A la mañana, me despertó con un beso en mi pija, fui al baño (el ya había ido), esta vez el 69 fue perfecto, ambos no gozamos mutuamente y tragamos todo, hasta despegarnos, dejando en claro que no seria la última vez.
Ambos prepararon el baño era un jacuzzi para cuatro, después de enjuagarnos y acariciarnos mutuamente, fuimos al dormitorio , era una cama enorme como las camas matrimoniales en los hoteles norteamericanos, primeramente hicimos el 69 con Carlos, ambos Alberto y Marcos nos penetraron
Su boca se abrió y empezó a chuparlo haciéndome gozar, estaba arrodillado, yo le movía la cabeza, acariciándolo, le dije que estaba por acabar y no lo saco, la leche le entro y siguió relamiéndome hasta dejar todo limpio, puso mis dedos en su culo y me pidió que lo penetrara, tome la vaselina que tantas veces habían usado conmigo ese verano.
Cuando llegue a la quinta de mis compañeros, todos estaban en traje de baño, me fui a cambiar y me uní a ellos en la pileta, me extrañaba como me miraban, cuando salimos después de secarme, sucedió lo que cambio mi vida.
Las leyes argentinas, no permiten el cambio de sexo, es por eso que compre un pequeño departamento en Santiago en Chile hablé con mi madre, en su cara vi la tranquilidad de estar haciendo lo correcto, era una suerte que el dinero no iba a ser problema alguno. Esos días hablamos muchos, le quite el peso de mi violación de chico, lo cual me agradeció, no le conté, lo de mi primo y amigo de la primaria, estábamos en paz, por lo menos nos sinceramos.
Me encontré con él, alto, gordo, sus cuatro pelos, estaban despeinados, era el asesor económico de la empresa, (lo conocía de una vez que fue a la empresa) sabía que era casado, con dos hijos (el varón un chico tímido, que me gusto cuando lo vi, pero tiene dos a tres años menos que yo), pero muy suelto me dijo, hola, sabes que serás mi secretaria, mi novia. Luego de mi afirmación, recordé porque verdaderamente estaba ahí.