Mi mochila y la geopolítica
Lo vi por primera vez mientras yo regresaba de clases en mi bicicleta por los amplios jardines de la universidad.
A pesar que estábamos en la mitad del invierno boreal y que la temperatura no había subido mas que a unos 45 grados Farenheit, el sol alumbraba con toda la fuerza que podría tener a mediados de enero.
El pronostico decia que al día siguiente la cosa cambiaria.
Su mano blanca pasaba por su cabello rubio y lacio, bien recortado y bien rasurado. Estaba sentado en una de las bancas leyendo un libro.
Vestía bastante formal para ser un estudiante y un abrigo negro que estaba solo desabotonado en las piernas le daba un aire de elegancia.
Pase una vez y ni el color verde fluorescente de mi bicicleta le atrajo. Pero yo estaba decidido a entablar por lo menos una platica con el. Se me ocurrió algo.
Calcule la velocidad de la bicicleta mientras el continuaba leyendo su libro sin levantar la vista. Pase por detrás de el y deje caer mi mochila a un lado de la banca. Frene haciendo chillar las llantas.
Por el ruido, finalmente levanto la vista y para mi satisfacción me sonrió. Alargo su brazo dejando el libro a un lado y agarro mi mochila.
«Se te cayo?»- me dijo mientras yo le miraba sus lindos ojos azules detrás de un par de lentes redondos al estilo de John Lennon.
«Parece que no la agarre bien»- le conteste mientras ponía mi pie en el suelo para detener la bicicleta -«Espero que no te haya molestado tu lectura»- continué tratando de hacer una conversación mientras miraba el libro que había puesto en la banca.
«Oh, no…al contrario, a veces necesito alguna distraccion…me gusta mucho leer y se me olvida que a veces mis ojos necesitan descanso…»- me dijo mientras yo me acercaba para tomar mi mochila, cómplice de mis andadas.
«Y que lees?»- le pregunte.
El se dio media vuelta dejando ver un cuello limpio y una oreja bien formada que invitaba a que la mordiera.
«Geopolítica»- me dijo mientras me mostraba la pasta del libro.
«Wuauuu!»- le conteste -«eso es lo que estudias?»- tome mi mochila queriéndole tocar la mano, pero aun no era tiempo.
«Estoy en el curso…estudio ciencias sociales»- me informo mientras continuaba sonriéndome. Tenia una de esas sonrisas permanentes, frescas, sinceras.
«Yo estudio arquitectura»- le dije mientras colocaba mi mochila en el manubrio de la bicicleta, como usualmente la llevaba.
«No te había visto antes»- y rápidamente agrego -«pero con unos 10,000 estudiantes las posibilidades no son muchas. De donde eres?»- y un poco avergonzado -«Digo, noto que tienes un ligero acento…»
«Ligero?»- le sonreí -«Soy de Centroamérica. Me llamo Fernando, pero me puedes llamar Nando, es mas fácil»- le dije extendiendo mi mano. Su mano estaba fría seguramente porque la había tenido sin guantes mientras leía su libro, pero sentí su suavidad y me provoco tirarmele encima.
«Mucho gusto Nando, yo soy Greg»- me contesto el mientras yo me bajaba de la bicicleta y la apoyaba en uno de los arboles sin hojas que estaban a un lado de la banca.
En la siguiente media hora Greg, como un buen estudiante de las ciencias sociales, me pregunto de todo sobre mi país.
Su manera de hablar era pausada pero siempre con un dejo de humor y una sensualidad que hacia que yo contestara a sus preguntas pero que mi mente no procesaba realmente, pues lo único que quería era besarlo y cogerlo.
Finalmente me dijo que tenia que ir a su clase, pero antes de hacerlo me pregunto si me gustaba el cine.
«Esta noche darán una buena película italiana en el Pit (así se llamaba el teatro bohemio de la universidad), quieres venir?»
«Claro. A que hora?»- le pregunte con una sonrisa de satisfacción porque estaba concertando una cita con aquel chico. Nos pusimos de acuerdo y siempre con su sonrisa me pregunto si tenia «wheels» (ruedas) además de las de la bicicleta. Le conteste que no, así que quedamos que el pasaría por mi en su carro.
Demás esta decir que las 5 horas que faltaban para las 8pm. se me hicieron largas. Una hora antes me di una ducha, me rasure, aliste mi ropa y me prepare.
Unos tres minutos antes de la hora establecida escuche el timbre que daba a la calle. Era Greg. Sali. No podía creer que estaba saliendo con un muchacho como sacado de una película: era guapo, atractivo, estudiado, educado y con un tremendo sentido del humor.
Vimos la película italiana, que realmente estaba buena y después nos fuimos a cenar a un restaurante de la ciudad. Santa Fe es conocida por su subcultura hispano-amerindia y su comida es parte fundamental de aquella experiencia. Sin embargo, mi mente estaba mas allá de la comida.
Cuando terminamos de comer, a eso de las 11pm. le dije que tenia que ir a mear. Me levante mientras el pagaba la cuenta. El restaurante estaba casi vacío y el lavabo estaba desierto.
Saque mi pene y descargue todo su contenido en el urinario mientras pensaba que haría para saber si a Greg le interesaba tener una relación con otro muchacho: yo. Escuche que la puerta se abrió y para mi sorpresa se trataba de Greg.
No dijo nada y simplemente se acerco a mi por detrás. Sentí sus suaves manos que me tomaban por la cadera y su respiración que inundaba el cuello. Sus labios se posaron sobre el y me comenzó a besar. Sentí como se topaba a mi, y como su bulto crecía mientras hacia contacto con mi trasero.
«Te gusta?»- se atrevió a preguntarme.
«Me encanta»- le conteste.
«No sabia si hacerlo o no»- me confeso mientras sus manos se introducían por mi camisa y me tocaban el abdomen. A estas alturas mi pene estaba poniéndose rígido.
«Yo estaba esperando que lo hicieras…desde que te vi en leyendo en la banca»- le confesé por mi parte.
El no dijo nada y continuo besándome el cuello y deslizando sus manos en mi abdomen hasta llegar a mis vellos púbicos.
«Por que no nos vamos a tu apartamento?»- me pregunto mientras me tocaba solamente la base de mi pene poblada por los vellos.
No hubo necesidad que le contestara. Salimos de allí y nos fuimos rápidamente hacia mi apartamento. La noche estaba fría y predecían una leve nevada para el siguiente día. Sentí como el aire gélido nos pegaba en el rostro así que cerré la puerta y encendí la calefacción.
Greg estaba de pie a la par de la puerta y sin decirme nada me tomo de la mano, me halo hacia el y me beso. El calor de nuestros cuerpos juntándose por primera vez fue una fantasía hecha realidad y mucho mas potente que la recién encendida calefacción. La lana del abrigo de Greg no fue impedimento para que se lo abriera con avidez. El hizo lo mismo con mi chaqueta de cuero y con el resto de mi ropa.
Nos tiramos a la cama en medio de besos que hacían que mi lengua se secara al ser succionada por la boca hambrienta de Greg. Sus manos exploraban todo mi cuerpo mientras yo me concentraba en su verga y sus huevos. Aun no la había visto pues nos dedicamos a besarnos por largo rato.
«Esta es la única geografía que necesitas conocer»- le dije mientras el ponía una de sus manos en mi tetilla y la otra en el puente entre los huevos y la raja.
«Y la que voy a explorar»- me dijo siempre con esa sonrisa tan especial. Se puso encima de mi, abrió sus piernas dejando caer su verga en mi cara y tomando mi verga en sus manos para comenzarla a mamar. Estábamos en un perfecto 69.
Su verga era gruesa mas que larga, blanca y con un glande rosado que se me hacia apetitoso. Lo chupe poniendo primero solo la punta de mi lengua y después con suavidad baje con ella por la circunferencia de todo el pene. El también estaba haciendo un trabajo excelente pues sentía como mi verga desaparecía dentro de aquella boca que parecía insaciable.
«Méteme el dedo en el culo»- me dijo levantando la cabeza y volviéndome a ver.
Lo hice sin necesidad que insistiera. Aquel culo rosadito, blanquito y apretado comenzó a moverse a mi ritmo mientras yo tomaba el liquido preseminal de Greg y se lo untaba en su esfínter para obtener mayor lubricación. El se levanto haciendo que su verga me rosara todo el pecho y el abdomen hasta que se puso de espaldas hacia mi, en cuatro patas.
«Haceme tuyo»- me invito.
Me incorpore mientras observaba aquel culo ya dilatado por mi dedo y que me invitaba a penetrarlo. Sus poquísimos vellos estaban también mojados por su mismo semen haciendo que a mi se saliera hasta la baba de placer.
Me coloque detrás de el, le bese aquellas nalgas blancas y sin contenerme pase varias veces mi lengua por aquel orificio que sabia a gloria. El se contoneaba de placer. Coloque mi verga en dirección del culo y lo hundí de poco a poco.
«Metelo, metelo»- me rogaba Greg mientras sus caderas se movían como puta callejera que goza con su cliente. Mi verga entraba y salía a su gusto pues yo disfrutaba viéndolo gozar a el. Como pude le tome la verga y comencé a pajeársela. Estaba dura e hinchada y hubiera querido podérsela mamar mientras la mía entraba y salía de su culo.
Al poco tiempo su ritmo fue en aumento sabiendo que yo también estaba a punto de terminar.
«Esa verga latina que tienes ha hecho gozar a esto gringo»- me dijo mientras volvía a verme y me dejaba ver su sonrisa, esta vez picara y punzante.
«Y este culito anglo le ha dado placer a mi verga latina»- le conteste mientras mis jadeos llegaban a la cumbre.
«Ay…ahh..ahh…»- decia mientras los gritos de placer rebotaban en las cuatro paredes del cuarto.
Terminábamos juntos y nuestros cuerpos temblorosos se quedaron unidos por varios minutos hasta que el se dio la vuelta sacando mi ahora flácida verga de su bien remachado culo.
«Que bien que se te cayo la mochila justo al lado mío»- me dijo con una sonrisa en sus labios mientras con su vista me indicaba la famosa mochila que yacía sobre una silla.
«Si…que buena suerte me ha traído esa mochila…»- atine a decirle mientras miraba aquel cuerpo que acaba de ser mío…