El sonido del claxon de su vehículo me sacó del aturdimiento en que me tenían mis pensamientos.
Hacía pocos días que mi hermana Laura y su hijo Daniel por fín dejaron a un lado sus remilgos y se habían entregado a disfrutar sin tabús del sexo entre ellos.
Fueron encuentros llenos de excitación y erotismo en los cuales se entendieron y se disfrutaron total y gratificantemente, por lo que decidieron incluir en un viaje muy especial a esta servidora, que, de alguna manera, intercedió (gozando sin parar, primero, de la enorme verga de mi sobrino por todos mi agujeros y luego del delicioso coño de mi hermana) para acercarlos aún más.
Lamentablemente, mi hijo no podría acompañarnos por estar en plenos exámenes en la universidad, pero el muy pillo me hizo jurarle que le traería de regreso mi ropa interior completamente empapada de mis jugos, para que él se masturbara sintiendo su olor y su sabor.
Luego de partir esa tarde despidiendonos muy alegremente de mi hijo Javier, mi hermana, su hijo y yo nos encaminamos a disfrutar unos merecidos días de descanso en «El escondido «.
Este es un lugar maravilloso. Aquí se combinan tanto la montaña como el mar, haciendo un contraste divino y relajante, aunque nosotras sabíamos que no tendría nada de relajante para Daniel, ya que nuestras vaginas y culos serían ser saciadas por su rica verga.
Apenas llegamos, el se cambio su ropa por un short muy ceñido que dejaba adivinar el tamaño de su pene. Con un beso rápido en nuestras bocas, salió a la playa.
Nosotras, por el contrario, nos quedamos un poco más en la habitación del hotel. Poco a poco desempacamos nuestras cosas y las acomodamos en el closet. Laura me hacia constantes bromas sobre mi costumbre de llevar mi diario conmigo a cualquier parte.
Yo le contestaba, bromeando por igual, que era para no olvidar ningún detalle de todos nuestros encuentros.
Le decia riéndome que tal vez me atreva a enviar todas nuestras historias a alguna editorial para que las publiquen, sabiendo que un libro de esta naturaleza en nuestro país sería poco menos que tirado a la hoguera. Ya un poco más tarde, nosotras también nos reunimos con Daniel.
Entre baños en el mar, risas y juegos, fueron pasando las horas.
Mi sobrino se dio gusto pasando las manos entre mis pechos, nalgas y piernas al igual que con las de su madre cuando nos untaba el protector solar.
A mí, ya me tenia muy excitada. Sentir recorrer sus dedos por los labios de mi vagina y masajearlos disimuladamente, me había puesto muy excitada.
Mi hermana no fue olvidada por su hijo y a ella, en un momento en que no se encontraba nadie cerca, le corrió un poco la tira del bikini, le pasó los dedos por los labios de la vagina hasta hacerla mojarse totalmente para después, muy lentamente, meterle uno de ellos en el culo.
Fue delicioso observar como entraba y salía de ahí provocándole repetidos gemidos de placer a Laura.
Regresamos a la habitación para cambiarnos y bañarnos. Ya listos, salimos a recorrer un poco los alrededores y después nos fuimos a cenar al restaurante del hotel.
Una muy sabrosa comida acompañada de buena charla y buen vino fue parte de la velada. Pasamos un momento al bar y ahí tomamos una última copa antes de regresar a nuestra habitación.
Ya en las escaleras, Daniel no se contuvo y comenzó a acariciar mis nalgas y las de su madre hasta que llegamos a nuestro cuarto. Apenas traspasamos la entrada, él me tomó entre sus fuertes brazos y comenzó a besarme apasionadamente.
Sentía como su lengua recorria el interior de mi boca y encontraba la mia para enrroscarse en ella. Sus manos no estaban quietas. Recorriendo mis costados, me acariciaban y apretaban mis senos y mis piernas.
Mis manos también se entretenían palpando su fuerte pecho y bajando, le acaricié con placer su verga por sobre el pantalón.
Una descarga me reccorió el cuerpo al sentirla tan erecta.
Mi hermana Laura no quiso ser menos y pegandose a su espalda le recorria por igual el cuerpo. Con trabajos nos dejamos caer en la cama y materialmente nos arrancamos la ropa.
Él hizo presa a su mama. La beso y la acarició lentamente. Centimetro a centimetro recorrió con sus labios el cuerpo de Laura. Bajo desde su cuello hasta la ingle. Regresó a sus senos y fue chupándo los pezones uno a la vez. Mi hermana gemia y gritaba presa de los espasmos de su primer orgasmo.
Yo, en un lado de la cama, abria mis piernas y dejaba que uno de mis dedos acariciara los labios de mi vagina. Estaba ya muy húmeda. Mis jugos ya empapaban el interior de mis muslos.
La fricción sobre mi coño fue más intensa a medida que veía como Daniel abrió las piernas de su madre y con dulzura, comenzó a chupar su clítoris que ya asomaba por su rajada. Su lengua jugaba y lo raspaba con frenesí. Los gemidos de Laura se intensificaban y su cuerpo se arqueba con fuerza, presa de varios orgasmos.
A estas alturas, mis senos eran estrujados por una de mis manos, mientras dos dedos de la otra se incrustaban en mi encharcada vagina.
De vez en cuando, los sacaba de ahí y, con mis jugos chorreando de ellos, los llevaba a mi boca para gozarlos con mi lengua y paladear su sabor mientras yo también era presa de una increíble venida.
Caí en una especie de letargo por algunos momentos. La fuerza con que gimió mi hermana al sentir la lengua de su hijo taladrando su culo me sacó de él. Era muy excitante ver como Daniel le chupaba ahora el ano a su madre, humedeciendolo y dilatándolo en introducir toda su lengua.
De pronto, pasó un dedo por los jugos que mojaban el coño de Laura y de un solo movimiento lo incrustó en su culo. Mi hermana materialmente se desmayaba por el placer.
Gimió y se estrujó los senos, al tiempo que paraba más las nalgas, dejando a la disposición de ese dedo todo su estrecho ano y ahora lubricado ano.
Yo no podía quedarme sin hacer nada y al momento me baje de la cama para tomar entre mis labios la gran verga de mi sobrino. Le chupé todo el glande y pasé la lengua por el tronco y por sus huevos antes de tragármela entera.
Él giró un poco su cuerpo para permitirme chupárselas con mayor facilidad. Por momentos, dejaba a un lado su verga, me acercaba a mi hermana para besarla apasionadamente en la boca y permitirle gozar el rico sabor del palo de su hijo.
Regresaba a mi lugar y continuaba con la grata tarea de chupar en su totalidad tan viril instrumento de gozo. Daniel ya estaba más que listo pero fue su mamá la que protestó.
Ella aún no le habia mamado la verga, así que lo acostó en la cama y se dedicó por varios minutos a gozarsela con la boca. Yo solamente miraba con deliete como ella subia y bajaba la cabeza teniendo prisionero entre sus labios el sabroso palo de su hijo, que ya se encontraba completamente lubricado.
Ahora fue mi sobrino él que gimió y gritó con fuerza. Se estaba viniendo y ante el aviso, su madre aumentó la intensidad de la chupada.
Cuando toda su leche brotó, pareció un volcán soltando lava. Yo quise participar y poniéndome a un lado de mi hermana, recibí parte de esa ardiente descarga en la cara.
No tenía fin la venida de Daniel. La leche salía sin parar de su verga y nuestras bocas no se daban abasto para recogerla con la lengua para, entre las dos, intercambiarla al besarnos.
Después de un corto descanso, nos dimos a la tarea de continuar chupandole entre ambas su pene.
A ratos yo le chupaba su glande y mi hermana hacia lo propio con su tronco y los huevos para cambiarnos de lugar hasta que él la tuvo dura y lista de nuevo. A mí me cogería primero, así que me acostó en la cama y apuntó su verga hacia mi mojada y abierta vagina.
Con un inmenso placer sentí como centimetro a centimetro me la enterraba hasta el fondo de mi útero.
Era como un hierro al rojo vivo el que me atravesaba. Con un movimiento de su cuerpo, muy lento, la fue sacando casi totalmente para luego incrustarla en su totalidad.
Los minutos pasaron y el continuo con su desquiciante martilleo sobre mi coño. Su boca no esta quieta y mis senos también gozaron al ser mordidos y chupados con deliete.
Con los ojos cerrados disfrutaba a más no poder de su potente cogida, cuando de pronto, sentí un familiar sabor en mi boca y, por reflejo, dejé que mi lengua saliera a disfrutarla.
Mi hermana se había parado sobre la cama y, con malicia, dobló las piernas sobre mi cara para colocar su deliciosa vagina a mi alcance y poder chuparsela.
Usando mis manos para ayudarme, abrí sus nalgas para chupar no solo su vagina y su clítoris, sino también le chupaba el ano. Laura gritaba y gritaba nuevamente que se venia y con fuerza beso con todo ardor a su hijo en la boca. Daniel continuaba con el mete y saca de su verga en mi coño.
Movia las caderas de lado a lado para taladrarme por todos los rincones y hacerme explotar en múltiples orgasmos mientras los jugos vaginales de mi Laura salían sin parar, inundándome la boca con ellos.
De pronto, mi sobrino se detuvo en sus movimientos.
Muy lentamente, fue sacando su gran verga y con infinita ternura nos separó a las dos. Me tomó de las manos y gentilmente me jaló para incorporarme y poner a su madre de cuatro patas sobre la cama.
Pasando varias veces la punta de su miembro en su rendija logró que Laura gimiera placenteramente. Con una mano, ella abrió su vagina on la otra tomo la verga de su hijo y la puso entre los labios de la misma.
Daniel únicamente empujó sus caderas y con un gritó de alegría su mamá recibió en su interior su riquísima verga. Ahí comenzó a darle el mismo tratamiento que a mí.
Giraba y giraba para taladrar y perforar todos los rincones del coño de Laura. Sacaba y metía todo el tronco de su miembro completamente mojado.
Mi hermana no dejaba de gemir mientras agitaba su cuerpo y lo lanzaba hacia atrás buscando ser penetrada más profundamente.
Yo estaba también al borde del orgasmo solo con mirar, por lo que me acosté frente Laura y abriendo las piernas, puse mi vagina al alcance de la boca de ella.
Con una sonrisa, me complació hasta el delirió. Chupó y chupó todo mi coño. Su lengua, como si tuviera vida propia, hizo vibrar mi clítoris logrando que los orgasmos fueran uno tras otro.
Daniel no perdía de vista como se complacian su madre y su tia, haciendo que estuviera a punto de venirse. Pero, para sorpresa de ella y mía, también se detuvo, al igual que cuando era yo a la que ensartaba con su ansioso pene.
Un brillo en sus ojos me hicieron comprender cuál era su plan. Me levanté de la cama y pidiéndome a un lado suyo observe como tomo su verga y la apoyo en el ano de su madre.
Con cuidado, uso sus manos para abrir un poco más el culo de Laura quien solo podía suspirar ante el embate de su hijo.
Poco a poco el glande de su verga penetró y el tronco continuo a los pocos segundos.
Ninguno de los tres hablaba. Solo nuestras respiraciones agitadas llenaban el cuarto. Mi hermana, con los ojos cerrados, fue soportando que la verga de su hijo se fuera introduciento totalmente por su ano, hasta que sus huevos chocaron con su mojada vagina.
La verga de Daniel estaba completamente dentro del culo de su mamá. Fue ella, con un lento movimiento de cabeza, la que lo miró con un gran amor y lo instó a que la embistiera.
Mi sobrino no se hizo de rogar y repitió su desquiciante mete y saca aumentando a raudales el placer de mi hermana.
Ya los dos estaban en completo deleite. Yo miraba como la totalidad de la verga de Daniel se perdía en el interior del culo de Laura.
Ella gozaba y gozaba mientras una de sus manos buscó su vagina y con deleite introducía un dedo en ella buscando su clítoris para masajearlo y estrujarlo, logrando aumentar la fuerza de sus orgasmos que, como una fuente, provocaban que sus jugos chorrearan por el interior de sus muslos.
Mi boca, mientras tanto, no dejaba en paz la boca de mi sobrino y si al inicio fue su lengua, ahora era la mía la que buscaba en el interior la suya para luego pasarla por sus labios antes de bajar mi cabeza y chupar sus pezones.
Sus gemidos me hicieron concebir una idea diabólica. Separándome un poco de él, me puse a sus espaldas e inclinándome, abrí con mis manos sus nalgas para, sin darle tiempo a pensar, sacar mi lengua y pasarla por su ano.
Él dio un gemido de gozo y sorpresa. Separó un poco las piernas y mis manos abrieron un poco más su culo.
Ahora era mi boca la que chupaba y chupaba su ano con placer provocando que no pudiera aguantar más.
Con un alarido dejó que una nueva descarga de su ardiente leche saliera como tempestad de su verga y llenara todo el ano de su madre.
Laura tampoco aguantó gran cosa por lo que de inmediato tuvo otro colosal orgasmo.
La leche salió de nuevo en gran cantidad y el estrecho culo de mi hermana no lo contuvo, mezclándose con los jugos de su vagina abierta al deslizarse por el interior de los muslos de ella de donde, con un infinito placer, mi lengua los fue limpiando en su totalidad, así como de la sabrosa verga de mi sobrino.
Ya completamente agotados, caímos los tres en la cama. Nuestra respiración fue normalizándose poco a poco.
Entre besos y caricias, el sopor del sueño nos venció, no sin antes prometernos para el día siguiente un nuevo encuentro como este.
Ellos se durmieron al poco tiempo, pero yo recordé algo.
Levantándome de la cama, tomé mi panty, el de mi hermana y me aseguré que ambos estuvieran completamente empapados con nuestros jugos.
Con una sonrisa, comprobé que así era, por lo que los guardé en mi maleta para luego acostarme y tratar de imaginar, antes de dormirme, las monumentales masturbadas que se daría mi hijo Javier cuando las tuviera y las oliera mientras yo le contaba todo con lujo de detalles.