Cuerpo de hombre, corazón de mujer II

Como les comentaba en mi relato anterior, mi relación con mi hombre seguía viento en popa (muy bien), el me trataba con mucho cariño, le chupaba su hermosa verga cada que el quería, como quisiera y donde quisiera, normalmente era en su casa, pues casi siempre estaba solo pues su mamá trabajaba hasta bastante tarde.

En varias ocasiones me pedía que fuera a la escuela donde estudiaba, y de ahí nos íbamos a pasear, a caminar, a disfrutar de los parques y de la naturaleza, platicábamos de nuestra relación, de nuestro futuro, de tantas y tantas cosas que queríamos hacer, de como las haríamos, de todos nuestros anhelos.

Pero sobre todo, nos platicábamos de que era lo que nos gustaba en nuestra relación, de nuestros encuentros sexuales, esto nos servía para que en la siguiente sesión sexual, nos pudiéramos dar mas placer y sentirnos a gusto contentos el uno con el otro, yo estaba perdidamente enamorada de mi hombre, estaba loca por el, estaba dispuesta a seguirlo a donde el me pidiera ir.

Por ahí me dijeron que en la escuela donde el estudiaba, decían que yo era el hermano menor, aunque también supe que el siempre les dijo que no era su hermano, que era su mejor amigo, todo esto me dejaba a mi, con una gran satisfacción, y hacia que lo quisiera mas y mas.

En una ocasión en que estábamos en su casa, yo estaba arrodillado mamándole su rica verga(ya me había hecho adicto a su semen) me levanta y me pide que nos acostemos en la alfombra, así lo hicimos, pero invertidos o sea con mi cabeza sobre su pene y su cabeza cerca del mío, yo pensé que quería también chuparme mi verguita, pero no, no era eso lo que quería, estando yo dándole una buena mamada a su verga el comenzó a tocarme y acariciarme mis nalgas, lo cual sentía yo muy rico, me besaba mis nalgas y con sus manos recorría todo mi cuerpo, hasta detenerse en mi culo, comenzó a meterme uno de sus dedos dentro de mi ano, al inicio sentí un ligero dolor, pero soportable, lo saco, lo lubrico y volvió a introducirlo, inició un mete y saca de sus dedo, se sentía fabuloso, el pequeño dolor que sentí al inicio se convirtió en placer, era una sensación que no podría describirla, era fabuloso. Metió un dedo mas y seguía con el mete y saca, hasta que me dice:

– mi amor, quiero penetrarte, quiero que me des tu culito, chupa mi verga y déjale mucha saliva para que sirva como lubricante y no te duela mucho, cuando te la meta.

– Si, papi, toma, mi culo, toma mi boca, penetrame por donde tu quieras, le conteste.

Me arrodille, y comencé a chuparle el pene y a tratar de dejarle mucha saliva, para poder ser penetrado con el menor dolor posible, y así poder gozar mas de su rico pene.

Cuando terminé de hacerlo el me dice:

– ponte como una perrita y levanta tu culito mi amor.

Así lo hice, estaba que me derretía de lo excitada que estaba, sentía que mi ano palpitaba del placer que presentía que estaba por llegar, el, comenzó a penetrarme y sentí un dolorcillo, dolorcillo que se convertía en placer, ese cosquilleo de pasión que me era tan placentero, y que deseaba tanto, siguió en su mete y saca, yo estaba como loca, como perra en celo, deseaba ser penetrado y que me rompiera todas las barreras de mi culo, para poder gozar en lo sucesivo.

– aaayyyyyy, papi, papi,… me dolía, pero también me satisfacía el saber que mi amante estaba gozando, y seguía diciéndole, -metelo más, másssssss, ayyyy, ahhhhhhh, asi papi, asi, no te detengas por favor, hazlo yaaaa, penetrarme completamente, parteme el culo, has de mi lo que quieras.

El gemía, me penetraba mas profundamente, en ciertos momentos con algo de violencia, como queriendo meterse dentro de mi culo completamente, estábamos gozando muchísimo, el dolor ya había desaparecido, y era reemplazado por oleadas de placer.

Por esos entonces el me pidió que me comenzara a poner ropa de mujer, sobre todo pantys, que le gustaría verme como una linda colegiala.

Comenzó a llevarme ropa de mujer (de donde la sacaba o como, nunca lo supe)

Me ponía las pantys de esas de hilo dental, y encima una falda de colegio y blusa igual de colegio, el se excitaba al verme así vestida y cuando me arrodillaba para mamarle la verga, el me jalaba mis orejas contra su pene, con un poco de violencia, parecía que el verme vestida de mujer, le excitara sobre manera, esto me gustaba, porque sabía que no lo hacia por lastimarme, sino para que nuestro goce fuera mas completo, sentía su cariño, su amor, en medio de esa violencia cariñosa.

Esto sucedió muchas veces, normalmente siempre comenzaba con arrodillarme y darle una buena mamada a esa rica verga que tiene, el me agarraba de las orejas y metía y sacaba su verga de mi boca y se derramaba en mi, mi glotona boca se tragaba todo el semen, que mi hombre derramaba, a mi me encantaba que me regalara su leche en mi boca, me gustaba saborearlo, deleitarme con su sabor y después tragarlo, despacio, muy despacio, saboreándolo, deleitándome con esa savia divina.

Pasamos momentos de mucha felicidad, momentos que disfrutábamos a lo máximo, yo chuapándole su verga o siendo penetrado, cualquier cosa que el me hiciera, para mi era fabuloso, me gustaba.

Es hermoso amar y sentirse amada, dar satisfacción y sentirse satisfecha, así nos sentíamos.

Sentir sus labios sobre mis labios, su lengua penetrando en mi boca, saborear esa lengua traviesa, jugar con ella, meterla y sacarla de mi boca, mmmmmm era un gustillo mas que nos proporcionábamos uno al otro.

Vivíamos en el paraíso, un paraíso que nos habíamos forjado, que nos había costado mucho trabajo el fabricar y llevar a la realidad.

Pero como dicen por ahí.

-No hay mal que dure cien años y ser humano que lo resista.

Así nos sucedió pero a la inversa,.

-no hay felicidad que dure cien años, ni seres humanos que puedan lograrla.

Un día llegué a su casa y estaba muy triste, casi llorando y me dice :

-transfieren a mi papá en el trabajo, lo envían a otra ciudad y tendremos que irnos.

-¿Y el trabajo de tu mamá, y tus estudios ?

– Tendré que buscar donde estudiar a donde vayamos, por el trabajo de mi mamá, no hay problema, también la trasfieren a esa ciudad.

– ¿Y que tiempo tienen para irse a esa ciudad ? pregunté

– Un mes, solo un mes, me contestó.

Yo no aguante más y comencé a llorar, porque presentía que nuestra relación llegaba a su fin, que no había retorno, que nuestras ilusiones, nuestros anhelos, se despedazaban, se hacían añicos, todo se acababa. Le pregunté :

– ¿Y nosotros, nuestras ilusiones, nuestros anhelos, nuestros sueños, que pasará con todo lo que teníamos planeado?

– Nada, no pasará nada de lo que habíamos soñado, simple y sencillamente lo tomaremos como eso, como un sueño que no se hace realidad. Me abrazó, me beso, nuevamente sus labios tocando mis labios, su lengua penetrando en mi boca, pero … yo sentía un nudo en la garganta, no sabia como reaccionar, estaba paralizado, no comprendía aun la magnitud de lo que me acababa de decir, no lo entendía, o no lo quería entender.

El me dijo, que teníamos que disfrutar ese mes que nos quedaba, que lo disfrutáramos a lo máximo, que quería impregnarse de mi aroma de mi sabor, y yo también lo deseaba, quería sentir de por vida sus labios sobre mis labios, su lengua dentro de mi boca, ese sabor tan dulce que me regalaba con su saliva, quería tragármela y extasiarme de su aroma y de su ser.

En esos 30 días que comenzamos a vivir, también iniciamos otro tipo de relación sexual, y probamos lo que ahora se, le llaman la lluvia dorada, yo, como siempre arrodillada, en el baño, el dirigía su pene a mi cara y comenzaba a orinar, abría la boca, saboreaba, sus orines y me los tragaba con deleite, saboreándolo, cuando terminaba de orinar, le chupaba su hermosa verga, se la limpiaba, pasaba mi lengua, saboreando, ese miembro que tanta dicha y satisfacción me daba.

Esos días para mí fueron días de 3 horas no de 24, se fueron como si, estuvieran correteando al tiempo, (30 días pasaron como si nada mas hubieran sido 3), hasta que llegó el momento de decirnos adiós.

El me pidió, que no nos despiedieramos, que no fuera a dejarlo al aeropuerto, que me quedara en mi casa, y que pensara mucho en el.

Y como no iba a pensar mucho en el, si era mi papito lindo, mi rey, mi todo.

Después de algunos días de haberse ido, he reflexionado mucho, sobre la relación que tuvimos, y yo al menos no estoy arrepentida de nada de lo vivido, de nada de lo sucedido, mucho muy al contrario, estoy satisfecha de haber vivido lo que viví, de haber amado y de sentirme amada, de haber aprovechado el tiempo de ese amor, que me dieron, de saber que le había hecho gozar y que había gozado, de haber llegado al paraíso y haberlo disfrutado en total plenitud.

Estoy satisfecha de todo, absolutamente de todo.

A todo esto quiero expresar mi experiencia, de que debemos disfrutar los momentos que la vida nos brinda, de gozarlos a lo máximo, pues no sabemos, que tanto nos pueda durar, esa felicidad, ese éxtasis que vivimos, no debemos desperdiciar el tiempo en ponernos a pensar en lo que vendrá, lo que venga será bien recibido y será vivido en su momento, no antes.