El momento sigiloso

Les empezaré contando que estábamos paseando, dos amigos y yo, por las calles de La Paz.

Todo estaba aburrido y la verdad es que no sabíamos qué hacer.

De un momento a otro y sin nada interesante que encontrar nos aventuramos a un night club, cuando entramos era un antro; pero como no teníamos mucho dinero, entonces decidimos quedarnos.

El dueño nos llevó a una habitación con sillones, nos sentamos y enseguida entraron las putitas. Elegimos tres y empezamos a dialogar.

Pedimos el trago, bailamos un poco, empezamos a calentarnos y en el momento menos indicado ya estábamos besándonos.

Así transcurrió la noche que continuaba en madrugada, nosotros no veíamos la hora en que podamos o bien salir del local o quedarnos allí a follarnos esas putas.

Las caricias iban y venían, los besitos, y entre apapachos pude discernir que solamente yo era el beneficiado ya que mis socios no recibían el mismo trato, creo que yo le atraía a esa puta, que por cierto se llamaba Viviana.

Como quiera que fueran las cosas yo seguía el juego y en determinado momento, cuando nos percatamos que el local estaba cerrado y los únicos adentro éramos nosotros, mis amigos se dispusieron a dormir en los sillones junto a sus acompañantes.

Yo me acomodé en el piso alfombrado con mi respectiva dama.

No sé qué fue, pero sin predecirlo ella se me acercó al oído y susurró si quería hacerlo allí, yo me hice el boludo para asegurarme de la situación, entonces me lo repitió; acto seguido le metí la mano en una de sus tetas. Le dije que no hiciera ruido, me asomé a los otros y vi que plácidamente reposaban.

Entonces apresuré la faena, un momento, no llevaba condón, eso era peligroso, entonces me miró y acercándose me pasó uno que hasta ahora no tengo idea de dónde lo sacó; pero antes me advirtió: «Quiero tenerlo dentro hasta que sientas que te vienes, entonces lo sacas, te pones el forrito y lo insertas nuevamente para que eyacules dentro».

Así me aproximé, todo estaba muy oscuro, ella sin quitarse la falda ya había bajado su calzón y sus panties, solamente nos cubrían tanto su chamarra como la mía. Inicié el toqueteo y ella me desabrochaba el pantalón, mi polla comenzaba a recibir cálida caricias.

La verdad es que si estábamos muy incómodos;

pero la pasión hizo que eso pasara a segundo plano.

Yo subí mi mano a sus tetas, las acaricié, apreté sus pezones y allí me encontraba cuando me empezó a pajear.

Atiné a suspirar, luego me dijo que me montara, obedecí, me encaramé, tomó mi pene y conduciéndolo se lo acomodó.

Yo comencé el mete y saca, nos agitábamos con cada movimiento, ella suspiraba y me pedía más, más, más…Le manoseé las tetas y quería que sus pezones quedaran marcados con cada apretón que les provocaba.

Luego ante la incomodidad ya citada, bajé y acomodé de lado, ella ofreciéndome la espalda y el culo en bandeja; yo penetré con gusto, claro seguía en su cocho, aunque iba inspeccionando su ano con un dedo.

Los frenéticos vaivenes me excitaban a fondo.

Aferrado a su cuerpo, sujetando sus enormes globos, deslizaba todo el cuerpo de mi pichi en la apretada, aunque no lo crean, vagina.

Por unos minutos más continué así hasta que emocionado y ella en órbita, dirigí el bombardero a su cueva posterior, no avisé, así que dolorosamente sufrió la intromisión del visitante, casi me parte el pito, vaya que era estrecho el condenado, no me arrebaté, al contrario me arreché más y proseguí hasta lograr que se excitara y gimiera de placer y dolor.

Ya sintiendo que terminaría, recordé las instrucciones antes planteadas, lo saqué, abrí el condón, lo deslicé y penetré en su vagina para que unos momentos después vacíe la leche y concluya la follada.

Nos separamos, vestimos, comprobamos que nadie sospechara nada y esperamos las luces de la mañana para despedirnos.

Como si eso no hubiera ocurrido jamás nos besamos al salir del local con la promesa de vernos nuevamente.

Mis amigos pidieron el taxi, subimos y empecé a contar lo ocurrido tal como cito líneas arriba, ellos no me lo creían hasta que terminé el relato y se quedaron perplejos ante tal acontecimiento.

Cada quien llegó a su hogar y por mi parte, rememoré esos instantes practicándome una sin igual masturbada.