Yo tenía aproximadamente 19 o 20 años la primera vez que recuerdo tener un sueño así. Supongo que para su deleite personal me describiré físicamente, ahora tengo 26 años y soy dicen muy atractiva, morena con el pelo liso, de 1.74 de estatura. Ojos grandes y boca generosa. Uso una 90 de pecho tengo unas tetas bonitas y grandes aunque un poco bajas (no demasiado), mucha cintura y lo mejor de mí dicen es mi trasero y mis piernas. 

Casi todos consideran que soy una chica recatada y normal, mi trabajo es de comercial, y como mi jefe me dice muchas veces es gracias a mi simpatía, saber estar y apariencia que muchos clientes se sientan inclinados como mínimo a escucharme. 

Les contaré poco a poco y en varios relatos cómo descubrí que me gustaba ser usada y algo maltratada en el sexo, vamos que era sumisa, cuando sin embargo soy algo más dominante en los demás aspectos de la vida, la vida siempre tan ambigua … Como descubrí hace 6 años.

Aquella temporada tenía unos 20 o 19 años como ya dije, no lo recuerdo exactamente. Sólo sé que era una niña muy recatadita con el sexo, de mentalidad católica, asustada del embarazo, y desconocedora de gran cantidad de cosas… 

Mis únicos contactos con el sadomasoquismo o algo parecido son recuerdos leves de mi infancia, mi padre veía mucho cine clásico y mudo. Solían reponer antiguas películas donde chicas atadas a la vía del tren o perseguidas por malignos personajes eran justo a punto de sufrir una muerte o tortura seguras, rescatadas por el héroe. 

Yo siempre deseé, como descubrí años después, que me metía en el papel de esas mujeres, ya de niña, y que siempre deseaba que el héroe no llegase nunca. Pero mi primer deseo plasmado fue un sueño que me perturbó hasta el límite…

Esos meses de verano de hace unos 6 años eran para mí complicados, pues siendo una chica que gustaba bastante había tenido 3 novios en tan sólo 2 meses. Con sus correspondientes ataques de celos, intentos de sobrepasarse y crisis de enamoramiento por mi parte. 

Cerca del final del verano y algo preocupada por mis entonces preparativos para mis exámenes de septiembre; decidí no salir y dedicarme a estudiar en casa. Mi última relación había estado cargada de intentos sexuales por parte del que por aquel entonces era para mí una especie de novio. Me habían sobado por primera vez las tetas. 

Era casi un ritual cada vez que él me veía, me las mesaba durante todo el rato que se enrollaba conmigo y casi ni siquiera me tocaba las piernas o me abrazaba. Las últimas semanas me cogía de espaldas a él y me metía las manos entre las piernas y pese a mis quejas y suplicas y continuos no él seguía frotándome. Yo siempre volvía húmeda a casa pero cargada de sentimientos de culpa.

Las últimas dos semanas sólo le había visto para hablar, cosa bastante rara con él, un muchacho que realmente me gustaba por su superficialidad, cosas de mujeres jóvenes, por su moto y por su aparente liderazgo frente a sus amigos. En realidad era un estúpido.

Yo no me masturbaba con demasiada frecuencia, lo consideraba sucio por lo cual en tiempos de necesidad me veía acosada por fantasías y sobre todo al principio por sueños eróticos. Aunque hasta ese momento ninguno tan perturbador como aquel. 

Esa tarde mi novio había estado tratando de sacarme de casa y llevarme por ahí, en realidad lo que quería era mi virginidad. Las anteriores semanas habíamos intentado hacerlo sin éxito debido a mis nervios. Yo me negué a ir con él, pero esa noche al acostarme le echaba de menos, sobre todo a sus manos. Me dormí y soñé…

No sé de dónde saqué todos los ingredientes de aquel sueño ni lo que añadí después con el tiempo al rememorarlo más de una vez, pero mis recuerdos hoy por hoy, son tal cual los explico aquí…

Estaba atada desnuda en una piedra con forma rectangular, los grilletes mantenían mis piernas abiertas y los brazos en alto. La estancia era oscura, una especie de iglesia, yo trataba de soltarme excitada y allí aparecía él. El diablo, con su forma de macho cabrío, rojo y enorme. 

Muchas veces tenía pesadillas donde aparecía el diablo pero esta fue quizás la que dio un punto de inflexión y me condujo a la perdida de algunas convicciones con respecto al sexo. Él se acercaba a mí poco a poco y de alguna manera sabía lo que me esperaba. 

Recuerdo que veía su pene enorme, lleno de venas, tal y como había visto aquel primer pene de mi novio pero exagerado y muy rojo, con la cabeza enorme y apuntando hacia arriba. Él se acercaba y sin ningún tipo de preámbulo me ensartaba de un golpe, yo gritaba pero él me follaba y me follaba y me follaba; mientras yo dormida sentía la más terrible excitación que había sentido en mi vida hasta aquel momento. 

Creo que al despertar había tenido algún orgasmo, cosa que no tengo muy clara por no haber descubierto por aquel entonces lo que era un buen orgasmo.

Estaba sudada y con las bragas en su parte baja completamente empapadas. Durante días y por mis creencias católicas tuve pensamientos fatídicos y un gran sentimiento de culpabilidad, aunque no dejaba de recordar cómo aquella bestia me había ensartado una y otra vez, sin yo poder hacer nada. 

Al fin aquella escena largamente soñada donde no deseaba que llegase el héroe a rescatar a la chica había ocurrido, y mi vida sexual tomó otros caminos. 

Tiempo después perdí la virginidad de manera bastante atropellada y no muy excitante; pero lo más interesante fue cuando descubrí unos cómics algo sádicos que mi primo guardaba con el resto de sus revistas porno, pero eso lo contaré en otra ocasión…