Capítulo 3
- Pisa el acelerador I
- Pisa el acelerador II
- Pisa el acelerador III
- Pisa el acelerador IV
- Pisa el acelerador V
- Pisa el acelerador VI
- Pisa el acelerador VII
- Pisa el acelerador VIII
- Pisa el acelerador IX
- Pisa el acelerador X
- Pisa el acelerador XI
- Pisa el acelerador XII
- Pisa el acelerador XV
- Pisa el acelerador XVI
- Pisa el acelerador XVII
- Pisa el acelerador XVIII
Pisa el acelerador III
Otra vez estaba sólo en el bar, en mi lugar favorito de la barra esperando que viniera alguien.
Llegó K y como tenía por costumbre se puso a mi lado y apoyó su zapa en mi bota, una vez más eso produjo una reacción de muelle en mi polla, ya sólo verlo me ponía cachondo esperando el momento en que empezaría a putearme, pero cuando me pisaba, me empalmaba y descapullaba.
Fingí no darme cuenta de que me pisaba, lo saludé e invite a una cerveza.
Aproveché para mirar para mi bota y ver una deportiva Nike inmaculadamente blanca con la marca en amarillo, me encantaba y mi polla debió llegar al límite de sus 17 cm. K empezó con su ritual de ahumarme, fingía interesarse por charlar conmigo para echarme todo el humo que podía en los ojos la nariz y la boca. Tosí y me froté los ojos en un par de ocasiones.
Notaba que le excitaba que no le mandase parar, le hacia sentir que podía manejarme. K estaba inquieto, no paraba de mover su zapa dcha. encima de mi bota dcha.
El movimiento afectaba no sólo a mi bota sino también a mi pierna; y con ella se movía mi polla no era un movimiento fuerte pero constituía una caricia sumamente agradable. K me pidió una cajetilla de tabaco. Por provocarle yo me negué.
Él me dijo no seas cerdo y yo le contesté que hay que ser inteligente para poder pagarte tus vicios. Sabía que eso lo picaría.
Estuvo dando vueltas nervioso por el local y salió afuera. Yo no pensaba dejarle repetir lo de la vez anterior si venía con barro en la suela me apartaría antes de que me manchara y le diría que era un guarro por haber pisado barro, devolviéndole la humillación del día anterior.
Pero entro caminando normalmente, incluso yo diría que con mucha chulería.
Venia hacía mí con su media sonrisita irónica. Parecía que llevaba algo como un papel en la mano derecha y en los ojos traía un brillo de maldad que me hacía presagiar que iba a ser victima (no inocente) de una putada mayor que la del barro.
Se situó a mi derecha y se agachó para ajustarse el pantalón al playero y así maquear más como hacen los de su edad.
Cuando se levantó observé que en el suelo quedaba un papel, el que traía cuando entró. Yo aún no sabía que tramaba pero no tardaría en averiguarlo.
K me pasó el brazo por encima del hombro, con un gesto demasiado cariñoso para como me trataba. Me dijo no te cabrees conmigo.
Mientras su brazo me desequilibraba haciendo que levantara la bota dcha.
Cuando la apoye noté algo blando que en mi ciudad se pisa demasiadas veces, el hijo de puta me había puesto una cagada de perro en el suelo y fingiendo amistad me empujó hasta que la pisé.
Al notar lo que pisaba iba a levantar la bota pero inmediatamente K me pisó manteniendo mi bota fuertemente pegada al suelo.
Unos segundos después movía su zapa haciéndome mover la bota y manchando aún más las baldosas del bar. K dijo que mal huele aquí levantó su zapa dcha. de mi bota y miró su suela luego hizo lo mismo con la izda.
Me miró desafiante como diciendo que no era él el que olía tan mal.
Levante mi suela izda. y sonreí como de alivio de no ser yo, así cuando levantara la otra mi humillación sería mayor, al levantar la dcha. nos llegó a los dos un olor asquerosamente intenso.
K se apartó y me dijo lo tuyo es mucho cerdita, primero barro y ahora mierda. Eres una cerdita de primera. Yo fingía estar destrozado fuí al wc apoyando la bota dcha. en el talón y allí me limpié la suela. Salí con un rollo de papel higiénico y me agaché para limpiar las baldosas.
K cómodamente sentado con los pies encima de una mesa se partía de risa. No podía estar más chulo disfrutaba con mis tareas de limpieza. Sabía por charlas de bar que yo no limpiaba nunca pues en casa y en el despacho contrataba gente para esas tareas.
Fui a por la fregona y me puse a limpiar, disimulé limpiando desde la barra hasta la puerta como si hubiera dejado pisadas. K se dió cuenta que eso limpiaba la prueba de que yo no había entrado con la suela manchada y se quedó muy satisfecho al quedar libre de toda culpa.
Sonriendo me dijo pero si eres una fregona de primera, cuando viva sólo te voy a llevar a mi casa para que hagas las faenas, te compraré un uniforme y con las medias y los zapatos de tacón estarás perfecta. Yo callaba poniendo cara de apesadumbrado y consintiendo tanto puteo. Lo que más me excitaba es que me tratara en femenino.
Alargué la limpieza más de lo necesario para darle oportunidad de insistir en la humillación. K no dejó pasar la oportunidad, dijo límpialo bien cerdita que si no eres limpia no te contrato de criada.
Me agache y recogí el papel en el que había traído la mierda y lo llevé para tirarlo por el wc. Cuando volví K me tenía preparada una nueva humillación.
Me dijo déjame ver la suela a ver si está limpia, sólo enseñársela y dejar que fuera él el que decidiera si estaba bien ya era rebajarme, pero yo le quería dar la satisfacción completa me ponía muy cachondo que me tratase como una mujer, y quería que aprovechase todas las posibilidades de humillarme que se le ocurrieran, más las que yo le ponía en bandeja.
Me acerqué y humildemente le enseñe la suela para su supervisión. La había limpiado a conciencia pero ya me imaginaba que mi duro juez no iba a estar contento.
Está sucia, vete inmediatamente a limpiarte cerdita. Era mentira pero hice un gesto de resignación y fuí con la cabeza agachada, quería que su victoria fuera total que sintiera que le obedecía en todo y deje la puerta abierta para que se regodeara en su victoria.
Me demoré en limpiar para que viera que le obedecía y al volver a la barra le dije amablemente si quería una cerveza.
Mientras iba al wc me contestó, sí cerdita y píllame dos paquetes de tabaco para que no ande corto. Era pasarse, pero sentía que podía aprovecharse de mi obediencia y la paga que le lograba sacar a su madre nunca le llegaba para nada.
Sin decirle nada pedí cerveza y dos cajetillas. Él vino hacia la barra sonriendo al ver la cerveza y las dos cajetillas. Me dijo el wc huele horrible cerdita.
Yo le había provocado a ser listo para conseguir sus vicios y él me había humillado totalmente. Empezó a pisarme. No paraba de moverse, otra vez notaba el dulce vaivén que mi pierna proporcionaba a mi polla.
Tenía ganas de masturbarme pero no me apetecía hacerlo en ese wc pequeño y con olor a mierda de perro. Tampoco quería marcharme aún, K era una fuente inagotable de recursos a la hora de humillarme y pensé que se le ocurrirían cosas nuevas.
No paraba de pisarme y yo pensé en ayudarle a putearme. Se me ocurrió una cosa que K no dejaría escapar. Me aparté un poco de la barra y cogí una servilleta, escupí en ella y la tiré al suelo. Sabía que K diría algo, como así fue.
Cerdita no descansas de hacer guarradas ¡eh!. Yo me inventé una historia para ganar su interés.
Le Conte que de crio en la escuela me cogieron dos matones, me abrieron la boca y me escupieron dentro de la garganta.
Eran unos lapos horribles y tan abajo de la campanilla que tuve que tragármelos. Estuve toda la semana devolviendo y aún ahora me cuesta tragar mi propia saliva porque me acuerdo de esos escupitajos y me dan ganas de vomitar.
Noté que la información (falsa) que le había facilitado le agradaba y otra vez vi un brillo de maldad en su mirada. Pensando que ya le había dado una forma más de putearme y que K no dejaba pasar esas oportunidades, fuí a jugar a la máquina tragaperras, cosa que hago poco pero a veces le echo unos euros.
Gracias a los espejos pude ver que K había cambiado de posición y estaba casi inclinado sobre mi cubata. Volví a la barra y cogí el cubata sin apenas mirarlo.
Pero pude ver que además de la espuma que hace la Coca-Cola había un poquito de baba blanca.
El cabronazo de K esperaría verme devolver sin saber yo, a que era debido pero yo hice algo que me dejaba en una posición peor. Puse cara de alegría y dije hacía años que no tomaba un sorbo tan rico. Hasta me he empalmado de lo bien que me supo, afirmé.
K sonrió viendo un mundo de posibilidades de utilizar eso. Me había hecho tragar un esgarro y yo me empalmaba, no quedaba en buen lugar.
Me tragaba la saliva de un tío y se me ponía dura. Todo eso daba mucho juego y yo sé que K no era bueno en los estudios pero planeando putadas había demostrado tener mucha iniciativa.
Mientras me tragaba el esgarro lo paladeaba me excitaba mucho sentir placer y dar a K más poder sobre mí. K me dijo échale más a la tragaperras, que creo que vas a tener suerte.
Le obedecí, para su gozo comprobando por el espejo sus maniobras sobre mi vaso. Me retrasé en la máquina y cada vez que echaba más monedas el se movía hacia mi vaso.
Quise darle tiempo para que hiciera lo que quisiera. Volví a mi sitio y comprobé que la gran seguridad que tenía en si mismo le había hecho excederse. Se había dejado llevar, y se había pasado.
A pesar de que ya había dado un trago el cubata estaba casi desbordado. Le había echado tantos lapos que la parte de arriba era una mezcla blanca de aspecto casi gelatinoso.
Yo pensaba que no podría beber todo eso sin vomitar. Para disimular le dije, fallaste, la puta máquina no me dió nada.
Él no dijo nada y se limitó a pisarme. Bebí un trago largo y puse gesto de placer, cerrando los ojos y mordiéndome el labio inferior durante unos segundos.
Me lleve la mano hacia el paquete y me lo froté como si estuviera sólo y no me viera nadie, como si gozara tanto que no pudiera resistirme, simulaba estar en estasis. Cuando abrí los ojos lo vi muy interesado por el efecto que me causó su colección de esgarros.
Cogí el teléfono móvil y fingí una llamada a una puta. Fingía estar muy caliente y le dije que no podía esperar que le pagaba doble pero que tenía que follar ya.
K debió pensar que el se llevaba los trabajos (no paraba de dar tragos a su cerveza, le había quedado la garganta seca echándome tantos esgarros) y la puta se llevaba paga doble por el polvo y conforme a su talante natural decidió sacar partido.
Me dijo, Cerdita dame dinero para el bus que ando tieso.
Yo nunca daba dinero sólo invitaba a tomar algo pero no me lo pedía, lo exigía insultándome, recordándome su control.
Quise que me sintiera obediente. Saqué la billetera y le di uno de los más pequeños 5 euros. No seas tacaña y estírate cerdita. Sin mirarle cogí uno de 10 euros se lo di y al querer recuperar el de 5 me dijo: déjalo así cerdita.
Era bastante dinero, una cerveza cuesta 1 euro y el tabaco 2,30. Yo lancé un suspiro como de resignación y el sonriendo me dijo tienes que ser obediente si quieres que algún día te tenga de criada. Yo no le dije nada quería que sintiera su triunfo total.
No quedé con ninguna puta en ese momento sólo me apetecía ponerme una zapa y pisarme mientras me pajeaba fuertemente. Tuve un orgasmo frenético y seguí masturbándome.
Tenía el glande todo enrojecido porque desde que llegó K al bar hasta que me corrí en casa había estado con una gran erección todo el tiempo.
Pero quería correrme más. Acabé agotado pensando que estaba en un camino sin retorno, no sólo respecto al humillante trato que K me iba a dar; Mi forma de vivir el sexo había cambiado de Hetero Activo Dominante a Gay Pasivo Sumiso.
No era cruzar una acera era cruzar una autopista.