para susurrar que deseaba follarme, así lo hizo, sacó un preservativo y lo enfundó en un pepino. Al verlo sentí miedo, pero a la vez un gran deseo, esperaba para ser ensartado, inesperadamente la trayectoria de aquel falo se desvió, hasta mi boca y ella me obligaba a chuparlo
La apoyé contra la pared, de espaldas a mí para comenzar a desabrochar su blusa y quitar sus pantalones, los zapatos los había dejado en la entrada. Abrí la llave de la ducha mientras metía mi mano entre sus pantalones y su blusa para empezar a quitarla, Beatriz usaba la ropa extremadamente apretada y no podía quitarle los pantalones.
Él se arrepentía de no haber sabido como retenerla a su lado. Siempre ha sido bastante egoísta en esto de los sentimientos. Pero la verdad es que envidiaba a su marido por tenerla.
Comprendí sin entender su idioma lo que me pedía y comencé a desabrochar su pantalón vaquero que estaba a punto de reventar. Nunca había estado en una situación así y no sabía qué hacer. Mi vida sexual había sido bastante inocente. Sólo me había acostado con un chico, mi novio, con el que estuve saliendo cuatro años.