Era una tarde calurosa en la capital, poco a poco se fue dando el ambiente para un encuentro más íntimo y substancioso. Después del almuerzo toda la familia dueña de casa se fue a la costa a dejar al joven cadete que entraría a la marina, a nuestra disposición quedaba una casa grande y con muchas comodidades, eran cerca de las 15:00 horas. Una mirada de complicidad nos envolvió entonces, ambos extrañábamos esos encuentros pasionales y de alto erotismo que antaño solíamos tener. Nos aproximamos lentamente y nuestros labios se rozaron suavemente, su mano acarició mi espalda mientras la abrazaba recorriendo su cintura hasta llegar a su trasero. Repentinamente se separó, me dio un beso cortito y corrió a las escaleras, a mitad de camino se giró y me dijo: prepárate para la piscina.

Me saque la polera, el jeans, pensé en subir a buscar el traje de baño cuando recordé que tenía uno en la lavandería, mientras me los colocaba recordaba la última vez que habíamos tenido un encuentro intenso, hacía ya bastante tiempo, a pesar de que teníamos varios acoplamientos cercanos. Pero la rutina del trabajo había enfriado un poco la pasión.

Me senté en el sofá a esperar, al transcurrir de unos instantes apareció su figura en el descanso de la escalera, su figura era hermosa. Admire la turgencia de su busto tras el diminuto sostén del bañador, deseo y lujuria contrastaban con su delgada cintura, tras la cual sensualmente estimulante se abrían paso sus redondeadas caderas. El pelo largo humedecido caía por sobre su hombro izquierdo, adoptó una postura de modelo seductora separando un poco las piernas, me miro y me dijo: hoy te voy a pagar todo el tiempo que te debo; hice un ademan de levantarme para ir hacia ella y me ordenó que me sentara, luego dijo: todo a su momento.

Bajo lentamente los peldaños acariciándose el cuerpo, al llegar a la mitad de la escalera se sentó y recargo su dorso hacia adelante apretándose el busto con las manos como ofreciéndomelos, y después se hecho hacia atrás al mismo tiempo que abría las piernas para mostrar el diminuto bikini que cubría la fuente del placer. Recostada sobre la escalera comenzó a acariciarse el cuerpo, sus manos recorrían su abdomen, jugaba con los tirantes del brasier, masajeaba sus piernas y de cuando en cuando con los dedos jugaba sobre la tanga girando y excursionando por esa selva de pasión que ya humedecía la tela. Ante este juego de seducción y autocomplacencia el ambiente estaba muy acalorado y yo ni hablar, me retorcía por entrar en acción pero era excitante verla jugar con su cuerpo. Deslizo su cuerpo hacia adelante, tomo sus pechos y estos salieron del capullo que los envolvía, sus pezones parecían dos montículos de lo erecto que estaban, ya casi no me podía contener, sus manos recorrieron sus piernas elevándolas a los aires en forma alternada y el bikini se perdía en la línea de su culo. De pronto se detuvo levantando sus dos piernas hacia mí, las encuclillo y con un dedo me llamo mientras que con la otra mano acariciaba su entre pierna, me aproxime lentamente acomodándome la verga que a esas alturas amenaza con rajar el traje de baño, al llegar a su lado me arrodille en el peldaño y comencé a recorrer con un dedo sus piernas que descansaban en mis hombros.

Su entre pierna mojaba el traje de baño mientras yo recorría su cuerpo con mis dedos, con mis labios acariciaba su dorso humedecido, al volver de sus pechos con mi lengua, pase por su entrepierna para besar la zona de su clítoris, y sentí el perfume del deseo que hacía mucho no disfrutaba en esa forma. Fue entonces cuando alcé sus caderas unos instantes del peldaño para deslizar el bikini unos centímetros, que luego con mi boca termine de retirar, necesitaba saborear los manjares de la pasión de mi hermosa amazona. Me enderece para admirar su cuerpo desnudo y humedecido por el sudor del erotismo, entonces sus piernas aprisionaron mi espalda y sus pies me invitaron a beber del manjar que emanaba de su fuente de placer, lamí lentamente cada milímetro de su vagina, su clítoris se hinchaba sin control, sus líquidos fluían inacabables, y mientras más bebía, más me excitaba, más la hacía vibrar, sentía sus gemidos, me aprisionaba para sí, y solo pensaba en darle más. Acaricie cada centímetro de sus piernas con mis labios, recorrí su vulva ardiente, bese, mordí suavemente y lamí su trasero, jugué especialmente en su ano para brindarle emociones desconocidas para ella hasta ese momento. Mi lengua recorría su interior y su exterior en un ir y venir tan apasionado y constante que el momento culmine llego, arqueo su espalda, tembló su cuerpo y el orgasmo sobrevino en oleadas de placer que duró unos minutos.

Mi excitación era plena, quería más, quería hacerla gemir como nunca, me deslice lentamente hasta llegar al suelo y me senté a observarla como se regocijaba de placer, sus piernas se hallaban lánguidas sobre la escalera y un manantial de líquido goteaba en el peldaño, por un instante pensé que sería todo, pero por suerte me equivoque. Se incorporó y me miro picarona, río y me dijo: había pasado mucho tiempo, luego gateó sensualmente hasta mí y comenzó a besarme los pies, su lengua jugaba con mis dedos y poco a poco comenzó a subir hasta llegar al bañador donde mordisqueo mi verga suavemente sobre la tela. Luego siguió hacia arriba pausadamente besando mi abdomen, al llegar a mis labios sentí que la humedad de su entrepierna empapaba el bañador y comenzó a moverse lentamente en un juego excitante, ya no podía más, la tome por la cintura para ponerla en posición y no se dejó, por el contrario me empujó hacia atrás y en el acto se giró dejándome su vagina sobre la boca, para después con sus manos deslizar el bañador para acariciar mi verga.

Sus manos recorrieron mis piernas con el bañador entre ellas hasta dejarlo fuera, mientras mi lengua acariciaba su clítoris y mi dedo cosquilleaba su ano y sus contornos; luego masajeó suavemente mis pantorrillas y sus pezones rozaban mis testículos, la verga se aprisionaba entre sus pechos. Su vagina se escurría nuevamente y con mis manos esparcí el líquido por su culo y luego lo lamí. Su lengua jugaba con mi glande que casi reventaba del calor, mordisqueaba y besaba mi verga, con sus manos jugaba en mis testículos, que placer sentirla ahí jugar. Abrió su boca y sentí como sus labios recorrían mi verga, entre mi abdomen y su busto podía ver como su boca subía y bajaba a lo largo de mi falo que con cada succión se endurecía más, y poco a poco se acercaba al momento culmine. Jugaba con su lengua, succionaba, mordisqueaba suavemente, cuando sentía cerca mi eyaculación se detenía y prolongaba de esta forma el juego. Para ese entonces eran varios sus orgasmos productos de mi juego en su entrepierna, mis dedos recorrían sus orificios, su ano ya dilatado jugaba en un vaivén con tres de mis dedos.

Comenzó a acelerar su mamada, gemía, levantaba el culo para sentir mis dedos en su interior, su cuerpo se estremecía y en cada succión me hacía volar. En un instante hundí mi lengua en su vagina y con la nariz estimule su clítoris, mis tres dedos se perdieron en su ano con el vaivén constante y excitante que llevaba ritmo con sus caderas. Acelero más las succiones, el movimiento de su cabeza sobre mi verga se hizo más intenso y pronto sentí que mi paquete llenaba su boca y el manantial de semen recorría su garganta saciando su sed, luego lengüeteo cada centímetro hasta dejarlo limpio, beso la cabeza y se enderezó hundiéndome su chochito en la boca y mi nariz en su culo con olor a placer.

Estaba extasiado, pero esto recién comenzaba. Alcé mis manos acariciando su espalda humedecida por el sudor, poco a poco se deslizo hasta sentarse en mi cintura, se veía preciosa. Busque sus pechos, con los dedos recorrí sus pezones hasta endurecerlos al máximo, simultáneamente ella jugaba con mi verga frotándola con su labios llenos de jugos orgásmicos y lograba tenerme a cien nuevamente, deslizo sus caderas nuevamente hacia adelante y comenzó a jugar tratando de colocar mi verga en posición para penetrarla. Quise ayudarla para facilitar la penetración, pero no me dejo. Intensifico sus movimientos de cadera, era excitante sentir ese culo maravilloso frotarse en mi palo y mis testículos buscando la posición exacta para penetrar, erguí mi verga en el instante que su culo se abría hacia atrás y mi punta endiño su ano, se detuvo y saboreo el placer, lentamente fue deslizándose para colocar el glande en la entrada vaginal, como corrían manantiales en esa zona, la lubricación era perfecta.

Delicadamente, sin las manos, solo con movimientos de su cadera logro que la punta de mi verga se alojara en su vagina, que calor allí se sentía y que suavidad, sus pechos rozaron mis piernas, sus manos en mis tobillos, me pidió que en endureciera la verga y al hacerlo endiño con fuerzas hacia atrás y entre hasta el fondo. Mis testículos se amoldaron a su culo, gimió y se quedó un instante a disfrutar su victoria, yo estaba en la gloria y quería seguir allí. Sentía mi falo palpitar en su interior, enderezo su torso y se sentó en mi cadera, me miro por el lado y me dijo: «prepárate para cabalgar». Comenzó lentamente a subir y bajar, tenía el control, veía mi pene entrar y salir casi completamente de su interior, con un dedo jugaba en su ano y con la otra mano acariciaba su trasero y espalda. Acelero poco a poco sus movimientos, manejaba la intensidad en forma ascendente, a tal punto que me tenía en el paroxismo del placer, cuando percibía que me venía se sentaba ensartada hasta el fondo, esperaba unos instantes acariciándome los testículos y de ahí reiniciaba el juego. Paso bastante rato, ya se había venido muchas veces, arqueaba su espalda, se quedaba quieta y yo sentía como los jugos me humedecían la verga, el abdomen y la entrepierna; de pronto acelero los movimientos y volvía a mil por hora, yo comencé a mover mis caderas a su encuentro, ya que hasta ese momento había sido pasivo, pasmos la barrera ella sabía que eyacularía y yo quería llevarla al clímax. Intensificamos los movimientos, ensarte un dedo en su ano hasta el fondo, gimió fuerte, se cortó su respiración, la espalda se tensó y tembló entera al mismo tiempo que yo bombeaba todo mi semen en su interior. Si esto nos es el clímax entre dos personas entregadas al máximo del placer, no sé qué mierda es entonces. Luego recostó su espalda en mi pecho, la abrace envolviendo sus pechos en mis manos y le bese la mejilla, poco a poco mi pene salió solo de su interior, como cuando entro. Nos dormimos.

Al despertar la vi a mi lado dormida sobre la alfombra, mi brazo rodeaba su espalda, estaba preciosa, hacía mucho no la disfrutaba así. El sol estaba ya a medio camino, rosé sus labios con mi mano, despertó y me miró fijamente, acercamos nuestros rostros y nos besamos profundamente. Acaricié su pelo y su espalda, ella acaricio mi pecho, el abdomen y jugaba con los vellos entorno de mi verga, así permanecimos unos instantes. Me levante del suelo, la cogí entre mis brazos y la lleve al sofá, ambos sabíamos que venía, queríamos mas y estábamos listos.

Alcé sus caderas para colocar un cojín, acaricié sus piernas hasta llegar a la intersección del placer y les separé lentamente, bese su vientre, jugué con mi dedo en su clítoris, giraba y giraba en ese botón de placer mientras mi otro dedo giraba y giraba en su ano sin penetrarlo, solo jugaba ahí. Su rostro de deseo y placer me excitaban al máximo. Luego levante sus piernas para dejarla sobre mis hombros y aproxime mi cuerpo hacia sus profundidades suavemente, el gemido que escapo de sus labios me excitaron aún más, poco a poco estaba entrando en ella, sentía cada centímetro de su ser aprisionándome, disfrutando, allí permanecí un instante, el control era mío ahora y le haría gozar como nunca. Lentamente comencé a entrar y salir, a veces casi por completo, a veces hasta la mitad y siempre hasta el fondo, el golpeteo de mis testículos en sus nalgas era enloquecedor, con sus manos me apretaba el trasero para que le diera con más fuerza, pero yo manejaba la intensidad. Mi boca succionaba su pezón mientras su mano rasguñaba mi espalda suavemente, comencé a subir de ritmo y de intensidad, pero queríamos más. De pronto me pidió que me detuviera, salió debajo de mí, y colocó su dorso sobre la meza del teléfono, alzo su culo, puso la mano por entremedio de sus piernas y con el dedo metido en su clítoris me invito a continuar (que espectáculo más hermoso), a lo cual no me hice de rogar y la penetre con pasión. ¡Que movimientos de caderas!, movía el culo como si nunca lo hubiésemos hecho así, cada embestida era profunda, sus líquidos inundaban todo, y en eso sentí como se estremecía su cuerpo, la apreté contra mí con fuerza y su contracción apreso mi verga de tal forma que llegue a no sentirla. Luego proseguimos con un vaivén más suave que me llevo paulatinamente a recostarme sobre el sofá, y adopté una posición más pasiva mientras ella cabalgaba sobre mí, ella ya tenía otro orgasmo, pero yo quería más.

Con las manos acaricié su espalda, sus caderas, su culo, en una subida saque mi verga y le pedí que se cargara hacia adelante apoyándose en la mesa del teléfono. Acaricie sus labios vaginales, bañe mis dedos de su fluidos y lentamente comencé a lubricar su ano, me miro picarona, nunca lo habíamos hecho así, pero esa tarde debía ser completa y con la mirada consintió mi juego. Mientras yo trabajaba su ano y su clítoris para estimularle, ella con su mano entre las piernas me meneaba la verga para mantenerla erguida, cuando estuvo lista le pedí que apoyara sus brazos en la mesa y alzara el culo, acerque mi lengua a su ano le bese. Enfunde mi verga en su entrada, masaje las nalgas para comenzar de a poco a entrar, ella se masturbaba el clítoris y gemía, que espectáculo ver su culo redondo siendo ensartado por mí. Entro la cabeza, su esfínter lo apretó hasta el dolor, pero el placer era mayor, alce la vista y en el espejo del fondo vi su cara de placer y dolor, le di un golpe en la nalga para que relajara, abrí sus nalgas y endiñe otro poco, me apretaba al máximo, era genial, la tome por la cintura y la jale hasta atrás retumbando mis testículos en su culo, era lo máximo.

Me quede un instante en su fondo sintiendo el calor, la presión, el placer, mire el espejo y vi en sus ojos dolor y lujuria, me guiño, se mordió el labio inferior y me tiro un beso, señal clara para seguir. Lentamente comencé el ritmo del vaivén, ella poco a poco comenzó a mover también, al cabo de unos instantes dábamos rienda suelta a nuestro placer. A veces me quedaba quieto y ella llevaba el control, se ensartaba con fuerza, tomaba vuelo y volvía, que placer. Luego cambiábamos, ella se quedaba tranquila y yo arremetía con fuerza. Alternadamente le daba algunas nalgadas para marcar los cambios, acariciaba su espalda y sus pechos, cuando sentimos próximo el orgasmo aceleramos las embestidas hasta llegar el momento culmine en que nos pegamos en el fondo, arqueo su espalda, me apoye sobre ella, bese su oído, bombee con fuerza y me sentí venir mientras sus fluidos me mojaban los testículos, las piernas y luego comprobaríamos que el sillón.

Salí de su interior, la abrace, le bese y nos dejamos caer en el sillón, juntos acurrucados. La tarde ya casi no estaba, la casa estaba en semipenumbra, el ambiente caliente, con aroma a sexo y erotismo, eran las 19:30 y aun nos quedaba muchas horas por delante. Nos miramos fijamente, nos besamos intensamente, luego nos levantamos y desnudos nos metimos en la piscina para refrescarnos. Pronto subiría la temperatura en la piscina, ante más de alguna mirada de un vecino en los segundos pisos, pero eso es para otra historia.