Mi relación con mi hermana Peque

Hola amigos, me llamo Javier y quiero compartir mi relación con mi hermana Peque (omito su nombre pero en casa la llamamos así).

Tengo 31 años y soy de Madrid, todo comenzó hace 7 años, yo tenía 24 y ella 17.

Ella ha sido siempre la niña de mis ojos, debido a la diferencia de edad pude ir viendo como mi «muñeca» se iba convirtiendo poco a poco en una jovencita preciosa, mide 1’60 m. y tiene un cuerpo precioso, sus piernas están muy bien torneadas de haber jugado al balonmano, su cintura es de la talla 38, tiene el culito duro como una piedra, un poco respingón, tiene el pelo rubio, melena hasta el hombro, unos ojos azules inmensos y unos labios que son regordetes, carnosos y sus tetitas… perfectas, sus pezones son de un color marrón claro, redonditos, de unos 7 centímetros y una talla 90 de sujetador, una preciosidad, es una locura verla embutida en un pantalón de cuero o en una minifalda… podéis haceros una idea que muñequita tengo por hermana.

Vivimos en un piso no muy grande, de unos 100 m2 y las apreturas son frecuentes.

Cuando era jovencita no era inusual verla al salir del baño con una toalla que medio la tapaba o vestirse en la habitación con la puerta entreabierta.

Mis pensamientos no fueron nunca más allá de ver la bella mujer en la que se estaba convirtiendo.

Llegó un día que al regresar a casa de trabajar, alrededor de las cinco de la tarde, entré disparado al baño, estaba toda la casa con las persianas a medias, todo a media luz y en silencio y no se oía un solo ruido, fui corriendo hacia el cuarto de baño como casi siempre, abrí la puerta de golpe, pensé que no había nadie yo tampoco hago mucho ruido así que mi hermanita no se dio cuenta y siguió arreglándose tranquilamente.

Al entrar ella estaba completamente desnuda frente al espejo con los ojos cerca del cristal, con el cuerpo húmedo y al entrar con esa rapidez nos quedamos los dos sorprendidos, ella se giró rápidamente hacia mí y se tapó el pubis con las manos intentando taparse los pechos con los brazos pero le sobresalían y tenía al descubierto sus pezones, redondos, duros, bonitos, un color chocolate claro.

Nos quedamos mirándonos durante unos segundos, ninguno reaccionaba, me miró sonriendo y me dijo: – ¿Qué…, está buena tu hermana? Yo me quedé mirándola a los ojos a través del espejo y le contesté: – Muchísimo.

Miré hacia abajo (soy más alto que ella, mido 1’80 y miré sus pechos adelantados, firmes, duros, bajé los brazos acariciando los suyos, era un momento de una tensión erótico importante para los dos, me había percatado que mi hermana también se estaba excitando, rodeé con mis brazos su cintura subí las manos hacia arriba y le cogí sus pechos, me acerqué a besar el cuello de mi hermana dulcemente, me apartó las manos suavemente se giró, me abrazo y me dio un beso en la boca, largo, dulce, apasionado mientras se apretaba contra mí, yo le agarré el culo, me llamó la atención lo duro que lo tenía, aplastaba su vientre contra mi polla, estaba que se me salía del pantalón, separamos nuestros labios y nos miramos, se quedó sonriendo, la miré a los ojos y le dije: – Peque…, esto es una locura. Ella contestó: – Hermano, que bueno estás y cómo besas.

Yo me quedé perplejo, sonreí, la di un beso en los labios y le dije: – Anda arréglate que te están esperando. Cuando terminó de arreglarse estaba yo en la cocina y ella se iba.

Me dijo: – Hasta luego hermanito.

Se acercó a mí me dio un abrazo, me besó dulcemente en los labios y se fue. En tono de broma mientras salía le dije: – Ten cuidadito y el que se arrime a ti lo capo.

Ella sonrió y bajó por las escaleras.

En un principio la cosa quedó ahí, ni que decir tiene que tuve que correr a hacerme una paja entes de tomarme el café.

Durante los días y las semanas siguientes todo se reducía a que ella me tocara el culo al cruzarse conmigo y cuando se iba a dar un paseo con sus amigas a darme un beso en los labios, algunos abrazos y a un juego de seducción por parte de ella.

Empezó a pasear ostentosamente en ropa interior, se levantaba más tarde que yo y cuando me quedaba yo en la cama ella se acercaba a mi habitación con sus braguitas y sus sujetadores provocativos para despertarme.

Un par de meses después cumplió los 18 años y se fue con unas amigas a una playa de Valencia.

Volvió quince días más tarde y yo estaba solo en casa, todos estaban trabajando, total que fui yo quién la recibió en casa. Se la veía que venía muy bronceada y se lo dije.

Ella contestó: ¡vengo negra! .

Yo me iba a ir con mis amigos a dar un paseo y estaba en el recibidor de la casa. Se me presentó en ropa interior muy sexy y me dijo: – Mira cómo vengo…

El sol se le había pegado mucho, me fijé en sus pechos y por encima del sostén se la veían dos triángulos blancos, las marcas de su bikini, me quedé un poco alucinado y le dije:

– No me digas que no has hecho topless…

Me dijo que no que una de sus amigas se había llevado al novio y no hacía mas que mirar a todas con cara de salido y le daba corte.

Seguimos hablando mientras nos mirábamos en el espejo del recibidor, un espejo de unos 2×1’20 metros y me dijo:

– ¿Y la espalda qué? mientras se bajaba la braguita hasta la mitad y me mostró su culito blanco, respingón, el ambiente se iba cargando, ya era visible la tensión erótica en los dos otra vez, le acaricié el culito y mi hermana se quedó fija mirándose al espejo, la abracé por la cintura y subí mis manos hasta su pecho, acariciando su piel, le dije:

– Que boba has sido, teniendo el cuerpo que tienes no me lo hubiera pensado dos veces, mira, te han quedado esas marcas y tienes un pecho maravilloso.

Mientras tanto le había bajado los tirantes del sostén y estaba empezando a dejarle sus tetitas al descubierto.

Se los agarré con ternura, se los acaricié mirándola al espejo, mi pene estaba empujando hacia fuera del pantalón, mi hermana lo notó y empezó a apretar su culito contra mi paquete.

Pasaron así unos dos minutos, no decíamos palabra, la quité el sostén y la dejé sólo con las braguitas, la giré hacia mí y me abrazó, empezó a besarme en la boca, dulcemente, estábamos acariciándonos, me parecía mentira que eso volviera a estar pasando con mi hermanita, con mi Peque, empecé a bajar mi boca hacia su cuello, sus pechos, la besé por todas partes, la besé los pezones, se los lamía apasionadamente, como si no lo hubiera hecho nunca, con dulzura, se le pusieron duros, preciosos, empezó a emitir unos gemiditos mientras la recorría con la lengua, ella me sacó la camiseta, me acariciaba, agarraba mi culo, , me besaba por donde podía.

Estábamos los dos en el recibidor de la casa terriblemente excitados, empezamos a dirigirnos hacia su habitación poco a poco mientras nos besábamos, cuando llegamos a su habitación le dije:

– Peque, yo no sé que pensarás pero tengo unas ganas locas de hacer el amor contigo, esto no lo hubiera imaginado nunca.

Ella me contestó: – Javi, no lo he hecho nunca, soy virgen.

Me dejó descolocado, yo pensaba que por lo menos alguna vez lo habría hecho con algún chico, pero allí estaba en aquel instante, casi desnuda diciéndome que no, que nunca.

Le pregunté si quería hacerlo, que si no quería que ahí se acabaría todo y no pasaba nada.

Ella accedió dijo que sí, que desde algún tiempo le rondaba la cabeza, desde que la vi en la ducha, desde que me besó, que quería que fuera yo quien le hiciera perder su virginidad, le dije que no me lo creía que fuese virgen y su contestación fue que no se había hecho la miel para la boca de un cerdito.

Empezamos a besarnos con más furia, mas dulzura que nunca, la tumbé en la cama y mientras besaba sus pezones empecé a bajar sus braguitas, estaban empapadas, le sequé un poco su coñito con las bragas y empecé a besarla por el vientre, ella gemía sin parar, le pasé la lengua por la cara interior de los muslos, besándola por todas partes, mientras ella decía: – Así, Javi, así, bésame, tócame, acaríciame, chúpame, umm, que rico…, siiii.

Estaba recorriendo con mi lengua todo su cuerpo y me acerqué a su almejita, tenía una almeja pequeñita, rosada, sin mucho pelo, peinado hacia el centro, su olor me volvía loco, empecé a lamérsela como si fuera la cosa más exquisita que hubiera llevado a mi boca jamás, introduciendo la lengua en el orificio de su vagina, besándola el clítoris, chupando sus pequeños labios, bebiendo los jugos que me brindaba, disfrutando como loco de comerme el coñito de mi Peque, ese coñito virgen, nuevo, sin usar, siendo el primero que gozara de ella, sentí que tuvo su primer orgasmo en mi boca, me apretó la cabeza contra su almejita mientras se estremecía, bebiendo su oleada de jugo, la seguí dando con mi lengua, no quería introducirla ni un dedo, me incorporé, la miré a los ojos, estaba casi desencajada, me dijo «Javi, que me haces»

La besé en la boca y le transmití sus jugos.

Estaba en una nube, me arrodillé frente a ella, me acariciaba mi miembro, me besaba por todo el cuerpo, veía que le daba vergüenza metersela en la boca, le dije que me la besara, que la disfrutara y ella me contestó que no sabía, yo la expliqué que la chupara como si fuera un helado que tuviera muchas ganas de comer, despacio, poco a poco.

Acercó sus labios, la empezó a lamer poco a poco, yo me retorcía de placer al ver esos labios carnosos y sensuales alrededor de mi polla, estaba que reventaba, poco a poco fue cogiendo el truco a eso del francés y era una delicia cómo la chupaba.

Estábamos los dos retorciéndonos como dos culebras y estaba a punto de correrme, le avisé que me iba a correr y no apartó su boca, siguió chupando con más fuerzas.

No pude aguantar más, me corrí, una corrida bestial, dentro de su boca, ella se tragó hasta la última gota, le aparté la boca y me dio un beso, sabía a mi semen, descansamos un par de minutos y volvimos a empezar a besarnos, bajé otra vez hasta su almejita y empecé a lamerla con locura, volvió a empezar a gemir y se corrió de nuevo en mi boca.

Me aparté y la dije que esperara un momento que iba a por un preservativo.

Me dijo que no, que no hacía falta, que quince días después del primer roce empezó a tomar la píldora, que me quería sentir en toda mi plenitud.

La tumbé en la cama, me coloqué encima de ella y la calenté un poco más, acariciando con mi polla su almejita, tapé con la cabeza de mi pene su entradita, la di un beso cuando la tuve encajada y la dije: – Mírame a los ojos, relájate.

Empecé a empujar poco poco, despacito y mi hermana gimiendo, dando grititos entre el dolor y el placer, se la metí un poquito hasta que noté la barrera de su himen, mientras ella se tapaba la boca con las manos, seguí bombeándola, con mucho cuidado, no quería hacerla daño, (no es que yo sea ninguna cosa de otro mundo pero 20 cm. para una primeriza hay que tener un poco de cuidadito)

La seguí empujando hasta su barrerita, apreté un poco hasta que cedió y paré, descansé un instante y se la metí hasta el fondo, mi niña no pudo aguantar más, destapó su boca y empezó a gritar: – Siiii, fóllame hermanito, destrózame, que dolor más rico… métesela a tu hermanita pequeña… te gusta…

mi Javi…

Qué maravilla, yo callaba, sólo quería disfrutar ese momento tan maravilloso, empezó a desbocarse, tuvo un orgasmo tremendo, se le estremeció la vagina, vibraba, ella chillaba de placer, me corro… me corro…

empezaba a decir, cambiamos de postura, empezó a cabalgar sobre mí, la puse a cuatro paras, pa tumbé de espaldas a mí en la cama, se la metí en todas las posturas que se me ocurrían, de pié, la tenía en vilo y la metía hasta que chocábamos con la pelvis, chillaba como una loca, me la estaba follando viva, era una máquina de tener orgasmos, yo alucinaba, me estaba follando a mi hermana por primera vez, su primera vez y vi que era multiorgásmica, yo ya había tenido relaciones con unas cuantas chicas pero con ninguna había disfrutado como estaba disfrutando con mi hermana, estaba a punto de reventar y vi que se iba a correr ella por quinta o sexta vez y la pregunté:

– ¿Dónde quieres me me corra? A lo que ella contestó: – Dentro, lo quiero dentro…, dentro…, dentro…

Aceleré el ritmo para correrme con ella, empezó a gemir con locura, que me corro… que me corro…

Javi, te quiero… te quiero.. Y yo la contesté peque que me corro… nos abrazamos fuertemente y la inundé de esperma… nos quedamos un par de minutos abrazados, con la respiración acelerada, relajándonos, sintiéndonos, nos abrazamos en la cama y nos paramos un poco para reponernos.

– Ha sido maravilloso hermano, acabo de hacerlo y ya estoy deseando volver a repetirlo contigo…

Yo la miraba y decía: – Joder, que pasada, como estás de buena, que follada tienes Peque… repite cuando quieras pero ni palabra a nadie, que sea tu mayor secreto…

Fui a la nevera a por un par de refrescos… la acariciaba su cuerpo con un dedo mientras nos tomábamos la coca-cola tumbados en la cama, estaba alucinando de la mujercita que tenía en casa, de la preciosidad que había crecido a mi lado y que acababa de tener uno de los momentos más importantes de su vida conmigo.

Ella decía que le había encantado hacer el amor conmigo, que era increíble, que sus amigas que habían hecho algo lo contaban y algunas decían que no habían sido unas experiencias gratas.

Me dijo: – Javi, te imaginas si se enteraran mis amigas… las tienes coladitas… si encima se enteran que haces el amor así… uff… yo no sé ni que pasaría… ja, ja , ja.

Volvimos a besarnos otra vez, ya nos habíamos recuperado y nos duchamos juntos.

Se acercaba la hora de que volviera todo el mundo a casa… me dijo que si lo volveríamos a hacer y le contesté que siempre que quiera pero con discreción…

A partir de entonces empezó una relación intermitente, no hacíamos el amor muy a menudo pero cuando lo hacíamos disfrutábamos al máximo.

Me enrollé con una de sus amigas y nos acostamos.

Ella sí se lo dijo a mi hermana y me lo contó y no le desagradó para nada, le dije que sí que seguiría haciendo el amor cuando ella quisiera pero que deberíamos llevar vidas normales.

Ella lo aceptó, es lógico y seguimos haciéndolo con toda la normalidad del mundo.

Mas adelante os contaré momentos significativos de mi relación… hay mucho que contar.