La tentación en mi boca
Mamar vergas en mi pasión.
Les seré sincera, no me considero ninguna puta, aunque me gusta que me traten como tal y me fascina comportarme en el sexo como una de ellas, me gusta gozar a concho y que gocen de mi también a concho, mas que gustarme los hombres lo que mas me gusta son los penes, sí, los penes o vergas o pollas, etc, o como le quieran llamar, es lo que llama potente en mi la atención son los apéndices de los hombres, este vicio y obsesión lo tengo desde chica, recuerdo que desde los 8 años, cuando vi a mi mama como se devoraba el pene de mi papa, gozando a concho con lo que hacia con esa verga, se lo chupaba, lo besaba, se lo tragaba hasta a veces tener arcadas, era maravilloso como se bebía toda la leche que mi papa botaba de su verga, lo cual eran grandes cantidades. Además, me dejó impresionada como mi mama le decía a mi papi, como me gusta chupar tu verga papito, y él le contestaba «cada día lo haces mejor mi zorrita».
Espero no equivocarme, la verga de mi padre media fácilmente sus 20 cms o un poco más, lo mas me impresionante era lo grande que es esa polla y como mi madre era fantástica para comérsela toda en su boca, para que contar como gozaba cuando mi padre le daba por su vagina o por su ano, gritaba como loca le decía a mi padre que era la puta mas feliz, en ese instante la palabra puta me sonaba bonita hasta que conocí su significado, mi padre a su vez de todas las veces que los vi, nunca dejaba de decirle lo puta que era y no dejaba de darle buenas palmadas en sus nalgas, la cual mi madre mas que quejarse por los golpes que eran fuertes y secos le pedía mas.
Ver la verga de mi papi y ver a mi mama como se la comía, me llevo a ser viciosa y obsesionada por las vergas, siempre intentaba ver alguna verga todos los días, la de mi hermano, mis primos, tíos, amigos, compañeros y desconocidos, a veces tenia suerte otras no, cuando era chica siempre le tocaba el pene a los adultos sobre el pantalón, me la ingeniaba para que fuera disimuladamente y nadie se diera cuenta de mis intenciones. La primera vez que tuve un pene en mi manos, casi me vuelvo loca, eso fue a los trece años, en el casamiento de la hija de una amigo de mi papa, eran cerca de las once de la noche, cuando salgo a recorrer el campo donde era la fiesta, unos de los invitados, desconocido para mi, el hombre habrá tenido sus 43 años o un poco mas, se puso orinar cerca de un árbol donde yo estaba, él no se había dado cuenta de mi presencia cuando empezó a hacer su acto, vi un pene de un hombre en todo su esplendor era grueso, largo y por la fuerza de su chorro se notaba que era potente, habrá ido como en la mitad de su descarga, cuando vio que lo estaba mirando, no me di cuenta cuando el se dio cuenta de mi presencia, debe haber sido por que yo no quitaba la mirada a su pene, que de pronto escucho que me dice: te gusta, lo quieres ver, le dije sí, algo en mi pedía que hiciera luego esa pregunta, me acerque a él, un poco nerviosa, tome su pene que aun orinaba, encontré excitante como salía su orina, una vez que termino su descarga me dice quieres verlo todo, nuevamente le digo si como si fuera una maquina, se desabrocha el pantalón, se los bajos con los bóxer, uuuuuuf ahí estaba todo a mi disposición un pene semi erecto con unos huevos de maravilla, me dice tócalo, es todo para ti, si quieres lo pruebas, que ganar de hacer eso y algo mas, lo mas extraño fue su olor a orina que tenia, me gustaba como emanaba de esa fuente de poder, era rico.
Lo que mas me gusto de ese hombre que aunque se excito mucho, fue a que no me obligo a nada, solo me incitaba hacer algo con su bella masculinidad, debe haber sido porque lo mínimo que iba hacer era mamárselo, creo que el lo sabia que le iba hacer, acto que hice con el mas grande le los agrado mientras se lo mamaba me acordaba como mi mama se lo mamaba a papi, hasta incluso hubo un momento que pensé que era ella y ese hombre desconocido mi padre, este hombre que nunca supe su nombre me empezó a tratar igual como papi trataba a mami, de putita, me excite tanto con todo que no me di cuenta que estaba toda mojada, eso me ayudo a chupársela con mas animo hasta que acabo en mi boca, me trague su leche, la cual era abundante y rica, disfrute tanto ese momento, mientras ese hombre me trataba de ramera y otras cosas ricas que llegaban a mis oídos, después que termino quería hacerme el amor, le dije que su premio ya lo había tenido.
Después de eso encontré la forma de chupar penes en todos los lugares, en la escuela chupaba por el campeonato, a casi todos mis compañeros se lo hice, mmmmmmmmmmm algunos botaban una cantidad tan grande que me llamaba la atención por la edad que tenían, lo bueno que siempre busque la forma que nadie gritara que se los había chupado, intentado siempre yo ser la víctima cosa que me eran facilitada por la ropa pequeña y transparente que vestía que dejaba a cada unos de mis compañeros con la verga mas tiesa que el obelisco.
En la universidad no hubo chico que no se la chupara, en la primera fiesta, que para mi suerte fue de disfraz, me dedique solo a mamar, se la chupe a 27 en toda la noche, los conté uno por uno, algunos eran super difícil para acabar, eso eran los que mas me gustaban, porque me exigían esforzarme al máximo.
Iba por la vida mamando pollas y bebiendo su leche, todo los días hacia mínimo una mamada, los fines de semana era un poco mas intensos porque las fiestas hasta que un día un hombre cambio mi vida, era un hombre con el pene mas maravilloso que he visto, eso si cosa aparte son los negritos los cuales si que tienen una verga bonita, grande es poco decir, porque son inmensas, y lo mejor que son muy ricas. Este hombre es mi esposo, su mayor gracia es que es muy gruesa, aunque no es muy larga, mide cerca de 20 y un poquito mas diría, lo que me vuelve loca es su grosor, mmmmmm la primera vez que se la vi, casi me desmayo de puro gusto, ese día no sé cuantas veces se la mame, al final me la tuvo que quitar porque capacito aun estuviera mamándosela.
Después de un tiempo nos casamos, ya llevamos dos años de casados, pero hace exactamente cuatro semanas, que volví a mamar vergas varias, todo se dio natural sin que fuera algo premeditado, un día que iba en dirección a mi casa, tome el bus y me senté en la ultima corrida de asiento, a medida que el bus avanzaba se fue llenando, parece que era el ultimo bus de la noche, de pronto se llena tanto el bus, que al frente de mi queda un hombre de pie, tenia toda su masculinidad en mi cara, cada vez que el bus hacia un movimiento brusco el hombre acerca toda su masculinidad en mi cara, el problema que el bus me hacia hacer iguales movimiento que los del hombre, pero en el sentido contrario, por lo que chocaba con su masculinidad, fue tanta la cosa que al final me excite al chocar con el paquete de ese hombre, el también se éxito, porque se notaba que cada vez chocaba con algo mas duro, de pronto algo paso en mi que al hombre le bajo el cierre del pantalón saco su pene y se lo chupo hasta que acabo en mi boca, fue tan rico hacerlo que tuve un orgasmo justo en el momento que él me daba su néctar, luego que acabo se la chupe para dejarla limpia y seca y se la guarde donde lo había sacado, aunque nunca le vi la cara bien, el hombre me agradeció la atención dada, bajando su cabeza a mi oído y diciéndome «gracias putita».
Después de eso el hombre bajo.
Quedé pensando en lo que había hecho y lo excitante que había sido, sin darme cuenta había vuelto a lo que era mi placer, mamar vergas, y digo que había vuelto porque como mi esposo no iba a llegar ese día, me fui a una disco que esta cerca de la casa y mame todas las vergas que pude, lo mas simpático que aunque iba con las ganas de mamar, todo se dio lo mas natural como la tentación en mi boca.
Desde ese día mamo mínimo tres vergas diarias incluida la de mi esposo, que placer mas grande poder hacerlo, ojalá algún nos encontremos y se les mame las de ustedes fieles lectores.
Disculpen mi nombre es Claudia, (no es seudónimo), tengo 26 años, mi estatura es 1.75 ojos verdes, morena, pelo ondulado y mis medidas es 93-64-95, soy de Sudamérica bien al sur.