Esta vez, seré breve en el relato, pues ustedes ya conocen el tipo de relación que tengo (mejor dicho Tommy y yo tenemos) con mi suegro.
Al igual que papá, mi suegro había “sufrido” por mis vacaciones con abstinencia para ellos, que no para Tommy ni Sam ni Tib y sus dos Gerentes.
Tomás me decía: “Sofi, se me van a reventar los huevos”. Y finalmente le llegó el día. Decidimos recibirlo en mi oficina, un sábado de mañana, pues el sábado de tarde y todo el domingo yo tenía trabajo de putifina con clientes igualmente deseosos.
Suegrito inventó un motivo cualquiera para salir de su casa el sábado a la mañana y llegó a la oficina, donde nadie nos buscaría un sábado, a las 8 y 30 am. Nosotros habíamos pasado la noche allí pues yo había recibido a un cliente toda la noche.
Antes de que Tomás llegara, puse sobre la cama, extendido, mi vestido de novia. Al sonar el timbre, yo permanecí en la suite y Tommy recibió a su padre. Conversaron unos minutos, y Tommy le explicó el tema de que queremos sus manchas sumadas al vestido de novia. Ambos subieron a la suite, donde yo estaba fuera de vista en el vestidor.
Al llegar ellos a la parte de dormitorio, Tommy abrió la puerta y dijo: “Mira papá, novia para ti… falta tu semen en el vestido”. Y entré al dormitorio, luciendo el que fue mi camisón para ir a la cama en toda nuestra luna de miel. Simplísimo, largo al piso, totalmente blanco transparente y con generoso escote con bordado semejando flores de azahar. Altos stilettos blancos, de punta muy aguda.
Mi suegro ya sabía la historia de las manchas de semen en el vestido. De todos los que me fertilizarán cuando lo decidamos, faltaba solamente las manchas de él. Dije: -“Hoy quedará el vestido manchado y completo a la espera de que me embaracen”. —¡Cuanto antes! Exclamó mi suegro, que como todos, sueña con participar de lo que será mi ritual de embarazo. Ritual previsto para el próximo verano en el Sur, diciembre a marzo. Aún no hemos decidido con Tommy si será grupal o de uno en uno sucesivamente y en intimidad.
Ya lo habían conversado, Tommy nos filmaría, pues su papá quería tener una filmación para ver en la pantalla gigante de mi oficina cuando lo queramos.
Fue mi marido quien me desvistió manoseándome mientras el padre filmaba y se relamía de gusto. Fueron momentos de amor muy sencillo, simples caricias y deslizar el camisón. No tenía medias ni soutien o tanga. Mi cuerpo se veía a través de la finísima tela. Pero, había un detalle nuevo, ¡volví a estar totalmente depilada!
Al estar desnuda, Tomás le cedió la filmación a Tommy y se desnudó, pija dura y leche desbordante. Se la chupé, poco tiempo para que no fuera a acabar, y me recosté al borde de la cama, piernas colgando para que me chupara la cuca, que se había empezado a mojar.
Encantado con la suavidad del pubis totalmente depilado, Suegrito me brindó su mejor homenaje de lengua, llegando a veces hasta mí ombligo o bajando a mis pies, cuyos dedos chupó uno a uno. Su lengua se paseó entre los labios de mi cuca, en mi ano y en mi clítoris, sin que su entusiasmo decayera.
Tommy filmaba sin parar, luego editó para reducir el tiempo de proyección. Entonces, decidí que quería más lengua en mi concha, hice que mi suegro se acostara y me subí a él. Coloqué mi concha sobre su cara, abrí bien mis piernas y su boca se integró a mi concha sobre, se diría que eran una sola cosa, y su lengua se movía constantemente entre mis labios vaginales. ¡Qué placer!
Lógicamente mi amor seguía filmando, pero no pudo dejar de acariciarme las tetas y besarme en algunos momentos, y en otros, un dedo suyo jugó en mi pequeño agujero circular. Finalmente, antes de asfixiar a mi suegro, me corrí hacia atrás, y, siempre montándolo, tomé su verga con una mano y la restregué en mi concha hasta que quedó en posición. ¡Quiero que filmes en primer plano! Le pedí a Tommy.
Y lentamente bajé hasta meterme la pija de Tomás totalmente a fondo, tocando piel con piel. La cara de mi suegro denotaba p