Fantasía con Pandora

Ya la noche ha caído, me alisto para irte a buscar, de camino a tu departamento, recuerdo el brillo de tus ojos y tu sonrisa, la cual, me ha llenado siempre de esperanza y aliento para continuar el vivir.

Afortunadamente he llegado, todo mi ser se embarga de emoción por saber que esta noche estaré contigo; hace tiempo que estamos juntos, pero hoy estoy dispuesto a compensarte por esta ausencia que he tenido.

Llamo a la puerta espero pacientemente, luego escucho tu voz diciendo que no tardas en atender, la puerta se abre y esa magnifica mirada tuya aparece en ti y sonríes; todo lo tuyo me parece digno de veneración.

Entramos y me pides tiempo para buscar tu bolso y partir después, en estas semanas has cambiado la decoración y me agrada del todo.

Vuelves, me abrazas y me besas, puedo sentir ese calorcillo característico tuyo.

Luces una blusa entallada que me encanta y hace relucir tus bellos hombros, un escote que sin ser demasiado atrevido deja ver lo precioso de tus senos, tu pantalón marca bien tu figura y simplemente; ¡me encantas!

Subimos al auto, me cuentas las cosas que han pasado en la escuela y el trabajo, te escucho y me siento orgulloso de ti y las cosas que estas logrando, tomo tu mano y la beso, solo puedo pensar en ,lo bello que es esto que tenemos.

Al llegar al club, después de estacionar el auto, nos damos un largo y cálido beso, ambos recorremos un poco nuestros cuerpos a la luz tenue de la luna, después de este beso ríes y me comentas: «¡si mi madre me viera!»

Entramos al club y nos dirigen a nuestra mesa, el ritmo de la música invita a pasarla súper bien.

Pedimos unos tragos y no paramos de intercambiar miradas, yo tomo tus manos, paso las yemas de mis dedos por encimas de ella, sin hacer presión casi sin tocarlas y en la semi oscuridad de l lugar, puedo ver como te estremeces ante el tratamiento.

Te retiras entonces un zapato y comienzas a juguetear con tu pie sobre mis pantorrillas, provocando la reacción esperada por ti.

Después de un rato, nos levantamos a bailar, los ritmos cadenciosos que están tocando nos llevan a bailar mas cerca cada vez, juntas tu cuerpo al mío y la noche sigue transcurriendo entre miradas y caricias discretas en la mesa y con el lenguaje corporal en la pista.

Se hace «temprano» y el lugar esta por cerrar, de hecho la gente comienza a retirarse y nosotros hacemos lo propio, al salir, puedo ver como varios de los concurrentes te miran y entre ellos hacen comentarios acerca de lo bien que luces, lejos de molestarme, esto me hace sentir bien, al tenerte y saber el por que estas conmigo.

Salimos, es verano pero se puede sentir un ligero viento y yo te doy mi chamarra en lo que llegamos al auto, poniéndola sobre tus hombros, te abrazo por la cintura y llagando al auto abro la puerta del carruaje que te llevara a tu palacio.

Al llegar, entramos, tu pretendes prender la luz del recibidor, pero no lo permito, te doy vuelta y te vuelvo a besar, queriendo en este beso fundir nuestras almas.

Entramos a la habitación, comienzo a desnudarte, tu respiración es ya entrecortada y tus manos fantasean sobre mi.

Tu dejas fuera mi camisa y recorres lentamente mi torso, me has quitado ya el cinturón, lo pasas por detrás de mi cuello, me halas hasta la cama, te subes en ella y me besas nuevamente, pero esta vez mas encendidamente.

Sobre ella seguimos besándonos y haciéndonos caricias cada vez mas tiernas y excitantes, todo a la suave iluminación que nos da la luna al entrar por la ventana.

Es entrada la madrugada, hemos hecho el amor como otras veces, te has quedado dormida entre mis brazos y antes de hacerlo, me besaste toda la cara, te apreté en mi regazo y he permanecido despierto, mirando como duermes.

En este momento la luz del día se presenta, te beso en la frente y aún cuando estas dormida, te repito quedo lo mucho que te quiero.