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En la playa II

En la playa II

Al día siguiente de que Álex y yo fuéramos a hacer la compra, yo aún no podía quitármelo de la cabeza.

Seguía pensando en la otra noche en la playa, en la paja del coche y, sobre todo, en el beso que me dio antes de ir a la playa cuando volvimos.

Aquel beso para mí significó mucho, tal vez demasiado.

Aquella era la primera vez que tenía algo con un tío, y además era algo fuerte y era con mi primo.

Pero era muy pronto para ponerme a pensar en los caminos que cogería nuestra “relación” y decidí pasar del tema y vivir el momento.

Y menos mal que no me dio por querer “acercarme” a él, por que después del día de la compra Álex casi no me dirigía la palabra.

Si bajaba yo a la playa él se iba a la piscina, si iba yo a la piscina él se subía a su apartamento y si le llamaba para ir a tomar algo, me decía que iba a hacer cosas con Eli.

Yo me empecé a mosquear, por que pensaba que lo que nos había pasado a él no le importaba, que se lo había tomado como un juego o algo así. Incluso llegué a pensar que se le había olvidado.

Yo lo pasé mal, estaba muy nervioso.

Me jodía que jugara conmigo. Cogí mi coche y me fui a ligar.

Necesitaba aclararme, saber qué era lo que sentía.

Quería saber si yo era gay, si era bisexual o si lo que había pasado con mi primo era un calentón. El caso es que una noche salí solo de fiesta y ligué con una chica.

Terminamos montándonoslo en el asiento trasero de mi coche.

Lo disfruté, sí. Me gustó, sí. Pero no era lo mismo.

Aquello era algo “habitual” estaba acostumbrado, en cambio hacerlo con un tío tenía un punto que ninguna chica podía darle a aquel momento.

Supongo que todos tenemos un momento lúcido de autodescubrimiento, y aquél era el mío.

Así que dos días después de la compra con Álex estaba decidido a pillarlo por banda y dejar las cosas claras.

Me levanté por la mañana y descubrí con alegría que todo el mundo se había ido a la playa y que estaba solo en el apartamento.

Decidí que no me apetecía ir a bañarme y como hacía calor preferí darme una ducha y jugar un poco con la consola.

Entré en el baño, me desnudé y me metí bajo el chorro.

Al rato me pareció escuchar cerrarse la puerta del apartamento y pensé que sería alguno de mis padres que iban a buscar algo.

Pero a través de la mampara vi que se abría la puerta del baño y que alguien se quedaba quieto en el umbral. Abrí la mampara asomando la cabeza y vi que era Álex. Llevaba un bañador y una camiseta.

Yo sonreí. Él me miraba fijamente. Abrí totalmente la puerta de la ducha y dejé que me observara.

Él se quedó un rato mirando como el agua de la ducha resbalaba por mi cuerpo y se llevaba la espuma del jabón. Se acercó hacia mí, me miro y alargó su mano y comenzó a acariciar mi torso.

He estado pensando.- dijo él- y no puedo hacerlo.

¿Qué no puedes hacer?.- pregunté yo, mientras me recostaba en la pared.

Tengo novia. Lo del otro día… deberíamos olvidarlo.

No puedo olvidarlo.- Mi polla había empezado a ponerse dura. Yo cogí su mano y la acompañé mientras me acariciaba.

Pues hazlo. Quiero a Eli.

No te estoy pidiendo que la dejes.

Soy yo el que me lo pido. O tú o ella.

Y dicho esto dejó de acariciarme y salió del baño.

Me dejó allí solo, empalmado, excitado. Y en ese momento decidí olvidarme de Álex.

Agarré el bote de jabón, me enjaboné una mano y empecé a pajearme.

Mientras con una mano me acariciaba el nabo con la otra repasaba los sitios por los que Álex había pasado su mano.

Noté la tensión en mis pectorales y en mis abdominales.

Las horas de gimnasio daban sus frutos. Me gustaba masturbarme mientras acariciaba cada uno de mis abdominales.

Tardé poco rato en correrme y mientras lo hacía apretaba con fuerza mi verga, pensando que era la verga de Álex. Quería retorcerla y hacerle daño.

Cuando terminé de correrme quedé un rato apoyado en la pared, agobiado y tremendamente dolido.

Así que pensé que si él quería pasar de mí yo pasaría de él.

Me pasé tres días decidiendo qué iba a hacer.

Sopesaba todas las posibilidades, ignorarlo vilmente, volverme a casa, quedarme y no hacerle caso las tres semanas que estaríamos solos o si simplemente lo cogía por banda y lo violaba directamente.

El caso es que, me levanté un viernes y resultó que mi familia se largaba ese mismo día.

Estaban todos recogiendo y se iban después de comer.

Yo calculaba que se irían el domingo, pero mi padre me dijo que preferían irse hoy para no pillar caravanas y así poder arreglar la casa y prepararlo todo para volver a trabajar el lunes.

Durante toda la mañana estuve echando una mano, ayudándoles a recoger y al mediodía nos reunimos la familia de los dos apartamentos para comer juntos y despedirnos. A eso de las seis de la tarde todos empezaron a recoger, se subieron a los coches y se fueron.

Nos quedamos Eli, mi primo y yo viendo cómo se iban los coches. Era tarde para ir a la playa o a la piscina, así que decidí irme al apartamento.

Y a lo mejor cogía el coche y me iba al cine. Cuando me preguntaron qué iba a hacer y les conté Eli pensó que estaría bien ir todos juntos al cine. La tonta me chafó el plan.

A eso de las diez de la noche estábamos en la puerta del cine eligiendo la película.

Yo estaba tan amargado que me daba igual qué película viéramos.

Al final eligió Eli, una comedia romántica de esas que de tan empalagosas que son dan ganas de vomitar.

Nos tocó un lateral de la última fila, y yo me senté pegado a la pared, para que si caía dormido pudiera apoyarme tranquilamente. La sala se llenó hasta arriba.

A la media hora de película el calor era sofocante (a parte de que la peli era un tostón).

Eli y Álex estaban más interesados en pegarse el lote que en prestarle atención a la historia y yo me derretía de calor. Me quité la camisa de manga corta que llevaba y me quedé con la camiseta de tirantes que suelo ponerme debajo.

Como la peli no me interesaba lo más mínimo me dediqué a mirar a los dos tortolitos darse el lote. Álex estaba sentado a mi lado, dándome la espalda, besando a Eli.

Me fijé en lo bella que era su nuca, y también me di cuenta de que cuando en la película había silencio podía oír sus bocas besándose. Mi polla empezó a ponerse dura sin motivo y pensé en hacerme una paja.

Era peligroso, pero me apetecía. Estaba yo pensando en cómo hacérmela sin que nadie se diera cuenta y en cómo lo haría para no mancharme, cuando ve que Eli se levanta y se va.

Álex se queda mirándola hasta que desaparece de la sala. Me miró y me dijo que se iba al lavabo.

Álex me hizo un repaso, se extrañó de verme sin la camisa y se fijó en que bajo mi pantalón (llevaba uno bastante ajustado y sin ropa interior) mi polla luchaba por salir.

Yo estaba medio recostado en la pared. Álex alargó su mano y empezó a acariciarme el abdomen. Yo me excité aún más al notar el tacto de su mano acariciando mi camiseta de algodón.

Me hizo una señal para que me acercara, que quería decirme algo. Me incorporé y se acercó a mi oído para decirme: “yo también estoy cachondo” y me pasó la lengua por el oído.

Luego bajó la mano que tenía en mi abdomen y la introdujo como pudo por el pantalón. Sobó un poco mi polla (no puedo hacer mucho, aquello estaba muy apretado) luego volvió a sacar la mano, cogió la mía y la llevó hasta su pantalón.

Bajó la cremallera y metió mi mano para dejarme comprobar lo dura que estaba su verga.

Sacó la mano, se subió la cremallera y se recostó para ver la peli. Al momento apareció Eli y se volvió a sentar. Al poco rato volvían a estar liándose.

Pero Álex desvió uno de sus brazos y lo puso detrás de su espalda. Yo me di cuenta de lo que quería, así que me situé bien en el asiento, un poco recostado hacia Álex. Mientras se besaba con su novia me acariciaba el abdomen.

Yo aproveché que Eli no podía verme, desabroché los botones de mi pantalón en silencio y empecé a masturbarme. Tenía miedo de que los de la fila de delante nos vieran, pero estaban muy interesados en la película y si no hacía ruido no se girarían.

Cogí la mano de Álex y la llevé hasta mi polla, que estaba a punto de reventar. En cuanto tocó mi rabo apartó la mano rápidamente, pero se la volví a coger y comencé a masturbarme con ella. Tardé muy poco en correrme. Mi leche salió con fuerza y cayó por toda mi camiseta.

Su mano y parte de la espalda de su polo también se mancharon. Una vez había terminado de correrme alargué la camiseta para limpiarme el rabo y esperé a que se secara la lefa para volver a ponerme la camisa. Álex se limpió cómo pudo en el tapizado del asiento sin separar su boca ni un momento de la boca de su novia.

Cuando terminó la película yo tenía una amplia sonrisa en la cara. Eli comentó que se alegraba de que me hubiera gustado tanto la película y Álex estaba bastante cabreado y muy nervioso.

Nos subimos en nuestros coches (ellos en el suyo y yo en el mío) y volvimos a los apartamentos.

Yo comenté que me iba a dar un baño antes de acostarme, pero mi primo y su novia dijeron que no les apetecía y se fueron a dormir. Pero al momento Álex volvió corriendo, me miró fijamente, y me agarró la polla y los huevos con fuerza, haciéndome bastante daño.

“La próxima vez ándate con cuidado, gilipollas” y me soltó. Yo quedé de pie, medio retorcido, con mis manos en mi paquete. Antes de que se fuera le pregunte que a qué jugaba. Él me miró fijamente y me dijo: “Quiero follar contigo sí, pero ve con cuidado.” “¿Y lo del otro día? ¿Qué quisiste decirme en la ducha?” “Este no es momento de hablarlo, mañana iré a desayunar a tu apartamento”.

Y dicho esto se fue a dormir. Yo fui a mi apartamento, me puse el bañador, cogí una toalla y me fui a dar un baño a la playa.

Me bañé desnudo, no pude reprimirme y tuve que masturbarme un par de veces. Me encanta pajearme bajo el agua.

No podía quitarme a Álex de la cabeza.

Lo de aquella noche había sido la locura más grande que había hecho jamás. Me había follado a alguna chica en algún baño público, pero nunca me habían hecho una paja en un cine, rodeado de tantísima gente.

Y si encima me la hacía mi primo mientras se besaba con su novia, mejor que mejor. El caso era que estaba deseoso por hablar con Álex al día siguiente.

Cada vez estaba más convencido de que lo que habíamos hecho aquella noche en la playa para Álex sólo había sido un juego, y tenía más experiencia en aquello de lo que me había querido hacer creer, por que sino fuera así ahora estaría tan nervioso como yo.

Pero no lo estaba.

Él estaba muy tranquilo. Y yo no podía parar de hacerme pajas pensando en él.

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