Capítulo 9

Pisa el acelerador IX

Al fin era sábado.

Cogí el trozo de papel de aluminio en el que había echado las medicinas molidas y lo metí en una bolsa junto con el slip y el par de calcetines idénticos a los que hoy llevaría K (era fácil saber lo que llevaría, se cambiaba poco).

También cogí el speedo que había preparado holgando las perneras y me dispuse a ir a recoger a K. Aparqué un poco pronto en el lugar convenido y él no había llegado.

Decidí aprovechar eso y cuando vi por el retrovisor que se acercaba, salí fingiendo que me marchaba. Él corrió detrás del coche y yo paré. Cuando llegó estaba sofocado, muy serio le dije:

– Creí que no venías e iba a comisaría a decir que no te cubría, que te detuvieran.

– Sólo tardé unos minutos (en realidad no había tardado pero como no llevaba reloj pensaba que sí)

– Si no tienes interés en ganarte ese dinero no lo pago y ya te arreglaras.

– No hombre. Yo quiero trabajar

– Bueno ya veremos. A mí me gusta que se hagan las cosas a mi manera. Si no obedeces alguna de mis ordenes se acaba nuestro trato.

– Tranqui tio. Vamos.

Llegamos a mi finca, está en una urbanización cerrada y con guardias de seguridad armados y con perros. K estaba impresionado. Abrí el portalón de entrada (de hierro forjado y de más de dos metros de alto, al igual que la muralla) con el mando a distancia mientras a K se le salían los ojos de las órbitas.

– ¿Por qué no vives aquí todos los días? Si yo tuviera una casa así viviría siempre en ella.

– Mi ático es muy confortable y así no me desplazo de la ciudad.

– Pero aquí tienes una tremenda piscina.

– Mi edificio también tiene piscina y mi ático tiene sauna y jacuzzi. Además (dije porque quería que se picara) para que quiere piscina un gitano como tú que sólo se lava del 30 al 31 de febrero.

Sonrió, pero era una sonrisa forzada, le quemaban mis comentarios pero no estaba en condiciones de contestarlos.

Fuimos hacia el pabellón de la piscina, llevé la bolsa de las cosas que había preparado y entré en el almacén del pabellón.

Al salir llevaba el bañador y unas botas de goma negras altas (ya os he comentado que mi pasión por el calzado en especial las botas negras fue lo que me hizo experimentar placer por primera vez con un chaval al ser pisado). Le dije a K:

– Ponte esto en el cuarto de baño.

– Él se quedó mirando las grandes botas y el diminuto bañador. ¿No puedo trabajar con mi ropa?

– La mancharías toda. Tan pronto como remuevas tierra formaras barro.

Estas botas son del jardinero que viene un par de días por semana y el bañador se lo dejó un primo mío que vino de visita con la familia. (No era mala explicación y justificaba que las perneras estuvieran flojas, ya que era un bañador usado).

– Bueno pero prefiero quedarme en calzoncillos.

– Ni de coña,(esos calzoncillos los quería para mí). No voy a tener a un gitano en calzoncillos en mi finca.

K fue a cambiarse ignorando mi último comentario. Yo apreté el botón REC (grabación) del mando a distancia de la cámara que desde el almacén captaba el cuarto de baño. Allí mismo desde el almacén pude ver a través del espejo especial a K desnudarse y pude ver su pene. Las fotos que me habían dado los detectives de K meando no le hacían justicia estando relajado no medía menos de 16 cm. y era muy grueso sus dimensiones en reposo eran casi las del mío en erección. Se puso el diminuto bañador y aún sin estar excitado le costó impedir que saliera por las perneras manipuladas. Cogí un pico un rastrillo, un recogedor y una pala y cerré el almacén.

Cuando salió K lucía imponente su bronceado cuerpo destacaba más con ese speedo azul cielo que le había escogido y con las altas botas negras. Apagué la cámara (con el mando), le di las herramientas y salimos a la zona que había dispuesto para que trabajara.

Le mostré donde quería que cavara y encendí discretamente las dos cámaras que lo iban a enfocar trabajando. Volví al pabellón y allí en el servicio pude disfrutar con mis trofeos. Las zapas olían fuerte, recio, viril, un aroma embriagador.

Me empalmé y descapullé totalmente. Las besé en la puntera y lamí sus suelas. Sus calcetines sucios y sudados fueron lamidos con respeto. Olí y lamí los sobacos de la camiseta empapándome con su aroma. Dejé el slip para el final lo lamí, besé y olisqueé. No pude aguantarme y allí mismo me masturbé, mientras me miraba en el espejo deseando que K hiciera lo mismo más tarde. Me limpié y salí a ver a mi adorable trabajador.

K había empezado a picar para luego poder cavar, era un trabajo pesado y el sol ya empezaba a calentar.

Preparé una jarra de té con hielo y le eché el equivalente a la dosis de un día de las pastillas que me habían recetado. Serví dos vasos en la mesa al lado de donde curraba K y le dije que se refrescara.

El vino pero al ver que era té no quiso. Yo le dije que tenía que tomar, que luego le daría cerveza fría pero que para trabajar era mejor no tomar alcohol. K se encogió de hombros y bebió, no le gustaba mucho pero era refrescante. Volvió a currar y al poco me dijo si podía tomar más.

Claro que sí, le contesté muy contentó. Llegó y se bebió dos vaso seguidos acabando la jarra. Me dijo: Luego me traes cerveza. Claro, pero apura el trabajo que va a ser la hora de comer, le contesté.

En realidad lo que quería era agotarlo y que se moviera mucho. Al rato k dijo que tenía que mear y fue al pabellón conecté la cámara y la desconecté unos minutos después cuando salió. En ese momento me fijé en la entrepierna de K se veía un bulto impresionante, en tan diminuto bañador.

Por una de las perneras se alcanzaba a ver un huevo obscuro y peludo y por la otra la punta de una polla casi descapullada. K siguió rastrillando, picando , cavando y recogiendo, pero cada pocos minutos se ajustaba el bañador manchándose de barro (yo no le había dado guantes para que se hiciera ampollas y quisiera vengarse de mí).

Ver ese cuerpo delgado, atlético, fibrado, era una delicia, pero verlo sudar con los músculos en tensión y con ese insignificante bañador y las botas de goma me estaba produciendo una gran erección. (tal vez influía que aparte de mi dosis de pastillas había bebido un vaso del té con las mismas pastillas disueltas, pero yo no necesitaba excusas cuando se trataba de empalmarme con K): Preparé una botella de 1 litro de cerveza y le eché casi el resto de las medicinas (equivalente a dos días), guardando un poco.

Cogí una botella de vermouth y un mini cubo de hielo, cogí además una nevera isotérmica y allí puse una botella de vino blanco frío, un cartón de leche y otra botella de cerveza. Llevé todo a la mesa y llamé a K. Vino lleno de barro y no sabía como colocar la polla dentro del speedo.

La llevaba para el lado derecho y marcaba un gran bulto que amenazaba con salir, ora por la pernera, ora por la cintura. La quería disimular tapándola con la mano pero era inútil. Me fijé que tenía las manos con rozaduras y ampollas.

– Bébete una cerveza, que te vas a deshidratar.

– Sí gracias. (S bebió un vaso entero y se sirvió otro).

– ¿Qué quieres para comer?

– Comemos aquí

– Claro llamo por teléfono y me traen cualquier cosa. ¿Qué te pido?

– Pollo o Pizza, no sé.

– Vale pega otro trago y acelera el trabajo o te quedas sin comer.

Acabó el vaso y se sirvió otro se lo bebió y volvió a cavar. Encargué a un servicio de telecomidas pollo en pepitoria (es una receta muy pesada) y le pedí que viniera bien picante. También les pedí percebes y cigalas cocidas y una ensalada para dos. Les metí la prisa de costumbre (los repartidores sabían que sino llegaban rápidos me quejaba al dueño y que si llegaban a tiempo les daba una buena propina).

K continuaba cavando, y cada poco se ajustaba el bañador. No podía colocar algo tan grande con esa tela tan reducida. Las pastillas le habían producido una gran erección. Colocó la polla hacia abajo, pero el resultado no fue mucho mejor.

Su bañador parecía un tienda de campaña. Sudaba mucho cavando cuando sonó el timbre del portalón. Era el repartidor del restaurante. Abrí y cogí las bolsas, le pagué dejándole una buena propina. Lo llevé a la mesa y le dije a K que fuera a ducharse (encendí la cámara del servicio y apagué las de afuera).

Volvió pronto y el cerdo no se había limpiado más que las manos.

Nuevamente me fijé en sus manos, el duro trabajo había causado estragos en alguien nada acostumbrado a dar el callo.

Tenían que dolerle bastante. Le dije que tenía que ducharse y vestirse para comer que no quería a un sucio gitano en mi mesa que lavara el bañador en el lavabo para luego poder volver a ponérselo.

Fue y tardó un buen rato llegó como yo le había dicho con toda su ropa. Incluso dentro de sus tanguitas de Calvin Klein y con un pantalón ancho de varios bolsillos su polla formaba un bulto glorioso. Yo dispuse las dos sillas de forma que pudiera gozar de ese espectáculo durante la comida.

La visión de la entrepierna de K me abría el apetito (aunque ese apetito no sabía como conseguir saciarlo). K acabó la cerveza (con medicinas) y abrió la otra mientras yo me servía vino blanco y empezaba a comer. K probó el pollo y dijo:

– Pica mucho.

– Es la receta del restaurante. Se resignó y bebió un trago largo de cerveza.

– ¿Qué comes?

– Percebes y cigalas

– ¿Están ricos?

– Es comida de señores, no de delincuentes. (quería cabrearlo). Prueba y le di muy poco de cada. K probó y le gustó.

– Está refrescante y no el pollo que quema.

– Ya te he dicho que es comida de señores, no para mulas de carga. Tú no te mereces ni el pollo, deberías estar en la carcel comiéndole la polla a todos. K me miró con odio reprimido. Era una mirada animal, brutal sin paliativos. Para ayudarle a vengarse, fingí una mueca de dolor.

– ¿Qué te pasa?

– Nada, la puta acidez de la ulcera. Voy a tomar un poco de leche. Cogí el tetra brik de la neverita y me serví un vaso de leche. Bebí hasta casi la mitad y pose el vaso en la mesa. Seguí comiendo. K no reaccionaba y quise picarlo. Luego vas a tener que trabajar toda la tarde, si estuviera de buen humor dejaría que te bañases en la piscina pero estando con la ulcera voy a estar cabreado. K se levantó diciendo que iba al servicio. Conecté la cámara del servicio (llevaba un chaleco multibolsillos y en tres de ellos tenía los mandos y podía conectarlos discretamente). Tardó unos quince minutos (para mi gozo, cuanto más tardará más minutos de grabación tendría para disfrutar) Cuando vi que salía apagué la cámara del servicio y conecté las de afuera.

Llevaba la mano izda. con la antinatural postura que me hacía relamerme de gusto pensando en su contenido. Cuando llegó yo aún no había tomado la leche fingí un gesto de dolor y me levanté diciendo que iba a ver la mierda de trabajo que había hecho por la mañana.

Mientras revisaba lo cavado K tapaba con su espalda mi visión de la mesa pero quedaba frente a una de las cámaras que lo grababan. Lo oí buscar en el fondo de su garganta regalos para mi vaso. Esperé un rato y lo llamé, el seguía de espaldas, insistí y vino.

Vaya mierda de agujero has hecho, le dije. Por la tarde tendrás que trabajar el doble. No contestó fuimos a sentarnos y pude comprobar que el vaso estaba más lleno, se apreciaban (difuminadamente) babas y mocos y seguramente debía contener semen (eso lo comprobaría después por el vídeo del servicio y por el de la mesa.

Apagué las cámaras del jardín). Bebí y paladee los fluidos del que deseaba que fuera mi dueño. Hacía tiempo que no necesitaba fingir, disfrutaba de lo lindo bebiéndome los líquidos de K y parte del placer era que él me ¿obligaba? a tragármelos.

Entrecerré los ojos y suspiré. Los puse en blanco y dejé que el vaso se me cayese de la mano y rodase por el césped.

A continuación me puse a frotarme la entrepierna y me levanté dejando que K contemplara como me sacaba la polla e iba pajeándome a unos matorrales donde me corrí. Saqué unos pañuelos de papel, me limpié y fui a la mesa.

K estaba impresionado por los efectos producidos. Aunque ya había sucedido varias veces se debía preguntar debido a qué tragar esas cosas asquerosas podía excitarme. Nunca me había preguntado nada porque no sabía como plantearlo sin delatarse.

Le dije que se cambiase otra vez y conecté la cámara del servicio. K volvió con el bañador y las botas.

Pese a que se había comido casi todo el pollo con guarnición y había bebido más de dos litros de líquido, su vientre aparecía tan plano como siempre, sólo se dibujaban las curvas de los abdominales. (esos músculos sobre una piel tan morena me recordaban las onzas de una tableta de chocolate, deseaba poder comerme ese vientre y luego bajar a ese miembro que me tenía subyugado). Desconecté la cámara del servicio y conecté las del jardín.

Le dije que cavara un poco y que luego descansaría, que estaba de buen humor y no me apetecía que él lo pasara mal. Sonrió él sabía a que se debían mis cambios de humor.

Fui hasta el pabellón y en el servicio cogí su slip y me puse feliz al ver que tenía una rastro de semen,(lo que probaba que acababa de beber la leche de K junto con la mía), lo besé con reverencia y cogí los calcetines.

Guardé todo en el almacén de donde saqué los nuevos y los deposité sobre su ropa. Salí y vi cavar a K con dificultades, había comido mucho de una comida pesada y picante y bebió dos litros de cerveza.

Además el bulto de su bañadorcito era enorme, pese a que se había hecho una paja (una al menos, el otro día se hizo dos en poco tiempo). Su polla estaba en plena erección y amenazaba con salir, él se la frotaba y se manchaba de barro. Los frenéticos movimientos al picar y cavar la movían dentro de su escaso recipiente.

Al subir la pierna derecha para pisar la pala y así hundirla en la tierra la polla le asomaba por la pernera izda. Yo no perdía detalle y las cámaras menos. Le dije que parara que se acabó por hoy (ya tenía suficiente material).

Suspiró relajado y le dije que se duchara en una ducha del jardín.

Mientras lo hacía eche lo que quedaba de medicamento en una cerveza y se la di a K, diciéndole que la tomara para refrescarse.

No se hizo de rogar y se la bebió casi de un golpe (con eso casi triplicaba la dosis que me habían recetado). Apagué las cámaras y le dije a K que se fuera a bañar a la piscina, fue pero estaba tan cansado que enseguida se tumbó en una colchoneta, al principio boca arriba pero el bulto no paraba de molestarle y se tumbó boca abajo.

Se movió hasta acomodarse y vi que iniciaba unos movimientos de vaivén. (Lamenté no tener una cámara sobre la piscina, ya me encargaré de solucionarlo). Culeaba sobre la colchoneta frotando su paquete contra la lona.

Estaba cachondo y se movía al compás de su placer sin darse cuenta del soberbio espectáculo que me proporcionaba un cuerpo moreno, musculado, mojado moviendo su culo, tan prieto y redondo, de esa manera. Pensé en aprovechar que estuviera tan excitado y le llamé fingiendo incomodo.

– Gitano sal ya de la piscina. Te acerco hasta la ciudad que mañana tienes que hacer todo lo que no hiciste hoy.

– Va hombre, déjame descansar un poco.

– Vas a descansar en la cárcel. Salió del agua y se secó con una toalla.

– Dijiste que podía descansar.

– Ya has descansado suficiente. Además me ha vuelto la acidez y quiero ir a casa a por las pastillas.

– Toma más leche.

– Acabo de tomar un vaso y no me ha aliviado.

– Por que lo tomaste muy seguido. Bébela como mi padrastro.

– Vale. Cogí un vaso lo llene de leche y bebí un poco más de la mitad. K fue al servicio (conecté la cámara) y volvió al rato (desconecté la cámara) yo estaba en una tumbona al lado de la piscina y un poco alejado del vaso de leche. K fue hacia el vaso y unos minutos después me lo trajo. Yo lo cogí y sin beberlo vi que tenía premio. K me preguntó

– Mis calcetines y slip están nuevos.

– Que gitano eres, a eso se le llama lavado y planchado. Vi que eran una miseria y le dije a mi criada que los lavara. Pobrecilla casi se desmaya al coger esa inmundicia.

– Pero lo ha hecho muy rápido y yo no la he visto. Parecen nuevos de la tienda. – Si la ves, no lo hace rápido o no deja la ropa como nueva la despido. Yo soy muy exigente con mis empleados. Inútil sólo te tengo a ti. Bebí y saboreé las dos leches que contenía el vaso la de la vaca y la de mi adorado. Fingí los síntomas habituales y me froté la polla varias veces.

– Estás bien,

– Estoy de maravilla. Me encuentro de buen humor. Mañana sólo trabajaras por la mañana y por la tarde descansaras en la piscina.

– Gracias.

Fue a cambiarse y conecté esa cámara. Yo fui al almacén. Recogí sus calcetines y slip y el bañador para utilizarlos en casa así como la cinta del almacén que grabó el cuarto de baño. No pude recoger las otras dos cintas de vídeo para que K no viera las cámaras. Lo deje en el barrio y fui a mi ático. Una vez en mi dormitorio me desnudé y puse el vídeo en mi equipo de 55″. Las primeras imágenes era las de K desnudándose y poniéndose el speedo y las botas.

Tenía algunos planos de la polla de K que había visto detrás del espejo. El siguiente corte era de K meando, su polla ya había notado los efectos de la medicación. No podía medir menos de 23 cm. era un miembro glorioso, estaba tan empalmado que apenas podía mear, (el pene es uno de los pocos órganos dobles, realiza funciones de micción y de reproducción.

Cuando está en total erección se abre el canal eferente, semen, y se cierra el canal urinario, orina).

Deseaba ese meo, beberlo sería mi reto aunque no se me ocurría como conseguirlo. El vídeo seguía con K lavándose las manos en el lavabo y al rato duchándose (siguiendo mis ordenes) y lavando el bañador para luego secarse y vestirse. (Todas estas actos estaban llenos de escenas excitantes, tal vez la mejor era la del cuerpo de K lleno de espuma bajo el chorro de la ducha).

Al fin venía lo que buscaba, (cuando se ausentó durante el primer vaso de leche), K llegó se bajó los pantalones y el slip y empezó a pajearse frente al espejo ( y la cámara). Repetí los movimientos de K y me corrí al mismo tiempo que él y también como él recogí mi leche en mi mano izda.

Pero K siguió pajeando ese magnifico miembro y por segunda vez se corrió en la mano. Repitió los movimientos y se corrió por tercera vez.

Eche el semen de mi mano en el bañador y me lo bebí deseando que fuera el suyo. El cabrón se había corrido tres veces en pocos minutos.

Las pastillas le afectaban mucho. El siguiente vídeo era K cambiándose al bañador y a las katiuskas.

Aprovechó para orinar y otra vez tuve un primer plano de su sabrosa (deseaba probarla) polla. La siguiente escena era K húmedo (recién salido de la piscina) pajeándose para conseguir su leche para mi vaso.

Se corrió dos veces, que hijo de puta, cinco veces en pocas horas, como deseaba sentir esa potencia en mi carne, ser follado durante horas por ese sátiro (aclaro que los hombres no pueden tener ninfomanía, pues es cosa propia de las ninfas. Llamándose el mismo caso en el hombre, satiriasis, propio de sátiros.

La cultura no excita pero curte).

El vídeo acababa con K nuevamente vistiendo con su ropa para marchar.

Mañana es domingo y espero que el día del señor me sea muy propicio.

Continúa la serie