Iniciación al éxtasis religioso

Yo ya había tenido algunas tocaditas con otros amiguitos y una montadita por encima de la ropa,pero nada más a mis nueve años no sabía mucho de los goces,salvo que todos los días me la frotaba contra el colchón antes de dormirme.

La historia que cuento comenzó en mis clases de religión que tomaba en casa de un catequista de unos 17 años, muy cariñoso conmigo al cual yo quería mucho.

Un día de verano yendo para su casa se desató una tormenta que me empapó totalmente, llegué a su casa chorreando agua.

Me hizo entrar rápido y me ofreció una toalla,me ayudó a secarme y me dijo que me sacara la ropa-yo estaba de short negro ajustado y corto como se usaba antes-me daba vergüenza desnudarme delante de él, pero estaba empapado.

Me trajo una remera y otro pantaloncito corto de cuando él era más chico según me dijo,cuando quedé desnudo en su cuarto sentí que me miraba mi cuerpo blanco y suave,me dí vuelta para que no viera mi pitito,pero creo que eso lo incitó pues le quedó enfrente lo que más le interesa; mi colita redonda,el que me mirara me provocaba vergüenza y a la vez me gustaba.

Luego fuimos al comedor donde me dio una leche caliente para recuperarme de la mojadura,su madre no estaba.él me la preparó con ricas tostadas y mermelada.

Cuando estábamos en la mesa del comedor donde me daba las lecciones religiosas para mi próxima comunión,trajo un libro con fotos de la capilla sixtina donde había cuadros de Miguel Ángel, por supuesto aquellos cuerpos desnudos llamaron mi atención, salvo una vez en una piscina pública nunca había visto hombres desnudos.

Me dijo que me sentara en sus piernas para ver las láminas juntos,lo hice gustoso ya que me gustaba sentirlo cerca, me puso a caballito en una de sus piernas y señalando uno de los angelitos desnudos me dijo que era tan lindo como ese niño con alas.

Y me preguntó a quién se parecía él,a lo cual busqué un hermoso muchacho rubio-como él y como yo-y lo señalé.

«Pero tu no me viste desnudo como yo a ti»,»no» le contesté sin entender mucho a donde quería llegar.

A todo esto sus manos descansaban en mis piernas y a veces las acariciaban y había acercado la cara a mi cuello,» no querés verme desnudo» me susurró en la oreja provocándome una sensación agradable.Contesté lo primero que me vino y le dije que sí,me parecía divertido.

«Pero vos ¿cómo querés verla así flojita?»dijo señalando la lámina o» bien grande y parada» y le dije «parada nunca vï, así colgando vi en la piscina», «entonces antes vamos a jugar un juego para que se me ponga bien grande, vos podés hacer que se me pare con tu linda colita»:

¿Cómo dije»extrañado de que yo pudiera lograr eso con mi culito.

«Sentate arriba y vamos a jugar al juego del caballito.

Y sin dudarlo me corrí arriba de su entrepierna y él me acomodo el pliegue de mis nalgas en su miembro ,que ya lo tenía bien duro, por supuesto.

Esa dureza que percibí en mi culito me agradó y me apreté contra su bulto.

El delicioso juego del caballito era que él se movía ,frotando con distintos ritmos su verga dura contra mi culito que se la estaba apretando encima,diciendo.

«Al paso,al paso,…al trote,al trote …y al galope,al galope».

Sacudiéndome bien rápido y fuerte.

Me encantó aquella sensación tanto que mi pito también empezó a endurecerse.

«Ahora cabalga vos» y yo empecé a moverme y a apretarme bien contra su verga (pija).»

Al paso-despacito-al trote-más rápido y al galope-y ahí me puse muy excitado,tanto que él me tuvo que frenar para no hacerlo acabar.

«Esperá vamos a hacerlo los dos al mismo tiempo,pero desnudos,como los indios que montan en pelo»

Y bajándose los pantalones –seguíamos sentados-sacó a relucir esa maravilla de mástil,bien derechito,largo y más bien fino-ideal para un culito de mi tamaño-.

Me bajó mis pantaloncitos y se entretuvo acariciándome el culito y mi pijita sin pelos,mientras me decía» sos mi angelito para gozar».

Luego me atrajo hacia su miembro duro y caliente,así lo sentí, bien duro pero suave al roce y calentito,qué sensación de placer!.

Y nos movíamos al mismo tiempo,me sentía flotar del goce y del cosquilleo que me producía aquélla verga- pija, los pelitos de él que me hacían cosquillas y también me gustó sentir que mis bolitas estaban apoyadas en sus bolas grandes,comencé a acariarselas a lo que me dijo» que rico que sos, te voy a llenar el culito de leche» y para completar mi placer me metió la lengua en la oreja, mientras cabalgaba en su pija, que estalló en mis nalguitas diciendo» sí, sí, así tomá, tomá lechita», y creo que yo también acabé, sentí una electricidad con sus convulsiones detrás de mí y el sentir mi culo mojado de esa leche tibia,fue lo máximo.y todos esto sin dejar de mirar las láminas de hombres desnudos.

Luego me abrazó,me besó y me preguntó si me había gustado lo que hicimos, yo le dije que sí.

Y que quería jugar siempre al caballito, él se rió y me levantó en los brazos,diciendo:

«vamos a la camita que te voy a hacer algo más lindo,mi angelito gozador».

Y eso es otra historia,de las enseñanzas del placer que me dio mi catequista.