Iniciado a los 17, iniciador a los 34

1. Mi iniciación

La primera vez que me follaron fue en un cine X, yo tenía 17 años, pero como soy bastante grande pasaba sin problemas por taquilla, para ello me dejaba la barba de varios días.

Siempre me sentaba en la última fila, donde está la acción. A mi lado se sentaban enseguida tíos mayores y si alguno me gustaba yo le tiraba mano al paquete, y les sacaba la polla haciéndoles allí mismo una mamada.

Pero yo quería algo más y en casa me trabajaba el culo con todo lo que encontraba, zanahorias, pepinos, botellas….y me masturbaba durante horas.

Esto sería el verano del 83, y ese día me lubriqué bien el culo antes de salir de casa y me metí en mi sala favorita. Se sentaron al lado varios viejos, pero los ignoré. Al rato se sentó un tipo de unos 30 y tantos, pelo rizado, con gafas y un bigotazo enorme, y en seguida me puse cachondo. Se sentó y sin decir nada se sacó la polla, gorda y venosa de unos 18 cms, me puso su mano en mi nuca y la empujó hacia abajo, hacia su polla, que empecé a comer enseguida, llena de líquido preseminal. Al otro lado tenía otro tío mirando lo que no hizo mucha gracia a mi macho. Así que me ordenó, «vamos a un sitio más tranquilo». Se guardó la polla, se abrochó la bragueta, se levantó y salió de la sala sin mirarme, hacia los servicios.

Yo no me lo pensé y lo seguí, cuando llegué no le vi, pero había un retrete con la puerta semiabierta, y allí estaba el, con los pantalones bajados y la polla en ristre.

Me metí con él y cerramos la puerta, me empujó hacia abajo para ponerme de rodillas, delante de su polla, que yo empecé a comer tragándomela hasta el fondo. Siempre he tenido la habilidad de poder tragarme todas las trancas hasta el fondo sin atragantarme, todo es cuestión de controlar la respiración. El tío empezó a llamarme de todo, puto, cabrón…y yo me bajé mis bermudas (sin calzoncillos) y empecé a masturbarme.

El me hizo ponerme de pie, sin dejar de chuparle, la polla era de vicio y el tío tenia mucho aguante, y así inclinado empezó a acariciarme la espalda, bajando hacia mi culo. Yo abrí las piernas de modo reflejo, lo que a el le puso más caliente insultándome otra vez. Llegó a mi agujero y empezó a sondear con un dedo, notando que ya estaba lubricado. !Qué hijo de puta más vicioso!, dijo, !Ya viene preparado! !Ven aquí que te la voy a meter!

Entonces me puso apoyado cara a la pared, con un pie encima del water y el culo bien en pompa, dejando mi agujero bien expuesto.

Si decir nada puso su capullo en el agujero y empujó de golpe, metiéndomela hasta el fondo.

Sentí un dolor enorme, a pesar de que ya era capaz de dilatar bastante (gracias a pepinos enormes), pero no pude gritar porque me estaba tapando la boca.

Dejó la polla dentro y me acordé de eso de «relájate y disfruta», cuando el vio que yo me relajaba empezó a bombear la polla, primero despacio, hasta llegar a un ritmo salvaje, sacando la polla casi del todo y volviéndola a meter de golpe.

Yo estaba en el cielo, las sensaciones de mi ano eran maravillosas, nada que ver con las frías hortalizas. Sentir una polla caliente, viva en mi culo me hizo saber que yo había nacido para ser follado… Solo diré que me corrí sin tocarme siquiera, cuando noté como el descargaba su leche dentro de mí, mientras los dos gemíamos como locos.

Al acabar me hizo limpiarle la polla con mi boca, se la guardó, dio media vuelta y se fue sin decir una palabra.

A partir de entonces iba al cine con condones, por aquello del SIDA, pero esa primera follada me marcó, ya que a la vez me sentí completamente dominado, usado, humillado y eso me excitó muchísimo.

Esa fue mi primera follada.

2. Iniciando a otro

El macho más joven que nunca me ha follado se llamaba Miguel, tenía 16 años, no era muy alto e incluso parecía algo aniñado, pelo rubio, apenas vello y una matita de pelillos casi blancos alrededor de una polla bastante respetable, ya totalmente desarrollada.

Esto ocurrió no hace mucho, en mayo de 2000, en un día de primavera de mucho sol y calor.

Yo fui a pasear a la playa nudista del Saler, aparqué mi coche me quité la ropa cogí mi tolla y mi crema y me acerqué al mar, donde había algunos otros paseando como yo.

Como en la orilla hacía mucho viento me fui a proteger en la zona de arbustos, por donde pasa una de los caminos que van paralelos a la playa, iba distraído y no me dic cuenta de que Miguel se me echaba encima con su bici, por lo que tuvo que pegar frenazo y derrapó, cayendo al suelo y haciéndose un buen rascón en el culo.

Miguel llevaba el culotte de ciclista, que le marcaba su cuerpo delgado y atlético. Me acerqué, me agaché junto a él y le ayudé a levantarse, por lo que no pude evitar que mi polla rozase su cuerpo.

Estás bien? Pregunté

Podrías mirar por donde andas! dijo el enfadado, pero sin quitar ojo de mi polla

Perdona, contesté yo, parece que te has rozado un poco, no? y le señalé el trasero, con el coulotte un poco desgarrado.

Si, me escuece un poco, dijo, visiblemente azorado

Bueno, yo llevo crema, si quieres te pongo un poco

No, no, dijo el, estoy bien

Vamos, agregué yo, ya medio empalmado, te vendrá bien descansar un poco y la crema te aliviará, yo mismo te la pondré….dije, a ver si picaba el anzuelo.

El volvió a mirar mi polla y pude ver como crecía el paquete en su apretada licra.

Bueno…a lo mejor…

Mira, vamos allí tras los árboles que no hay nadie.

El aceptó y para allá que nos fuimos, mientras nos presentábamos, yo

casi podría ser su padre.

Al llegar le dije, bueno para ponerte la crema tendrás que quitarte el coulotte, no? Yo ya estoy en bolas, así que no te de vergüenza.

El se dejó hacer, así que yo mismo le bajé las licras, pude ver su culo blanco y limpio, su matita de pelo rubio, su polla ya empinada y sus huevos redonditos y firmes.

Cogí la crema y le puse un poco en el muslo rozado, ¿Pica?, pregunté.

No, no, sigue dijo él.

Yo empecé a extender la crema en círculos cada vez mas amplios, pero hacia adelante, hasta que casi llegué a tocar su polla. El estaba muy nervioso y excitado.

Sigo? pregunté y él apenas asintió con la cabeza.

Decidí jugármela y le agarré la tranca, metiéndomela en la boca. El abrió mucho los ojos y me miró, gimiendo de placer, empecé a hacerle un trabajo de los míos y el pobre Miguel veía las estrellas. Se corrió en dos minutos y me tragué su leche, joven y dulce, pues me imaginaba que este era su primer encuentro sexual.

Pero claro, yo no me iba a quedar así, por lo que seguí chupando y chupando hasta conseguir ponérsela dura otra vez, tenía el vigor de la juventud!

Extendí mi toalla lo tumbé sobre ella y me puse en la posición del 69, ofreciéndole mi tranca para ver lo que hacía. Primero sentí un lengüetaza tímido, miedoso, luego otros más largos, y acabó metiéndose el capullo en su boca, aprendiendo sobre la marcha.

Nos la mamamos un buen rato pero yo no quería que se fuese sin darme por el culo, así que se lo pregunté directamente: ¿Quieres follarme? y él casi sin creerlo dijo que sí.

Me puse a 4 patas y le dije que me metiera los dedos llenos de crema para lubricarme, el seguía obediente todas mis indicaciones.

Después le pedí que pusiera su capullo en mi agujero y yo mismo me fui ensartando en su polla, poco a poco, me daba miedo de que se desbocara y se corriera en seguida.

Cuando la tuve dentro le pedí que empezara a bombear, y eso hizo, yo contraía mi esfínter y el pobre Miguel parecía que iba a desmayarse.

Acabó al poco rato dejando su juvenil leche en mi culo.

Nos despedimos con un beso, su primer beso, y saló disparado en su bici.

Esa fue su primera vez, espero haber sido un buen maestro.