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Un joven es atraído por su padre en una red de placer del que no podrá escapar

Un joven es atraído por su padre en una red de placer del que no podrá escapar

Manuel es un chico de 18 años de pelo castaño oscuro, ralla en medio con el pelo corto y morenito de piel.

Es muy delgado pero tiene las espaldas anchas aunque no desde hace tiempo ha dejado de hacer ejercicio mide metro 85.

Tiene los muslos delgaditos y un culo redondo y respingón de estos que quedan muy bien con pantalones de deporte.

Vive con sus padres María de 47 años y Roberto de 52.

María su madre es una mujer que se cuida mucho el cuerpo (va periódicamente al gimnasio) y posee unos pechos redondos y voluminosos que atraen todas las miradas, además posee una figura esplendida aunque es un bajita, metro 70.

Sin embargo Roberto su marido y padre de Manuel tiene el físico algo descuidado, tiene barriga cervecera, tiene un bigote oscuro y espeso y poco pelo ya.

Además es bajito, como su mujer. El matrimonio lleva algunos años de capa caída porque aunque parezca mentira Roberto ve agotada esta relación y no porque la relación sea mala, sino porque en la cama ya no le da lo que la mujer necesita.

María esta cansada de pasar noches de excitación sin que su marido le da lo que quiere, y este siempre responde que esta cansado del trabajo.

Pero la historia no se centra en la madre sino en el padre, y es que este ya no le llama la atención el cuerpo de su mujer, y es que llevan muchos años casados y esta ávido de sensaciones nuevas. Le siguen gustando las mujeres pero la suya la tiene muy vista.

La historia que nos ocupa empezó un día de verano cuando Manuel volvió de jugar al futbol con los amigos, en la casa estaban sus dos padres y Manuel llego chorreando de sudor con unos pantalones cortos de algodón y una camiseta.

– Hola hijo, que menuda paliza os disteis no? jeje. – le decía el padre desde el sillón.

Manuel se tiro como un saco de patatas en el sillón frente a su padre y estiro las piernas encima de la mesa.

– Bbff acabamos rendidos, yo ya no puedo mas.- Manuel retiro su cabeza hacia atras dejando ver su voluminosa nuez y cerro los ojos en un signo de extremo cansancio.

Roberto se quedo unos segundos mirando a su hijo, con la camiseta pegada al cuerpo y le entro una extraña sensación viendo aquel cuerpo adolescente y fibroso chorreando sudor.

Su vista recorrió el cuerpo de su hijo hasta la entrepierna y allí se fijo que entre las perneras anchas del pantalón corto se veía el pelo de los huevos y un huevo claramente, todos sudados y pegajosos, y todo el recorrido del muslo delgado y fibroso hasta el final, con escaso pelillo negro.

Esta imagen húmeda y pegajosa produjo en Roberto su padre una sensación de querer acariciar con las manos la entrepierna de su hijo que esta vez le sobresalto.

Volvió rápidamente su mirada al periódico e intento cambiar de pensamientos que le estaban poniendo nervioso.

-Manuel! vete a la ducha, que estas chorreando!- Le dijo la madre gritando desde la puerta.

-Ya vaa! .- dijo Manuel con voz de cansancio.

Se levanto pesadamente del sillón y se dirigió al cuarto de baño. El padre no pudo evitar fijarse en las nalgas muy bien definidas de su hijo pegadas al sudado pantalón de algodón. Volvió a mirar el periódico y pensó sobre lo que le estaba pasando.

Durante los siguientes días, aun intentando evitarlo los intentos de Roberto por ver las partes mas pudorosas de su hijo iban en aumento, así como su deseo de tocarlas.

Al cabo de dos días una mañana en que el padre se levanto temprano se encontró a Manuel en calzoncillos en la cocina, iba a abrir el gas para ducharse.

– Hola buenos días- dijo Manuel.

– Hola hijo- dijo el padre fijándose en el cuerpo de su hijo. El paquete se le marcaba a su hijo en los calzoncillos una barbaridad y ese bulto se convirtió en el objetivo visual de Roberto mientras el hijo pasaba por delante de el hacia la ducha. Roberto no podía mas, se le había puesto ahora si muy dura así que se fue hacia el salón de la casa, que estaba al otro lado del pasillo, y allí se hizo una tremenda paja pensando en su hijo, lo hizo con ansias por la excitación acumulada y se corrió como hacia tiempo que no se corría, la abundante leche que soltó a penas la consiguió sostener con las manos y se fue rápidamente a lavar a la cocina. No lo podía creer, pero era cierto, su hijo lo ponía a mil y tenia ganas de fallárselo.

Roberto, frustrado, no sabia como cumplir sus deseos pero al cabo de unas semanas, como de milagro, la ocasión se le presento. Manuel se puso enfermo y su medico le receto supositorios.

Con la receta Roberto casi salta de alegría, ahora podría poner a Manuel en una postura mas que deseada para empezar a jugar con el y su culito respingón.

Ese mismo día por la noche la madre de Manuel le sirvió a este la cena en la cama.

Mas tarde después de retirar la bandeja el padre agarro el bote de supositorios y se acerco a la habitación de Manuel con una excitación que le ahogaba, solo imaginarse ese culito tan bien moldeado a su disposición le había echo empalmarse brutalmente, hasta el punto que se le notaba algo en los pantalones.

– Hola Manuelillo jeje. ¿estas bien?. – Le dijo el padre con timidez.

– Mmmh, si pero la cabeza me da vueltas – Dijo Manuel retorciéndose en la cama y poniéndose mas cómodo.

– Bueno ha llegado la hora de poner los supositorios – Dijo Roberto con una cara triunfal.

– Ah… si -. A Manuel le entro una timidez tremenda, la idea de que el padre le empuje la capsulita por el ano le mataba de vergüenza.

– Venga venga, no te avergüences, si esto lo hace todo el mundo. – Dijo su padre con sonrisa conciliadora.

– Ya ya, si da igual .

Así pues su padre se sentó muy cerca de el y le ayudo a retirar las sabanas.

Manuel estaba en calzoncillos y la visión de su cuerpecillo fibroso por el padre le puso a mil de nuevo.

Además el olor ya era de hombre, en un cuerpo lampiño de joven, y eso le ponía como una moto.

Manuel se bajo lentamente los calzoncillos cogiéndolos por la goma, movimientos que a Roberto casi le parecieron de streptease, deseaba lamerle entero ese cuerpo para comérselo enterito pero sabia que tenia que aguantarse.

Después Manuel no sin mucha vergüenza se dio la vuelta y doblo las rodillas poniendo el culo en pompa delante de su padre. Manuel hundió la cara en la almohada por la tremenda vergüenza que tenia.

– Bueno ahora tranquilo eh? no te va a molestar nada, tienes que relajar el culito para que papa te pueda meter los deditos – . La confusión entre dedos y supositorio puso nervioso a Roberto pero pensó que su hijo ya daría por echo que se refería a empujar el supositorio.

Manuel relajo el culete y su padre cogió muy nervioso un supositorio, tenia delante un autentico manjar, un culito redondo blanquito con algunos pelos y respingón, un culo de los que dan ganas de lamer con devoción.

Roberto se encontraba en extasis total y la rojez de vergüenza de su hijo iba en aumento. Roberto empezó a separar los duros pelos del ano de su hijo con una excitación tremenda y cogió el supositorio y lo empezó a introducir con rapidez. Manuel empezó a hacer movimientos nerviosos dejando claro que notaba lo que estaba sucediendo.

Roberto empezó a introducir el dedo índice detrás del supositorio, en teoría para empujar bien la capsulita. Lo hizo con deleite, lentitud, dejando que la húmeda y ardiente pared del ano de su hijo envolviese y engullese su dedo.

Ante la lentitud de las acciones Manuel empezó a sentir una sensación agradable de relax, de una relación mas intima con su padre.

Pero el tiempo pasaba y el dedo iba muy lento, el hijo supero la vergüenza de su cara y deslizo su cara girando la cabeza hacia el lado de su padre para ver porque tardaba.

La faz de su padre era un mapa, sus gestos poco decían pero sus ojos estaban desorbitados y hambrientos, como un perro ante una chuleta enorme.

– Papa, ¿Qué pasa?. Pregunto tenso Manuel.

– N na nada hijo, tu tranquilo, es que le cuesta entrar sabes.

Pero Manuel juraría que hace tiempo que la capsula ya se deslizo por dentro del ano, pero le dio una muestra de confianza al padre ..

– Pues empuja .- Manuel miraba a los ojos de su padre y eso a Roberto le excito mucho. Casi le parecía que le estaba diciendo “metémela hasta el fondo”.

Roberto se lo tomo en serio y añadió el dedo corazón al juego, ante la sorpresa del hijo. – Pero que haces? -. Dijo Manuel sorprendido.

– Voy a ver si lo consigo entrar del todo – Dijo ya Roberto todo rojo de excitación y con la respiración muy agitada. Manuel se quedo mirando a su padre a los ojos pero le dio un voto de confianza aunque ya estaba muy mosqueado.

Volvió su cara hacia la almohada de nuevo y espero. Su ano se abría con ansiedad y de repente Manuel estaba sintiéndose mas que relajado, estaba sintiendo una sensación muy agradable, autentico placer. Manuel estaba descubriendo el deleite de sentir algo caliente dentro del ano, por ello su vergüenza y tensión iban en aumento.

Esto provocaba pequeñas convulsiones en el ano que hacían todavía mas placentera la estancia de los dedos del padre en su culo.

Manuel instintivamente deslizo sus piernas un poco hacia atras en signo de dejadez, en postura mas relajada y a la vez elevo un poco el culo en una postura obediente que Roberto entendió que su hijo no lo estaba pasando precisamente mal.

Aquella situación duro unos segundos mas que parecieron horas. Pero Roberto se dio cuenta de que por ahora era suficiente, aquello iba demasiado deprisa.

Así que empezó a sacar los dedos lentamente, resbalando por el húmedo y viscoso ano de Manuel hasta que estuvieron fuera.

En el culito de su hijo quedo un agujero negro y dilatado que a Roberto le pareció la cosa mas excitante de su vida pero se controlo y logro serenarse.

– Bueno ya esta! . – dijo Roberto con una media sonrisa de satisfacción y alivio.

Manuel se subió rápidamente los calzoncillos y se dio la vuelta. Devolvió una tímida sonrisa a su padre.

– Gracias papa -.

– De nada hijo -. le dio un paternal beso en la frente y se fue, con la polla como una roca.

Inmediatamente se fue al cuarto de baño y se hizo una paja bestial y se corrió abundantemente, pensando en poseer el cuerpo de su hijo a su voluntad.

Los días posteriores Manuel durmió intranquilo. Se había sentido muy a gusto con los dedos de su padre en el culo y cada día que pasaba tenia mayor necesidad de aquello.

Su ano tenia cada vez mas hambre y cada noche que pasaba tenia la necesidad imperiosa de que le metieran algo ya.

Pero tenia demasiada vergüenza de hacerlo el mismo.

Eso si, cada día que pasaba se pajeaba mas y en su imaginación aparecía cada vez mas claramente su padre, metiéndole los dedos por el culo, pajeándolo, manándole la polla, etc… imaginaciones que a Manuel le ponían a mil.

Un día en la ducha Manuel no pudo mas y arqueando su cuerpo se puso a acariciarse el ano. Cuando consiguió relajarlo se metió el dedo índice.

Manuel estaba a punto de reventar de excitación y no podía aguantar mas.

Metía lentamente el dedo pensando que lo hacia su papa mientras se pajeaba lentamente su larga y fina polla.

Pero casualidades del destino el mismo día que empezó la experiencia Roberto lo descubrió ya que en su casa pocas veces cierran la puerta para ducharse. Hizo como si no lo viera através de las cortinas de la ducha y le dio tiempo a recomponerse a su hijo.

– Ah, hola papa no te había visto.- dijo Manuel muy nervioso.

– Perdona hijo, solo entre para coger el cepillo de dientes.

Roberto salió ágilmente del cuarto de baño con una sonrisa de oreja a oreja, había conseguido que su hijo se convirtiera en una autentica putilla con ganas de ser penetrado.

Cada vez faltaba menos para el “ataque” final. Durante los siguientes días Manuel seguía son sus practicas de penetración que le reportaban el placer para aguantar su ardor, pero sentía que necesitaba algo mas. Y ese día se presento.

Un fin de semana tanto padre como hijo se levantaron algo tarde y el turno de la ducha se junto. Ante los titubeos iniciales decidieron ducharse juntos.

Manuel tenia ganas de que en esa ducha se cumplieran sus deseos pero no tenia valor, valor que a Roberto ya le sobraba.

Se desvistieron con miradas furtivas a la polla del otro, Roberto tenia una polla muy ancha y de tamaño normal, 16 centímetros y su hijo la tenia mas bien fina y muy larga, unos 20 centímetros.

Se metieron en la ducha y el agua caliente cayo sobre sus cuerpos ya de por si muy calientes.

Se empezaron a enjabonar frente a frente sin saber que decir, se cruzaban sus miradas a los ojos y algún comentario sin importancia.

– Que hay de comer hoy? – decía Manuel.

– Chuletas de cordero -. respondía su padre lleno de tensión.

Los dos notaron que sus pollas estaban ya mas que morcillonas pero prefirieron ignorarlo mutuamente.

Llego la hora de enjabonarse la espalda, primero Manuel enjabono la espalda de su padre y luego le toco a Roberto.

Roberto cogió abundante gel y empezó a extenderlo con suavidad por la espalda de su hijo.

Fue bajando lentamente la mano hasta llegar sus amadas nalgas, por las que caían lentamente chorros de espuma y agua caliente, acentuando su redondez y que parecían decirle “cómeme”. Abrió bien las palmas de las manos y empezó a acariciar con intensidad las jugosas nalgas de Manuel.

– ¿Qué tal te lavaste el culete hijo? -.

-. B … bi… bien creo -. Manuel estaba que no pida mas.

Roberto empezó a atacar. Mientras con la mano izquierda seguía magreando las nalgas de Manuel con la mano derecha llena de gel fue pasando y frotando como quien no quiere la cosa rodeando el muslo derecho hasta la entrepierna.

– ¿Y los huevos los lavaste bien?-.

– N … n …. no se-. Manuel casi no podía ni hablar.

Roberto empezó a frotar los huevos de su hijo lentamente pasando de estos a la polla, que ya se había levantado casi en linea recta. Manuel giro su cabeza y empezó a mirar a los ojos a su papa con una mirada vidriosa, de deseo total.

Roberto no podía mas así que suavemente agarro la polla de su hijo y empezó a masturbarle rápidamente. Manuel sintió aquello como un latigazo de placer y dejo caer su cabeza hacia atras de golpe, jadeando con la boca totalmente abierta y los ojos entrecerrados, podría haber protestado o gritado pero no podía, estaba desarmado y le temblaban las piernas.

Roberto no perdió el tiempo y mientras le masturbaba con la mano izquierda empezó a acariciar la raja del culo de Manuel con mucha fuerza para ir abriendo aquel camino húmedo por el cual Manuel quería ser poseído.

Manuel para aguantar la tensión de la increíble paja que le estaba haciendo su padre se echo un poco hacia delante apoyando sus manos en la pared de la ducha, Robero así tenia una visión sabrosa de su culo que hacia aumentar aun mas su excitación.

Manuel pudo recomponer su gesto y volvió a girar la cara hacia su padre, pero esta vez su gesto no era como el de antes, estaba desencajado por el placer, sus ojos estaban entrecerrados y sus labios entre sus jadeos expresaban una sonrisa de complicidad que tiraron ya toda barrera para Roberto.

Roberto empezó a surcar con su dedo índice el culo de su hijo y lo logro meter lentamente.

Ante este cumulo de sensaciones Manuel volvió a girar la cabeza al frente y a cerrar con fuerza sus ojos, abandonándose a los deseos de su padre.

Roberto empezó a meter y sacar el dedo en el ano de su hijo, Manuel empezó a bombear sus caderas sensualmente hacia delante y hacia atras, haciendo mas profundos los movimientos en su culo y en su polla.

Roberto metió su segundo dedo y siguió con la penetración, la cara de Manuel era ya indescriptible.

Roberto tenia miedo de que Manuel se corriese antes de tiempo así que paso de la paja a simples caricias atrapando su polla entre la palma de su mano y el vientre del chico, que también disfrutaba de este cambio.

Roberto se concentro en el culo de su hijo y fue a por el tercer dedo. Manuel colaboraba con la penetración echando el culo con fuerza para atras, el hambre de su ano no conocía limites ya y quería sentirlo todo.

Roberto miro su polla y sentía que no podía mas, su nabo estaba rojo tomate, con las venas a punto de reventar y tenia que descargarla.

Así pues hizo aquellas penetraciones mas lentas, a lo que los movimientos de caderas de Manuel no disminuyeron, el chico estaba ido y no podía parar. Roberto ante esa efusividad de su hijo se ponía a mil.

Roberto agarro su polla con decisión y la apoyo en el ano de su hijo.

La sensación de las suaves y jugosas nalgas de su hijo en su polla era algo indescriptible.

Manuel giro la cabeza hacia su padre con una sonrisa de oreja a oreja al sentir por fin el grueso nabo de su papa en su ano hambriento y dilatado y empezó a emitir unos gemidos de gato, como de suplica, que confirmaron a Roberto que ya era suyo, haría con el lo que quisiese. Empezó a empujar su grueso nabo por el ano de Manuel.

Manuel empezó a sentir una mezcla de dolor muy grande y placer por sentirse poseído por su padre. Ante el dolor apretó los dientes y los ojos con fuerza y su cuerpo se cubrió de temblorcillos nerviosos, alzo las piernas a horcajadas sobre los bordes de la ducha para empompar el culo totalmente hacia su papa.

El camino fue lento y lleno de tensión y excitación, suspiros, gemidos, resoplidos, temblores y demás. Pero al final la polla de Roberto estaba completamente introducida en el culo de su hijo.

Manuel se tomo un tiempo de tomar fuelle y abría la boca lleno de deleite y excitación por tener el grueso nabo de su papa totalmente metido en su cuerpo. Los ojos se le iban a los lados de delirio por la tremenda lujuria del momento.

Las larguísimas piernas de Manuel fueron cogidas en el aire por Roberto y agarro a su hijo por detrás de las rodillas mientras la espalda del chico descansaba encima de su padre.

Manuel, con la cabeza totalmente obturada de pasión se acordó que tenían el espejo justo delante de la ducha así que con las piernas empujo las cortinas a un lado y pudo ver reflejada una imagen impresionante, su cuerpo colgado de los fuertes brazos de su padre con las piernas en el aire y abiertas, y con la hermosa visión de los tremendos y peludos huevos de su padre colgando de entre sus gruesas nalgas y el comienzo de la gruesa polla de su papa totalmente penetrada en su culo.

Roberto, con la espalda de Manuel apoyada en su cara empezó a realizar un vaivén dentro del culo de su hijo. La sensación que sentía Manuel era grandiosa, y ya no pudo aguantar sus primeras palabras.

– Siii siii aaauummm aaah ahhh – , decía Manuel débilmente mientras se miraba frente a frente en el cristal. Roberto empezó a lamer la espalda de su hijo mientras subía y bajaba su cuerpo con los brazos. En otra situación el cuerpo de su hijo le hubiera pesado tremendamente pero en esta situación sentía que podía con todo. El vaivén de las caderas de Roberto aumentaba, su polla aparecía y desaparecía del culo de su hijo con rapidez.

Manuel quería aportar con su cuerpo mayor presión a la acción de la polla de su papa así que se apoyo hacia atras con sus manos en los hombros de su padre y subió y bajaba con sus brazos. Las gemidos de placer de Manuel continuaban y gritaba ya sin control.

Un latigazo recorrió la polla de Roberto y eso fue el inicio de una enorme corrida que empezó llenar el interior de Manuel. Todos los vaivenes se pararon y Manuel exhaló aire atraves de su boca totalmente abierta y con los ojos entre cerrados llenos de lujuria.

Deseaba ser llenado por la leche caliente de su padre y esto era mucho para el. El semen de Roberto empezó a gotear de las nalgas de su hijo en hilillos que caían en el suelo. Manuel deseaba tener la polla gorda de su padre toda la vida metida entera en su culo. Manuel empezó a abrir los ojos y observo deleitándose la escena en el espejo.

Estuvieron así unos minutos, los dos encajados como un solo ser, minutos que parecieron horas de plenitud sexual, pero al rato Roberto bajo las piernas de su hijo y este poso sus pies en el suelo por fin. Sus piernas casi no le aguantaban y temblaban de emoción.

Le gustaba ser manejado como un muñeco de trapo por su padre y este lo sabia.

Así Roberto le empezó a sacar la polla lentamente, deleitándose en el roce de su polla con el encharcado y ardiente ano de su hijo, al final con un chapoteo final acabo saliendo, dejando una gruta oscura inundada de sudor y leche paterna.

Manuel miraba a su papa a la cara atraves del espejo con una cara de pasión cómplice. Roberto dio la vuelta su hijo por las caderas y lo dejo contra el lavabo.

Manuel miro fijamente a su padre y le volvió el nerviosismo.

Se daba cuenta de lo que acababa de hacer pero por otro lado tenia una excitación que lo hacia temblar y respirar vocanadas agitadas de aire, temblores que hacían cimbrear aquella polla larguísima que estaba roja ya de excitación.

Manuel pensaba en lo horroroso de la situación pero se daba cuenta de que estaba atrapado en una red de placer del que estaba enganchado.

Roberto se sentía pleno al ver que tenia a su niño como su puta particular, con aquel cuerpo fino, fibroso y lampiño para el solo, para cumplir todos sus deseos y placeres mas ocultos.

Roberto empezó a lamerle el cuello como el perro que lame su hueso mas sabroso, con toda la lengua, como queriendo limpiar a su cría. Y de echo así se sentía, amando a su niño, a su cachorro, cuidándolo y lavándolo.

Manuel se apoyo con las manos en el borde del lavabo y echo la cabeza hacia atras cerrando suavemente los ojos, disfrutando del lavado animal que le hacia su papa. Roberto empezó a bajar con la lengua a las tetillas de su niño, lamento y magreando con ansiedad los pechos de su hijo, concentrándose en los pezones, que relamía con ternura.

Manuel empezó a lanzar pequeños gemidos y Roberto sonreía, viendo que a su niño le gustaba que le lamiera enterito.

Luego Roberto paso al ombligo, concentrándose en el agujerito que lo limpiaba con tesón.

Y bajo hasta su parte mas deseada. Manuel se dio cuenta de lo que venia y bajo tímidamente su cara hacia su polla.

Con la boca semiabierta y mirando con excitación a su padre y a su polla.

Roberto le miro como si un hambriento mira un filete enorme que esta a punto de devorar. Luego se centro en el enorme nabo de su hijo, cogiéndole por la cintura con la izquierda con la derecha empezó a masturbarle lentamente, a lo largo de toda la longitud del nabo.

También lentamente Manuel empezó a echar la cabeza otra vez para atras dejándose llevar por el placer.

Roberto, por fin, abrió la boca y le dio la primera chupada intensa al nabo de Manuel, este sintió un latigazo de placer que hizo contraerse su cara y lanzar un gemido. Roberto estaba en el paraíso al poder comerse por fin la larga, suave y sabrosa polla de su hijo.

La chupa con mucho deleite, como quien come la ultima comida de su vida. Manuel lanzaba los gemidos cada vez mas frecuentemente y con mas fuerza. Roberto empezó a masturbar con mas rapidez la polla de su niño mientras le agarraba por las caderas.

Manuel estaba que no podía mas, apretó con fuerza el borde del lavabo y lanzo un ultimo y fortísimo alarido de placer.

De la polla de Manuel empezó a manar gran cantidad de leche que era absorbida casi por completo por la ávida boca de su papa.

La cabeza de Manuel colgaba inerte hacia atras con los ojos fuera de orbita y la boca totalmente abierta.

Roberto ahora absorbía toda la leche que salía del nabo de su hijo, luego lentamente empezó a sacárselo cerrando los labios contra el, arrastrando lentamente todos los restos de leche que ahora le parecían mas preciosos que el ultimo vaso de agua del desierto.

Roberto se enderezo y abrazo a su hijo con autentico amor, siguió dándole lamidas por debajo del mentón mientras sus manos se dirigieron a sus jugosas nalgas y las empezaron a magrear con fuerza, en circulos.

A Manuel le había cambiado la vista, y ya no volvería a mirar a su padre de la misma manera, ahora lo miraba con la vista caída, de lascivia, ahora el era su esclavo, su posesión carnal.

Manuel estiro sus largos brazos y rodeo a su rechoncho y peludo papa, acariciándole la espalda, como un cachorro que le da las gracias a su amo.

Desde entonces los dos firmaron un acuerdo secreto de carne, de dueño a esclavo, de amo a cachorro, de padre a hijo.

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