¿Quién sería?
Me encontraba recostado mirando el rústico techo de tejas de aquella cabaña pintoresca del sur de Cuernavaca Morelos.
La temperatura cálida de ese lugar inspiraba a cualquier persona a gozar de un buen chapuzón en algún balneario del lugar.
Cuando me puse en pies eran las doce del día y la verdad la hueva me había embargado, tome un cigarro y salí de ahí.
Me dirigí a un lugar donde se pudiera nadar, no es difícil encontrar uno en esa ciudad, al fin hallé uno, al entrar se podía admirar una vista preciosa en todos los sentidos.
Una alberca de aproximadamente 12 metros de largo, por unos 8 de ancho almacenaba por lo menos una docena de personas, en su mayoría chicas entre 16 y 19 años.
Alrededor de ésta se exponían a la luz del sol por lo menos otras 26 almas, unos tipos tomaban cerveza y algunos otros, que ya estaban ebrios, besaban muy cachondamente a sus parejas.
Compre un traje de baño y me fui a cambiar a uno de los vestidores, para llegar a ellos tenía que cruzar todo el balneario y obviamente ser visto por todos.
Una chica que portaba un traje muy generoso a la vista masculina salió de entre las aguas al mismo tiempo que yo pasaba por ahí, sin poder evitarlo me quede mirándola.
Ojos verdes, nariz respingada, labios rojos y afilados, un cuello estético, senos lindos y enormes, su cintura hacía un juego perfecto con sus caderas, piernas largas y muy bien formadas.
Se percato de mi mirada y me giñó el ojo izquierdo, sonreí, se puso de pie como queriendo robar un suspiro de mi boca, comencé a imaginarla desnuda junto a mí y creo que lo noto pues una sonrisa exquisita se dibujo en sus labios casi al mismo tiempo que preguntaba dulcemente: ¿Vienes con el grupo? Respondí que no y entonces dijo, oh!
Disculpa, de todos modos me llamo Alicia.
La saludé y cuando le dije mi nombre volvió a cerrarme el ojo izquierdo. La llamaron dos chicas y tubo que irse no sin antes decirme que el agua de la alberca estaba muy fría.
Finalmente llegué a cambiarme, me apresuraba para poder volver a el área de bronceado, allí estaba Alicia y por alguna extraña razón, al saludarla, mi cuerpo había sido víctima de un escalofrío.
De pronto alguien toco discretamente a la puerta del vestidor, tocaron tan ligeramente que pensé que no lo habían hecho, pero volvieron a tocar, guardé mi ropa en la mochila, seguramente los demás cubículos se hallaban ocupados y alguien se había desesperado.
Abrí la puerta y una mano femenina tomo mi pene como rehén, al mismo tiempo me empujó hacía dentro.
Era Alicia la culpable de que mi falo comenzara a tomar dimensiones nunca antes vistas, sus dedos me acariciaban tan cálidamente que me puse caliente al instante.
Aseguró la puerta y de alguna manera se despojo del diminuto traje de baño que la cubría, sus pezones erectos frente mi rostro parecían gritar ¡cómeme!.
Audazmente ella se había apoderado de la situación. Sobre de mí comenzó a moverse a un ritmo extremadamente excitante, gemía tan cachondamente que en un momento sentí estallar, descendió su rostro hasta mi miembro y comenzó a chuparlo, su lengua lo recorría de arriba abajo, de un lado a otro, yo acariciaba con mis manos sus senos, tan duros y exquisitos como ninguno que recuerde haber probado antes.
El clímax se acercaba y sin decírselo ella pareció adivinarlo se volvió a montar en mí colocó su vagina en la punta de mi verga y se dejó caer, en ese mismo instante me vine.
Con mi falo adentro y aunque ya había eyaculado ella seguía agitándose cachondamente, creo que alcanzó el orgasmo poco después por que sus líquidos alcanzaron a escurrirme por los testículos.
Se puso de pie, tomó su traje de baño y comenzó a vestirse, yo la miraba boquiabierto, quise preguntarle algo pero ella lo evitó tocando mordazmente mi pene y diciendo: gracias precioso.
Salió de ahí, yo volví a colocarme el short que vestía y corrí a la alberca, la busqué con la mirada pero no la vi.
Poco después tres tipas salían del lugar ya vestidas, entre ellas iba Alicia quise salir de la alberca para alcanzarla pero no lo hice, seguí nadando.