La espía que me amó IV: El Viaje a Berlín
CAPÍTULO (IV) El Viaje a Berlín.
Pasada una semana yo tenía que trasladarme a la Ciudad de Rostock en la Alemania Oriental, casualmente dos días antes me llamó Irina para decirme que ese fin de semana tenía que trasladarse a Berlín Este para realizar un reportaje, mi alegría fue inmensa pues podíamos realizar el viaje juntos, ella aceptó encantada, el domingo bastante temprano partimos hacia Berlín, seguía notando algo raro en Irina, había algo en ella que bien visto incluso podría resultar inquietante, no obstante en los últimos días le notaba como mas cariñosa, mientras en los días anteriores resultaba su actitud bastante fría ahora la notaba mas cálida y próxima a mi.
De Colonia a Berlín hay unos 600 Kilómetros aproximadamente, como he dicho antes habíamos salido bastante temprano pero al mismo tiempo no teníamos prisa alguna he Irina me propuso viajar por carreteras secundarias, estábamos en pleno mes de Julio, el día era maravilloso, Irina estaba irresistible, vestía una faldita blanca plisada acompañada de una camisa también blanca abotonada al frente y cuyos botones resistían milagrosamente la presión de sus duras tetas, su cuerpo desprendía un aroma enervante, por momentos mi amigo palpitaba sobretodo cuando ella con muy mala intención se movía en el asiento mostrándome sus muslos generosamente o debido al calor según ella decía se soltaba un par de botones de la camisa para abanicarse, no si era mas excitante ver la piel de sus tetas o el fino sujetador que las cubría.
A medio día me propuso parar en un pueblo y comprar lo necesario para hacer una comida campestre, la idea me pareció fenomenal, después de hacer la compra y recorrer unos diez kilómetros vimos un camino secundario que conducía a un riachuelo, el lugar era sublime, el suelo estaba tapizado de una fina hierba y el lugar casi totalmente rodeado de frondosos árboles, coloque en el suelo un par de ligeras mantas de viaje y sobre ellas lo que habíamos adquirido para comer, Irina parsimoniosamente comienza a desnudarse mirándome con una sonrisa de zorra impresionante…
– Pero… Irina ¿Qué haces? Vamos a comer.
– ¡Sí! Pero antes quiero darme un chapuzón en el río ¿Por qué no te bañas tu también?
– Pues me parece buena idea.
Cuándo terminé de desnudarme ya Irina estaba en el agua, me sumergí y con una mano acaricié suavemente su vagina, ella que no me había visto dio una especie de salto e inmediatamente se sumergió, pasó un buen rato y de pronto sentí algo que rozaba suavemente la cabeza de mi miembro, en principio me asuste, pero luego la sensación era agradabilísima algo o alguien me la estaba chupando bajo el agua, como no veía a Irina por ningún lado tenía que ser ella, bajo el agua no se veía nada debido a la proyección de la sombra de los árboles pero… ¿Cómo podía aguantar tanto? Solo de pensarlo me corrí sin mas, salió Irina bajo el agua como un cohete escupiendo agua y semen…
– ¡Por poco me ahogas animal!
– Pero… ¿Cómo puedes aguantar tanto tiempo bajo el agua?
– Practico natación y submarinismo en mis ratos libres.
Salimos del agua y tal cual estábamos nos pusimos a comer ¡Bueno! Mas que comer lo que hacíamos era jugar y el juego era divertido, Irina cogía con una mano mi pito y con la otra colocaba un trozo de salchicha, se agachaba y… ¡Zas! Se la comía, yo la colocaba haciendo equilibrios sobre uno de sus erectos pezones y procuraba tragarme la salchicha chupándoselo al mismo tiempo, pero lo mejor era tomar el vino de su coño directamente, dejaba caer un chorro en el canalillo de sus tetas y con mi lengua lo recogía en medio de su raja
¡Aquello era divino! La calentura que nos estaba entrando era descomunal, entonces ideamos una nueva forma para terminar la comida, yo sentado con nuestro amigo apuntando al cielo, ella se sentó sobre él introduciéndolo en su coñito todo lo que daba de sí, yo la tenía a ella abrazada por la cintura y ella me daba de comer y beber todo esto acompañado de muy ligerísimos movimientos de su pelvis, estaríamos en esta posición unos quince o veinte minutos hasta que comenzaron a darme calambres en las piernas, Irina entonces se levantó y comenzó a darme una serie de masajes con el fin de restablecer la circulación, pero la muy atrevida llevó sus masajes hasta el tronco de nuestro amigo el cual de inmediato recuperó el vigor perdido por los calambres, ella golosa comenzó a darle besitos y pequeñas lamidas por toda la cabeza, cuando estaba a punto de correrme se la retiré de la boca y empezó mi turno, me apasionaba contemplar su hermoso rostro y comencé a besárselo absolutamente todo, su frente, sus ojos, la naricilla, sus hermosas mejillas y por fin su apetitosa boca, nuestras lenguas se cruzaban entre si, ahora yo se la chupaba a ella y de inmediato me la chupaba ella a mi, intercambiábamos nuestras salivas que sabían a gloria, nos besamos con enorme pasión y yo diría con mutuo amor (en mi vida quise tanto a una mujer) seguí con mis besos por su cuello, orejas y hombros, Irina cerraba los ojos ronroneando al igual que una gatita, disfrutando plenamente del placer que le estaba proporcionando, bajé con mi boca y manos a sus adorables pechos, los pezones los tenía como dedales de gruesos y duros, chupar de ellos era una delicia, seguí bajando por su hermoso y duro vientre hasta que alcancé la verdadera fuente de placer la cual me esperaba entreabierta y palpitante, el clítoris estaba en todo su apogeo pidiéndome que lo chupara y su conducto vaginal era un verdadero lago de flujos de los cuales bebí glotonamente, cuando ella comenzó a sentir los primeros espasmos me retiró de improviso la cabeza pidiéndome la penetrara, comencé a hacerlo con toda la suavidad del mundo, sin decir nada los dos estábamos de acuerdo en que aquello había que disfrutarlo a tope por lo cual los dos casi no nos movíamos, la tenía penetrada totalmente, los dos disfrutábamos plenamente acariciándonos mutuamente, besándonos y moviéndonos muy ligeramente, de pronto Irina elevó sus caderas y cruzó sus piernas sobre mi espalda, sus movimientos fueron en aumento y simultáneamente yo aumenté los míos acompasándolos a los de ella, por nuestros cuerpos comenzó a circular una serie de descargas eléctricas, de pronto Irina lanzó un grito que retumbó en todo el bosque, yo lancé un sordo estertor y ambos tuvimos la más gloriosa de las corridas.
Sonaron unos aplausos, nosotros sorprendidos miramos hacia el lugar por donde sonaban, eran una pareja de policías a los cuales les había llamado la atención nuestro coche, nos pidieron la documentación y al ver que todo estaba en regla se marcharon no sin antes y riéndose nos desearan que siguiéramos disfrutando de nuestros gloriosos polvazos.