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Mi mochila, mi vecino y su socio

“Queda prohibido no buscar tu felicidad, no vivir tu vida con una actitud positiva, no pensar en que podemos ser mejores, no sentir que sin ti, este mundo no seria igual.”

Así terminaba el soneto “Queda prohibido” del premio Nobel Pablo Neruda y que yo estaba leyendo en aquel restaurante de mi ciudad.

Casi nunca iba pero por algún motivo me sentí bohemio aquella tarde de lluvia y decidí tomar un café con un buen pedazo de pastel en aquel lugar que se asemejaba a un restaurante europeo.

Siempre me había gustado Pablo Neruda, su romanticismo y aquel soneto era muy bueno en realidad.

Ya daba también mi ultimo sorbo de café cuando observe que entraba un hombre corpulento, como de mi edad (unos 28), con una barba recortada, un poquito barrigón, pero que me pareció conocido.

Lo seguí con la vista hasta que saludo efusivamente a otro hombre que obviamente lo estaba esperando.

Se quito la gorra que llevaba para protegerse de la lluvia y entonces me di cuenta de quien se trataba y porque me parecía conocido.

Era Javier, el antiguo vecino con el que había jugado pelota tantas veces en la calle de nuestra colonia. Hacia por lo menos una década y media que no lo miraba.

No lo pensé dos veces y me dirigí hacia donde el estaba.

El me vio acercarse y al principio me quito la mirada y continuo platicando con el otro hombre, pero en cuestión de segundos una leve sonrisa apareció en su rostro y volvió a verme.

“Sos o no sos?”- me pregunto poniendose de pie.

“Soy!”- le respondi mientras nos dabamos un fuerte abrazo. Olia sabroso, a una colonia fina que no identificaba.

Se dio media vuelta mientras el otro individuo se paraba sonriendo.

“Mi antiguo compinche en el futbol…”- me presento mientras el individuo me daba la mano -“El es…”- note duda en su presentacion -“mi socio, Hugo”. Hugo era un poco mayor que nosotros dos, quiza tendria unos 35. Tenia ya el pelo con una que otra cana, un poco mas alto que yo y con una sonrisa de oreja a oreja me extendio la mano.

“Antiguos amigos”- dijo mientras yo sentia una electricidad que me invadia el brazo al darle la mano.

“Bueno, no tan antiguos”- le dije mientras los tres nos reiamos a carcajadas.

Nos sentamos y comenzamos a platicar animadamente, a ponernos al tanto con Javier.

Me dijo que no se había casado aun, que andaba con una muchacha del extranjero (y al decirlo vio de reojo a su socio), que le iba muy bien con un negocio que había puesto de contabilidad junto a Hugo y que se alegraba mucho de verme.

Yo le conte algunas cosas que yo habia hecho, como habia viajado por el mundo en mis estudios y como estaba de regreso en mi pais.

“Muy interesante los rumbos que han tomado sus vidas”- dijo Hugo mientras se limpiaba los labios con una servilleta. “Se ve que se llevaban bien y parece que podemos ser amigos, verdad?”- la pregunta por algun motivo me parecio provocadora asi que conteste con bastante atrevimiento.

“Si, haciendo un trio”- mi implicacion estaba alli, y por las risas de los dos sabia que lo habian captado.

“Entonces”- dijo despues de un momento Hugo -“porque no vamos a mi casa? Ya se calmo la lluvia…”

Sin saber exactamente a que atenerme me subi a mi carro y segui el carro de Hugo a traves de la ciudad.

Los 15 minutos de trayecto me los pase imaginando el porque iba a la casa de el socio de un antiguo vecino. Mi verga, que se paraba de vez en cuando, ya sabia la respuesta.

“Estas en tu casa”- me dijo Hugo mientras yo entraba por la puerta y contemplaba un espejo gigantesco en una de las paredes de la sala. Note que Javier entraba como por su casa.

“Ponete comodo”- me dijo mientras el se quitaba los zapatos y se desabotonaba la camisa. A que se refiria con “comodidad”?

Hugo se acerco a Javier mucho mas que un socio y le toco el pelo.

“Javier siempre se pone comodo…”- dijo viendolo directamente a los ojos.

“Y a el le gusta eso”- agrego Javier sin quitarle la vista.

“Pero hoy vamos tambien a ponerte comodo a vos, como dijiste, vamos a hacer un trio, o no?”- dijo Hugo acercandose a mi.

Solo asentí con la cabeza pues por el nerviosismo no atine a decir palabra.

Hugo se puso frente a mi, yo estaba sentado, así que se agacho poniéndose en cuclillas para quedar a la misma altura de mi rostro -“Te gusta estar con un hombre? Yo creo que si. A nosotros también, así que porque no lo disfrutamos?”

Solo cerré los ojos al ver que se acercaba para darme un beso, me hice hacia atras al sentir el peso de Hugo poniéndose encima de mi.

Su verga estaba parada y la podía sentir a través de su pantalón. Javier se acerco ya sin camisa y dejando ver su pecho donde sobresaltaban un par de tetillas erectas, sabrosas, como a mi me gustan.

“Siempre quise hacer esto”- dijo mientras apartaba a Hugo, me abría la cremallera y sacaba mi verga -“que rica se ve”- dijo tomándola con ambas manos como si tuviera alguna reliquia que no quería quebrar -“cuando te miraba en tus pantalones cortos y se te dibujaba allí, siempre quise mordisquearla”

“Desde entonces?”- pregunte confundido.

“Y hasta hoy lo puedo hacer”- dijo mientras tomaba mi verga y se la colocaba en la boca. La verdad es que Javier era un excelente mamador.

Primero me lubrico con su lengua dejando una leve capa de saliva alrededor de mi glande, bajando lentamente por todo alrededor del mástil y luego engulléndola hasta llegar a los huevos.

Hugo, quien ya estaba solo en boxers me bajo el pantalon mientras se detenia en mis piernas, en mis rodillas y luego en mis pies besandolos con delicadeza.

“Tu amigo esta como bombón para chupar”- le dijo a Javier mientras este no le respondía al tener mis 18cms dentro de su boca. Hugo paso casi encima de el para acercarse a mi pecho.

Comenzó a besármelo mientras se colocaba de rodillas junto a mi.

Yo extendí mi brazo y comencé a sobarle la verga que se sentía dura, grande y ya mojada. Javier dejo mi verga por un instante y se quito el pantalón, y también el calzoncillo.

Luego se acerco a Hugo y le bajo su bóxer mientras le besaba la espalda. Yo me incorpore e hice que Hugo también se levantara.

Ahora los tres estábamos de pie, nos besamos mientras nuestras vergas se topaban unas a otras como serpientes en una canasta. Aquella sensación era deliciosa, era como una catarsis después de tantas fantasías no vividas.

“Ustedes hacen esto a menudo?”- pregunte mientras la saliva de mis amantes bajaba a golpes por mi garganta.

“Casi todos los dias”- me contesto Hugo mientras me besaba el cuello con delicadeza.

“Ya sea aquí o en la oficina o en cualquier otro lado que podamos”- me informo Javier mientras tomaba con su mano la verga hinchada de su amante y se acercaba a mi boca para besarme. Sentí como su lengua trataba de esquivar la mía para penetrar aun mas.

Hugo se puso de rodillas y me tomo mis nalgas abriendolas lentamente.

“Que rico este hoyito que tenes. Esta virgen?”- me pregunto mientras con un dedo abria mi orto.

“Ya quisiera yo…”- le conteste con una sonrisa.

“Pero se sigue viendo duro, socado… te puedo mamar?”- me pregunto.

“Adelante”- le conteste mientras le ayudaba abriendo mis piernas. Javier se agacho también y con una mirada de cómplice pudo meter su lengua en la zona baja de mis huevos.

Sentir aquellas lenguas, una tan cerca de la otra pero en lugares diferentes donde ambas me hacían llegar al éxtasis, fue mas delicioso de lo que alguna vez pensé.

Sentía como Hugo jugaba con su lengua en mi culo lubricándolo y haciendo suyo mientras Javier lamia suavemente mis huevos haciendo que mis vellos sintieran el pago del placer corporal.

Sentí que mis espasmos iban en aumento cuando Hugo se detuvo por unos instantes.

Se puso de pie y sentí como los 20cms de su verga venuda y casi negra comenzó a penetrarme. Javier subió un poco su boca y reanudo su mamada en mi verga.

Hugo me tomo de la cadera y en cada estocada sentía que el intestino no soportaría mas y se me abriría, pero no pude detenerlo pues el placer era mas grande que el dolor.

Poco a poco el dolor se fue y solo quedo el placer.

Quería mas y mas y Hugo me lo dio mientras Javier se colocaba frente a mi abriéndome su culo para que lo penetrara, se puso crema en el orto y se lo abrió lo mas que pudo.

“Cógeme mi amor”- me dijo mientras yo sentía su cuerpo pegado al mío.

Di un paso hacia el frente mientras Hugo topado a mi me siguió. Lo penetre con fuerza, tanta que lo hice dar un grito de dolor -“Así, con fuerza, así, dale cabrón, dale hijo de puta…”

Hubiera querido ser un caballo para montarlo mientras a mi me cogía su amante.

Sentí que mi verga penetraba libremente su esfínter.

Los tres estábamos tan pegados que nuestras pieles se confundían en una sola y nuestros fluidos entraban el uno en el otro haciendo nuestro placer indescriptible.

Las vergas paradas a su maxima expresion explotaron mientras nos contorsionabamos por el extasis alcanzado, mientras nuestras respiraciones se entrecortaban…

Di un sorbo mas a mi café mientras sentía como mi verga se paraba allí en aquel restaurante. La fantasía había sido tan real que me sentía mojado.

Suspire, vi a los dos hombres en la mesa a unos pocos metros de mi. Reconocí a Javier, mi antiguo vecino y decidí hablarle.

Tome mi mochila negra, me la puse al hombro y me aventure… quien sabe… tal vez la fantasía se me haría realidad…

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