Hola, después de este quizás aparentemente exagerado título me presentare. Mi nombre es Sebastián, no es mi verdadero nombre. Pero podría valer.

El amor y la forma de entenderlo de las personas es casi siempre, más insondable de lo que creemos. Tratamos de ver las cosas de forma simple, pero en realidad todo es más complejo de lo que creemos. Yo lo he ido descubriendo a través de mis 27 años de vida, con experiencias más o menos excitantes, e incluso más o menos dolorosas. Siempre he sido el soltero eterno, y quitando una relación tortuosa que duró demasiado tiempo dentro de su aparente brevedad. Sólo he tenido amantes, y novias temporales, a las que ocasionalmente vuelvo y vuelvo a temporadas. 

Nunca he sido un Adonis, pero soy bastante atractivo, dicen que sobre todo es mi forma de vestir y moverme y una personalidad magnética. Esto es lo que me dicen las mujeres. No trato de presumir, todo tiene su contrapartida, mi bohemia hace que sólo atraiga a las mujeres como amantes, y yo para ser sincero preferiría la fidelidad y quizás un amor más duradero; es en mi fuero interno lo que siempre más he deseado. 

El estar rodeado de mujeres como muchos hombres desean a menudo es sinónimo de soledad en el amor, nunca estamos del todo contentos con lo que tenemos.

He tenido en los últimos 7 años numerosas amantes y situaciones «límite» sobre todo con chicas o mujeres con pareja, es mi sino. Y no crean que es del todo placentero, a la larga las mujeres no arriesgan y siempre prefieren la «seguridad» al menos la mayoría. Cuando te ganas la fama de galán lo pagas con la desconfianza de las que amas.

No voy a contar las cosas en orden cronológico, las contaré según las recuerde o no. Esta historia, la tuve con una mujer preciosa de 24 años.

María es pequeñita de un metro sesenta como mucho, pero todo en ella tiene proporción, pechos pequeños, piernas torneadas y un hermoso culito. Toda una belleza y digna del mejor gusto a la hora del vestir, parece incluso con su pequeña estatura toda una mujer. 

Ella es novia de un amigo de toda la vida, un tipo al que llamo amigo por la costumbre, no trato de excusarme. Es un verdadero cerdo. Ha clavado las peores puñaladas en las espaldas de sus mejores amigos, y del cual trato de guardarme a diario. 

Un difamador nato, romper su amistad de golpe, supondría incluso el poner en peligro parte de mi trabajo… Así que algunos y yo lo toreamos como bien podemos. En mi particular caso, casi literalmente,…

Ella es una mujer débil, en una sociedad donde la mujer muchas veces se ve forzada a un noviazgo «bien» que le aporte seguridad y un futuro próspero, se ve delegada a la superioridad de su novio. 

La trata con desprecio y muchas veces he tenido que aguantar por boca de él, un tipo tirando a gordo y sin ningún tipo de buen gusto «Que a veces piensa que se merecería una mujer más espectacular». Yo siempre he sido un rey del cinismo y escuchaba estas cosas con una sonrisa en la boca, dando por hecho que él es y será magnifico. Ella por supuesto piensa que es magnífico, aunque tiene sus ataques de consciencia plena. Él le ha puesto, por supuesto, los cuernos con putas… en más de una ocasión.

A mi semejante santa, mujer de hombre rico, y cornuda sin saberlo; siempre me atrajo sobremanera. Un instinto paternal se apoderaba de mí cada vez que la veía, cada vez que me contaba que sólo en su vida había estado con un sólo hombre, y cuando dudaba me preguntaba acerca del amor…

Fue poco a poco, y después de que ella sufriera por los años de convivencia con ese ideal de hombre medio de tantas mujeres. Que empezó a dudar, al menos, de lo que su vida sexual podía o no depararle. 

Su novio estaba de viaje con otros borrachos y puteros. Ella había estado de viaje antes que él, con una amiga. Esta última había ligado y ella se había contenido de largarse con el amigo del ligue. Me lo contó una noche de verano solos en su coche, por mi cabeza se pasaban las incontables veces que su gran novio me había contado sus siempre exageradas aventuras fuera de su pareja.

Mi cinismo también presente en mi relación con ella se dibujó en una triste sonrisa en mis labios, el cinismo también tiene, como todo en la vida, un doble filo…

Ella empezó a hablarme de que deseaba hacerlo con otro hombre, que siempre se le quedaría esa espina clavada pero que amaba tanto a Pablo que sería incapaz de hacerle daño… Y yo lo sabía. La única vez al principio de salir con Pablo se lío con otro chico, se sintió tan culpable que fue como una tierna corderita a contárselo a él. Por supuesto él se dedicó a putearla y hacerle pagar aquella afrenta a su orgullo por más de un año, donde él la estuvo casi tratando como una vulgar puta … por supuesto sin cortar con ella.

La cuestión es que durante años ella y yo habíamos tenido un deseo palpable, nunca me lo dijo, pero esas cosas siempre se notan. La conversación derivó en que yo siempre la había deseado, ella me dijo que siempre lo había sabido… Que nunca había tenido sexo con otro hombre ni le sería infiel a su novio, pero que le excitaba la idea de hacerlo con el amigo de su novio, que imaginaba el morbo de notar «Como mi polla iba entrando poco a poco en ella» éstas fueron sus palabras exactas. 

Yo en un acto de autocontrol del que jamás me creí capaz, le dije que esa noche al volver a casa iba a tener que masturbarme pensando en ella. Supongo que esa frase compensó el tremendo deseo de abrazarla y besarla… Cosa que hicimos minutos después pero como amigos, aunque de manera muy intensa.

La noche siguiente tuve que aguantar cómo su novio, que volvió de viaje, me contará sus bravatas sexuales exageradas como siempre de «potencia sexual». Demasiado cine porno americano convierte a algunos hombres en fervorosos creyentes de los más típicos tópicos de la sexualidad.

Meses después yo andaba tonteando con la soltera hermana de mi amiga. Me gustaba mucho aunque sus maneras clásicas de entender la vida me ponían enfermo a menudo, con lo cual no presentaba el interés necesario para que la cosa funcionase.

Una noche que fui a recogerlas, la hermana de María se fue a la ducha. Yo me quedé con María. 

Ella estaba vestida con unos elegantes pantalones blancos largos hasta más allá del tobillo, de camal ancho, sus pies desnudos me llamaron la atención… Bromeábamos acerca de lo pequeño de sus pies y le ofrecí un masaje, siempre entendí muy bien el chiste de Pulp Fiction acerca de los masajes en los pies, por supuesto el masaje tomó un cariz tremendamente personal y … sexual.

Yo le frotaba uno de sus pies con ambas manos, subiendo y bajando por sus tobillos, por su pantorrilla… ella cerraba los ojos, y dejaba caer su cabeza hacía atrás, el morbo de que su novio viniera al cual estábamos esperando, y/o su hermana, mi supuesta partenaire, saliese de la ducha acrecentaba el calor del ambiente. 

Poco a poco ella fue cayendo en el respaldo de la silla y la planta de su pie llegó a tocar mi entrepierna. Allí pensaba que se acabaría todo, pero María parecía no darse cuenta, yo masajeaba su tobillo y gemelos y obligaba a la planta del pie a frotarse contra mis pantalones de lino, lo suficientemente finos para que notásemos qué es lo que estaba ocurriendo. Ella con los ojos cerrados parecía estar en el cielo, yo imaginaba una vida distinta para ella, llena de pasión, de una pasión que notaba perdida. 

Y vi lo que los ocurre a tantas y tantas mujeres controladas por una sociedad machista que ellas mismas ayudan a mantener, vi la infelicidad de una mujer de 40 años en la cara de placer de una muchacha de 24; también cínicamente pensé en el oculto engaño de todo aquello, en el control real que casi siempre ejercen sobre nosotros… obteniendo de cada uno, justo lo que desean… Así seguimos un largo, largo rato… 

Hasta que oímos a su hermana salir de la ducha, por supuesto aquella situación «tan casual» fue abortada al más mínimo indicio de un tercero. Los dos sabíamos bien que aquello no era un simple masaje en los pies…

Tuve más encuentros con esta mujer, pero los contaré más adelante.