La mujer lobo
El relato que les voy a contar a continuación no es verdaderamente mío.
Me lo contó un amigo que vive en el norte de España.
Ramón iba circulando en su coche en una noche muy fría de noviembre.
La carretera casi estaba helada.
De pronto vio salir de la boscosa maleza un animal que confundió primero con un perro y que luego reconoció bien como un lobo.
No es la primera vez que veía algo así. Ni probablemente será la última.
Pero sucedió algo extraño.
De pronto vio como una gran luz y un calor que le rodeaba. Las luces del coche se detuvieron en el acto y también el motor.
Se quedó aterrorizado. Abrió la puerta, mirando hacia arriba, a las estrellas, viendo la Vía Láctea. Allí solo estaba él.
Y pronto le llego más temor. Sufrió un escalofrío de pavor.
El lobo estaba a unos pocos metros de él. Y no le daba tiempo a reaccionar. Saltaría sobre él y no podría hacer nada. Pero no sucedió eso.
Hubo otro fogonazo de luz y la bestia se convirtió en una joven pelirroja (teñida) bastante guapa, de unos 24 años y sobre todo con un cuerpo espectacular.
El flequillo le caía sobre la frente.
El culo se ajustaba a sus pantalones vaqueros y la camiseta se le quedaba corta mostrando su cuerpo estilo Christina Aguilera.
La chica se le subió al coche. Y Ramón no entendía nada. Las luces de los faros se encendieron y el motor se puso en marcha.
La joven le dijo que se llamaba María o algo así y que había trabajado en telemarketing.
Mi amigo no conseguía racionalizar toda aquella situación pero le daba igual. La jovencita tenía una mirada de chula, de mala.
Podía oler sus exquisitas fragancias y de pronto se dio cuenta de que aquella extraña situación le había producido una tremenda erección.
Ramón detuvo el coche. Sabía que por allí no pasaría nadie.
La chica le desabrocho la bragueta y le bajo el pantalón. Se puso a lamerle el capullo.
Mi amigo le desabotonó su pantalón vaquero y metió la mano por debajo de su braga perfumada y le acarició el clítoris.
Ella ya tenía toda la polla en su boca. Y se la chupaba como en las películas, arriba y abajo, con los labios y la lengua. Él seguía toqueteando el clítoris.
– Me pones enferma es que no sabes hacer otra cosa- le dijo.
Se puso a chuparle los huevos. Se los metió todos en la boca y a Ramón le dio miedo por si le quería hacer algo. Aunque seguía acariciando su sexo.
Tenía la sensación de que si dejase de darle placer con sus dedos ella le devoraría ahí mismo.
No podía detenerla. Tenía una tremenda fuerza. La de una chiquilla muy agresiva.
Llegó a darle la vuelta y hasta lamerle el culo al tío.
Ramón consiguió, en una lucha desesperada, meterle el dedo en su coño. Le dio cierta sensación de asco.
Ella le empujó hacia atrás y le obligo a lamerle la raja, además de tener un dedo de Ramón metido dentro.
Fue bajando hasta que de una forma muy extraña se metió la punta de la polla de mi amigo en su coño.
Sólo la punta. Ramón notó como una descarga y se corrió.
Cree que ella también lo hizo.
Respiraba jadeante viendo como la chica se vestía.
Como abría la puerta y de pronto la vio convertirse en una sombra que desaparecía correteando a cuatro patas entre los helechos.
No es capaz de explicar este suceso.
Ni yo tampoco.