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Una noche, un sueño

Una noche, un sueño

La naturaleza del hombre tiende a hacerle desear aquello que le está prohibido, lo que le resultaría difícil de alcanzar.

La mente se divierte haciéndonos jugar con imágenes que, por lo general, no llegan a hacerse realidad.

En mi caso las imágenes que se dibujaban en mi cabeza tenían como protagonista al que hoy es mi novio.

Pero entonces, hace de eso bastante tiempo, aquella idea se presentaba como un imposible, no sólo porque yo tenía pareja sino porque la que era su novia era una amiga mía.

Fue el destino quien se puso de mi parte y con un golpe mágico de casualidades ( tal vez no tan casuales), quien hizo que ahora sea él quien está a mi lado.

Pero antes de eso fueron muchas las fantasías que tuve con él. Yo creo firmemente que si haces lo necesario para lograr tu más ardiente deseo, acabarás lográndolo, en mi caso esta es una premisa completamente cierta.

Siempre ha estado ahí, hace años que le conozco, pero nunca había reparado en él.

No sé cuando fue el momento en que me di cuenta de que su sola presencia bastaba para llenar una habitación vacía con su alegría y su buen humor, si antes su carácter me gustaba, ahora me gusta más (porque me ha dejado conocerle: gracias.).

Pero he de ser sincera, en lo que todo el mundo se fija, aunque reine la hipocresía y no lo digan, es en el físico de las personas.

Él es una de esas personas que poseen un cuerpo perfecto, aunque carece de la vanidad que otros tienen para alardear de ello.

Su cuerpo es el complemento perfecto para el mío, una unión perfecta de dos almas distintas. Puedo describir su cuerpo con los ojos cerrados, conozco cada rincón de su cuerpo, conozco cada expresión de su cara, incluso cuando duerme y yo le miro sé por su cara que está tranquilo y eso me da paz.

Me gustan sus brazos, fuertes y musculados que cuando me abrazan hacen que el mundo se detenga para que esté con él.

Su pecho, ancho y bien formado parece haber sido hecho para que apoye mi cabeza al dormir, su respiración pausada es como un susurro que me invita a la tranquilidad. Sus manos parecen conocer desde siempre mi cuerpo y sobre él se deslizan hasta llegar a lugares que ni yo sabía que existían.

Disfruto de cada centímetro de su cuerpo y lo hago cada día, cada minuto, aunque él no esté cerca de mí.

Fueron muchas las noches que sin que él lo supiese satisfizo mis deseos, cuando mi mano era imaginariamente la suya, cuando él era una ilusión

Si hay algo que une a las personas son los secretos, basta con tener un secreto inconfesable con una persona para que se cree una complicidad especial. Eso nos sucedió a él y a mí. Un secreto no revelado del que no hemos hablado hasta mucho tiempo después.

Sucedió estando de vacaciones, en una casa que habíamos alquilado las dos parejas.

He de decir que en mi mente albergaba la idea de que en aquellos días se produjese algún tipo de juegos, sin duda yo hubiese accedido a lamer su cuerpo aunque sólo fuese como un juego, pero resultó un aburrimiento total, al menos hasta la segunda noche que pasamos allí.

Esa noche hizo un calor agobiante y no podía conciliar el sueño, mientras todos dormían yo daba vueltas en la cama hasta que decidí levantarme al baño, que parecía la única habitación de la casa en la que hacía un poco de fresco. Me levante muy despacio, sin hacer ruido.

Cuando me encontraba frente a la puerta del baño comprobé que estaba cerrada pero a través de la rendija no se vislumbraba ningún atisbo de luz, así que empuje la puerta y efectivamente estaba vacío, tal vez esperaba encontrarle allí, esperándome, pero no estaba.

Me coloqué frente al espejo y me recogí el pelo para poder mojarme el cuello.

Empapé una esponja con agua fría y la apreté contra mi nuca, el agua comenzó a gotear por mi espalda y algunas gotas se deslizaron por el escote hasta alcanzar mis tetas. La camiseta que llevaba se había mojado, y al contacto con el agua fría los pezones se me endurecieron abultando bajo la camiseta mojada.

Siempre me ha gustado mi cuerpo, mirarme frente a un espejo mientras acaricio mis pechos. Y eso fue lo que me dispuse a hacer.

Levanté suavemente la camiseta dejando al descubierto mis tetas y dibujé con mis dedos su contorno, acaricié los pezones que en punta necesitaban de una boca que los mordisquease.

Había entrecerrado los ojos y me mordía el labio inferior a causa del placer que mis caricias me estaban produciendo.

Me bajé la camiseta para comenzar a tocar otra parte de mi cuerpo que sin duda me daría más placer.

Deslicé mi mano dentro de las diminutas bragas, que era lo único que cubría la parte de debajo de mi cuerpo, sentí como me humedecía, como aumentaba la excitación. Lo que comenzaron siendo unas tímidas caricias se iban convirtiendo en una masturbación en la que mis dedos salín y entraban de mi coño mojado.

De repente sentí un ruido, tal vez mis gemidos habían despertado a alguien, por eso guardé silencio pero no oí nada más.

Una vez calmada, cuando iba a continuar con lo que había empezado, alguien me apagó la luz, la puerta se abrió y él entro. Suavemente cerro la puerta y se acercó a mí.

Yo me encontraba de espaldas a él, por el espejo acerté a ver su silueta, sentí cómo su mano recorría mi espalda.

Traté de moverme, de apartarme, esa fue mi primera reacción pero sus manos me lo impidieron, me agarró fuerte los brazos y sus suaves labios recorrieron mi cuello. La idea de irme se había borrado de mi mente, dejé que fuese él quien moviese mi cuerpo a su antojo.

Cada vez le sentía más cerca, me tenía aprisionada contra el lavabo y frotaba su polla con mi culo, muy fuerte, mientras su respiración se aceleraba.

Sus manos acariciaban mis tetas con fuerza y lo único que yo deseaba era que por fin me penetrase, quería sentir su polla desnuda en mi coño, mis caderas se movían buscando su contacto.

Sus manos se colaron en mis bragas y me penetro con sus dedos, con fuerza y me tapaba la boca con la mano para que no se oyesen mis jadeos, lo cual me producía mayor excitación.

Comencé a susurrarle al oído que me follara, que quería sentir su rabo entre mis piernas y de un movimiento me sentó en el lavabo, me quitó las bragas bruscamente de manera que las rompió por un lado.

Se acercó con su boca a mi coño, me lamía y metía la lengua, compaginaba los movimientos de su lengua con el movimiento de sus dedos que me penetraban con mayor intensidad cada vez.

Cuando estaba a punto de correrme, me dio la vuelta y me metió su polla, empezó a follarme, en un momento el dolor se confundió con el placer y yo me estremecía. Sentía sus jadeos, me mordía el cuello para evitar que se le oyese y con fuerza me apretaba el clítoris.

Cuando parecía que no iba a parar nuca, me cogió por el pelo, me llevo la cara a la altura de su polla mientras me ordenaba que se la chupase. Me puse de rodillas frente a él y se la empecé a lamer hasta acabar metiéndomela en la boca, se la chupaba con fuerza y la acariciaba con mis labios.

Con sus manos me movía la cabeza, él me decía el ritmo que debía seguir, me aparté y se la empecé a menear, quería que se corriese, quería lamerle la polla mientras se corría, pero no me dejó, me puso de nuevo frente a él para seguir follándome.

Volví a sentirlo dentro, rozándome… estábamos muy excitados, acercó su boca a mi oreja y comenzó a susurrarme que estaba muy cachondo, que ya se quería correr y que lo quería hacer encima de mi.

Continuó hablándome mientras me envestía con su polla, me empezó a decir que yo iba a hacer todo lo que él quisiese, porque en esos momentos era su zorra. Sus palabras me excitaban cada vez más. Además estaba en lo cierto, hubiese hecho todo lo que él hubiese querido, estaba a su voluntad.

Estaba de espaldas a él.

Me estaba follando y agarrando mis tetas. Yo me acariciaba el coño y chupaba sus dedos cuando me los acercaba a la boca.

Me dijo que le gustaba mi culo, que lo moviese mientras me follaba por atrás. de pronto sentí como algo me presionaba, me había empezado a meter un dedo en el culo, tb me iba a follar por atrás, sentía su dedo y su polla moviéndose al unísono.

Siguió haciéndolo, con fuerza, éramos uno, estábamos empapados en sudor y nuestros jadeos se confundían, así hasta que no aguantó más.

Me dijo al oído que se iba a correr, esto produjo que se me acelerase el ritmo vital, de nuevo condujo mi cabeza hacia su rabo, él se estaba pajeando mientras yo se la lamía y con la otra mano masajeaba mi coño, introducía dos dedos pero lo que deseaba era que él volviese a metermela.

Con un profundo suspiro me indicó que se iba a correr, cuando lo hizo no sólo se corrió en mi boca sino tb en mis tetas, mientras yo me las acariciaba él disfrutaba de su orgasmo y yo se la chupaba. Le pedí que me follase por atrás, a cuatro patas, en el suelo y así lo hizo.

Se colocó detrás de mí, seguía teniendo la polla muy dura y parecía que su excitación no hubiese disminuido. Una y otra vez me penetró con fuerza hasta que consiguió que me corriese.

No sé cuanto tiempo duró mi orgasmo, creo que fueron siglos, sentía mis muslos húmedos, su espalda mojada por el sudor y su polla aun dentro de mi.

La sacó lentamente, me ayudó a levantarme ya que me temblaban las piernas y se fue. Yo me quedé en el baño, volví a mojarme el cuello, me vestí y volví a la cama.

Por fin aquella noche me dormí.

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