Sueños con la profesora
La tomaba por la cintura y la recostaba a mi cuerpo. Justo después besaba su boca, cuello, quitaba su blusa y me sumía en sus senos.
Esos eran mis sueños con mi profesora de pediatría.
Hacíamos los estudiantes rotación en diferentes pabellones del hospital y el de pediatría me cautivó por su directora.
Ya le explicaba a ella mi interés por seguir esta especialización y así permanecer algunas semanas más al lado de mi amada platónico.
Se lo había dicho cada vez que podía, me miraba fijamente a los ojos pero no contestaba nada. Era seguro no mostraba interés por mi determinación.
Había un chico de 6 años que tenía quemaduras de primer, segundo y tercer grado en aproximadamente un 25% de su cuerpo.
El caso me conmovió, yo le visitaba todos los días que permaneció internado y una tarde que vigilaba su recuperación, yo sentado al borde de su cama, vi a mi profesora en el marco de la puerta diciéndome :
-Hernan he decidido, permanezcas una semana más aquí en pediatría y ya he hablado con tu profesor director para solicitar tu colaboración en el caso del niño quemado.
Eso era lo que yo quería, estar al lado de ella. Me levanté de la cama, tomé su mano entre las mías y le dije
-Gracias por la oportunidad que usted me permite de colaborarle y de capacitarme más en esta área
Me provocó darle un beso en su mejilla y debí estar mucho tiempo con su mano porque ella fue la que la retiró después rápidamente.
Ella era una mujer alta, hermosa, raro, muy raro en el gremio de los médicos una mujer tan divina, toda una diosa.
Yo no sabía como peinarme, qué perfume usar, qué decir para llamar su atención, era inútil, era claro que yo no le inspiraba siquiera buenos ni malos pensamientos.
Por demás, se notaba, tenía una posición académica, social y económica muy privilegiada, y yo no era precisamente la clase de hombre que a ella le gustaría, lo sabía bien y a eso me acomodaba.
Yo me encontraba en la oficina ordenando un pedido de ella al almacén farmacia cuando apareció detrás de mí y me dijo
-Pero cómo, es que no piensas ir a descansar un rato a tu casa ?, ingresaste hace mas de 24 horas y aún continúas acá.
Yo le expliqué que en la casa donde vivía llegarían unos familiares de los dueños y me habían pedido que durmiera en otro lugar.
Le conté también que en el último piso del hospital había un pequeño cuarto con baño y le pedía el favor de hablar con el director para que me lo permitiera usar por los tres o cuatro días que duraría la visita en casa donde duermo.
Bajamos a la dirección del hospital, el ascensor estaba full de ocupación por lo que nos decidimos bajar por las escaleras de emergencia.
Un piso antes de llegar al nivel de dirección, como cosa curiosa se fue la luz y nos tomamos de la mano dada la total oscuridad en la que quedamos.
El solo contacto otra vez de su mano me hacía volar de sueños, ya me sentía jugando en su sexo, fueron solo instantes, porque llegamos rápidamente donde había luz y la solté de mi mano igual como ella hiciera anteriormente conmigo, rápido. Solo me miró y dio una leve sonrisa.
Ya en la oficina del director frente a mí cruzó sus piernas y otra vez el sueño.
No sabía que decirle al director para solicitar su consentimiento de dormir por aquellos días en el cuarto vacío del último piso.
Fue ella la que habló por mí porque mi atención estaba solo en sus piernas.
Nos despedimos dándonos gracias director, mi hermosa jefe y yo. Continué con mi trabajo.
Ya era sábado cerca de media noche y me disponía a dormir cuando sentí que tocaron en la puerta del improvisado dormitorio.
Era mi fantasía, estaba mas hermosa que nunca, solo abrí la puerta y sin decir nada empujó la puerta y entró a sentarse al borde de la cama, yo leía como era mi costumbre antes de dormir y estaba sentado.
_No es tan incómoda la habitación como me la imaginé, dijo ella.
-La tienes a la orden, contesté con risa, era una respuesta arriesgada porque la había tuteado.
Me mostró su mejor y tierna sonrisa, llevaba dos sonrisas que me había regalado.
-El chico quemado se ha complicado, acabo de dar la orden de pasarlo a cuidados intensivos y vamos a practicar ventilación. Como sé que era tu paciente y amigo, tenía la obligación de advertírtelo. En otras, me dijo que era grave, y que había compromiso del corazón o sistema respiratorio, que era probable su muerte. Dejé mi libro y me llené de lágrimas, no era justo.
Salían y salían lágrimas muchas de mis ojos, me levanté a ponerme un pantalón y de pie recibí su abrazo, no lo sentí, mis sentimientos por mi pacientico me impedían.
Estuve toda la madrugada y parte de la mañana algunas veces a su lado otras con sus familiares.
Cerca del medio día se estabilizó y así permaneció otro día en aquella sala de cuidados hasta que se recuperó. Había sobrevivido.
Bajé a la cafetería a tomar algo de comer cuando fui llamado por mi linda jefe que me decía
-Desde ayer es tu día libre, solo has trabajado y ni siquiera has descansado y como premio a tu dedicación quisiera invitarte a almorzar
-Invíteme profesora porque usted lo desea, no porque deba recibir premio alguno, lo hice porque era mi deber moral con mi amigo.
Otra risa y me contestó, invitado porque quiero estar contigo Me sentí en la gloria, semejante pedazo de ángel invitando a un estudiante como yo a salir con ella, pensé
_Bueno, tomemos una mesa, dije, porque pensé la invitación sería en la misma cafetería del hospital
_No Hernán, ya es bueno que te des una vuelta por otro lugar, vamos a almorzar a otro lugar
_Dame las llaves, yo conduzco, le dije
Estaba a pocos metros del cielo, en mis manos un vehículo hermoso, convertible, tapicería de cuero, buena música y un motor que daría envidia a cualquier corredor de carros y mas aún, a mi lado, dos hermosas y celestiales piernas que sostenían el cuerpo y cara mas divinos que yo había conocido, ni qué decir de su cola, parte la que sostengo, es la primera que nos fijamos los hombres en una mujer, eran firmes y levantados
Ella sería una mujer de unos 32 a 35 años y yo un pelagato de 24 recién cumplidos.
Tomé la avenida que bordea la playa y pregunté a donde iríamos -Cruza a la derecha en la próxima glorieta que pasaré por mi apartamento a ponerme ropa mas cómoda
Yo estaba con pantalón y camisa blanca de trabajo, por lo que le pregunté si sería posible pasar por una tienda a comprarme unas bermudas, camiseta y sandalias, de tiempo atrás las necesitaba. Finalmente llegamos a su apartamento con mis compras.
-Dúchate en este baño y cámbiate tu ropa, como cualquier dictadora, yo me sometí a sus ordenes
Cuando salí de asearme y con mi nueva presentación, apareció ella como la reina de todas las reinas, tenía unos pantalones cortos y del mismo color marrón claro a los míos y blusa de igual color a la mía pero muy ajustados.
Su porte y su olor a baño reciente me dejó trastornado unos segundos hasta que recibí otro abrazo de ella diciéndome que bien me veía.
El almuerzo se hizo tarde, antes de llegar al restaurante señalado por ella, estacionamos el coche frente a un mirador donde se ve a lo lejos un hermoso acantilado y la infinitez del mar.
Hablamos de cosas triviales y trascendentes sentimentales, que si tenía novia, que ella era divorciada, que me sentía agradado con su compañía, que ella nunca se volverá a enamorar de hombre alguno, etc
Yo hacía esfuerzos no descubriera mi admiración y deseo evidente por ella.
Durante el almuerzo me mostró sus dotes de gourmet en su selección, orden y acompañamientos de comida, yo no me quedé atrás, me porté como un príncipe.
Llegó la cuenta y entre los dos la cancelamos. Quedamos para una futura invitación, cancelar ella en su totalidad. Los dioses fueron buenos conmigo, habría una segunda oportunidad de salir con ella, eso creía.
Ya de regreso al hospital y la realidad nos encargamos de decir cosas chistosas y hacernos los últimos momentos agradables.
Parqueó su coche frente a la entrada principal de la terrible realidad y razones tenía para darle un beso a su mejilla pero me abstuve de hacerlo porque estábamos a vista de muchas personas que nos conocían y era mejor guardar prudencia.
-Le doy un beso en la mejilla y mis gracias doctora Angela, fue la tarde mas maravillosa que he tenido en muchos años, le dije. Ella se quedó muda y sonrojada, lo noté
Ya me había vuelto para mi residencia y mi trabajo en el hospital me ocupaba de tiempo completo.
Yo la veía y disimulaba no verla, entraba a la oficina o lugar cualquiera donde yo estuviera y de inmediato yo salía. Me ruborizaba volver a verla y saludarle hasta que una noche me llamó a cuentas por mi trabajo, lo revisó y aprobó.
_Y desde cuándo te has ido para tu residencia, me decía ella, yo fui a buscarte a la habitación del último piso y no te he encontrado, tú tenías la obligación de advertírmelo porque fui yo quien ayudó a conseguirte esta comodidad y porqué cada vez que quiero hablarte o verte te escapas ?
Yo quedé mudo por un instante, – me gustaría ahora sí, me invitara a almorzar por su cuenta para poder explicarlo jefe, le contesté
-Me harías el favor de llamarme mañana en la noche, me dijo dándome una pequeña anotación con su teléfono.
Yo no veía el día y hora que llegara el momento de llamarla.
Cuando fue lo hice, pero no contestaba su teléfono, solo una grabación que decía que había salido de la ciudad por el fín de semana.
El lunes siguiente la pude ver en el extremo de un corredor y me dirigí a saludarle y recordarle nuestra cita, yo también debía pedir explicación.
Antes de que yo llegara se fue. También en esa misma semana iniciaba mi pasantía por geriatría y ella ya no sería mi jefe académica.
En varias ocasiones la veía pero no lograba hablar con ella. Era claro que se escondía de mí.
Nunca mas la volví a llamar a su casa ni buscarla en el hospital, había desaparecido de mi vida, pensaba.
Una tarde en mi residencia me disponía a descansar y leer un rato cuando sonó el pito de su carro en la calle. Era ella pero también era claro que no me lanzaría a sus brazos inmediatamente.
Dejé que se bajara del coche y tocara la puerta.
Lo primero que apareció fue una caja de regalo de la tienda donde había comprado mi primer bermuda conteniendo otro color de bermuda, camiseta y vestido de baño.
-Conozco una playa hermosa cerca de aquí, quisieras venir conmigo y colocarte el traje de baño que te he comprado ?
En la playa nos pusimos cada uno, buen bloqueador, yo duré años distribuyéndolo en todo su cuerpo. Pasaron cerca de cuatro cocteles margarita y cientos de historias sobre nuestra vidas.
Regresamos a su apartamento, me ordenó bañarme en los mismos términos dictatoriales de la primera vez, yo obedecía y cuando estuvimos arreglados y perfumados me dijo,
-Es que acaso no me di cuenta la vez que me mirabas las piernas en la oficina de dirección, o la vez que entré a tu habitación o ahora que fuimos a la playa sobre tu curiosidad por mí ?
La tomé por la cintura y la recosté a mi cuerpo. Justo después besaba su boca, cuello, quitaba su blusa y me sumía en sus senos, se me había cumplido mi sueño, solo que ahora no alcanzamos a llegar a su cama sino que ahí mismo en la alfombra y sofá de su sala nos dimos los mejores orgasmos que hemos tenido.
Desde esa fecha fuimos amantes.
Ya he terminado mis estudios y soy la mano derecha de Angela en una clínica pediátrica que hemos fundado.
Soñamos con trabajar y seguir amándonos como hasta ahora.