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Una mujer siente como un extraño comienza a tocarla en un autobús y termina follando en el piso de este

Una mujer siente como un extraño comienza a tocarla en un autobús y termina follando en el piso de este

Cris estaba esperando el autobús que cada día a la misma hora la llevaba a casa después de su jornada de trabajo, ese día se sentía especialmente cansada y no solo estaba cansada del duro día que había tenido en la oficina donde trabajaba como administrativa, sino que estaba cansada de su vida en general, una vida monótona en la que todos los días eran iguales, hasta tal punto que costaba trabajo diferenciar unos de otros.

La línea 25 que es la que más cerca la dejaba de su hogar, venía con retraso lo que significaba que además de estar esperando más tiempo, lo cual ya era un castigo por los incómodos zapatos de tacón que llevaba, encima el autobús vendría lleno por lo que no encontraría ningún asiento y tendría que hacer el recorrido de pie.

Veinte minutos después de su llegada habitual cris divisó a lo lejos el autobús y como había imaginado estaba lleno, subió los tres escalones saludo con desgana al conductor al que ya conocía de vista por las veces que había cogido el mismo transporte y a duras penas avanzó unos metros colocándose como pudo entre una señora mayor que protestaba porque la gente no pasaba al fondo y un par de estudiantes de arquitectura que hablaban sobre una asignatura de su carrera, de la cual ella no sabía nada de nada.

A los pocos minutos de haber arrancado el autobús sintió un leve roce en su fina falda, roce al que no prestó la más mínima atención, el autobús iba completamente lleno y esas cosas eran normales, de hecho, ni siquiera miró hacia detrás, pero unos segundos después el mismo leve toque se repitió y a causa de su cansancio esta vez si miro como si fuera a matar a alguien, el enfado que se manifestaba en su rostro cambió de inmediato cuando vio al hombre que tenía a sus espaldas, tenía unos treinta y cinco años, debía medir un metro ochenta y cinco, su apariencia era corpulenta, su piel morena al igual que su pelo y sus ojos azules te atravesaban de una forma que un escalofrío recorrió el cuerpo de cris y la hizo de inmediato apartar la vista de aquella impresionante figura que estaba justo detrás de su espalda y que la había mirado con una cara deseo como hacía mucho que ningún otro hombre la había mirado.

El tercer movimiento no se hizo esperar, esta vez fue más intenso, notó perfectamente como la mano de aquel desconocido se había deslizado suave pero firmemente por sus glúteos, una mezcla de indignación y de nervios afloraban en cris, por su mente había pasado armar un alboroto en el autobús y decirle a la cara cuatro cosas, pero ella no era la clase de mujer que hacía eso, ni siquiera era, pensaba ella, la clase de mujer a la que un desconocido sobara en un autobús, ella solo era la típica persona que pasaba completamente desapercibida por todos sitios y aquel tipo no tenía pinta de necesitar tocar ligeramente el culo de una del montón ya que seguro que mujeres increíbles se tirarían de inmediato en sus brazos, además no pudo evitar cierto grado de excitación que se manifestó en sus pezones que se endurecieron en pocos segundos.

Por un momento pensó en pasar hacia el interior aprovechando que en una parada algunas personas se habían bajado, pero quedó paralizada en la misma postura en la que estaba, y al entrar nuevos viajeros el hombre avanzó unos leves pasos situándose justo detrás de ella, tan cerca que podía sentir como su espalda y su pecho se tocaban, y llegando a notar su duro pene con los acelerones y los frenazos que daba el conductor.

De nuevo la misma sensación, esta vez, no podía echarle la culpa a la cantidad de gente que había, la mano de aquel hombre estaba recorriendo su culo de un lado a otro, acariciándola lentamente, no pudo articular palabra, su cuerpo temblaba mitad miedo y mitad lujuria y sus pezones se endurecieron otra vez.

Aquella fuerte mano bajó un poco más recorriéndole los muslos entre sus piernas y noto como él se pegaba a ella con fuerza de tal forma que parecía querer atravesarla con su enorme pene allí mismo.

Estuvo a punto de emitir un gemido que ahogó a duras penas y en ese preciso momento sintió como aquella masa que había tenido tan cerca se separaba sin avisar, volvió la vista atrás y estupefacta contempló como aquel hombre con cuerpo de atleta y con los ojos más increíbles que nunca la habían mirado estaba a punto de bajarse del autobús, no lo pensó ni un momento, corrió hacia la puerta pero a causa de los muchos viajeros tardó más de lo que hubiese deseado, gritó al conductor que esperase un momento y entre empujones logró abandonar el lugar y plantarse en mitad de la calle, miró a un lado y a otro y no veía a la persona que la había conseguido excitar de aquella forma y apesadumbrada comenzó a andar lentamente hacia su casa y a prepararse para un largo camino ya que su parada estaba todavía bastante lejos de allí.

Cuando llegó a la primera esquina, sus ojos no podían creer lo que veían, el, estaba allí, apoyado en un coche con sus enormes brazos cruzados y mirándola con una media sonrisa que la desconcertaba, casi no podía mantenerse de pie no había ni un solo músculo en su cuerpo que no estuviera en tensión, se acercó lentamente intentando mantener una compostura femenina y cuando estuvo delante de él, intentó hablarle pero la mano de aquel hombre fue directa a sus labios y no dejo que sonido alguno saliera de su boca.

De nuevo la miró fijamente y ella no pudo mantener su mirada y terminó agachando la cabeza, él la cogió sin mediar palabra del brazo y entró en un piso cercano mientras ella no tuvo fuerzas para negarse si es que en algún momento quiso hacerlo.

Él llamó el ascensor y los dos entraron en aquel espacio reducido, cris no era capaz de levantar la cabeza y enfrentarse de nuevo a aquellos ojos azules, él puso levemente la mano bajo su barbilla y la obligó a mirarlo y comenzó a acariciarle la cara, el ascensor se paró en la planta séptima y ambos lo abandonaron, se dirigió a la puerta A de la planta y introdujo las llaves en la cerradura.

Cris tuvo ganas de huir, no sabía cómo había llegado a esa situación, si un día antes alguien le hubiera contado que estaría en la casa de un desconocido a solas con él sin que ni siquiera supiera su nombre no habría parado de reírse en un mes, pero lo cierto es que allí estaba ella entrando en un piso con alguien con el que no había intercambiado ni una sola palabra.

Avanzó por el estrecho pasillo hasta llegar al salón principal de la casa y las manos de aquel hombre la cogieron con firmeza por sus pechos desde atrás mientras sus cuerpos se fundieron en uno, su lengua y su boca paseaban por su cuello y creyó que iba a desmayarse de la sensación que su cuerpo estaba sintiendo en aquel momento.

Mientras la llevaba a su cuarto le quitó la camiseta y le desabrocho el sujetador quedando desnuda de cintura para arriba y una vez dentro de su alcoba la dejó caer en la cama de espaldas situándose de rodillas delante suya, le subió la falda y comenzó a besarle y a morderle sus glúteos y un momento después le dio la vuelta y a bajarle sus bragas de color blanco, ella no podía creer lo que estaba pasando, se sentía desarmada, de su boca sólo salían gemidos de satisfacción y se había abandonado a aquel maravilloso hombre que la había transportado a un mundo de sensaciones que ella pensaba no existía.

Una vez que le había bajado sus braguitas se sintió indefensa, y cuando la cabeza de su amante se acercó a su clítoris, un rubor la recorrió de abajo a arriba incrementándose cuando sus dedos la perforaron por primera vez, estaba al borde del orgasmo, ese misterioso ser la manejaba con firmeza y haría cualquier cosa que él le pidiera, no podía más iba a correrse, no podía controlar su cuerpo que se movía en continuos espasmos cuando de repente el paro, levanto su cabeza y la miró con cara de satisfacción, ella estaba completamente avergonzada, pero sin más descanso la levantó y la sentó en una mesita que estaba cerca de la cama, la volvió a abrir de piernas y se metió en medio mientras la besaba sin darle tregua, paró un instante y sacó un preservativo y casi al mismo tiempo se desabrocho los pantalones, lo coloco y la atravesó con su pene, ella gritó de placer y el siguió con movimientos fuertes, uno tras otro, penetrándola más y más al mismo tiempo que la besaba en el cuello y le pellizcaba ahora con fuerza los pezones.

En la habitación sólo se le escuchaba a ella no podía parar gritar pidiendo más, quería más de aquello que él le estaba dando, quería que no se acabara nunca, hacía tanto tiempo que nadie le hacía sentir así de deseable, hacía tanto tiempo que no sentía aquel inmenso placer.

Él disminuyó el ritmo un poco, la miro sonriendo y ella le correspondió con la sonrisa mas seductora que supo conseguir, la bajo de la mesa y la puso de espaldas mirando a la puerta, cuando de repente la vio una mujer desnuda estaba apoyada en la puerta del dormitorio, su cara revelaba una excitación increíble y cris no tuvo la menor duda de que se había estado tocando mientras a ella le hacían el amor, intentó zafarse de las manos de él, que la sujetaban por los brazos, pero él la cogió con fuerza, mientras aquella hermosa mujer digna, de la portada de cualquier revista, se acercaba a ellos.

Se plantó delante y la miró de arriba abajo con una sonrisa maliciosa que asustaba a cris, pasó la mano por su cara y se deslizó por su cuello hasta llegar a sus pechos, ella intentó escapar de nuevo pero la mantenían bien agarrada, aquella mujer comenzó a besarla y mientras ella pensaba no, su cuerpo volvió nuevamente a rendirse, era increíble, nunca se le había pasado por la cabeza tener una relación con otra mujer por bella que está fuera, pero lo que estaba sintiendo mientras ella le besaba los pezones nunca lo había sentido antes, esa mezcla de dulzura y de pasión, ningún hombre, ni siquiera el que ahora la estaba sosteniendo por los brazos, había llegado a niveles parecidos.

La tumbo en la cama se puso encima y comenzó a deslizarse apretando su clítoris contra el suyo, cris entró en éxtasis, se estaba volviendo loca, el orgasmo estaba de nuevo a punto de hacerla estremecer pero nuevamente paró y le dio la vuelta recorriendo su coño y su culo con la lengua y penetrándola con ambas manos por los dos sitios.

Sentir como aquellos finos dedos entraban y salían de su coño y de su virgen culo era una sensación nueva, otra vez volvió a abandonarse y estaba dispuesta a hacer lo que aquella pareja le pidiera, pero lo que no esperaba era lo que ocurrió luego.

La mujer se situó al otro lado de la cama y la agarró por los brazos y el se colocó a su espalda, se agacho, la agarró fuertemente por sus caderas y la penetro por el ano, la penetro sin contemplaciones, de un solo golpe, y el dolor la tomó por completo, el la agarro por los pelos obligándola a que su cabeza se echara hacia arriba y le susurro “¿te gusta zorrita?, y de nuevo volvió a atravesarla con fuerza repitiendo una y otra vez la operación, cris solo podía ver la cara de la otra mujer sonriendo y gritando “¡follala fuerte!” mientras dos lágrimas recorrían sus mejillas, pero poco después entre el dolor surgió de nuevo el placer, aquella forma de humillación la excitó sobremanera y los gemidos afloraron de nuevo a su boca, él la penetraba una y otra vez con una violencia absoluta y mientras, no dejaba de insultarla “esta puta lo estaba pidiendo a gritos” “mira como disfruta la muy perra” ella a medida que aumentaba el dolor y sobre todo la humillación sentía que aumentaba el placer, en pocos segundos el orgasmo que tanto había anhelado llegó y en cuanto lo tuvo él paró y ella se desplomó en la cama.

Cuando consiguió levantar la cabeza aquella pareja tan misteriosa que había conseguido llevarla a sentir cosas que jamás hubiera imaginado estaban haciendo el amor como animales, ella se levantó se puso la ropa y abandonó la casa dolorida y sin que ellos ni siquiera se pararan en su vorágine sexual para despedirse.

En el momento que el ascensor llegó, cris no sabía bien lo que había sucedido pero lo que si tuvo claro fue que aquel día lo recordaría perfectamente y lo diferenciaría de todos aquellos monótonos días que habían ocupado su vida.

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