Imagínate que nos hemos conocido la noche anterior en un bar tomando una copa y estuvimos charlando mucho tiempo hasta que quedamos para ir a comer hoy al campo.
Tu llevas la comida y yo la bebida. Así que ahí estamos los dos abriendo nuestras mochilas y sentados sobre un gran mantel preparando el picnic.
Ninguno de los dos puede negar que sentimos cierta atracción por el otro, pero como siempre en estos casos tu estas segura de que yo me muero por tenerte y coqueteas conmigo pero sin decir nada claro.
Me estas poniendo a mil con las posturitas que pones sentadas sobre el mantel y cuando miró como tus labios se mueven sensualmente.
Claro, que la botella de vino que nos hemos bebido también estas haciendo su efecto en nosotros.
Acabamos de comer y decidimos ir a dar un paseo, así que recogemos las cosas y comenzamos a andar hasta que llegamos a esa valla de madera que hay al fondo.
Me pides que te ayude a saltarla y me pongo detrás de ti agarrandote por la cintura para ayudarte a subir.
El contacto de tu cuerpo me excita tanto que empiezo a notar que algo se mueve por debajo de mis pantalones, mas aun cuando me dedicas esa sonrisa picarona desde de alto de valla y saltas al otro lado.
Yo salto detrás de ti con una sola idea en la cabeza, decidido a ganarme un buen tortazo en el peor de los casos.
Empiezas a caminar y yo te detengo cogiéndote de la cintura por detrás. «Ya no aguanto más, tengo que besarte».
Te digo mientras aprieto tu cuerpo contra el mío. «Creía que no lo harías nunca», me dices y echando la cabeza hacia atrás buscas mis labios que por supuesto no se apartan.
Es un beso tierno, al principio, casi infantil, que va subiendo de intensidad a medida que va creciendo la excitación. La pasión se desborda cuando nuestras lenguas se juntan, mientras mis manos levantan un poco tu camiseta y acarician suavemente tu vientre, subiendo hasta tus pechos que aprieto por encima del sostén.
Cuando notas ese duro bulto que está apretado contra tu culo, explotas de excitación.
Te giras bruscamente agarrando mis nalgas y apretándolas fuertemente contra tu pelvis para sentir bien mi miembro, me besas como poseída y de repente te acercas a mi oído y me susurras entre jadeos «Vamos, haz conmigo lo que quieras. Soy tu esclava. Haz que me corra como nadie lo ha hecho nunca».
Al oír eso casi reviento el pantalón.
Te aparto bruscamente de mí empujándote hacia atrás y casi caes al suelo. «Muy bien. Voy a hacerte disfrutar. Quítate la camiseta!!».
Mientras tu lo haces yo sigo hablándote » Te gusta que sean malos contigo, eh?». Ahora quítate los pantalones!». Mientras lo haces te quito el sujetador.
«Muy bien, como no sabía lo que pasaría he venido bien preparado. Vas a saber lo que es un tío morboso».
Agarrandote por la cintura te siento sobre una de las maderas de la valla y tomándote de las rodillas te abro de piernas. «Estas realmente buena y me encantan las mujeres viciosas como tu».
Cojo tu cabeza entre mis manos y sientes como mis dientes muerden tu oreja y mi lengua juega con ella. Sientes como mi boca va bajando por tu cuello mientras mis manos pellizcan tus pezones con fuerza. Es una sensación entre dolor y placer que hace que tu cuerpo se agite una y otra vez entre tus jadeos y gemidos.
Llego a tus pezones y mi lengua se mueve en círculos alrededor de ellos, mojándoles bien con saliva y después mordiéndoles con fuerza hasta hacerte gritar.
Mi lengua continúa descendiendo por tu cuerpo, jugando con tu ombligo y pasando por tu vientre, mientras aparto tu tanga hacia un lado al llegar a la pelvis.
Me paro allí y de nuevo mis dientes se clavan en tu piel, rodeando tu sexo con suaves mordiscos por las ingles y los muslos pero sin llegar a tocarlo en ningún momento.
Tu cintura se mueve adelante y atrás a un ritmo cada vez más rápido y tus jadeos se están convirtiendo en gemidos de placer. Estoy jugando contigo y tu lo sabes.
Te agarro poniéndote de espaldas a mí, de pie con las piernas separadas, obligándote a inclinarte un poco hacia adelante para agarrarte a la madera sobre la que has estado sentada.
Mi mano pasa entre tus nalgas posándose entera sobre tu tanga a la altura de tu vagina.
Inclinándome sobre tu oído te susurro «tienes el tanga empapado, guarra. Quieres que te folle, verdad?». «Siiii, vamos follame cabronazo». Me contestas enfadada por haber parado. «Pues no voy a hacerlo todavía».
De un fuerte tirón té arrancó el tanga. Acarició con fuerza tus nalgas abriéndolas para poder ver bien tu ano.
Un dedo empieza a masajearlo en círculos mientras mi otra mano sigue acariciando tu culo y de vez en cuando se separa de él para volver a pegarse con un fuerte azote. «¿Quieres que te abra este precioso culito?».
Y sin esperar tu respuesta me arrodillo frente a él, mis manos tiran de tus nalgas hacia fuera y sientes como un chorro de saliva cae justo encima de tu ano entreabierto y acto seguido mi lengua empieza a jugar con él.
Se nota que te gusta. Tus jadeos se hacen ahora más audibles y tu culo se mueve al tiempo que mi lengua entra y sale de él y se vuelven auténticos gemidos cuando agarrando tus caderas no permito que se separe de mi lengua que te ha penetrado lo más profundo que podía hacerlo.
«Tengo una sorpresa para ti. No sabia si traerla pero ahora estoy seguro de que te gustará. No se te ocurra moverte de ahí». Buscando en mi mochila saco mi sorpresa y vuelvo detrás de ti.
Introduzco mi dedo poco a poco en tu culito y con la otra mano te enseño mi sorpresa «¿Te gustan las bolitas chinas, verdad?». Me miras asombrada y contestas «¿cómo lo has sabido? Vamos capullo, quiero que me las metas en el culo?».
Retiro el dedo y vuelvo a lubricar bien tu ano con saliva y mi lengua.
Cuando siento que ya está preparado empiezo a meter la primera empujando despacito, al principio tu culo se resiste pero en cuanto pasa la mitad se la traga entera de golpe, arrancándote un gemido.
Cada bolita que entra yo vuelvo a masajear tu ano con la lengua para que siga bien lubricado, tiro de la cuerda, te azoto las nalgas y paso mis lentos por tu vagina, que está completamente mojada.
Meto la segunda bolita y sigo excitándote, tu cuerpo se mueve cada vez rápido. «¿Sientes como entra la tercera?». Mi mano acaricia tu clítoris y tu empiezas a sentir que estás llegando.
Ya esta entrado la cuarta, ¿sientes mis azotes?. Contraes las nalgas y las aflojas varias veces para sentirlas mejor dentro de ti. «Ahhhhh», gimes. Cuando entra la quinta notas que ya no puedes más. Estás a punto de correrte.
Me bajo los pantalones y mi polla que está gorda y dura se clava hasta los más profundo de tu chochito. Te mueves a un ritmo infernal adelante y atrás gritando como una loca.
Mi miembro crece aun más dentro de ti cuando noto tu calor y tu humedad. Sientes cómo se junta con las bolitas dentro de tu cuerpo y como voy sacando poco a poco las bolitas cuando mi cintura se mueve hacia atrás.
Una, dos, … mis testículos golpean tu clítoris en cada embestida, … tres, cuatro, sientes que tu cuerpo va a explotar, no puedes más, … saco la ultima y cuando mi polla erecta vuelve hasta tus entrañas, echas tus manos hacia atrás apretando mi cuerpo contra el tuyo para que no pueda retirarla.
Todo tu cuerpo se contrae en un orgasmo bestial mientras tú gimes como una auténtica perra y clavas tus uñas en mis nalgas.
Te arrodillas en el suelo para recuperar el aliento. «No creas que esto ha terminado, aún nos queda mucho por disfrutar.
Vamos, date la vuelta, no creas que voy a dejarte descansar.», digo mientras me quito las playeras y los pantalones que tenía por los pies y cogiendo mi pene que sigue duro, paso una mano por detrás de tu cabeza, empujándola hacia él.
«Vamos cométela toda», te ordeno mientras mi polla se va introduciendo en tu boca. Tu cabeza se mueve rítmicamente al tiempo que vas llenando todo mi miembro de saliva, tanta que resbala por tu barbilla y mis testículos.
«Sigue, sigue, más, tú si que sabes como comerte una polla», grito mientras empiezo a mover mi cuerpo al ritmo de tu boca, metiendo mi miembro cada vez mas dentro hasta llegar a provocarte arcadas.
«Ponte a cuatro patas, como una verdadera perra. Quiero follarte otra vez».
Me pongo en cuclillas detrás de ti y notas como mi verga se cuela con fuerza dentro de tu coño, que está tan húmedo después de tu corrida, que me deja entrar sin ningún esfuerzo.
Es como una estaca que entra y sale con fuerza una y otra vez, obligándote a chillar cada vez que te golpea en lo más profundo. Yo también jadeo cada vez más fuerte mientras sigo con mis embestidas. Más… más… más … Siento el calor de tu cuerpo en todo mi miembro, lo cual me pone todavía más cachondo.
«Ahora voy a terminar de abrirte el culo. Quieres sentirla entera dentro de tu culo?», te digo mientras la froto por tu ano. «Siiii, vamos, quiero que me folles el culo, cabronazo».
Mi prepucio empieza a presionar poco a poco tu ano penetrándolo con cuidado.
Mis caderas se empiezan a mover despacio y con cada movimiento va entrando un poco más, hasta que en un último empujón mis testículos chocan con tu vajina y me quedo quieto así apretando mis caderas con toda la fuerza posible contra tu culo.
«Aaahhhhh», gimes de placer al sentirla completamente dentro. «¿Te gusta, guarra?. Tienes 19 cm de polla rompiéndote el culo». Vuelvo a moverme adelante y hacia atrás y tu ano se va adaptando al tamaño de mi polla dejando que te penetre cada vez con más facilidad.
Estas otra vez completamente excitada, notas como tu chochito se vuelve a humedecer preparándose para otro orgasmo.
Te agarro del pelo empujándote hacia atrás y follo ahora tu culo con fuerza una vez … y otra … y otra… y otra … tu gritas como poseída al darte cuenta de que vas a volver y correrte y que yo también estoy a punto de hacerlo.
«Córrete en mi boca, quiero beber tu leche» me gritas con los ojos desorbitados.
«No, voy a correrme dentro de tu culo. Quiero ver como mi semen resbala por él cuando se llene, zorra y estoy punto de hacerlo».
Uffff mi polla se endurece aun más preparándose para llenar tu culo de fluidos y cada vez golpea tu culo más rápido y más fuerte. Sientes como tu coño te arde tu también estas a punto de correrte.
«Aaaahhhhhhh», con un fuerte empujón mi polla entra hasta lo mas profundo de tu ano y revienta soltando todo el semen dentro de tu culo mientras mi cuerpo se convulsiona entre jadeos.
«Ooohhhhh» Sentir mi semen caliente inundando tu culo ha sido demasiado para ti y de nuevo sientes el fuego del orgasmo viniendo por tus entrañas hasta estallar en tu coño.
Te tiembla el cuerpo y te fallan las manos haciendo que caigamos al suelo rendidos.
Saco mi pene mientras un reguero de semen desciende desde tu ano hasta tu vagina.
Nos quedamos tendidos en el suelo el uno al lado del otro sabiendo que ha sido un polvo bestial.