Desde que tengo memoria, mi hermano Sandro siempre fue el favorito de nuestros padres y de todos en general, mientras que yo y mi otro hermano estábamos en su sombra. Mi nombres es Dylan, mí otro hermano se llama David, en cuanto a Sandro, era el mejor en todo lo que se propusiera y no nosotros jamás lograríamos superarlo en nada. Cada logro nuestro era opacado por las hazañas de nuestro hermano Sandro, el sería felicitado por nuestros padres y con nosotros solo dirían “bien”.

Nos superaba en los deportes, tenía calificaciones más altas, su amabilidad falsa o absurda que lo hacía ver cómo el más agradable de los tres. Lo odiaba menos cuando estábamos gordos, ya que éramos molestados por igual aunque eso paso hace tiempo e incluso en ese momento seguía siendo el preferido de los tres, aunque solíamos pasar el rato en una casa apartada en las afueras de la ciudad para hablar y beber.

En el servicio militar no fue diferente, el desempeño de Sandro en los entrenamientos era superior al mío y el de David, siempre me preguntaba que podría hacer para demostrarle mi superioridad, no me importaba demostrarle nada a los demás pero sí hacerle saber a Sandro que lo superaba en algo por lo menos. Aunque se me ocurrió una idea perversa durante las duchas cuando vi a al cuerpo musculoso de mí hermano Sandro desnudo, no era la primera vez que lo veía desnudo y mí cuerpo no se quedaba atrás, pero en esta ocasión me llamo la atención esas jugosas nalgas. Trate de no pensar en eso, al saber que estaba mal porque éramos hermanos y todo, aunque lo odiara tanto no llegaría hasta ese punto.

Después de cumplir con el servicio militar ya teníamos 22 años y seguía pensando en que hacer, pero mi hermano David se me adelantó y dio la idea de emborrachar o drogar a Sandro para darle una paliza por todo el favoritismo que recibía a diario. Nos reunimos con la excusa de pasar el rato bebiendo cerveza en una casa apartada en las afueras de la ciudad que solíamos frecuentar en el pasado. Y así, David puso la droga en la bebida, aunque puso una dosis pequeña para que Sandro sea consciente de lo que ocurra a continuación y que pueda defenderse un poco para nuestro disfrute.

Cuando la droga hizo efecto, nosotros ya habíamos bebido mucho pero seguíamos firmes en nuestra decisión, por lo que iniciamos la paliza, estábamos en buena forma por lo que estábamos confiados pero Sandro se defendió mejor de lo que esperaba pese a su estado y estaba golpeando a David pero aproveche ese momento para ponerme detrás de Sandro y lo estrangule, caímos al suelo y durante el forcejeo mí pene se frotó demasiado con sus nalgas, lo que provocó que tenga una erección.

Posiblemente fue por la borrachera pero decidí retomar el plan que tuve hace tiempo y al dejarlo inconsciente con la estrangulación, comencé a desvestirlo. Luego pude pensar con algo de lógica y creí que David intentaría detenerme y protegería a Sandro, pero me sorprendió que en lugar de hacer eso, prefirió ayudarme a desvestirlo por completo y después nos sacamos toda la ropa. La idea de dominarlo y mostrarle que era mejor que mí hermano Sandro me ponía duro, tanto que la punta de mi verga estaba mojada por la excitación del momento.

Mientras el recuperaba la consciencia, puse mi tercera pierna en mí medio de sus piernas para hacerle ver lo que se venía y apenas lo sintió y dio un brinco e intentó golpearnos, mientras nos insultaba y preguntaba lo que estábamos haciendo. Pero David se esperaba esa reacción y fue el primero en golpearlo, mientras que yo lo ayude golpeando a Sandro desde atrás para finalmente estamparlo contra el suelo boca abajo, ya no había escapatoria. Sandro ya estaba muy lastimado para siquiera defenderse por lo que se resignó a maldecir, lo importante es que el estaba a mí merced para poder castigarlo.

Apoye mí cuerpo encima del suyo, con una mano agarre mí pinga para dirigirlo a su entrada y de un empujón la rompí. Sandro dio un grito de dolor, eso me encendió y como respuesta seguí empujando más y más hasta llegar al fondo. Sandro debió saber que no tenía intenciones de parar, por lo que solo grito por el dolor agonizante. La base de mi verga era más grande que el tronco y el glande, por lo que solo saque la mitad y de una estocada volví a ingresar por completo y empuje violentamente tratando de entrar más para aumentar su tormento, mientras que mí odiado hermano gritaba de sufrimiento, sentí todo lo que estaba rompiendo dentro el.

Sandro hizo el intentó inútil de levantarse, pero lo golpee varias veces en las costillas y se derrumbó. Continúe clavándole mí verga hasta que derramé todo mí resentimiento dentro de su último rastro de confianza, mientras daba el suspiró más placentero de había dado en toda mí vida, estaba satisfecho, ya no me sentía inferior a alguien tan lamentable y penoso como él. Saque mí miembro baboso y ensangrentado, luego me aleje de Sandro para ver el espectáculo que se avecinaba, vi que de David caía un hilo de líquido pre seminal.

Se colocó detrás de Sandro para dejar que ese fluido cayera sobre sus nalgas y nuestro hizo un último por levantarse, pero sería pisoteado despiadadamente por David hasta dejarlo vulnerable para su juicio. David se agachó y posicionó su verga directo al agujero de Sandro, con la otra mano agarró con firmeza uno de los glúteos de nuestro hermano, su glande era la parte más grande de su verga y no tardo en dar la primer estocada. Nuestro hermano gritó, pero David no se detuvo y siguió embistiendo hasta enterrar toda su verga en lo más profundo de Sandro, luego inició un bombeo cruel. Con solo verlo, era fácil deducir que Sandro estaba siendo desgarrado internamente.

Pensándolo bien, no era sorpresa que David lo odiara tanto, ya que era el menos exitoso de nosotros tres, pues solo era un granjero. Después de seguir golpeando su trasero por un rato, el derramaría su semilla en la tierra infértil que era el culo de nuestro hermano, David jadeo extasiado y sacaría su pene cubierto de sangre y semen, al levantarse algunas gotas de esos fluidos caerían al suelo. Después de eso nos pusimos a beber cerveza, mientras que Sandro permanecía inmóvil por un buen rato, de su ano roto chorreaba leche con sangre, además de que en sus nalgas quedaron pelos de nuestro vello púbico.

No hay forma de que Sandro tenga algo de orgullo ni vanidad en su interior después de todo por lo que experimentó. Cuando Sandro se levantó fue al baño para lavarse y eliminar las evidencias de nuestro encuentro voraz. En lugar de envidia solo sentía indiferencia por el, esa inferioridad que sentía se convirtió en conformidad. Después de ese día, no hace falta decir que Sandro no nos quiso volver a ver de nuevo.