Situación comprometida
No sé muy bien como me vi en esta situación que voy a contar, pero sabía de algún modo, que tarde o temprano, mis pequeños vicios, acabarían jugándome una mala pasada. ¿Mala? La verdad que acabé con uno de los mejores polvos de mi vida, el mejor sin duda hasta aquel día, luego hubo más.
Me llamo Sandra. Tengo 34 años, 1,60, 49 kg, delgada pero sin marcar musculo, buenas caderas y una pequeña talla 85 de busto, pero firmes, y coronados por unos pezones, que siempre están erguidos y desafiantes, atravesados por sendos piercing. Llevo el pelo teñido y melena por debajo del cuello, y el conejito totalmente depilado, como le gusta a mi marido, Saúl. El mide cerca de 1.90, pesa unos 85 kg, y está muy trabajado por el crossfit y la MTB. A veces hemos perdido de follar, por irse con la bici, que hombre…
El tema es que, dada la cantidad de veces que me ha dejado con ganas, y que yo soy, aparte de muy caliente, muy fiel, me fui haciendo poco a poco con un pequeño arsenal de juguetes sexuales para mi auto placer. Y poco apoco también fui dándome cuenta que me gustaba el tema de la dominación y la sumisión, y el dolor, en pequeña dosis, me excitaba mucho. Compre pinzas para los pezones, dildo, bombas de succión, vibradores, electro estimulador, esposas, correas…como digo, un pequeño arsenal, que usaba sola, pues tenía miedo contárselo a Saúl y que me viera como un bicho raro, o una putilla que le iba la marcha.
Esa tarde era otra mas, sola, Saúl por ahí de ruta, y yo sola en casa, todo el día. Me puse una peli x en la Tablet, de BDSM suave, y empecé a ponerme muy caliente con las imágenes. Saque mi maleta de los sueños, con todos mis juguetes. Me despoje del minúsculo tanga que era mi única prenda puesta. Toquetee y apreté mis pezones. Unte mis labios vaginales con bastante lubricante efecto calor y continué hacia mi agujero oscuro. Estando muy excitada y lubricada, introduje un dildo de buen tamaño en mi culo, es uno de esos que llevan cables para poder ser electrificado. Cogí mi Satysfier y me lo aplique en mi ya hinchado y excitado clítoris. El orgasmo fue inminente y rápido. Calmada la ansiedad del primero, continué con mas parafernalia. Me puse una mordaza, que lleva un aro metálico que deja la boca muy abierta, para facilitar la penetración por ella hasta el fondo de la garganta; cuanto fantaseo con que Saul me folle la boca con ella puesta!. De la mordaza cuelgan unas cadenas que terminan en pinzas, para aplicar a los pezones, cosa que, evidentemente hice. Además, en estos, aplique otras pinzas más pequeñas, sobre los piercing. Estas últimas también van unidas al electro estimulador, que encendí en una frecuencia media-baja, y en modo auto, para que el mismo determine las secuencias de las descargas. UN cosquilleo atravesó mis pezones y mi culo. Tome un consolador con vibrador de generoso tamaño, que mi coño engullo sin demasiado esfuerzo, dado lo lubricado que estaba. Lo encendí a intensidad media. Este además, tiene una mini lengua, que vibra directamente en el clítoris. La sensación es indescriptible. En la pantalla de la tablet, una morena crucificada de espaldas a una cruz de madera, estaba recibiendo un castigo de látigo en su culo y espalda. Me sujete los tobillos con una barra extensible que ajuste al máximo de apertura que mis piernas permitían, y me tome unas fotos en esa postura, estaba muy cachonda, y verme así, me puso aun más. Por último tomé un antifaz y unas correas para las muñecas que ajuste como pude al cabecero de la cama, las cerré lo máximo que pude pero que permitieran entrar mis manos. Metí la derecha, me coloque el antifaz y por ultimo metí la izquierda y me tumbe a deleitarme con las sensaciones que mi cuerpo estaba experimentando. Aclaro en esta punto que las correas de las muñecas era la primera vez que las usaba, y como siempre, sin leer las indicaciones de uso.
El consolador estaba haciendo delicias en mi, con su armónico ritmo y la mini lengua vibrando en mi clítoris. Esto unido a las descargas eléctricas que atravesaban mis pezones y el interior de mi culo, empezaron a generar en lo más profundo de mi ser un nuevo orgasmo, tense mi cuerpo, arquee mi espalda, me retorcía de placer inmovilizada, notaba mis piernas separadas, mi coño, empapado, y mis fluidos saliendo de mi y deslizándose hacia las sabanas, la tensión en mis muñecas aumentaba cada vez que tensaba mi cuerpo. Mi saliva caía de mi boca y empapaba mi cara y pelo, y experimente un nuevo y placentero orgasmo gimiendo y retorciéndome, atada a mi cama.
Cuando recobre un poco la compostura, y me fui a soltar, me di cuenta del lio en el que acababa de meterme. Las correas tenían un sistema, que al tensar o tirar, se cerraban más, hasta llegar al máximo que habías ajustado, y en mi caso, era tanto que era imposible sacar las manos sin soltar los cierres de velcro ajustables. Mi cabeza empezó a girar, me maree, estaba inmovilizada en la cama, con mis agujeros llenos, recibiendo pequeñas descargas eléctricas, Y NO PODÍA SOLTARME! Solo podía esperar a que llegara Saúl, y me encontrara en esa situación! Como se lo iba a explicar? Como iba a reaccionar? Y encima está excitadísima de nuevo, pues mi amante de goma seguía dándome placer, ajeno por completo a mi dramática situación, quería llorar, pero solo me salió gemir y jadear y dejar que mi tercer orgasmo me invadiera, estaba tan entregada que ni oí la puerta ni oí la voz que decía:
Pero qué coño es todo esto????
Joder, siempre te recibe así? No me extraña que siempre quieras volver a casa, dijo otra voz
Deja de tocarte la polla mirando a mi mujer
Porque? No te das cuenta lo que necesita?
La verdad que estoy súper empalmado
Lo siguiente fue silencio, y de repente, mi boca llena con una polla, que comenzó a follarmela hasta tocar mi garganta. Yo seguía excitada, cuando note unas manos quitarme las pinzas de los pezones y supuse que de los piercing pues las descargas cesaron, para ser sustituidas por unas manos y una boca que me los pellizcaban y mordían, lamian y volvían a morder. Las manos del dueño de la polla que llenaba mi boca, tomaron mi nuca para poder empujar aun más adentro
Retiraron el consolador de mi empapado coño, y noche una buena cantidad de flujo salir de mi entrepierna. Aflojaron las correas de mis muñecas para darme la vuelta en la cama y volver a inmovilizarme, sobre un cuerpo acostado en la cama, que automáticamente, me ensarto por el coño su polla hasta el fondo, sin dificultad. Note como sacaban el dildo de mi culo, y automáticamente otra gloriosa polla me lleno por detrás. Uno de mis sueños más morbosos se estaba cumpliendo. Inmovilizada y carente del sentido de la vista, estaba siendo usada como un juguete sexual y recibiendo la primera doble penetración de mi vida, por Saúl y por un desconocido. Jamás hubiera apostado a que mi chico me hubiera compartido con alguien, y sin embargo, allí estaba. El hombre en mi culo, se aferro a mis caderas para sacar y meter su polla por completo dentro de mí, mientras el de abajo solo se dejaba llevar por el ritmo impuesto desde detrás. Apretaba mis pechos y mordía mis pezones, tomaba un piercing entre los dientes y estiraba mi pezón hasta el límite.
Un nuevo orgasmo estaba llegando, Estaba fuera de mi, empecé a gritar todo lo que mi mordaza me permitía, la saliva caía a chorro sobre mi furtivo amante, las embestidas en mi culo eran cada vez más fuertes, hasta que entre jadeos y gruñidos, note como me llenaban de caliente semen por detrás y la presión de las manos en mis caderas era casi dolorosa. Yo me deje llevar en mi orgasmo también, ensartada por completo por el culo, notando como esa polla palpitaba soltando sus últimos chorros dentro de mí.
Mi otro amante, se deslizo como pudo desde debajo, tomo mi cabeza entre sus manos y hundió su polla en mi boca, provocándome una arcada, ahogada por un potente chorro de semen, directo al fondo de mi garganta. Mantuvo la presión unos segundos que se me hicieron interminables, descargando otras tres o cuatro veces. Las lágrimas salían de mis ojos, por las arcadas contenidas. Cuando sentí mi boca liberada, me soltaron la correa de la mordaza y pude tomar aire y toser. Poco a poco me fueron liberando las ataduras y pude acostarme en la cama, con mi culo ya liberado también, Sentía salir de él abundante semen que se deslizaba hacia mi sexo, palpitante he hinchado. Solo el antifaz cubría mis ojos.
Nunca imagine que te fuera este rollo, me susurro la dulce voz de Saúl, descansa, que hoy a cambiado tu vida para siempre, no vas a tener que volver a jugar sola. Me dio un beso en la mejilla y retiro el antifaz. Entre la penumbra y con mis ojos acostumbrándose a la tenue luz, puede ver a Saúl, completamente desnudo, al lado de Sergio, su hermano menor, también desnudo y aun con su gloriosa polla a media asta. Los dos lucían estupendos, y con esa bella imagen, me quede dormida…
Renacer sexual
Dormí como hacía tiempo no lo hacía. Los flases de la tarde pasada destellaban en mi mente y una fuente de calor creció en mi interior, haciendo palpitar mi vulva y sintiendo mi clítoris hincharse por momentos, necesitaba tocarme, porque me estaba excitando muchísimo.
- No tuviste bastante? La voz de Saúl, me sacó de mis húmedos pensamientos
- Amor! Exclamé, abriendo los ojos y viendo a mi marido mirarme, y retirando la mano de mi entrepierna, un poco avergonzada
- Yo sigo, no te preocupes, dijo, mientras hundía su cabeza entre mis piernas y me deleitaba con un delicioso cunnilingus que no tardó más de dos minutos en llevarme a un rápido y deseado orgasmo
Quise agradecérselo, por lo que tome su polla con mis manos, con la intención de hacerle una buena mamada mañanera. Estaba completamente empalmado. Lamí suavemente su glande antes de introducirlo en la boca por completo. Volví a sacarlo y deslice la lengua por todo su tronco, lubricándolo muy bien, para volver a tragármela. Esta vez, Saúl me sujeto la cabeza, y me la hundió muy dentro, provocándome una arcada, pues no me lo esperaba. Me dejo apartarme un poco, lo justo para tomar aire, y volvió a hacerlo. Comenzó a follarme la boca, como lo habían hecho por la noche él y su hermano, y tardó muy poco en correrse. Sentí el caliente esperma deslizarse garganta abajo. Un par de descargas mas, y me soltó, momento que aproveche para limpiar los restos de su corrida, con mi boca y lengua, dejándole casi listo de nuevo para la acción.
- Quiero que me digas, si vas a querer sexo duro, a partir de ahora, me dijo, acostado a mi lado, mientras sus manos, recorrían mi cuerpo desnudo, sucio y sudado.
- No sé qué quieres oír, respondí
- Es fácil la pregunta, y la respuesta. No creí jamás que fuera a presenciar lo que vi ayer cuando llegué. Y mucho menos que hicieras y te dejaras hacer como te dejaste.
- Yo tampoco creí jamás que dejarías a otro hombre follarme, delante de ti
- Fue una situación especial, extrema, diría, y, digamos, que improvisé. Además, es mi hermano, se que le gustas, y él a ti también, no es cualquier hombre. Encontrarte totalmente indefensa, inmovilizada, desnuda, y en medio de un orgasmo al llegar a casa, lo siento, pero era una fantasía que se me hizo realidad
- Yo me sentí muy sola últimamente, y recurrí a fantasear con juguetes, no sabía que a ti también te pudiera gustar. SI! Mi respuesta a tu pregunta es Si.
- Quiero dejar unas normas claras, dijo Saúl, serás mi mujer, mi puta y mi esclava sumisa?
- Si
- Te puedo compartir, o solo quieres que te use yo?
- Haré lo que a ti te apetezca, como tú quieras y con quien creas oportuno, pero por favor, con discreción, no quiero que me señalen por la calle
- Sabes que hay clubs, en los que lo que pasa allí, se queda allí?
- Algo leí sobre ellos, si. Has estado en alguno?
- Sí
La respuesta me perturbó un poco. Resulta, que yo pasaba tardes en casa, masturbándome sola, y mi marido haciendo, quien sabe qué, con quien sabe quién, en clubs de la ciudad. Todo por no tener una conversación a tiempo
- Te ha parecido mal la respuesta?, me dijo, sacándome de mis pensamientos
- No, solo que jamás lo habría imaginado
- Pues todo puede cambiar desde ya, si la respuesta sigue siendo afirmativa
- SI, dije rotundamente, tanto que yo misma me sorprendí, y de solo pensarlo, me estaba mojando otra vez
- Bien, pues hay unas normas, como te dije. Tendrás que ser marcada, de alguna forma, para que se sepa que tienes amo, y te respeten. Te informaré antes de cada sesión, en la medida de lo posible, de lo que pasará, para saber si estás de acuerdo. Y acordaremos una palabra de seguridad, para si algo se descontrola o no te gusta, lo puedas parar.
- Perfecto, dije un poco abrumada por lo que acaba de oír y por la seguridad de las palabras de Saúl. Se notaba que sabíadelo que hablaba.
- Vas a hacerme el hombre más feliz del mundo. Llevo años fantaseando sobre esto. Dúchate mientras voy preparando cosas, vamos a desayunar y lo primero será el marcaje. Si me cogen hoy, hoy mismo lo haremos. Debes tomar siempre la píldora anticonceptiva, no queremos sustos, irás siempre como vas, completamente depilada. Te voy a poner un piercing en el ombligo para completar los de los pezones, y quizás, aún no lo sé, otro en el clítoris. En uno de ellos llevaras mis iníciales, así como en el tatuaje que te haré.
- Niebla, fue todo lo que pude decir, la palabra de seguridad será niebla
- Niebla pues. Ve a ducharte, hago unas llamadas y te espero en el salón
Salimos sobre las once de la mañana hacia el centro. Llegamos a un local, que parecía cerrado, pero las cortinas negras que tapaban los escaparates, parecían nuevas y limpias. Aparcamos un poco más arriba, y rodeando el edificio, nos dirigimos a una puerta negra, con los relieves dorados, donde Saúl, pico
Un hombre de unos 2 metros de altura, totalmente rapado y vestido con ropa de cuero, muy fuerte y lleno de tattoos y piercings abrió la puerta y nos indicó que pasáramos. Apreté la mano de Saúl fuerte. Nos dirigimos a una estancia del piso superior. Otro hombre, de unos 30 años, muy tatuado también, nos esperaba. Vestía también de cuero, este con pelo largo, atado en coleta en lo alto de su cabeza y los laterales rapados y también tatuados. En la sala había una camilla y todo el material para tatuajes y piercings
- Desnúdate y túmbate en la camilla, dijo Saúl
- Entera? Dije un poco sorprendida
- No me entiendes cuando hablo? Me gritó
Un poco aturdida y avergonzada por la situación, me desnude por completo, delante de aquel hombre. En ese momento apareció también el que nos había abierto. Sin mediar palabra, me tomo del brazo y me llevó a la camilla, ayudándome a tumbarme. Tomó mis brazos por encima de mi cabeza y me los ato a la parte de atrás de la camilla. Mis piernas, las inmovilizo en unos estribos que tenía, parecidos a los de una silla ginecológica, dejándome totalmente inmovilizada, expuesta y disponible para lo que fuera que me fuesen a hacer. Una mordaza con una bola de agujeros, me dejo también muda.
- Aquí no hace falta palabra de seguridad, así que no necesitas hablar, dijo Saúl
- Entonces, como lo hemos hablado? Pregunto el más delgado, mientras se colocaba entre mis piernas
- Ni más ni menos, dijo Saúl poniéndose a un lado mío, el otro, el grande, se coloco del otro lado cerca de la mesa auxiliar que tenía todo el material.
Me acomodaron la cabeza, de forma que podía ver bastante de lo que iba a pasar. El tío grande, cogió una de mis tetas, y quito el piercing de barra que llevaba, después el otro. Me puso un líquido bastante frio, que erizo mi piel y puso los pezones como piedras, y lo extendió con una gasa, supongo que sería algún desinfectante. Hizo lo mismo en mi ombligo. Me sobresalte un poco cuando sentí que me manipulaban la entrepierna. El tipo más delgado tenía el capuchón de mi clítoris sujeto por unas pinzas, y estaba marcando con un rotulador, me sonaba la maniobra de cuando me puse los de los pezones. Después de unos minutos hizo lo mismo en mi ombligo. La saliva comenzaba a caerme de la boca, arrollando por la cara, hasta la camilla. El tío grande enseñó primero a Saúl, y luego a mí, las joyas elegidas para coronar mis pezones. Saúl asintió con la cabeza. Eran una especie de soles, atravesados por una barra rematada en dos pequeñas piedras brillantes, que hacían las veces de tuercas. La barra era bastante más gruesa que los que llevaba. Sin darme tiempo a reaccionar, el tío, que llevaba un rato pellizcándome los pezones, tomo cada uno con una pinza hueca, para que no se bajaran, y paso a través de los agujeros existentes una aguja guía de un grosor mayor, para abrir el agujero. Un pequeño grito, ahogado por la mordaza escapo de mi boca. Sin dame tiempo a reponerme atravesó el otro. El dolor era soportable, incluso placentero; De repente, un dedo entro en mi vagina, luego otro. Un gemido salió de mí sin pensarlo
- Aaah!
- Joder, si esta mojada, si que se mete en el papel, dijo el tatuador, que comenzó a masturbarme, mientras miraba a mi marido, que asintió con la cabeza.
No daba crédito, atada a una camilla, completamente indefensa y expuesta, un extraño, me estaba haciendo una soberana paja, con dos dedos dentro de mi vagina y un tercero, frotándome el clítoris, mientras un gigante de 2 metros manipulaba mis tetas a su antojo, atravesadas por sendas agujas, y Saúl, viéndolo todo, y con su consentimiento. Ni mi más caliente sueño de una de tantas tardes sola en casa, se podía comparar
- Aaaaahh! Aaahhh! Aaaaaaaaahhhh!! Me corrí como pocas veces lo había hecho. Estaba empapada, y mi cara y pelo, llenos de la saliva que salía de mi boca, llena por aquella bola.
- UUUUGGGG!! De repente, un dolor punzante y agudo, recorrió mi ser, desde mi clítoris, hasta mi cabeza, a través de mi columna; Forcé mi cuello para ver que había pasado. Una aguja como las que atravesaban mis pezones, atravesaba ahora la piel de mi clítoris en sentido vertical, y de repente otra, menos dolorosa, mi ombligo. Cerré los ojos y alguien retiro la almohada sobre la que descansaba mi cabeza, para que pudiera relajarme, mientras se sustituían las agujas por las piezas elegidas por mi marido
- No recuerdo haberte permitido que te corrieras, me dijo Saúl cerca de mi oído, y encima has puesto cachondos a mis dos amigos, vas a tener que satisfacerlos cuando terminen
Abrí los ojos para mirarle, parece ser que lo de dejarme usar por otros iba a empezar antes de lo que imaginaba, y asentí con la cabeza. Un poco después me reclinaron un poco para que me viera. Los pezones resaltaban estupendos. Al ser la barra más gruesa, y el soporte de esta, largo, los estiraba ligeramente y los agrandaba. Iba a ser imposible disimularlos bajo ninguna prenda. En el ombligo, en la parte superior, una piedra en forma de diamante, y otra saliendo de dentro, y de la superior, colgaban unas cadenitas doradas, era el que más se iba a ver en cualquier situación pública, y por tanto, el más discreto. Situaron un espejo entre mis piernas, para que pudiera ver la barra de generoso diámetro y ligeramente curvada que atravesaba mi clítoris, terminaba en una labrada letra S. Cuando el tatuador la movió con la mano, una oleada de placer recorrió mi cuerpo, era una sensación nueva y muy placentera. Después, repasó con una cuchilla de afeitar mi pubis, y tomó la máquina de tatuar. Una hora después, un tatuaje a escasos milímetros de mi rajita, lucia con el texto: Propiedad de S. R. Ya estaba marcada de por vida con las iníciales de mi marido. Saúl se acercó y me colocó un collar de cuero negro, con una argolla delante, similar a los que se usan con los perros, solo que iba cerrado con pequeño candado, del cual, guardo la llave.
- Luces preciosa, me dijo, ya estas marcada de mi propiedad, y ese collar solo te lo podrás quitar cuando yo te lo permita. Ahora, debes pagar tu deuda por correrte sin mi permiso, vuelvo en un rato, dijo mientras salía de la sala
La camilla comenzó a inclinarse hacia abajo, emitiendo un ligero zumbido, dejando mi cabeza colgando a un metro aproximadamente del suelo. El tatuador, me quito la mordaza, y sin tiempo casi a recolocar mi mandíbula, metió su polla en mi boca. Aferrado a mis tetas y pellizcando mis doloridos pezones, comenzó a follarme la boca con fuerza, provocándome varias arcadas, que casi me hacen vomitar. El exceso de salivación, salía de mi boca cada vez que la sacaba, y me arrollaba dentro de la nariz y los ojos, hasta que después de unos interminables minutos, se corrió abundantemente dentro de mi garganta. Sin tiempo a tragar todo lo que me había soltado, dada la incómoda postura para poder tragar, el grandullón de la puerta, tomo el relevo. La polla que tenía era acorde al tamaño del tío. Sin ser muy larga, tenía un diámetro enorme, me costó mucho abrir la boca para que entrara, pero no pareció un impedimento para aquel tipo. Aferrado con fuerza a mis tetas, y retorciendo dolorosamente mis pezones, fue metiéndola entera hasta rozar mi garganta.
Pensé que me iba a ahogar, como tardara mucho en sacarla. Comencé a respirar, con dificultad por la nariz, mientras el tío empezaba un vaivén lento, en mi boca. Note una lengua en mi clítoris, y unos dedos intentado entrar dentro de mí. No fue difícil, estaba empapada en mis fluidos. El de mi boca, en un par de envites, comenzó a jadear y a correrse, y yo al sentir el caliente y espeso semen en mi boca, me corrí como una loca, también. Pensé que me estaba haciendo pis, pues sentí chorros salir de dentro de mí. Estaba en éxtasis, teniendo mi primer squirt. El grandullón salió de mi boca, y un último chorro de su semen, impacto en mi cara y pelo. Sentí la camilla volver a su posición inicial. No sentía las piernas ni los brazos, aún inmovilizados. Entre abrí los ojos, y vi a Saúl, en la puerta, con el móvil en la mano, lo había grabado todo. Se acercó y me dijo:
- Otra vez te vuelves a correr sin mi permiso, tendré que castigarte. Se acercó a mí, y me introdujo un plug anal, previamente lubricado, era metálico y daba la sensación de pesar. Tenía un buen diámetro, que mi culo tragó con algo de esfuerzo. Saúl soltó mis manos y piernas y me ayudo a incorporarme. Ponte la gabardina y baja
- No me visto? Pregunte
- No, has sido una zorra desobediente, iras pues, como lo que eres, hasta el club. Y ni se te ocurra lavarte
- Sí señor, respondí metida en mi papel de sumisa, esperando que la respuesta fuera de su agrado. Me incorporé y me puse la gabardina que traía. Afortunadamente era por encima de las rodillas, y disimulaba bastante el que fuera desnuda debajo de ella. Saúl enganchó una correa a la argolla de mi collar, y tiro levemente.
- Vamos, ordenó
Bajamos las escaleras, y al pasar delante de un espejo, vi mi cara, con los restos de la lefa del portero, y también mi pelo. El poco maquillaje que llevaba estaba esparcido por mi cara. De mi entrepierna salía abundante flujo que se deslizaba piernas abajo. Además el roce de los pezones en la tela de la gabardina y la sensación al caminar que provocaba el piercing de mi clítoris, me estaban poniendo muy perra otra vez, nunca mejor dicho. Era sábado por la mañana, a pesar de ser una zona de la ciudad un poco alejada, seguro que habría gente por la calle a esa hora, me moría de vergüenza solo de pensar que algún conocido me podía ver así y el rubor subió a mis mejillas.
Salimos a la calle, caminamos unos 300 metros en dirección contraria al coche. Afortunadamente solo encontramos un vagabundo en un portal. Baje la mirada al pasar a su lado, mientras me miraba lascivamente y cogía su entrepierna mientras me miraba pasar. Inexplicablemente, cada vez estaba más excitada. Lo único molesto era sentir como la gravedad intentaba que el plug se saliera de mi culo, y tenía que hacer un esfuerzo para sujetarlo dentro. Entramos en un antiguo portal, y bajamos un piso. Saúl picó en una puerta que tenía una pequeña luz verde sobre ella. Una mujer de unos 40 años nos recibió. Besó a Saúl en la mejilla, y la miré desafiante. La bofetada que me soltó no la vi venir. La mejilla me ardía aun más de lo que ya lo hacía. Mientras me quitaba la gabardina de manera violenta dijo:
- No sé quién eres, ni me importa, pero cuando cruzas esa puerta, aquí solo eres una puta mas, que solo mirara a la cara si se te da permiso para ello, si no mirada al suelo. Entendiste?
- Sí señora, lo siento señora
- Bien, parece que alguna cosa ya la aprendiste. Es nueva? Pregunto a Saúl
- Si, recién estrenada y marcada
- Ya lo veo. Está muy buena, tal vez te la pida prestada
- Cuando quieras, es tuya.
- Que vas a querer?
- Con una sala pequeña me arreglo hoy, por ser el primer día. Quiero mostrarle, lo primero, que pasa cuando se corre sin mi permiso
- Perfecto, la 2 está vacía, vamos, a cuatro patas, como la perra que eres
Me arrodille, y gatee detrás de ella. Llegamos a la puerta con el número 2. Entramos. Era un cuarto bastante oscuro. Había unas mesas con bastante parafernalia Sado, una gran cama con dosel y espejos en el techo, y una gran X de madera. Mi excitación iba en aumento. Me dirigió a la X. Tiró de la cadena para que me incorporara, y me ató a ella, de frente.
- Que castigo crees que mereces? Dijo Saúl
- No lo sé, señor. No sabía que no podía correrme.
- Pues lo hiciste dos veces. Seré benévolo, serán diez latigazos y diez azotes, para que te vayas acostumbrando. Contaras cada golpe en voz alta y dirás gracias, entendido?
- Sí, señor
- Si aguantas el castigo sin quejarte, te follare y dejaré que te corras
El primer golpe no se hizo esperar. El silbido del látigo en el aire, fue seguido de un ardor que me atravesó la espalda de lado a lado
- Uno, dije, gracias señor
Cada latigazo dolía un poco más, pero mordía mi labio con fuerza para no quejarme, aun así, lagrimas de dolor salían de mis ojos. Mi entrepierna, como siempre, por libre, empezaba a dejar salir mis fluidos pierna abajo, presa de la excitación que me consumía por dentro. Terminé la cuenta, y sin tiempo de reponerme, el primer palazo cayó en mi culo. Creo que dolían más que el látigo, pero después de cada uno, una caricia con la mano de Saúl, aplacaban un poco el ardor. Los diez golpes pasaron bastante rápido.
Automáticamente, sentí sacar el plug que aun seguía en mi interior, y noté la polla de mi marido queriendo sustituirlo dentro de mí. Gemí de placer al sentirlo entrar, sin dificultad. Una mano suya cogió mi pecho izquierdo, y sus dedos jugueteaban con mi pezón, y la otra se afanó a masturbar mi vagina. El contacto del piercing del clítoris me hacía sentir escalofríos de placer.
- Aaaah, aaah , señor puedo correrme, no lo aguanto más, dije enseguida
- Siii, siii, hazlo me dijo, mordisqueándome la oreja, yo también me voy a correr!!!
Sentí su semen inundar mi culo, y su glande hincharse dentro de mí con cada chorro, y tuve el tercer orgasmo de la mañana, enculada por mi marido, crucificada en una mazmorra oscura.
Aún con su polla dentro de mí, liberó mis brazos. La sacó y me liberó las piernas, me giró y me hizo arrodillarme. Sabía lo que quería, me afane a limpiar su pene aún goteante, chupando y lamiendo golosamente. Empezó a recuperarse del todo nuevamente, y continué chupándosela, hasta que se volvió a correr en mi boca. Después del primer disparo, me separó la cabeza, cogió su polla con la mano, y tres chorros mas impactaron en mi cara, pelo y pechos.
Se separó y me miró satisfecho, mientras cogía su móvil y me hacía nuevas fotos. No dije ni pregunté nada.
Hizo sonar un timbre, y apareció al poco tiempo la mujer que nos había abierto.
- Señor? Preguntó
- Que la bañen y aseen, y que se vista. Cuando este lista, llévala al bar
- Sí señor, a cuatro patas, zorra, sígueme, dijo mirándome.
Obedecí sin rechistar. La acompañe a un cuarto en el pasillo, donde una gran bañera presidía la estancia. varias chicas muy jóvenes, completamente desnudas también, esperaban arrodilladas en el suelo, con la cabeza agachada, y las manos en la espalda.
- Fíjate en la posición de estas putas. Si quieres ganar puntos con tu amo, espéralo siempre así, y lleva el pelo recogido en una coleta. Agradecerás este consejo gratuito que te doy. Bañarla a fondo, y vestirla. Hoy ha sido su primer día y por el aspecto ha sido duro
- Si señora, dijimos todas casi al unísono
Dos chicas se pusieron en pie y me ayudaron a meterme en la bañera. Con sumo cuidado y delicadeza extrema me enjabonaron cada rincón de mi cuerpo y lavaron el pelo. Tras secarme me tendieron en una camilla donde me dieron un masaje con aceite aromático, muy relajante y aplicaron una crema cicatrizante en las marcas de la espalda, nalgas y tatuaje. Después me ayudaron a vestirme. Un minúsculo tanga negro, que dejaba ver parte del Tattoo, y un ajustado vestido negro de licra, que realzaba exageradamente mis perforados pezones. Por supuesto, sin sujetador. Me alisaron el pelo y me lo recogieron en una coleta alta. Unos zapatos negros, con detalles en rojo, con un considerable tacón, completaban el outfit. Volvieron a colocarme la correa y me llevaron fuera. La otra mujer la tomó, y ya caminando me condujo al bar. Allí, en una mesa, esperaba Saúl con otro hombre. Los dos se pusieron en pie para recibirme. La mujer dio la correa a mi marido y se marchó.
- Siéntate, me dijo
- Si señor, respondí
- Es preciosa, dijo el otro hombre, un sesentón, venido en kilos, medio calvo, pero muy elegante y con corte distinguido. Si yo tuviera una mujer así, te aseguro que no la compartiría.
- No comparto a mi mujer. Esta es mi esclava, y yo decido que hago con ella, pero cuando es mi mujer, ni viste así, ni actúa así. Además, ella lo ha pedido y ella lo puede parar cuando quiera.
Empezaba a acostumbrarme a que hablaran de mí, en tercera persona, aun estando delante, algo que anteriormente detestaba y odiaba. El hombre, que se llamaba Alfredo, me extendió unos papeles y un bolígrafo
- Léelo, y si estás de acuerdo firmarlo. No es más que recogido en papel todo lo que pactamos de palabra. Es una especie de contrato, para que, si algún día pasa algo, no digas que no tenía tu permiso para hacerlo, y también, si yo me excedo en algo, tú puedas demostrar que no estaba pactado.
Tras repasar el texto, que recogía varias pautas de conducta, mis deberes y obligaciones, y los de Saúl también, firmé el contrato, con cierta excitación.
- Perfecto, dijeron los dos, el documento quedará en la caja del Club, a buen recaudo, matizó Alfredo, y ahora, lo pactado del cobro de entrada,
Y diciendo esto, se puso en pie, mientras se desabrochaba el pantalón y lo bajaba junto a los calzoncillos, hasta las rodillas, dejando a la vista un flácido y arrugado pene, cubierto de pelo cano. Miré a Saúl, esperando su aprobación. Este asintió con la cabeza, me senté al lado del hombre, tome su pene en mi mano, y me lo llevé a la boca. Poco a poco, con mis habilidades con la boca, fue creciendo y tomando un tamaño, digamos, cuando menos, adecuado. Alfredo me aferro por la coleta, y empezó a dirigir los movimientos con su mano, y entre espasmos, jadeos y gruñidos, comenzó a correrse en mi boca. Me aplique bien en tragármelo todo, aunque me dio un poco de asco, la verdad, pero no quería dejar que me manchara, ni la ropa ni la cara, porque tenía miedo que no me dejaran volverme a limpiar.
Cuando el hombre se dio por satisfecho, tiró de mi coleta y me incorporó, manoseó mis tetas por encima del vestido, y luego metió su mano entre mis piernas. Apartó un poco el minúsculo tanga y me introdujo uno de sus gordos dedos. Yo estaba empapada de nuevo. Estuvo unos instantes taladrándome, creo que llegó a meter tres dedos dentro de mí. Cuando se canso de jugar, sacó la mano, y me la metió en la boca para que le limpiara mis propios fluidos. Hecho esto, se puso en pié, cogió los papeles, se despidió de Saúl y se fue. Fue en ese momento, cuando me percaté que en el bar, había además de dos camareros, varias mesas ocupadas. Me morí de vergüenza al pensar que había hecho una mamada a un viejo en público, sin embargo, nadie parecía haberse percatado.
- Aprendes muy deprisa, me dijo Saúl. Creo que vamos a pasar muy buenos momentos. Voy muy deprisa, o te adaptas?
- Va bien, señor, todas las situaciones que he vivido hoy me han puesto muy cachonda
- Parece ser, que eres más puta de lo que pensaba. Sera cuestión de ir buscando tus limites, y te aseguro que los puedo encontrar
- Sí, señor, respondí, aunque esa última frase me quedó rondando en la cabeza
- Bueno, pues ahora, solo queda brindar por el compromiso contraído, y empezar tu nueva vida. Y diciendo esto, me acercó una copa de un Whiskie de malta de 25 años, mi favorito, y tras chocar los vasos, nos lo apuramos de un trago. Se acercó a mí, me soltó la correa y me dio un beso en la mejilla. Quise besarle la boca, pero recordé que acababa de tragarme la lefa del viejo, y tampoco sé si podía hacerlo sin permiso. Me tomó de la mano para ayudarme a levantarme y nos fuimos a recoger el coche. Camino a casa, me ordenó subirme el vestido hasta la cintura. Eran las 6 de la tarde, y las farolas comenzaban a encenderse. Había bastante gente por la calle, y cualquiera que se fijase un poco podía verme. Aun así, lo hice sin rechistar. Aún estaba húmeda por los dedos del viejo, lo podía notar. Saúl, acercó su mano derecha a mi vulva, y comenzó a acariciar mis labios por debajo del tanga. Un hábil dedo, buscó el clítoris, y mojado en mis propios flujos, comenzó a frotarlo de arriba abajo. Estaba muy muy cachonda. Recliné un poco el asiento para estar más cómoda y ponérselo más accesible. Sus dedos, se perdían hábilmente dentro de mí, y yo perdía la noción de tiempo y espacio. Me daba igual todo, la gente que me pudiera ver, que mi marido me considerase una puta, me daba igual, solo quería llegar a mi meta, correrme de nuevo
- Permiso para correrme, señor, dije entre jadeos y contoneos
- No! Sentenció tajante, mientras incrementaba el ritmo. Yo no sabía si dejarme ir o aguantar, correrme sin permiso me proporcionaría placer doble, pues luego disfrutaría el castigo también. Por otro lado no quería fallar a mi amo otra vez. Aguante como pude, varios minutos que se me hicieron eternos, y ya al borde del orgasmo, se detuvo el coche. Estábamos en casa. Saúl, ceso la masturbación.
- Buena chica, me dijo. Vamos dentro
Le seguí a casa. Fuimos al salón y me colocó la correa de nuevo. Sabía lo que significaba. Me quite el vestido y el tanga. Me arrodille con las manos a la espalda y me puse una venda en los ojos. Saúl me miraba satisfecho y orgulloso. Mi transformación había comenzado
Sigue mi transformación
Sentí a Saúl caminar hacia mí, y en ese momento, sonó el timbre de la puerta.
- Quédate así, me dijo, no te muevas
- Pero pueden verme desde la puerta
- He dicho que te quedes así, no me hagas repetirlo, y le sentí caminar a la puerta de entrada
Hablaba con alguien, pero la música del hilo no me dejaba distinguir la voz. Después la puerta se cerró. Pasos se acercaron a mí, de al menos dos personas
- Que te había dicho? Oí a Saúl
- Impresionante. Y solo te obedece a ti? Dijo otra voz familiar.
- A quien yo le ordene obedecer, prueba, es toda tuya. Hoy me obedecerás a mí, y a mi invitado. Quítate la venda, que será más interesante.
Me quite la venda, y ahí estaba el primer hombre que me había follado, después de mi marido, mi cuñado, su hermano, mirándome con cara de deseo y vicio. Me recompuse después del primer momento de incertidumbre.
- Estoy para complacer a mi señor, y a quien él ordene
- Guau, dijo Sergio, es mejor que como me lo imaginaba, me encantan las modificaciones corporales que le has hecho.
- Y se entrega al papel muy bien. Un par de cosas, solo es usable si lleva el collar puesto, si coincides con ella y no lo lleva, es mi mujer, y es intocable, de acuerdo?
- Por supuesto
- Bien, dijo dándole la correa a Sergio, subir, os acompaño enseguida.
- Vamos, zorrita, quiero volver a disfrutarte, esta vez mirándote a los ojos, y tiro de la cadena, obligándome a ponerme a 4 patas y subir así al piso de arriba.
Una vez en el cuarto, me mando volver a espera mientras él se desnudaba. Lucia una buena erección ya. Se a cercó a mí, puso su polla frente a mi boca, y el resto era cosa mía. La abrí tanto como pude para que me la pudiera meter lo que quisiera. Me miró a los ojos y me dijo:
- Empecemos suave, chúpamela, como lo hacías antes de ser tan puta, a mi hermano, y quiero que abras bien las piernas y te masturbes mientras lo haces, pero tienes prohibido correrte. Empieza.
Tome la polla de mi cuñado en mi boca, la introducía hasta la mitad, la sacaba, rodeaba su glande con mi lengua, lamia todo su tronco de arriba abajo, y otra vez a dentro. Mi mano derecha bajo a mi vulva y comencé a acariciarme los labios, introduje un dedo dentro de mi húmeda vagina, y esparcí bien mis fluidos para lubricarme, acaricie mi clítoris, hipersensible desde que me pusieron el piercing, y con mi mano libre, me retorcía y pellizcaba un pezón. Me estaba poniendo a mil.
- Veo que no pierdes el tiempo, escuche decir a Saúl detrás de mi
- Como chupa esta cabrona, si tardas un poco más, hace que me corra
Diciendo esto, sacó su polla, palpitante por la excitación, de mi boca. Yo deje de tocarme, al borde del orgasmo. Saúl venía completamente desnudo ya, con mi maleta de juguetes en una mano y una bolsa de deporte. Me situó al borde de la cama y ató mis manos a ella. Después los pies a los bordes, a lo ancho de la cama, a su merced, dejándome totalmente abiertas las piernas, en una pose algo incómoda.
Noté un líquido frio y viscoso caer en mi culo, lo que me hizo dar un respingo. Tenía a los dos hermanos detrás de mí, por lo que no sabía quién hacia qué. Una mano comenzó a esparcir el gel por mis nalgas y ano, totalmente accesible y relajado. Habilidosamente, un dedo entró dentro, mientras otra mano estimulaba mi clítoris y me ponía al borde del éxtasis. Los dedos de mi culo fueron sustituidos por un consolador de generosas dimensiones, que tras un pequeño esfuerzo, trague por completo. Sentía mi culo lleno y al límite. Colocaron unas pinzas eléctricas en mis piercings de pezones y clítoris, iba probar si lo que me había dicho el tatuador era verdad. Y vaya si lo era. El ligero cosquilleo del principio se fue tornando pellizco y poco después, dolor. Las descargas discontinuas, sin un ritmo ni una intensidad igual, en algunos momentos eran insoportables y dolorosas, por lo que empecé a quejarme un poco. Bajaron algo la intensidad. De repente, un latigazo silbo en el aire e impacto en mi culo
- Aaaah!! Exclamé. Porque señor? Dije
- Porque me apetece, respondió Sergio
La combinación de látigo, electricidad y vibrador en mi culo, a pesar del dolor, comenzaron a generar un orgasmo dentro de mí. Sentí mis propios fluidos deslizarse por mis piernas, pues al estar tan abiertas, no podía contenerlos dentro
- Tienes prohibido correrte de momento, dijo Saúl
- Si señor, pero no sé si podré aguantar
- Sabes el castigo por desobedecer
- Si señor
Cuando cesaron los golpes, el culo me ardía, por fuera y por dentro. De repente una descarga fuerte y larga, atravesó mi cuerpo. Se tensó y arqueó al máximo de mis articulaciones esperando que terminara. Se hizo eterno y lo más doloroso que recuerdo haber probado. Aún así, no grité. Mi cuerpo estaba empapado en sudor. Olí a humo, y algo caliente impactó en mi culo, acentuando el ardor que sentía en el. La cera de la vela, caía y se deslizaba hasta enfriar pegada a mi piel.
Saúl, de rodillas en la cama, me tomo la cabeza por la coleta, tiró hacia atrás y me abofeteó, para después, meter su polla en mi boca, hasta el fondo. Sus hinchadas pelotas me cortaban el aire, y el presionó mi nariz, dejándome sin respiración. Después de unos segundos la situación se me hizo angustiosa, y tampoco podía decir la palabra de seguridad, pero Saúl sabía bien lo que hacía y controlaba perfectamente los tiempos. En esa situación, sentí salir el consolador de mi culo, y Sergio, me penetró de golpe. No le costó mucho, pues el anterior inquilino era bastante más grande y grueso. Durante unos cuantos minutos, estuvieron follandome boca y culo, con fuerza y rudeza, no había lugar para la suavidad, y me encantaba. Estaba muy al borde del orgasmo, cuando Sergio anunció que estaba a punto de correrse.
Salió de mi culo, se puso en la cama de rodillas, junto a su hermano, y casi a la vez, ambos se corrieron abundantemente en mi cara y boca. La mayor parte fue aparar a mi cara, ojos y pelo. Cuando terminaron de correrse, usaron mi boca por turnos para que les limpiara los miembros, que seguían erectos. Me soltaron las manos y tuvieron que ayudarme a incorporarme. Tras soltar la barra de los pies, me arrodillaron en el suelo, con la cara pegada a él. Saúl se puso encima mío y me penetro el culo en esa posición. Sergio se puso frente a él y me la metió en mi empapado coño. Comenzaron a taladrarme en esa poción incomoda y humillante para mi, por los dos agujeros. Sentí que me el orgasmo era inminente, y no aguanté mas
- AAHH!! AAHH!! AAHH!! Grité fuera de mí, mientras me corría como jamás lo había sentido. Sergio comenzó a jadear también y sentí mi culo inundarse de su semen
- Joder! SIII! Siii! Exclamó
- Me corro!! Dijo también Saúl, notando como explotaba de nuevo dentro de mi
Después de los primeros disparos, sentí vaciarse mis agujeros, y como el resto caían sobre mi espalda y cara. Sergio, con su pie, tomo un poco de semen de mi pelo, y me lo puso en la boca, para que se lo chupara. Me afané en limpiárselo bien, para dejarlo complacido. En ese momento, sonó el timbre de la puerta.
- Vete a abrir, me espetaron los dos, casi a la vez
- Así ?????? respondí mientras me incorporaba, con cara de incrédula
- SI! Respondió Saúl acompañando la orden de una sonora bofetada, que dejo ardiendo la mejilla, Si no me equivoco, es tu castigo, jajajaja, te recuerdo que te has vuelto a correr sin permiso, pero sabía que lo harías, y me adelante
Baje las escaleras, completamente desnuda, sudada y cubierta de semen, que tampoco dejaba de brotar de mi culo y coño. Abrí la puerta sin pensar, pues de haberlo hecho, creo que no hubiera abierto. Rosa, la mujer de Sergio, estaba al otro lado. Me miró de arriba abajo y entró.
- Veo que Saúl no exageraba, menudo trabajo hizo con la mosquita muerta, dijo riendo
- Sube, que me toca a mí, continuó, y dicho esto, la seguí escalera arriba
Rosa era una mujer muy atractiva, siempre me lo había parecido, un poco más alta que yo, con un generoso pecho y unas curvas que hacían voltear a los hombres por las calles. Hacía mucho deporte y llevaba viviendo con mí cuñado más de diez años, pero no estaban casados. Siempre me habían parecido una pareja perfecta. Cuando se quitó el abrigo, me quede un poco boquiabierta al verla. Solo llevaba un ajustadísimo body rojo de látex, muy sensual, lucía un collar similar al mío, pero sin candado ni anilla, medias negras y botas altas con generoso tacón. Besó en la boca a los dos hombres, y avergonzada y algo malhumorada baje la vista al suelo para no ver como mi marido se comía la boca con ella.
Se sentó en la cama, y separó las piernas, el body era abierto en esa zona, aún así lo soltó, dejando su depilado conejito totalmente expuesto. Separó los labios con los dedos, tocándose lascivamente, y metiendo los dedos repetidamente en la boca. Llevaba 3 aros plateados, en los labios y clítoris.
- Me han dicho que te comes muy bien las pollas, veamos que tal lo haces con un coño, ven aquí
Me acerque dubitativa, jamás lo había hecho con una mujer, pero sabía cómo me gustaba que me lo hicieran a mí, supuse que no sería difícil. Me arrodillé entre sus pierna y hundí mi cara. Recorrí con mi lengua todo el perímetro de su vagina y luego busqué el clítoris con ella. Lo lamí de arriba abajo, en círculos, introducía mi lengua en su vagina y la sacaba, para volver al clítoris. Vencido el reparo inicial, me apliqué a fondo en comerme un coñito por primera vez en mi vida, y me estaba gustando. De repente, un golpe seco en mi culo, me trajo de mis pensamientos.
- Más despacio zorra!! Vas a hacer que me corra, joder!!! Qué bien lo haces! Huumm!
Quedé un poco perpleja, pues pensé que ese era mi cometido, hacer que se corriera, pero estaba claro que no. A partir de ahí, yo seguí, pero cuando la excitaba demasiado, correazo. Así me tubo más de 15 minutos, la verdad, ya me dolía la boca y la lengua la tenía medio dormida. En momento dado, se incorporó me agarró por la coleta, y apretó fuerte mi cara contra su pubis. Me afané mas en hacerla disfrutar, y por fin, tubo su orgasmo.
- Ahhh! Ahhh! Ahhh!! Siii! Siii! Dios como me has puesto, puta!!!!
Me sentía orgullosa de haberla satisfecho, y esperaba una recompensa en forma de orgasmo, pero lejos de ello, en la postura que estábamos, comenzó a orinarme encima. Parte del primer chorro cayó dentro de mi boca, y me lo tragué pues no me lo esperaba. Hice ademan de separarme pero un fustigazo en mi trasero me hizo cesar en mi intento. Termino de hacerlo sobre mi cara y pelo. Me estaba muriendo de asco y de humillación, y sin embargo estaba súper excitada, He de reconocer que no olía demasiado fuerte y era bastante transparente, pero aún así, me habían meado encima y me lo había tenido que tragar, y todo con mi marido y su hermano mirando, a los que oía reírse a mi espalda.
- Apoya la cabeza en el suelo y estira los brazos por delante, me ordenó.
Obedecí, dejando mi culo “en pompa”. Imaginé lo que se venía. El silbido en el aire, fue seguido por la conocida sensación de ardor en el culo. Instintivamente conté
- Uno, gracias
- Qué bien enseñada estas, puta, no pierdas la cuenta, jajaja dijo Rosa
Conté 30 golpes, 10 cada uno, y esta vez, fueron fuertes, los 10 últimos se me hicieron eternos. Las lagrimas resbalaban por mis mejillas y ajenos a mis lloros, el suplicio continuó hasta los 30. Me ardía el culo como nunca en mi vida. Esta vez, todo fue dolor, estuve incluso tentada a decir la palabra de seguridad, pero me contuve. En esa postura, a un lado de mi, estaba Rosa haciendo una mamada a Sergio, por lo que los últimos golpes fueron de Saúl. Tras el último, su mano, comenzó a acariciar mi vagina, que despertó de su letargo inmediatamente. Sentí la cabeza de su polla intentando entrar en mí, lo cual hizo sin dificultad. Empezó a follarme, agarrado a mis caderas, y sentí como palpitaba dentro de mí por lo que supuse que tardaría poco en correrse. Yo, por otro lado, volvía a estar a 1000. El ritmo de las embestidas fue mayor y cuando pensé que no podría aguantar mucho mas, Saúl me hizo un regalo
- Me corro!! Gritó, me corro!! Umm!! Dios, sí, eres divina!! Córrete tu también!!
Y cuando comencé a sentir sus descargas dentro de mí, me corrí como una loca desde lo más profundo de mi ser. Sin acabar de correrse, Saúl cedió el sitio a su hermano, que me empaló de nuevo. A l volverme a sentir llena, las sensaciones de placer volvieron a inundarme, y sentí como me venía un segundo orgasmo. Al comenzar a contraer la vagina mientras me corría por segunda vez, hice que Sergio se viniera muy rápido también. Me agarró por la coleta, tiró hacia atrás de mi, levantándome en volandas del suelo, con su polla clavada hasta el fondo de mí, sintiendo su caliente semen inundarme por dentro. En esa postura, Saúl aprovechó para metérmela en la boca, aun brotando lefa de ella.
Rosa, se había puesto un arnés con una enorme polla negra, y vino a tomar el sitio de Sergio, que se cambió con su hermano en mi boca. Sin tiempo a reponerme, el enorme falo de goma, se enterró dentro de mí. Me costó adaptarme a semejante grosor, pero a Rosa no le importó, y comenzó a taladrarme con él. Sentirme tan llena me estaba excitando otra vez, no sabía que me pasaba, pero estaba en éxtasis, fuera de mí. Con la boca y el coño llenos, los dedos de Rosa comenzaron a buscar mi culo, y me penetró con ellos. Eso ya fue el culmen de la situación, y balbuceando como pude, anuncié mi tercer orgasmo seguido.
- UUggh! Me corro, me corro, sii siii!!
Rosa siguió hasta darse por satisfecha. Sergio salió de mi boca también, y al sentirme libre y suelta, caí al suelo, tendida y exhausta, en un charco de sudor, orina, y semen. No sentía las piernas, me dolía el culo, y me palpitaba el coño.
- Puedes ir al baño, y darte una ducha, me dijo Saúl, no tengas prisa, te lo has ganado
- Gracias señor, respondí, me alegro de haber estado a la altura. Y me fui al baño
La imagen que vi en el espejo era grotesca. El pelo enmarañado, con lefa y pis reseco, al igual que mi cara, con todo el maquillaje corrido. Intente verme el culo, estaba rojo, con marcas que lo surcaban de un lado al otro. En algunos puntos se veía ya el morado. Mi coño, estaba enrojecido y abierto también, y de el brotaba aún semen que se deslizaba piernas abajo. Acaricie mi tatuaje, me gustaba. Apenas tenía fuerzas para sostenerme en pie. Eso es lo que iba a ser, a partir de ahora, cuando llevase el collar puesto, un trozo de carne, para el disfrute de quien Saúl quisiera. Y me gustaba. Quería más, mucho más, estaba como una perra en celo, pero ahora, solo quería disfrutar mí mas que merecida ducha…
Había transcurrido más de una semana desde mi iniciación. No me habían vuelto a poner el collar, por motivos laborales, y el fin de semana, por compromisos familiares, pero el miércoles, era mi último día de trabajo, después me tomaba unas mini vacaciones de diez días que había acumulado de horas extras en la oficina. Saúl, se había cogido también toda la semana libre, para prepararme algo especial. Cuando salí a las 3 del despacho, me estaba esperando en la puerta, dentro del coche. Entré y le di un profundo beso, agradecida por el detalle de venirme a recoger, cuando por fin le deje hablar, me dijo que nos íbamos ya.
- Ahora? Pregunte, sin pasar por casa?
- Ya te dije que lo preparaba todo yo, incluso lo que necesitas para estos días, no te preocupes. Si te falta algo, se compra
- Ok amor, pues adelante
Tomamos rumbo sur, dirección a la sierra. Hacía tiempo que nos tomábamos un descanso, y me apetecía, aunque algo me decía que no iba a descansar mucho. En el trayecto de poco más de una hora, hablamos de cosas triviales. El tema sumisión/dominación, no salió desde la última sesión, que también fue la primera, todo sea dicho. Llegamos a un desvío, y tomamos un estrecho camino, atravesando campos y un frondoso bosque de pino y abeto. Era otoño y estaba atardeciendo, el paisaje era de ensueño, y mucho mas, cuando desde un pequeño claro, al final del camino, se dejo ver una antigua casa, de piedra, con estética de castillo medieval. Atravesamos el muro de piedra y llegamos delante de la puerta principal. Era mucho más grande de lo que parecía a simple vista.
- Y esto? Es precioso, ya lo conocías? Pregunté
- Si, la verdad, es de un viejo cliente y amigo, y he venido varias veces, pero solo por negocios. Hoy es la primera vez que vengo por placer. Es un sitio selecto al que solo se accede por invitación, y como habrás adivinado, está relacionado con tu nueva condición
- Perfecto
- Me alegro que te guste. Vamos a cenar y subir al cuarto, hoy solo somos visitantes. Mañana llevaras el collar ya, el resto de la estancia.
- Vamos dentro, dije ansiosa por conocer aquel sitio
Por dentro, era tan sorprendente como por fuera. Lujoso, sin llegar a lo estridente, y totalmente de época, sin ningún detalle al azar. Una mujer, morena, de unos treinta y pico, ataviada con una larga túnica negra, con detalles dorados, tipo capa, con capucha, y un antifaz muy elaborado, y una larga melena rubia, recogida en coleta, por supuesto. A su lado un corpulento hombre, de fuertes y musculados brazos, con una máscara que cubría todo su rostro, vestido con pantalón de cuero negro y camisa blanca, de esas con chorreras y cordones. El atuendo se complementaba con unos guantes y unas botas. La mujer iba descalza.
- Buenas tardes y bienvenidos, dijo ella, lo tiene todo preparado en su cuarto. Suban, acomódense, y dentro de una hora estará servido el buffet de cena en el comedor principal. Este fin de semana no hay muchas reservas, serán unas diez personas en total, por lo que podrán disfrutar de todas las opciones que ofrecemos, y disfrutarlas con calma. Mañana a las 8 de la mañana se desayuna, y a partir de las 9 esta todo a su disposición. Dirigiéndose a Saúl directamente, añadió, Si en algún momento desea pedir algo especial, ayuda o algún extra, no dude en pedirlo
- De acuerdo, dijo, muchas gracias.
- Ahora, Cristo, les acompañara a la suite y les hará un breve tour de camino, por las estancias
El tal Cristo, tomo nuestras bolsas y partió delante, haciendo un ademán con la cabeza para que lo siguiéramos. Tras pasar unas pesadas cortinas detrás de la recepción, un pasillo de piedra, iluminado por antorchas, y decorado con varios tapices y armaduras, se abrió ante nosotros. La primera puerta, nos indicó que era el comedor principal, el comedor auxiliar, 2 baños, y los cuartos de los trabajadores. Bajamos una escalera a un sótano muy ambientado también. Al fondo había una gran chimenea donde el fuego crepitaba y daba mucha calidez al lugar. Varias puertas,9 en total, estaban identificadas como Mazmorras 1,2,3,y 4. Las otras eran, Inquisición, Irán, Ciborg y Medical. La más alejada, ponía Sala General. Se giró para subir diciendo:
- Después de cenar pueden visitarlas con calma, vamos
Subimos tras él, escalera arriba, donde conté 10 habitaciones, solo identificadas por números. Teníamos la número 8. Dejó nuestras bolsas a la puerta y se despidió. Entramos. El cuarto, era del estilo de todo el lugar. Una enorme cama con dosel, de madera muy robusta, un aparador con 2 butacas, una enorme bañera frente a la chimenea, que también estaba encendida, y al fondo la puerta que daba intimad al aseo.
Tras acomodarnos, pude ver que Saúl había traído varios conjuntos de ropa interior, de los más sexis que tengo, un par de vestidos, y algo de ropa cómoda. También la bolsa de juguetes. Sobre la cama, teníamos sendos antifaces, y un par de capas negras, parecidas a la de la recepcionista. Una nota decía que eran de obligado uso, para mantener el máximo anonimato de todos los huéspedes. Saúl, me puso sobre la cama, un tanga blanco, de encaje, y con la parte delantera bastante baja y trasparente. Un vestido, también blanco, tipo ibicenco, corto, por encima de las rodillas. Sacó el collar y una caja que me acerco para que abriera. Mientras lo hacía, me fue desnudando. La caja contenía un vibrador, en forma de bolas de varios tamaños escalados, y de la última salía un cable que terminaba en una pequeña pinza para el clítoris. También había un mando a distancia. Una vez completamente desnuda, me acercó a la bañera, que estaba llena, y me ayudo a entrar. Me lavo suavemente con una esponja, poniendo énfasis en mi zona íntima, que empezó a tomar vida. Soltó la esponja, y la reemplazó por sus hábiles dedos, que arrancaron de mí un rápido y placentero orgasmo. Estaba bien poderlo tener sin pedir permiso, y llevaba más de 10 días sin correrme, pues tenía prohibido masturbarme si no me lo pedía.
- Ya estas más relajada para lo que viene estos días, me dijo sonriendo
Tras secarme, me colocó el vibrador y la pinza la sujeto a mi piercing, por la parte más cercana al clítoris. Me acercó el tanga para que me lo pusiera mientras el tomaba el mando. De repente, una vibración dentro de mí, me hizo flaquear las rodillas y tuve que sujetarme a la cama para no caer.
- AAAAAhh! Escapó de mi boca
- Veo que funciona, sigue, perdón por la interrupción, jeje
- Interrumpe cuanto quieras, jeje
Me puse el vestido, y me miré en el espejo, mientras me hacía la coleta. Saúl se aproximo, y me puso el collar, cerró y se guardó la llave. Me jaló por la coleta y me beso en el cuello. Me veía muy sexy delante de espejo. Mis pezones, atravesados por los piercing, desafiaban la fina tela del vestido. Me coloque el antifaz mientras él se vestía, camisa blanca y vaquero negro, sin ropa interior, me encantaba que fuera sin nada bajo el pantalón. Se puso el antifaz y bajamos. Me sorprendió no llevar la correa, la verdad.
Entramos al comedor. En el centro, una enorme mesa, llena de todo tipo de manjares y bebidas, flanqueada por varias mesas dispuestas, la mayor parte para 2 comensales, y un par de ellas para 3. Había varias ocupadas. La luz era muy tenue, la chimenea del fondo era lo que más luz proporcionaba. Vi, dentro de lo que poco que podía, a todo el mundo ataviado igual, con capa y antifaz. Era difícil por no decir imposible, poder reconocer ningún rostro. Una suave música clásica sonaba de fondo. Nos dirigimos a coger varios platos de comida y nos sentamos en una de las mesas vacías. Todo estaba delicioso y preparado con esmero. Tomamos una botella de Chateau Blanco, muy rico. Tras el postre, nos fuimos levantando para dar una vuelta libre por el castillo y ver un poco como eran las salas. El cansancio del día se apoderó de nosotros, y nos fuimos a dormir. No sé cuanto llevaríamos en la cama, cuando note que mi marido me llamaba. Medió dormida pude ver que dos hombres, estaban a mi lado, de pie. Intenté taparme, pues estaba completamente desnuda, pero Saúl me lo impidió.
- Ponte solo el antifaz, estos hombres te llevaran abajo, y te irán preparando, mientras desayuno. Tomaros vuestro tiempo, no tengáis prisa, dijo mirándoles. Estos asintieron con la cabeza
Me pusieron la capa por encima, me ajustaron una mordaza en la boca, que me la mantenía grotescamente abierta, Ajustaron un cinturón con varias argollas a mi cintura, y a él, inmovilizaron mis brazos con sendos grilletes. Me tomaron uno por cada brazo, y me llevaron al sótano. Reconozco que estaba muy nerviosa, pero también excitada.
Entramos en una de las salas del piso inferior. Soltaron mis manos del cinturón, me las elevaron por encima de la cabeza y volví a quedar inmovilizada. Sentí como separaban mis piernas y ponían algo en mis tobillos, bastante apretado. De repente, algo tiró con fuerza de mis brazos hacia arriba, dejándome casi colgada, y afianzada a la vez al suelo, con las piernas totalmente abiertas. Una mano acaricio mi rajita, bajando a los labios, que los separó para introducir un dedo dentro de mí. No le supuso ningún esfuerzo, estaba empapada. Sentí como una boca succionaba uno de mis pezones y lo atrapaba con los dientes, haciéndome algo de daño. Otras manos, desde detrás, abrían mi culo, y sentí una boca lamiendo mi esfínter. Estaba poniéndome muy, muy cachonda, y uno de los hombres dijo:
- Esta zorra está muy caliente, jaja, veremos después de un par de días si le baja la calentura
- O le sube mas, jajaja, dijo el otro, me da que es muy puta.
Esos comentarios me hicieron ruborizar un poco, note el calor en mis mejillas. Un gel viscoso y frio cayó sobre mi culo, a la vez que una hábil mano se afano en esparcirlo metiéndolo dentro de mi, con un dedo. Después fueron dos, y luego tres. Dos manos separaron mis nalgas y sentí una presión de algo que supuse un pene de buen tamaño, empujando para abrirse paso dentro de mí. Mientras me sodomizaban, colocaron algo muy apretado en mis pezones que inmediatamente comenzó a soltar descargas eléctricas dolorosas como agujas, que me hicieron retorcer un poco. Las manos del de detrás se afianzaron a mis caderas y comenzó a encularme más fuerte y profundo, mientras sentía algo introducirse en mi vagina, que en ese momento ya estaba lubricando como un río. La presión dentro de mí se acentuó empalada por mis dos agujeros, cuando el de detrás comunicó entre gruñidos que se iba a correr. Sentí como me elevaba del suelo a la vez que sus calientes chorros inundaban mi culo. En ese momento, tuve mi primer orgasmo también, a pesar de tenerlo prohibido, pero, ¿Quién se iba a enterar?…