La amiga de mamá
En un viaje sin fin hacia el norte de Chile de pronto me encontré viviendo en un campamento minero, de esos perdidos y apartados lugares del cobre.
Mi vida era tranquila y llevadera hasta que la amiga de mi mama apareció en mi vida.
Daniela le llamaban, era bella como nadie en el mundo, graciosa y curvilínea, casada, simpática y muy cálida.
Como es lógico, en segundo medio el masturbarme era una religión y ella se encargaba de hacerlo en mi imaginación.
Era una diosa de 35 años.
Entre comida y visita que nos hacíamos como familia logré, silenciosamente, llegar al cajón donde esta diosa guardaba su ropa interior, que maravilla, eran pequeñas y dulces, ya que nunca pude menos que ponerlos en mi nariz y boca imaginándola a mi lado.
No alcanzaba a tener la erección suficiente para alagar a tan bello espectáculo.
Hasta se día que me regalaron del cielo, viajábamos hacia una localidad las dos familias apretujadas en el auto, los hombres adelante, padres solamente y los niños y mujeres atrás.
Dios mediante me tocó estar sentado a su lado, sintiendo sus muslos rozar con los míos, ya que por la temperatura y el sol, usábamos shorts.
Era suave y blanca y mis piernas rozaban y rozaban, por lo que no pude evitar tener una erección fantástica, la cual disimulé corriéndolo hacia un lado y aprovechando de tocarlo de vez en cuando.
En el camino cerraba los ojos para imaginar como poder acercarme y no ser impertinente.
Ella notó que me traía algo entre manos y le gusto ese juego, constantemente se acomodaba para que su cuerpo se acercara al mio, se agachaba y me rozaba la pierna… de verdad ardía.
Acostumbraba a visitar a los sus hijos para jugar en las tardes de verano.
Una tarde llegué en la mañana a su casa, salimos ala calle porque la mujer de la casa dormía, no se sentía bien, algo de resfrío creo yo.
Pasé a saludar discretamente con un fin mas bien curioso.
Ella estaba en la cama toda de blanco con un conjunto precioso y los pies sobre la cama.
– hola tía….
-…Rodriguito ¿como esta amor? contestó
– bien, pasaba a saludarla….
– …acércate …..me harías un favor?
– si.. contesté sin dudar
– me traes unas pastillas que están en la mesa de la cocina?
– asentí con la mirada y lo hice.
En el intertanto ya habían salido todos a la la calle y los pude ver mientras volvía con el remedio en la mano.
– me pasas un poco de agua del baño?
Fui sin hacer preguntas, pero antes miré sin vergüenza su cuerpo grande y curvilíneo sin que ella de diera cuenta.
El vaso lo dejé en el velador junto a la lampara y me despedí amablemente.
– Chao tía, que se mejore……
No di un paso, cuando sentí el roce maravilloso de su mano en la mía….
– gracias…. dijo ella con tono maternal.
Su mano estaba fría y húmeda, como su tuviera fiebre.
En ese momento noto algo en su cara, una mirada distinta, llena de complicidad, tenía una erección que era monstruosa y ella lo había notado.
Tomó mi mano y la puso en su pecho, sobre la blusa, y me pregunto si sentía que tenía algo de fiebre, a lo cual asentí sin demora.
Su pieza era grande y corría viento. ese espacio de piel que pude tocar era suave tal como lo imaginaba y su corazón latía fuerte.
El mío reventaba.
Ella dejó que mi mano bajara por los pechos, rodeándolos, guiaba mi mano inexperta y me miraba.
Era una maravilla sentir esos pechos redondos en mi palma.
Sentí por primera vez un pezón duro y grande en el centro de mi mano.
Te gusta- preguntó….. no pude responder.
Ella me dijo que me haría un regalo que duraría toda la vida, que guardaría con mucho cariño.
Me explicó que debía ser discreto y guardar el secreto.
Se puso de pie y dejo ver sus pechos blancos casi rosados, grandes, y me invito a acariciarlos.
Lo hice muy asustado.
Ella cerraba los ojos y comenzó a jadear, emocionada por mi inexperta ignorancia. me dijo que me acercara, abrió sus piernas y llevo mi mano hacia la vagina, húmeda hasta el calzón largo de dormir que llevaba.
Ahí conocí el placer de los dioses, estaba con mi mano metida en su flor de maravilla, húmeda, tibia.
Toqué despacio por los lados, por los labios mayores, en ese momento hinchados. Era mi sueño.
Lo tenía en la mano. Intempestivamente siento un golpe en la ventana y la voz de Cristian que me llamaba……voy- grité sin voz.
Ella se asustó y me dijo que basta, en forma muy dura. Me asusté y saqué la mano ya mojada.
Nos quedamos mirando, en silencio, y sin palabras ella bajo el cierre de mi short y sacó suavemente mi pene.
Se arrodilló despacio y me dijo…..-este es mi regalo-……..
Hizo un ademán para ver si había alguien afuera y comenzó a chuparlo despacio, con la lengua alrededor del prepucio.
Era la sensación mas increíble del mundo.
Me sentía rojo de sangre en la cara. Lo hizo de manera amable, lo metía en su boca y sacaba despacio, me miraba mientras lo hacía y sonreía.
Le dije que no daba mas y que quería acabar.
Ella asintió y me miró, lo sacó de su boca y dijo…
-hazlo…te espero…sin miedo….- .
Fue una explosión en su boca, no creo que lo haya sentido ya que tragó todo sin cambiar el gesto.
Al sacarlo ya estaba algo flácido y volvió a meterlo dentro, cerrándome el cierre.
-Este es tu regalo. Secreto ya?-
Asentí..
Muy buen relato