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Cuchillo II

Cuchillo II

Carolina sigilosamente, bajó las escaleras y salió de la casa.

Podía sentir la fresca noche a través de sus ropa de cama, a pesar de la larga y gruesa salida de cama que la tapaba del cuello a los tobillos, propia de una señora casada, según costumbres inmemoriales, que mantenían al esposo a ralla y cuando era la hora de fornicar, este podía levantar la prenda y de esa manera ni siquiera se podían ver, pero en fin, era la costumbre y la ropa de cualquier señora que se considerara decente.

Estaba empezando a preocuparme- dijo Cuchillo apenas Carolina entró al granero.

Estaba acostado encima de los sacos que ocupaba de cama, totalmente desnudo, con su inmensa verga reposando sobre si pierna derecha.

No estaba ni siquiera semi erecta y tenía 18 centímetros.

Carolina apreciaba que el indio no tuviera pudor de mostrarse desnudo.

Perdóneme señor, pero no podía venir hasta que Eusebio estuviera dormido.-

Lo importante es que estas aquí. Ahora sácate ese saco de papas que traes encima- ordenó, burlón, el indio

¿Podría apagar la lampara señor?, es que me da un poco de vergüenza-

No…., necesitas ver lo que estas haciendo para que lo hagas bien- dijo el indio brutal haciendo que Carolina se sintiese mas dominada, aunque en su mente el pequeño juego le estaba gustando.

Carolina simuló dudar un segundo, y lentamente se empezó a sacar el vestido por la cabeza.

Los ojos de Cuchillo miraban con expectación mientras el cuerpo de Carolina se iba descubriendo, primero sus largas y firmes piernas, después su rubio y frondoso vello púbico, de ahí apareció su glorioso ombligo y finalmente su grandes y maravillosas tetas.

Carolina era una bella ejemplar de nórdicos antepasados, su vello púbico hacía juego con su blondo pelo, su cuerpo era firme y de altura, un placer a la vista del indio.

Sus pechos eran grandes y firmes, algo mas grandes después del nacimiento de sus dos hijos.

Sus pezones eran gruesos y largos y maravillosamente rígidos por el fresco de la noche.

Algo relleno era su cuerpo, pero los kilos de mas se habían acumulado mas que nada en sus caderas lo cual hacía mas pronunciadas y apetitosas sus curvas a los ojos del indio.

Carolina no sospechaba de su hermosura.

Una de las razones por la cual se había desnudado ante el indio era para ver la reacción que causaba en el la vista de su cuerpo desnudo.

Y no se podía sentir decepcionada ya que la verga del indio estaba totalmente en ristre rindiéndole homenaje a la belleza que tenía a vista.

Carolina no pensaba que mostrar su cuerpo desnudo ante un hombre le gustaría, de hecho se sentía expuesta y vulnerable pero a la vez lo encontraba correcto y natural.

Ella se sentó entre las piernas del indio y buscó el tarro con miel que tenían escondido entre la avena, lo abrió y empezó a untar la verga del indio.

La monstruosa polla se mostraba mas brillante y hermosa con la luz que brillaba en el granero.

Como las otras dos noches Carolina empezó a deslizar sus dos manos por el enorme aparato, lenta y firmemente.

Se sentía muy bien haciéndolo y se hacía cada vez mas devota a su tarea.

Fascinada miro como iba emergiendo la cabeza por entre los cueros, maravillosamente roja y brillante por la miel.

No había pasado mucho tiempo cuando Cuchillo dijo:

Carolina me estoy acercando, mejor pones mi verga en tu boca antes que termine-

Extraño- pensó ella- todavía no pareciera que va a eyacular- su verga no tenía aun ningún espasmo, aunque la cabeza estaba grande y roja.

Sin pensar mas Carolina puso sus labios alrededor de la enorme cabeza.

Inmediatamente sintió el sabor a miel en su boca y su lengua empezó a pasar alrededor de la cabeza para saborear mas.

Cuchillo gemía entre dientes al sentir la lengua de Carolina tocando su polla.

Ella continuó jugando con la cabeza por varios minutos hasta que empezó a sentir los primeros espasmos, sentía como la cabeza iba creciendo en su boca, incluso pudo notar como la pequeña boca de la pitón se habría.

-Cuidado- pensaba Carolina- esta vez no me pillará desprevenida- las cargas de semen empezaron a llenar su boca mas rápido de lo que ella podía tragar, algo de la leche se le escapó y rodó por su barbilla hasta sus pechos.

Tuvo que retirar su boca y una carga fue a dar directamente a sus tetas, en un movimiento casi desesperado se metió de nuevo la verga en su boca y succionó con fuerza.

Dios mío- penso ella- esto es un milagro, que cantidad- también pensó que era una suerte estar desnuda, ya que de esa manera su ropa no sufriría nuevamente las manchas del jugo de la serpiente.

Carolina echó finalmente su cabeza hacia atrás y dejó libre la verga del indio. Todavía quedaba una gota de semen en la punta de la cabeza. Carolina se agachó y sumisa y tiernamente su lengua limpió el resto de lo que quedaba.

De ahí con su dedo recogió lo que estaba en su barbilla y se lo echó a la boca.

Sin mas se paró y salió del granero para ir a limpiarse afuera.

Sabía que no lo debía hacer pero la tentación fue mas fuerte.

Fui al granero y busqué el revolver de Cuchillo.

Lo tome en mis manos, y por primera vez lo estaba mirando de cerca, era grande y mas pesado de lo que me imaginaba.

Me impresionaba esa arma, en nuestra casa teníamos rifles de poco calibre nunca como el arma del indio.

– No deberías tomar las cosas de los hombres grandes- dijo Cuchillo detrás mío.

Mis instintos de niño me hacían querer negar todo pero finalmente de mi boca salió un tímido perdón.

Ándate de aquí niño antes que te ponga rojo el trasero- me dijo el indio.

Ya estaba saliendo del granero cuando el indio me dijo.

Si prometes no decirle a tu padre, algún día te puedo dejar disparar mi arma-

Totalmente feliz por la proposición del indio, fui corriendo a mi casa para buscar mis cuadernos para ir a la escuela.

Al poco rato estaba camino a la escuela acompañado de Pancho, el hijo de otro campesino vecino nuestro, cuando a lo lejos vimos el grupo de vaqueros del Sr. Gonzales.

Cuando estaban a unos 10 metros de nosotros uno de ellos nos gritó burlesco:

Parece que un par de cerditos se escaparon del corral-

No somos cerdos- contestó Pancho enojado.

No, son solo unos miserables hijos de granjeros, un cerdo es mucho para ustedes.

¿Qué les parece un poco de tierra, cerditos?- dicho esto, el grupo de vaqueros espuelearon sus caballos y partieron al galope, dejándonos envueltos en una nube de polvo.

– ¿Qué hicieron ellos?- gritó mi madre, mientras sin querer se cortó un poco la mano con el cuchillo con que estaba pelando unas manzanas para hacernos un pastel.

Nos dijeron cerdos- dije yo.

¿Qué vamos a hacer?- dijo mi madre mientras mi papa ponía un trozo de tela en su mano para parar la sangre.

Nada- dijo Cuchillo sentado en la mesa- Están tratando de provocarlos, digan a los otros campesinos que no hagan nada tampoco -.

Después de eso todos los días los vaqueros nos llamaban cerdos cuando nos topábamos camino a la escuela.

¿Esta seguro que no nos van a hacer nada?- preguntó Carolina mientras se sacaba su ropa de cama por la cabeza.

El Sr. González está esperando que alguno de ustedes reaccione, para así poder liquidarlos con alguna excusa- Dijo Cuchillo.

Carolina se arrodilló entre las piernas del indio y empezó a untar la polla con miel. Como tenía una mano vendada solo podía ocupar su mano izquierda para apretar y acariciar la fantástica verga del indio, pero se le hacía muy difícil e incómodo.

Perdona Cuchillo pero no puedo hacerlo con una sola mano- dijo cansada Carolina.

Entonces tendrás que hacerlo con tu boca huachita – dijo el indio.

No puedo hacerlo, sería como engañar a Eusebio-

Pero si casi ya lo has hecho, te has puesto mi polla en tu boca y te has tragado mi corrida. Además que no es engaño si no hay fornicación – dijo Cuchillo.

No lo se- dijo Carolina con remordimientos.

Acuérdate que nuestro trato era que me harías acabar una vez al día.- le recordó el indio- Además que yo soy el único que puede mantener a tu familia a salvo.-

Este argumento fue suficiente para convencer a Carolina.

Agarró la polla del indio con su mano buena, la puso en su boca y miró al indio esperando por instrucciones.

No tan rápido huachita, primero pasa tu lengua por la cabeza-

Carolina sacó la polla de su boca y con su mano sana, firmemente agarró la verga del indio y empezó a correr la piel hacia atrás, haciendo que emergiera la enorme y roja cenaba.

Su lengua empezó a lamerla, incluso jugó con la pequeña boca de la serpiente, con la punta de su lengua hacía pequeños círculos alrededor de ella.

Ahora lame el resto de mi polla- dijo Cuchillo.

Carolina fue bajando y gozando cada centímetro con su lengua, por abajo, por los lados, etc.

La enorme bestia de carne tenía un olor fuerte y penetrante, que cautivaba cada vez mas a Carolina. Por su parte superior una enorme vena azul recorría la pitón.

Ahora quiero que saborees mis bolas- Esta orden sorprendió un poco a Carolina, pero seguir ordenes le hacía mas fácil un trabajo que nunca había realizado.

Puso la polla contra el estomago del indio para hacer mas fácil la operación.

Las pelotas del indio eran enormes, eso explicaba las enormes cantidades de semen que salían de ellas, pensaba Carolina , también comparaba las de su marido con estas, era como comparar manzanas con nueces, imaginaba.

Una vez que había lamido totalmente las enormes bolas del indio su lengua subió nuevamente por la polla.

Carolina beso tiernamente la punta de la pitón en señal de respeto a esa enorme masa de carne.

La polla estaba mas larga que nunca y brillaba por la saliva de Carolina.

No se si es idea mía pero noto que su polla esta disfrutando esto- dijo Carolina.

Así es pero lo que viene ahora la hará disfrutar mas. Métetela en la boca- dijo dominante el indio.

Ella respiraba pesadamente, decididamente metió en su boca la enorme cabeza de la serpiente, sentía sus rosado pezones duros y una suave e inquietante humedad en sus muslos cerca de su concha.

No conseguía explicarse por que su cuerpo reaccionaba de esa manera cuando estaba con el indio.

Solo la cabeza de la magnifica polla del indio llenaba su boca, no se imaginaba como iba a tragar mas pero el desafío la incitaba.

Lentamente empezó a mover su cabeza para adelante y para atrás para que la polla de Cuchillo se fuera acomodando.

Al poco rato sintió la punta de la boa tocar su garganta.

Empujó un poco mas pero inmediatamente se sintió atragantada, por lo que retrocedió un poco.

Con calma huachita, relaja un poco la garganta y respira por tu nariz- dijo instructivo Cuchillo.

Ella asintió mirando al indio y tomando aire se esforzó de nuevo en meter esa enorme verga en su boca.

No hizo caso a las naturales arcadas y dejo que la polla se deslizara por su garganta.

Se sintió un poco mareada pero comió mas de la larga tranca del indio.

Cuando abrió sus ojos se sorprendió que todo el esfuerzo que había hecho solo había logrado engullir la mitad de la poderosa bestia.

Sin pensarlo mas y gruñendo atacó de nuevo, empezó a mover furiosamente su cabeza hacia delante y atrás para comerse toda esa serpiente adorada.

El indio disfrutaba de los esfuerzos de Carolina y movía sus caderas hacia delante y atrás.

Desafortunadamente ella empezó a sentir en su garganta cierto ardor y su cuello un poco resentido.

Solo había engullido tres cuartos de la gigantesca polla, pero al indio no le parecía importar.

Sintió el palpitar de la polla en su garganta y con su mano sana empezó a pajear el resto de verga que no estaba en su boca.

Sintió el primer espasmo en su garganta y como la primera carga de semen iba directo a su estomago, no quería perder el sabor de la preciada leche así que llevó la cabeza hasta su boca donde la relamió y pudo saborear todo el resto.

Finalmente saco la polla de su boca totalmente limpia y reluciente. No había desperdiciado ninguna gota.

Haces mamadas igual que cocinas, huachita.- dijo Cuchillo mientras apagaba la linterna.

Carolina enrojeció, pero orgullosa de haber satisfecho al indio.

La próxima vez entrará entera señor.- dijo ella, se puso su salida de cama, y se dirigió a su casa, contenta de que no haber manchado su ropa.

El siguiente día Cuchillo aperó la carreta de Eusebio.

Después del desayuno el granjero tenía que hacer unas diligencias al pueblo.

Además aprovechaba de dejar al niño a la escuela y de llevar a su hija para hacer algunas compras.

Cuchillo entró a la cocina mientras Carolina salía a despedir a su familia.

¿Mas panqueques Cuchillo?- dijo ella cuando entró de vuelta a la cocina.

Con mucho gusto- dijo seco el indio, y Carolina le llenó el plato. Mientras el indio comía Carolina desapareció.

Señor….-

Cuando el indio se dio vuelta para mirar pudo ver el glorioso cuerpo desnudo de su amante en la puerta de la pieza matrimonial.

Se veía bellísima, había arreglado su pelo y se había puesto un ligero toque de maquillaje en sus pómulos y en sus labios.

La familia estará afuera por algunas horas y pensé que estaríamos mas cómodos en una cama. Además ¿para que esperar a la noche?.-

Para que esperar .- dijo Cuchillo y se dirigió a la pieza.

El enorme cuerpo del indio ocupaba mas de la mitad de la cama.

Por lo que Carolina no pudo arrodillarse entre sus piernas, así que optó por sentarse a un costado de la cama e inclinándose de costado comenzó a mamar la verga del indio.

Carolina, te vas a torcer el cuello en esa posición, ¿Por qué no te subes encima?- pregunto Cuchillo.

No hay suficiente espacio, Señor. Su cuerpo ocupa casi toda la cama- dijo ella.

Si te sientas encima mío tendrás suficiente espacio- respondió pícaramente el indio.

Carolina dejo que el indio la tomara de las caderas y la sentara en su pecho.

Estaba avergonzada pensando en la vista que tenía el indio en aquella posición, estaba totalmente expuesta.

Por otra parte tenía la fascinante herramienta en su cara.

Dejando atrás la vergüenza, Carolina tomo la polla del indio y se la metió en su boca.

Esta vez si la engulliría entera, costara lo que costara.

Carolina- dijo el indio- ¿Cómo es que estas desnuda, si ayer te pudiste tragarte toda mi carga? No creo que sea necesario-

Carolina hizo una pausa en su cabeceo, todavía lento, y se saco la polla de la boca.

Tiene razón señor la próxima vez me pondré mis ropas.

Esto es inapropiado- después de decir esto volvió ávidamente a su tarea, mientras el indio esbozaba una maliciosa sonrisa.

Ella sabía que no tenía ningún deseo de volver a ocupar sus pesadas y gruesas ropas.

Pero por Dios santo, las tendría que ocupar, en ese mismo instante un casi recién conocido estaba mirando a pocos centímetros su vagina totalmente mojada y abierta, incluso podía sentir la respiración de Cuchillo contra su humedad.

Carolina relajó la garganta y empezó a mover su cabeza.

Al poco rato tenía la mitad de la serpiente en su boca , esta vez se le hacía mucho mas fácil, derepente Cuchillo dijo:

Si te la metes toda te daré una recompensa-

Carolina asintió con la verga en su boca y con determinación empezó a atacar de nuevo. Solo le faltaban unos seis centímetros mas, estaba igual que la noche anterior.

Con un esfuerzo sobrehumano, cerró los ojos y empujó mas.

De repente sintió que algo le picaba en su nariz, abrió los ojos y se percató que eran los pelos de las bolas del indio.

Lo había logrado. Se sacó la polla de la boca y dijo:

¡Lo logre¡. ¿Cual será mi recompensa?-

De repente una oleada de placer recorrió violentamente su cuerpo, Cuchillo lamía los mojados labios de su concha.

Cuchillo…. ah , pare…., que esta haciendo- dijo ella alarmada.

Te estoy comiendo la concha- dijo, lamiéndola de nuevo- dime que no te gusta-

Ah……. Es increíble, pero ¿por qué lo haces?-

Voy a hacer que te corras huachita-

Las mujeres…………..ah, no pueden………..ah, correrse……. – dijo Carolina estremeciéndose, al sentir la lengua del indio trabajando en su sexo.

Espérate y ya veras- dijo el indio- Además, no te he dicho que pares de mamarme la polla, así que sigue con tu trabajo putita –

Carolina, obediente se metió de nuevo la polla en su boca pero se le hacía muy difícil concentrarse.

Su cuerpo tiritaba, gemía involuntariamente con la verga de Cuchillo en la boca, su cuerpo le exigía que hacercara mas su concha a la boca del indio.

La lengua se sentía igual de larga que la polla de Eusebio abriéndose camino en su cuerpo.

Algo se estaba desencadenando en su cuerpo, sentía pequeños latigazos de electricidad que recorrían toda su piel.

Su cuerpo entero estaba tomando vida.

Cuchillo había empezado a mover la punta de su lengua alrededor de un pequeño montículo en su concha que cada vez se hacía mas grande mientras la lengua le daba pequeños azotes.

Carolina tuvo que sacar la polla de su boca para poder gritar, el orgasmo la había tomado totalmente desprevenida.

Su cuerpo entero se estremecía en éxtasis.

Nunca había sentido algo mas maravilloso en su vida.

Se tomó un momento para recobrar su aliento.

Una vez recuperada besó toda la cabeza de la enorme serpiente en sincero y tierno agradecimiento por el mejor regalo de su vida.

Se la metió en su boca dispuesta a devolver el gran placer que había tenido, empezó a succionar y a mover su cabeza con violencia.

El volvió a comerle su flor, haciéndole perder un poco el ritmo.

Pero ella estaba determinada a hacer explotar a esa bestia.

Cuando sintió que empezaba a palpitar, la impactó el segundo orgasmo, se habían venido al mismo tiempo.

Este orgasmo fue mayor que el primero.

Ella perdió el control y la primera carga de leche fue a dar directamente a sus mejillas mientras ella se arqueaba hacia atrás para gritar.

Con gran esfuerzo pudo poner su boca en la boquita de la serpiente para beber lo que faltaba por salir.

Cuando al fin pudo recuperarse, cayó en cuenta que el placer orgásmico había sido reemplazado por otro profundo sentimiento.

Sentía un enorme amor por ese gigante poderoso, tan intenso como el que tenía por su familia.

Cuchillo la vio arreglarse sin decir palabra.

Carolina se miró en un espejo y vio su cara cubierta por la corrida del indio.

Dio gracias que su marido estuviera en el pueblo para arreglar todo el desorden.

Carolina decidió que estaría siempre desnuda con el indio.

Primero por si perdía el control y la corrida manchaba sus ropas y segundo por si el indio se dignaba otra vez a comerle la concha.

Esa noche Carolina entró al granero después de comida.

¿Qué haces aquí?, ya me pagaste hoy día.- dijo el indio.

Carolina no sabía que hacía ahí realmente, pero dijo:

Tómalo como un bono especial- dijo y se sacó su vestido.

Tenía un poco de miedo de que el indio no estuviera interesado después del encuentro de la mañana o que por lo mismo le costara mucho ponerle dura la polla.

Así que para excitar a Cuchillo, con sus manos empezó a acariciar sus preciosas tetas y empezó a recorrer su cuerpo, de esta manera animaría a Cuchillo.

Sintió alegría al ver que la magnifica polla empezaba a levantarse.

¿Puedo comerte tu chocho?- pregunto Cuchillo.

Por su puesto señor.- respondió, ya excitada ella.

El indio se tendió en la avena y Carolina monto su concha encima, ya nada le parecía mal cuando estaba con Cuchillo.

Un rato después Cuchillo se sentó y vio como Carolina miraba la polla totalmente erecta.

Que estas mirando- preguntó Cuchillo.

Nada, solamente trataba de imaginar como se sentiría en mi concha-

¿Quieres probar?- dijo el indio.

No- dijo ella, sorprendida de haber dudado unos segundos antes de responder- Eso nunca pasará-

¿Nunca?-

Nunca -.

Continuará…

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