Una historia de amor
Tres años!!!! Fue hace 3 años….
Los chicos estaban sobre la cama, dormidos, desnudos, abrazados tiernamente; extasiados luego de tanto amarse.
Diego y Sebastián se habían conocido personalmente hacía una semana y soñaron con ese momento todas y cada una de las 7 noches anteriores.
Para Sebastián era la primera vez.
La primera que besaba y tenía sexo con un hombre, pero fundamentalmente, la primera vez que sentía amar a un chico con toda la intensidad de sus 21 años y pese a haber tenido novia, todo quedó atrás a partir del instante del primer beso de aquel muchacho del cual se enamoró perdidamente desde la primera vez que vio.
Diego mientras tanto, buscaba el amor hacía tiempo y sólo había encontrado desengaños o el placer de un momento.
A sus 26 años ya no creía encontrar el amor.
El de Sebastián parecía ser un aviso mas de los miles que fuera de toda censura, se publican en internet.
Un intento mas.
Quizá ni siquiera lo conteste, pensó.
Pero entre curiosidad y temor aquél chico de 21 años respondió y allí se inició un ir y venir de cartas donde se contaron de todo.
Desde fantasías, hasta miedos y alegrías.
Desde una homosexualidad reprimida pero latente hacia un joven que hacía ya tiempo había salido del closet ante propios y extraños.
A Diego lo conquistó la ternura, la sensibilidad, las palabras y la fuerte personalidad de Sebastián.
Este mientras tanto escuchó de Diego lo que siempre quiso oír, lo que ansiaba escuchar, desde las más dulces palabras, hasta la valentía de un hombre que no se avergonzaba de su sexualidad.
El siempre recuerda cuando aquel chico especial le transcribió el texto de una vieja canción “No hagas caso de la gente, sigue la corriente y quiéreme mas, que si esto es escandaloso, es mas vergonzoso no saber amar…con eso tengo bastante…sigamos adelante sin ver que dirán…»
Por eso fue que cuando se vieron, no necesitaron palabras.
Un solitario parque del centro de la ciudad fue testigo de ese primer beso, robado a las miradas de los extraños.
Querían decirse mucho, hablar durante horas, y así lo hicieron, mientras sus ojos se admiraban mutuamente y sus labios volvían a sentir el deseo de volver a juntarse.
Se despidieron acariciándose la mano y con un beso, mas corto, pero más atrevido, pues ya el parque se había llenado de amantes.
Ese parque que volvió a ser testigo de encuentros, de besos, de palabras, de complicidad… Ahora la cita era en casa de Sebastián, mas privada, mas íntima.
La puerta se abrió y ya no mediaron preguntas ni respuestas, solo sus cuerpos se hablaron.
Se besaron, se abrazaron, se tocaron.
El deseo era mas fuerte que nunca. Sus besos interminables, sus caricias suaves y placenteras. El roce de los cuerpos provocó mas y mas deseo.
Para uno era la primera vez, para el otro no era simplemente una vez mas, era un momento único.
Se desnudaron, se descubrieron… cada uno recorrió cada milímetro del cuerpo del otro. Sebastián sintió por ver primera que el beso de un hombre es mas fuerte, más intenso, vio un cuerpo que no le era extraño porque se conocía a sí mismo, sabía de sus sensaciones y no le costó conocer las de Diego, recorrió con su lengua su pecho, su cintura, hasta llegar a su sexo. Sintió el sabor y el placer de practicarle sexo oral a Diego, se introdujo el pene en la boca y lo saboreó con ganas, mientras que Diego hacia lo mismo con el suyo.
El sexo oral es indescriptiblemente excitante y así vivieron juntos ese momento. Sebastián se puso encima de Diego y con una erección firme, buscó penetrarlo. Diego lo abrazó, lo besó y se lo pidió – quiero ser tuyo, lo deseo.
Esas palabras encendieron aún mas a Sebastián.
Diego masajeó el pene de su compañero con un gel y al instante sintió dentro suyo al hombre que tanto ansiaba, sintió la sensación de placer constante, ese orgasmo que parece interminable de un chico pasivo.
Y Sebastián sintió que por primera vez estaba teniendo sexo verdadero.
Por primera vez estaba sintiendo, viviendo una sensación desconocida. La más placentera, la mas completa que había tenido hasta entonces.
Estaba dentro de Diego, sentía el calor interior de aquel chico atractivo, a quien le estaba haciendo el amor, sentía su pene apretado, lo penetraba lentamente de a ratos, y con mucha fuerza en otros, quería sentirlo todo, y así fue.
Le pidió que se pusiera de pié, Diego accedió, y Seba volvió a penetrarlo, mientras acariciaba su pecho, besaba su cuello, notaba en sus manos la dureza de la excitación de aquel chico de 26 años que disfrutaba como nunca de ese momento, al igual que él.
Lo tumbó sobre la cama y abrazándolo fuertemente dejó correr un torrente de semen que los inundó de placer a ambos en ese instante mágico.
Solo dejaron escapar dos palabras: te quiero.
Se abrazaron, se besaron, se apretaron el uno contra el otro, la llama volvió a encenderse y una vez mas hicieron el amor, mas lentamente volvieron a saborearse, a practicarse un mutuo sexo oral, volvieron a ser uno solo en carne y alma.
Hace 3 años nacía fuego de estos amantes, que aún hoy, los une cada vez que los enciende un beso, en esa cama que hoy comparten.