Lo bueno de no saber cuando parar es lo que sigue al continuar

Hola, mi nombre es Javier y tengo 23 años.

Hace ya casi un año que estoy saliendo con Aurora y todo va muy bien, pero eso no viene al caso.

Voy a contarles algo que nos pasó hace poquito y que nos trajo (debo admitirlo) mucha satisfacción.

Nos pasó una vez pero sinceramente no descarto el volver a repetirlo si el antojo es demasiado.

Hacía rato que Aurora me venía forjando (sutilmente) a ser más receptivo llenándome la boca con sus dedos, abrazándome por detrás me apoyaba todo el cuerpo y no permitía darme vuelta hasta que yo acabara por primero, para gozar el segundo (más prolongado) dentro suyo.

Aurora suele tomarme de atrás, y muy tiernamente comienza a comerme el cuello y a lamer mi espalda, domando con una mano mi cabeza y llevando la otra fuertemente a mi entrepierna, acariciando de base a cabeza toda mi verga hasta hacerme acabar (sobre su mano).

Aquella vez, en el momento en que yo (usualmente) intento voltearme para cumplir un rol más activo, logró retenerme y pidió seguir, continuó acariciándome la verga, siguió haciéndolo hasta que me repuse (ya estaba a tope otra vez), y fue entonces allí cuando deslizó lentamente su mano (toda húmeda con mi desenfreno) un poco más hacia abajo buscando con sus dedos la orilla de mi ano que se abrió completamente ante el estímulo.

Se acercó a mi oído y en voz baja me dijo: «mi amor, quiero moverte».

Yo estaba muy excitado (noté que me gustaba), y en cuanto decidió dejarlo yo tomé su mano y la empujé hacia atrás otra vez; nos miramos sonriendo los dos y yo le dije que sí.

Probó hundir de a poco su dedo mientras yo tomaba una posición más relajada (agachada), acompañada de fuertes caricias en la nuca, en la cola y en la espalda.

Estábamos en plena maquinación (en lo mejor del clímax) cuando decidió tomarme de la mano y llevarme urgente a otra habitación.

Era la habitación de Mauro, su hermano menor (16 años) que por no golpear la puerta lo sorprendimos pajeandose con una revista (y con toda su hermosura parada).

Aurora lo calló mientras ponía llave a la puerta y le dijo que se quedara así, tirado en la cama.

Yo tenía el pantalón desprendido con casi nada por debajo (todo desacomodado por debajo de la cola); Maurito ya lo imaginaba.

Me empujó sobre él (Mauro sonreía pero no decía una sola palabra) y por detrás ella también sonriendo se me tiró volviendo a colocar su mano entre mis nalgas; yo estaba que no daba más (de ganas).

Aurora dio el primer paso invitándome (con un gesto) a acompañarla.

Comenzó lamiendome las tetillas, no se me ocurrió otra cosa más que hacerle lo mismo a Maurito tratando de imitarla.

Le subí la remera y comencé mientras Aurora de a poco mas y mas por mi pecho bajaba – lo hice también.

Comencé a tocarlo entre las piernas, despacito a masturbarlo con la mano hasta que decidido cerré los ojos e intercambié mano por boca lamiéndole toda la verga mientras Aurora, después de deleitarse un rato metiendo la lengua entre mi boca y el pedazo de su hermano, se fue encargando de mis hombros, mi cuello, espalda, hasta hundir la cara en mi cola para jugar un rato con su lengua, yo regocijaba.

Al parecer Aurora ya había conversado esto con Maurito.

Solo bastó una mirada para que él se posará atrás colocandome ahora entremedio y comenzará a buscar la manera más suave de entrar mientras yo me relajaba.

A la vez, Aurora comenzó a besarme desenfrenadamente temiendo que yo arrojará alguna negativa; se moría de ganas de verme así – no podía explicar cuanto la excitaba.

Los tres retomamos el trabajito que el dedo de Aurora empezó pero esta vez con un poco más de realismo, la sentí muy bien, Aurora disfrutaba empujandole la cola a Mauro por atrás, tratando de hacer que entrara toda.

Finalmente terminamos lo que Aurora empezó, terminó adentro y en familia, estuvo todo muy rico.

Luego apagamos la luz para que nadie se sonrojara (yo especialmente, no sabía donde meterme).

Hoy está todo bien en casa de Aurora, solo que a veces Maurito se zafa un poco (quiere meterse) cuando estoy a solas con su hermana.

Yo no sé, a veces me agarran muchas ganas.