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Un libro de hipnosis le permite descubrir un poder con sorprendentes posibilidades

Yo empecé haciendo esto a los 17 años, y nunca pensé que llegaría tan lejos.

Recuerdo haber llegado a casa de mi prima ese día radiante de alegría:

– ¡Mira lo que tengo! – dije

Le mostré el libro “Curso de hipnotismo”, por el Dr. Jesús Pérez.

– Por fin – exclamó ella.

Elena tenía mi misma edad. Nos habíamos criado juntos.

Sólo que ella era muy guapa y sensual. Tenía el cabello castaño, rostro hermoso, era más alta que las chicas de su edad y tenía un cuerpo de diosa.

A pesar de ser mi prima, me volvía loco, y me excitaba muchísimo la idea de hacerle el amor, pero yo sabía que sería muy difícil llegar a tener algo con ella. 

A ambos nos interesaba el tema del hipnotismo desde que lo vimos en un show de televisión y después de buscarlo durante un tiempo, por fin di con un libro que enseñaba todo acerca del tema.

– ¿Te parece si experimentamos de una vez? – le pregunté, tratando de simular tranquilidad.

– Me parece excelente – respondió – ¿Quién empieza?

– Yo ya sé más o menos lo que hay qué hacer ¿lo hago yo?

– De acuerdo.

Era una ventaja haber leído el libro antes.

Yo ya tenía el libro desde hacía un mes y había aprendido todos los trucos, pero le hice creer a ella que apenas lo había conseguido para que no sospechara.

– Necesito que te recuestes

– ¿Así?

– Sí. Ahora necesito que estés totalmente relajada, ¿de acuerdo?

– De acuerdo. Oye, si funciona, trata de hacer que deje de fumar o algo así.

– Claro

Yo tenía la ventaja de que ella ansiaba ser hipnotizada.

Quería saber qué se sentía.

De modo que hizo todo cuanto le dije e hizo un esfuerzo para relajarse totalmente.

Yo incluso había experimentado con mi hermana antes y me había convertido en un experto.

– Muy bien, necesito que te concentres mucho en mi voz y que mires este punto – le mostré un dije que traía – Voy a ir contando hasta diez y te vas a sentir diez veces más relajada cada vez que cuente. Eso es, relajada – se notaba que estaba cooperando a la perfección y se veía su relajación – 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10. Eso es, cada vez te vas relajando más, cada vez puedes sentir menos cosas. Te sigues relajando más y más. Déjate llevar cada vez más por el abismo que te llama. Sí… – mi voz era monótona y monocorde, inducía a la relajación.

Comencé a bajar el péndulo que había hecho con el dije, para inducir cansancio en sus ojos. – Cada vez más relajada. Vas a sentir una pesadez impresionante

Continué así durante unos minutos. Seguía con los ojos completamente abiertos, pero parecía como embobada con el péndulo, en otro mundo

– Ahora vas a sentir que los párpados te caen. Eso es. Pronto ya no vas a tener fuerzas que los sostengan. Eso es. Cada vez se te van quitando más sensaciones. Pronto ya sólo podrás escuchar mi voz. Los párpados se cierran completamente y cuando termine de contar hasta diez, estarás completamente dormida. Sólo podrás percibir mi voz. 1…2…3…4…5…6…7…8…9…10.

Al terminar de contar, terminaron de cerrarse sus párpados. Parecía en el sueño más profundo. Pensé en hacer una prueba y pellizcarla para ver qué tan profundo era el trance. No se movió

A continuación le hablé para probar si respondía a sugestiones.

– Elena, responde, ¿me escuchas?

– Sí – respondió ella con voz inexpresiva.

– Elena, cuando yo te diga, “sésamo”, vas a levantarte, dar tres vueltas sobre un pie y volverás a recostarte ¿entendiste?

– Sí

– Sésamo

Sin abrir los ojos, hizo todo lo que yo le dije. Yo estaba feliz. Había respondido a una sugestión mía. Si respondía a una, respondería a todas. Me excitaba la idea de tener a semejante belleza bajo mi completo control. No podía desaprovechar la oportunidad.

– Muy bien, Elena. Voy a contar hasta tres y cuando termine, vas a abrir tus ojos, pero te quiero dormida.

Y cuando eso suceda, estarás bajo mi control. Vas a obedecer todas mis órdenes y mis caprichos al instante, no importa lo que sea.

No habrá nada más importante para ti en el mundo que yo. Tú pensarás que estás en este mundo sólo para obedecer mis mandatos. Yo seré tu amo y señor, tú me pertenecerás y serás mi esclava, ¿entendiste?

– Sí.

– Recuerda que soy tu amo

– Sí, amo

– Uno… dos… tres

Troné los dedos y ella despertó. Se quedó mirándome, esperando.

– Ponte de pie y frente a mí.

– Sí, amo – contestó ella.

Hizo lo que le ordené

– Arrodíllate y dime quién soy

– Tú eres mi amo. Yo soy tu eterna esclava y estoy ansiosa de servirte – contestó de rodillas.

Lo había conseguido.

– Muy bien, ya que tan ansiosa estás de servirme, quiero que te quites la ropa, pero muy sexy, tienes que excitarme ¿entiendes?

– Sí, amo, lo que órdenes.

Hizo un streaptease fenomenal. Poco a poco se fue quitando cada una de sus prendas, de una manera muy sensual. Finalmente se quedó completamente desnuda. Yo sentía mi pene reventar al ver ese cuerpo sensual y esos pechos enormes y bellísimos. Era hora de empezar la diversión, así que me desnudé también.

– Muy bien, esclava, ¿a quién perteneces?

– Soy completamente tuya, amo. 

– Muy bien, quiero que me hagas una súper mamada. Quiero que chupes mi pene hasta el cansancio y que te bebas todo lo que salga.

– Tú mandas, yo obedezco.

Yo sentía que iba a reventar de placer. Se metió todo su miembro en su boca y lo chupó de arriba abajo, haciéndome estremecer. Su boca subía y bajaba, tratando mi miembro con ternura, pero al mismo tiempo con gran pasión. Pronto sentí que no pude más y eyaculé en su boca. Ella se bebió todo, acatando mi orden y luego volvió a quedarse a la espera. Pero yo tenía más que dar y entonces le dije.

– Muy bien hecho, te daré tu recompensa, recuéstate

– Estaré gustosa, amo.

Se recostó y comencé a mamarle los pechos. Gimió como loca. Yo sentía que era algo natural en mí y quise ver hasta dónde la podía llevar.

Finalmente dijo “¡más, más!, por favor amo ¡no pares!” Seguí besando y mordisqueando un buen rato, y ella no se cansaba para nada. Entonces comencé a bajar hasta su clítoris y a lamerlo y darle pequeños mordiscos. Ella parecía que se volvería loca de placer, se retorcía de modo increíble y finalmente tuvo su orgasmo. Yo ya no podía más y decidí penetrarla.

– Abre las piernas, esclava

– Sí

Abrió sus piernas y yo metí mi miembro. Fue delicioso y comencé a meterlo y sacarlo sin parar. Yo le daba con todas mis ganas y ella parecía disfrutarlo mucho. Ella gimió de nuevo. Finalmente eyaculé dentro de una mujer por primera vez. Fue algo impresionante.

Estuvimos dedicándonos al sexo durante una hora. Finalmente le ordené que se vistiera y lo hice yo también. Se quedó expectante.

– Muy bien, esclava, necesito más iniciativa de tu parte la próxima vez. Cada vez que yo diga la palabra “sésamo”, caerás en este mismo trance y serás mi esclava de nuevo. Además dejarás de fumar paulatinamente ¿entiendes?

– Sí, amo, todo lo que órdenes.

– Muy bien, despierta

Ella pareció salir de un sueño profundo y me miró

– La tentativa fue todo un éxito – le dije

– ¿Qué pasó?

– Te logré hipnotizar

– ¿En serio?

– Claro. Pero ya me tengo que ir.

– ¿Me dejarás hipnotizarte la próxima vez?- preguntó

– Por supuesto

Me despedí de mi prima, contento de habérmela gozado. Esto era sólo el principio.

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