Hace muchos años, estudiaba yo la secundaria a la vez que Estenografía (Secretariado) al no haber talleres de electricidad, carpintería o algo más masculino en el Colegio particular donde estaba inscrito.

Una de las materias de estudio era Taquigrafía… para nada me llenaba, yo era un machito sin calar que consideraba que eso era para las mujeres….

No cumplía con mis tareas y trabajos extraescolares, el maestro, Martín, envió un recado a mi casa y tuve una llamada de atención durísima: cero dinero para gastos, cero permisos para jugar o ver T.V., total, empecé a cumplir y Martín, mi maestro, me empezó a tratar muy bien. Algo había en él que me agradaba, yo tenía 14 años y él unos 20, era gordito, tipo oso pero lampiño, para mi gusto guapísimo…

Al menos así lo veía yo, y tenía una singularidad: seguido se rascaba o acariciaba «allá», es decir, tocaba sus huevotes, porque se le advertían en el pantalón, además de un paquete que yo imaginaba gordito, grueso, largo y duro… lo veía, me excitaba y terminaba masturbándome en el baño del colegio. Fue mi obsesión por tres años.

Una vez que concluí mis estudios seguí a la escuela superior y luego la profesional.

Con el tiempo, unos 15 años después, ya en ejercicio de mi profesión ocupé un importante puesto político y una ocasión, mi secretario que es gay y conoce mi secretito, me dijo: «Ni te imaginas, hay un gordito como os que te gustan esperando ser recibido por ti… y tiene un paquetón, de sueño». Le pedí que lo hiciera pasar viendo que venía de un sindicato de cuyos problemas tenía referencia…

No pude contener mi sorpresa cuando entró a mi oficina… ¡MARTÍN!, mi maestro de taquigrafía y a quien le agradezco su enseñanza porque tomo dictados, asisto a conferencias y simposios sin perder palabra porque desarrollé una considerable habilidad para escribir con signos o jeroglíficos a la velocidad del rayo…

Bien. Entró y nos reconocimos de inmediato, nos dimos un fuerte abrazo y después de discutir el asunto que lo llevaba, salimos a comer, a tomar una copa… no era posible acceder a su petición pero él, ya en el bar me dijo:

«Mira, sé que es difícil, sin embargo, pueden hacerse favores que yo sabré agradecer… cuando estabas en el colegio, me dí cuenta cómo mirabas mi bulto entre las piernas… no me aventé a pesar de que me gustabas porque eras menor de edad, pero… ahora es diferente…

No te vas a arrepentir»

Más por curiosidad y añoranza que por ser desleal, acepté acompañarlo a su hotel y cual sería mi sorpresa que aquel paquete era nada menos que una tremenda verga de 23 cm… tremendamente gruesa y con un cabezón circuncidado que sería el temor de cualquier culito virgen…

Este cabrón tendría entonces unos 35 años y yo 29… ni que decir que me animé y ME LO RECETÉ… fue una cogida espléndida, hizo con mi culito lo que quiso y me cogió en todas las posiciones inimaginables… lo que siguió después fue algo que no esperaba: me chupó mi agujero, se bebió mi leche… nos besamos haciendo gárgaras con el semen de los dos… me dejó penetrarlo… fue una experiencia inesperada.

Al día siguiente revisamos su asunto… era bastante difícil… no pude ayudarle más que en un 20 o 25% y lo entendió así, sin embargo, repetimos la experiencia y encontramos que éramos el uno para el otro, igual de calientes, morbosos y deseosos de disfrutar el sexo al máximo…

Continuamos viéndonos durante dos años…

Por cuestiones de política, tuvo qué cambiar su lugar de residencia y ocasionalmente nos encontramos, una o dos veces al año… la experiencia sigue siendo rica…

Coge tremendamente, de verdad que he tenido oportunidad de presentarle tres amigos que les encanta la verga y han disfrutado de este semental…

Está increíble.