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Mi mejor amiga y algo más

Mi mejor amiga y algo más

Quiero contarles lo que sucedió hace unos años entre mi mejor amiga y yo. Tenía yo 20 años cuando ocurrió.

Mi amiga tenia 18. Ella había sido desde siempre una de mis mejores amigas.

Nos solíamos comentar los problemas y nos ayudábamos mutuamente en los momentos difíciles.

Prácticamente nunca habían existido secretos entre nosotros dos. Nuestra relación era muy sincera.

Pero con el tiempo nuestros encuentros fueron más escasos, pues ella se había ido a vivir a otra ciudad, aunque aun conservaba su antigua casa en mi ciudad.

Un fin de semana vino a pasarlo en su antigua casa, en la misma calle donde vivo yo. Había venido sola, pues estaba un poco deprimida, hacía un mes que había cortado con su novio.

El sábado por la noche teníamos pensado salir de fiesta y así ayudarla a olvidar a su ex.

Pero no pudimos salir, ya que la mayoría de nuestros colegas tenían exámenes. Fui a su casa igualmente.

Llegué a su casa. Llamé y me abrió.

Estaba como siempre. Era una chica un poco alta, debía hacer un 1,75 m más o menos. No era delgada, mas bien algo rellenita, aunque su cuerpo conservaba todas sus curvas. Llevaba como siempre unos pantalones ajustadísimos y un top también ajustado, de donde sobresalían sus dos grandes pechos. Llevaba una melena larguísima morena.

– Sigues guapa como siempre cariño – le dije al verla.

– Gracias, tu también – respondió.

Entré en su piso y nos sentamos en el sofá de la salita de estar. Sacó una botella de whisky, pues siempre bebíamos un poco mientras charlábamos.

Empezamos a hablar, sobre la vida, sobre como se encontraba, si había superado los de su ex, etc. La verdad es que estaba un poco, bueno, muy deprimida.

Ya nos habíamos bebido algo mas de media botella de whisky cuando la conversación empezó a subir de tono.

Nos reíamos de cualquier chorrada.

Me quedaba a veces mirándola fijamente cuando reía. Su cara, su sonrisa, su boca.

No sé, era como si estuviera delante de otra mujer distinta, la veía diferente. Hacia traguitos cortos de su baso de whisky con hielo. Una de esas veces una perversa gotita de ese whisky no consiguió entrar en su boca y cayó hacia abajo, recorriendo su perfecto cuello llegando a mojar el top.

Ella pasó el dedo por el recorrido de la gota suavemente.

Secándolo. Luego se lo puso en la boca. Yo me quede embobado, observando. Ella me daba suaves bofetones para que dejara de mirarla fijamente. Se sonrojaba.

Aunque creo que le gustaba. Me hablaba de como echaba de menos el sexo, pues con su ex solían hacer el amor a diario.

Empezamos a hacer coñas sobre él.

Intercalando piropos cada vez mas subidos de tono. Que si él no merecía una mujer tan bonita como ella. Que si con la furia y lo apasionada que debía ser ella follando no tenia por que estar con un muerto de tío.

Para animarla le soltaba chorradas como: – Tranquila mujer, que con lo pequeñita que la tenía…

Ella solo sonreía. Quizá me pase con alguna que otra broma, y me soltó un: – Ya, tu la debes tener muy grande no?

Vamos enséñamela si eres tan hombre. Aunque a decir verdad ya se como la tienes, me lo contó tu ex. Me dijo que no era nada del otro mundo. Aunque eso si, decía que la tenias muy bien enseñada.

– Enséñame tu coño primero, a que tampoco te atreves – le respondí.

Pasamos como unos 5 minutos jugando con lo de: – Tu primero – No, no, tu primero y luego yo.

Acariciándonos levemente como el que no quiere la cosa.

Hasta que le dije: – Eres tu la que lo ha pedido primero, a mi me da igual.

– Vale, vale, tienes razón – dijo, dejándome totalmente sorprendido.

Entonces se desbrochó los pantalones y se bajó un poquito las bragas, dejando ver unos pocos pelitos.

Yo, que aun permanecía sentado a su lado en el sofá, le dije: – No, no, aquí o se muestra todo o no se muestra nada.

– Vale, pero luego tu no?? – Si, tranquila.

Entonces se bajó las bragas tanto como pudo, que no fue mucho pues estaba sentada y solo se bajó la parte de delante.

– Antes de enseñarte mi cosa, puedo tocártelo? por favor – le dije.

– Eso no vale, pero como eres mi mejor amigo … – dijo sorprendentemente.

Puse mi mano encima de sus pelos púbicos. Y fui bajándola hasta encontrar su rajita. Era blandito, empecé a acariciarlo suavemente.

Ella ya no podía disimular su excitación pues se mordía la parte de debajo de los labios, y vi como se le empezaban a marcar unos preciosos pezones en su espectacular top.

Notaba como se iban humedeciendo mis dedos.

Toda esa zona se calentaba a marchas forzadas. Mis dedos parecían que entraban en una caldera ardiendo.

Un suave color rojizo comenzó a tomar forma en sus pómulos. Pasa su lengua alrededor sus labios. Tenia sus preciosos y grandes ojos negros cerrados.

Llevaba ya 2 minutos así cuando ella me apartó bruscamente la mano, quedando tres o cuatro pelitos en mi mano.

– Basta ya, ahora tu, que te estás aprovechando demasiado – dijo.

– Levántate, vamos – me ordenó.

Yo me levanté. Me agarró de los pantalones y me puso delante suyo.

La verdad es que nunca me había pasado por la cabeza nada de lo que nos pasó, pero…

Ella estaba sentada en el sofá y yo de pie frente ella. Me empezó a desabrochar los pantalones. Me los bajó. Mis slips no podían disimular una pequeña erección.

– Cabrón, te estas excitando, eh? – me dijo.

Me los bajó. Mi pene salió como liberado. Aun no estaba empalmado del todo pero poco faltaba.

– La verdad, me la imaginaba mas grande, pero tambien me gustan así.

Me agarró el pene con una mano. Tiró la piel hacía atras y mi glande salió. Mi erección ya era total. Su mano empezó a subir y a bajar. Se acercó la boca poco a poco. Sacó la lengua y empezó a rozarme el glande.

Que gusto daba eso. Se la introdujo totalmente en su boca.

Sentía su saliva mezclarse con su lengua y con mi pene.

Se la metía tan adentro como podía y me mordía muy suavemente. Dios, su lengua hacia milagros.

Vi como con la mano que tenía libre se acariciaba los pezones por encima del top, que ahora si que ya se marcaban descaradamente. Esto me excitó aún más.

Apenas llevaba un minuto mi polla en su boca cuando noté que pronto me correría.

– Quieres que me corra? – le pregunté.

– Por que?.

– Porque pronto me correré cariño.

– No, no, espera – dijo sacando mi pene de su boca y apartando sus manos – espérate que iré a buscar los preservativos, que los tengo en la bolsa de viaje – añadió.

– Uf, a punto he estado de estallar.

– Mmm, estoy cachondisima cariño, espera, ahora vuelvo.

Al decir eso se levantó. Pero justo al levantarse, su brazo rozó involuntariamente la punta de mi pene. Un grandioso escalofrío recorrió mi cuerpo. Solo ese leve roce me hizo estallar.

– Coño, que me voy a correr – grité.

– No, joder, que lo mancharas todo – dijo, agarrándome rápidamente el pene con una mano, casi estrangulándolo para que no me corriera.

– Dios, no puedo mas – le dije.

– Mierda – seguía apretándome fuertemente la polla, cuando puso su otra mano delante de mi pene. empecé a sacar chorros de semen que iban a parar a su mano. Que orgasmo más genial tuve.

– Ya esta, amor, a sido genial – Cabron, que caliente que ibas – dijo mientras dejaba de apretarme el pene. Su otra mano había quedado llena de mi corrida – mmmmm, me parece que me va a gustar – dijo, y se acercó la mano a su boca y empezó a lamersela. Se limpió la mano lentamente. Aquello era genial. Mi polla apenas había podido descansar y ya volvía a estar empalmado. Todo aquello era muy excitante. Mi mejor amiga y yo. Era genial.

– Ya vuelves a estar a tope cariño, bueno, espera – y se marchó escaleras arriba.

Yo aproveché para terminar de desnudarme, me quité los zapatos, los calcetines, los pantalones y los calzoncillos.

Entonces llegó ella con la cajita de condones en su mano. Se quedó parada, mirándome. Allí estaba yo desnudo, solo con la camiseta y con mi polla erguidísima.

– La verdad, cariño, no sabes las veces que había fantaseado con este momento – me dijo.

– Pues si te soy sincero, nunca se me había pasado por la cabeza hacerlo contigo – le respondí, pues siempre la había visto como una buena amiga y nada mas.

Entonces lanzó la cajita al sofá. Estaba de pie a unos tres metros de mi. Empezó a desnudarse.

Se quitó los zapatos, los pantalones, se bajó las bragas muy lentamente. Estaba desnuda de la mitad hacía abajo, como yo. Ya no podía mas. Y me acerqué bruscamente hacía ella.

La agarré del pelo y tiré de él hacía abajo para que levantase la cabeza.

La miré fijamente a los ojos y le pegué un morreo. Nuestras lenguas jugaban. Ella me agarró por el culo y me apretó contra ella. Mi pene se pegó a entre su vientre y el mío.

Ella lo notaba y movía lentamente la cintura. Dios, que gusto que daba.

Yo sentía como sus pechos, sus pezones se clavaban en mi pecho. Le quité lentamente el top. Y luego le desabroché el sostén.

Me separé un poco para ver sus pechos. Eran bastante grandes, normal, ya que estaba un poco rellenita. Sus pezones apuntaban hacia arriba, estaban hinchadísimos.

La aureola de los pezones era oscurísima y enorme. Como me excitaban. La empujé contra el sofá. Ella cayó tumbada en él.

Estaba allí, boca arriba, con las piernas abiertas, sus enormes pechos como cayendo cada uno por un lado. Me quité rápidamente la camiseta.

Cogí un preservativo y me lo puse. Me arrodillé delante suyo quedando mi pene a la altura de su coño.

Pegué mi cuerpo al suyo. Recorrí toda su cara a besos.

Bajé por su cuello. Y empecé a manosearle y a lamerle los pechos. Mi lengua jugaba con sus pezones.

Cuando ella alargó su mano, cogió mi pene y lo encaró a su vagina. Empujé suavemente y mi pene empezó a entrar.

La penetraba fácilmente pues tenia la vagina chorreando. Se la puse hasta el fondo y su cuerpo se dobló. Nos empezamos a besar mientras le manoseaba los pechos y ella me agarraba el culo para mandar mi empujes. Notaba el calor de su coño en mi polla.

Aquello era demasiado. Su respiración era cada vez más rápida y mas fuerte. Me corrí sin piedad.

Ella también se corrió, ya que noté como un poco de líquido salía de su vagina dejando mis pelos púbicos un poco mojados.

Me quedé encima de ella. Abrazados. Con mi pene dentro de su cuerpo. Al cabo de cinco minutos saque mi polla, pues ya estaba flácida y tenia que sacarme el condón.

– A sido genial – me dijo sonriendo y dándome un beso.

Me saqué el condón, mi pene estaba sucio de semen.

Ella lo vio. Yo la miré. Ella me miró. – ¿Puedo? – me preguntó. A lo que yo contesté afirmativamente. Me senté en el sofá y ella se arrodilló antes mi, cambiando la posiciones. Me comenzó a limpiar el pene, con unos lengüetazos finos. Me lo dejó reluciente.

Pero volvía a esta otra vez empalmado.

– Subamos a mi habitación – me dijo mientras me cogía de la mano. Llegamos a su habitación. Me tumbé boca arriba en la cama.

Ella me puso otro preservativo. Se montó sobre mí. Se introdujo el pene y empezó a cabalgar.

Sus pechos saltaban alegres, solo se paraban cuando se los agarraba para pellizcarse los pezones con furia.

Se subía los pechos para podérselos lamer. Su cuerpo, lleno de sinuosas curvas, llenito, subiendo y bajando encima de mi pene. S

u melena, larga, negra, ondulada, preciosa, brillante, ondeaba de un lado hacia otro, como un barco en alta mar.

Movía su cadera, que movimiento, como bailaba. Puse mis manos en su cadera para sentir mejor su ritmo. Su cintura se doblaba.

Hacia círculos inmensos con su cadera. Mi pene se retorcía de gusto dentro de su vagina.

Su respiración marcaba el compás. Yo, a veces, cerraba los ojos y solo sentía, sentir, dios, era el placer mas grande.

Cada vez el ritmo era mas intenso, mas rápido. Su baile era más apresurado.

Ya no sabia donde agarrarse. Intentaba lamerse los pechos, pellizcarse los pezones, acariciarse la vagina y mi pene.

Apenas dos minutos me bastaron para correrme otra vez. Su cuerpo se doblo hacia atras. Sus pechos parecían estallar.

Su vagina apretaba, mas bien estrangulaba mi pene.

Cuando se desplomó bruscamente de gusto sobre mi. Y nos quedamos dormidos, ella sobre mi. Su cuerpo caliente encima del mío. Su pelo sobre mi cara. Había sido una de mis mejores noches. Sin duda.

Dormía felizmente cuando me desperté porque tenia un poco de frío. Miré el reloj, eran las cinco y media de la mañana. Ella estaba durmiendo delante mío.

Estábamos los dos de lado, ella dándome la espalda.

Subí las sabanas para taparnos. Vi que ella me había quitado el condón. Me quedé observando su espalda, la curvas que formaban su cintura, su cadera y su culo.

Vi como sus pezones estaban erguidísimos por el frío.

Estaban, sus pechos, entre sus dos brazos, como dormidos también. Su cara transmitía felicidad. Sus labios carnosos daban ganas de pegarse a ellos para siempre. Irremediablemente volví a empalmarme. Pase mi dedos helados por sus curvas. Desde al cuello hasta los pies.

Besaba su espalda, sus hombros, su cuello. Me apreté un poco más.

La situación me pareció idónea para hacerme la mejor paja de mi vida. Pasaba mi pene por su espalda.

Tire el pellejo hacia atras. Mi glande recorría su cintura y su culo.

Pero entonces se despertó. Giró su cuello y vio mi pene empalmadísimo que se apoyaba en su preciosa y fría espalda – Mmm, quieres jugar otra vez cariño – me dijo. Entonces quiso darse la vuelta pero la detuve. – No te gires amor – le susurré. Me abracé fuerte a ella, agarrandola por los pechos.

Le dije que se preparara, que se agarrara bien. Encaré mi pene a su culo y se lo introduce de un fuerte golpe.

Ella gritó y se le cayeron dos lagrimas. – Que daño me has hecho, hijo de puta, pero por favor no pares – gritó. La penetre con una fuerza que desconocía en mi. Ella suspiraba muy fuerte. A veces chillaba. Mientras, aprovechaba y se acariciaba el coño. Yo le manoseaba los pechos y le besa el cuello.

Su culo se movía con elegancia, yo solo empujaba con fuerza.

Sus pechos antes erguidos por el frío, ya estaban hinchados de pasión, de calor.

Después de los anteriores polvos, mi pene aguantaba mas, no notaba tanto su calor.

Hasta me dolían los huevos de tanto eyacular.

Pero a pesar de eso, la situación se hacia ya inaguantable.

Un inmenso escalofrío recorrió su cuerpo de arriba a abajo.

Se agarró con las dos manos a la mesita de noche.

Yo me agarré fuerte con una mano en sus pechos y con la otra a su vagina, ya que le había introducido bruscamente tres dedos de golpe. Los dedos se me empapaban.

Cuando el placer ya era inaguantable. Me corrí en su grande pero hermoso culo, llenando su ano de semen.

Ya me había corrido del todo cuando ella aun seguía moviendo su culo, con mi pene ya estáticamente dentro suyo.

Entonces, apenas 20 segundos después de yo, empezó a correrse.

Los dedos de la mano que tenia en su coño se llenaron de una agradable y caluroso liquido. Su cuerpo dejo de moverse.

El mío también. Le acerque la mano mojada a su boca, me la lamió y me la limpió.

La abrace con fuerza. Y así nos quedamos. Pegados. Y nos volvimos a dormir. Mas relajadamente que nunca. Nunca antes en mi vida había dormido mejor.

Nos despertamos ya al mediodía siguiente.

En la misma posición. Felices y abrazados. Que noche. Nos vestimos y nos despedimos con un buen beso y acordamos repetir aquello alguna otra vez.

Y así fue como mi mejor amiga pasó a ser mi mejor amante.

Desde entonces hemos ido repitiendo esos encuentros con asiduidad.

Aun hoy, que los dos tenemos pareja, (bueno, yo ya estoy casado, pero nuestro matrimonio es muy liberal, sabemos distinguir entre amor y sexo, y los dos, mi mujer y yo, mantenemos relaciones sexuales con otras personas, eso si, siempre que el otro lo consienta) seguimos viéndonos.

Nuestras relación es solo una buena amistad con sexo desenfrenado.

Nunca se nos ha pasado por la cabeza ser pareja pues los dos sabemos que tenemos poco en común.

Pero en cuanto al sexo, seria una lastima no aprovecharnos mutuamente.

Quizá algún día os cuente algún encuentro mas con mi mejor amiga.

Como por ejemplo el día que nos lo montamos con mi mujer. Pero bueno, eso ya es otra historia.

Espero que esta parte de mi vida os haya gustado, y excitado. Pronto explicaré más.

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