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Una tarde de Verano I

Me senté en el sofá a esperar, al transcurrir de unos instantes apareció su figura en el descanso de la escalera, su figura era hermosa. Admire la turgencia de su busto tras el diminuto sostén del bañador, deseo y lujuria contrastaban con su delgada cintura, tras la cual sensualmente estimulante se abrían paso sus redondeadas caderas. El pelo largo humedecido caía por sobre su hombro izquierdo, adoptó una postura de modelo seductora separando un poco las piernas, me miro y me dijo: hoy te voy a pagar todo el tiempo que te debo; hice un ademan de levantarme para ir hacia ella y me ordenó que me sentara, luego dijo: todo a su momento.