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Bajo el mismo techo (ella)

Mi hermano acaba de publicar aquí nuestra historia. Ahora os la voy a contar yo otra vez, pero desde mi punto de vista, así q si acabas de leer la otra versión, supongo q esta la leerás otro día.

Me llamo Sonia y en la actualidad tengo 27 años. Soy rubia oscuro con el pelo largo y liso, tengo los ojos marrones, soy delgada (siempre me han dicho q debería engordar unos kilos más pero yo me veo bien) y mis medidas son 90-60-86 para q se hagan una idea de mí y algo más… jeje. Trabajo en una tienda de moda, aunque estudié periodismo.

Mi hermano se llama Juan Jesús, pero todo el mundo le llama Juje y estudia periodismo como hice yo. Achaca su poco éxito con las chicas a una cojera muy leve con la q nació por una malformación en la cadera. Puede ser cierto porque no tiene ningún desperdicio. Al igual q yo es rubio oscuro pero con el pelo corto, tenemos los mismos ojos, tiene un cuerpazo y una polla q según él mide 16 cm. pero bastante gruesa.

Hechas las presentaciones oportunas, nos remontamos al principio del verano de 1998. Vivía con mis padres en Madrid, tenía 23 años y Juje 19. Mi padre, por medio de un amigo suyo, consiguió alquilar una casa en Asturias para pasar nuestras vacaciones estivales en agosto. La casa pertenecía a un hermano de este amigo suyo. El fin de semana del 2 de julio, mis padres y sus amigos se fueron a ver la casa, la zona, a ultimar la negociación y las condiciones y demás. Nos quedamos Juje y yo en casa. Ese viernes quedé con tres amigas para cenar y a las 21:00 pm entré en la habitación de mi hermano para avisarle.

-“A las 22:00 pm en casa.”- me contestó.

-“Solo voy a cenar, tranquilo. A las 0:00 am ya estaré aquí. Tú has dicho q no vas a salir, ¿no?.”- y con una sonrisa picarona –”Cybersexo, ¿verdad?.”-

Mi hermano se había echado por internet una amiguita de 40 y tantos años a la q tenía agregada al messenger y aunque decía q no era nada guapa, juntos se lo pasaban muy, muy bien.

-“Q va, hoy no. Quiero terminarme el libro q me dejó Telma.”- una amiga mía.

Estuvimos cenando en una hamburguesería y cuando terminamos, mis amigas me convencieron para ir a tomarnos algo a un pub. Me tomé un Malibú con piña de primero, y como no solemos beber mucho, después con una amiga un Martini con limón a pachas. Volví del servicio y vi q estaban con un tío.

Me imaginé q sería uno de esos típicos moscones pesados, pero era un italiano un poco feucho y muy gracioso cuyo lenguaje era una mezcla de español e italiano. Luego nos fue a presentar a dos amigos suyos q estaban de vacaciones con él. Uno de ellos era un mulatón muy alto q estaba buenísimo y se llamaba Eduardo.

Al parecer se encaprichó de mí y no se separó de mi lado más q para invitarme a otro Martini con limón, aunque le dije q no porque enseguida la pillo, pero se empeñó y pidió dos; uno para él y otro para mí.

Mientras bailábamos cogía mis manos y las ponía en su pecho para q notara sus pectorales y me restregaba el paquete por la pierna.

El alcohol me había puesto alegre y Eduardo me había alegrado más todavía con sus insinuaciones, así q decidí irme a casa antes de hacer algo de lo q pudiera arrepentirme.

Tenía con un chico una relación q estaba batiendo el record de supervivencia, llevábamos seis meses y no quería estropearlo. Era el q más me estaba durando.

Mi hermano no debió oírme cuando llegué y según iba a mi dormitorio, veo q sale luz por debajo de la puerta de su habitación. Él estaba sentado en la cama haciéndose una paja mientras hablaba con Tatiana, su amiguita, por el ordenador, q era portátil. Al entrar para decirle q había vuelto, me asusté y me giré de espaldas y él se tapó rápidamente con las sábanas.

-“Ju… Juje, mira, q… q ya estoy aquí… ¿vale?”- estaba muy nerviosa y no sabía q hacer. Para intentar excusarme le dije –”¿No has dicho q hoy no había cybersexo?”-

-“Y tú dijiste q a las 0:00 estarías aquí.”- me contestó mientras escribía algo en el ordenador.

Cuando ya iba a salir, me dice q Tatiana quería saludarme. Me acerco a su cama y veo el bulto q había debajo de la sábana. No era pequeñito, precisamente. Me arrodillo en el suelo, le doy la vuelta al ordenador y me pongo a hablar con ella.

-“Ya ves, aquí estoy contándole a tu hermano cómo de cachonda me pongo tocando mi cosita.”- me dijo ella cuando le pregunté q tal estaba. –”Me la he depilado hoy porque le gustan los coñitos sin pelos.”-

-“¿Mi hermano te pone?”- le pregunté por curiosidad.

-“Estoy a cien, chata. Tienes un hermano muy ardiente. Dice q la tiene grande, pero de chica a chica, ¿q tal anda de rabo?”- y guiándome por el bulto q vi en su entrepierna, le dije q la tenía muy grande. –” Ojalá estuviera ahí para ver esa preciosidad. Tengo unas ganas terribles de polla.”-

-” Yo he conocido a un mulato hoy q también me ha puesto un poco a tono y no veas como vengo.”- le dije yo.

-” Pues aprovecha q tienes un hombretón cerca.”- me contestó Tatiana.

-“¿Mi hermano? ¿este salidorro de aquí?”- jamás en la vida se me había pasado por la cabeza tirarme a mi hermano, porque era MI HERMANO.

-” Así harías realidad sus fantasías, q me ha contado lo q pasa por su cabecita cuando se pajea. E imagínate una gran polla grande y muy dura, como la de un mulato, entrando y saliendo de tu conejito q está húmedo. Piensa en esa sensación.”- y siguió con eso.

-” Ya se le ha bajado.”- dije porque me sentía como obligada y para intentar convencerme a mí misma de q no merecía la pena, porque con lo de Eduardo, la manera sucia de expresarse de Tatiana y, encima, saber q mi hermano fantaseaba conmigo, me estaba poniendo muy caliente y ya estaba mojando las braguitas.

-” Pero tu hermano es un chico y tú sabes como poner cachondo a un chico.”- me dijo ella.

Fue cuando me di cuenta de q a veces había tratado, sin éxito, de verme en ropa interior o en la ducha entrando sin darse cuenta y me pareció divertido hacerle un bailecito para verle sufrir un poco y por el morbo de ver como se levanta la sábana debido a una erección suya. Le dije q no leyera lo q habíamos hablado Tatiana y yo y fui a mi habitación.

Cuando leí la historia de mi hermano, me enteré de q el cacho cabrón lo leyó mientras yo me ausenté.

Me quité la ropa, incluyendo las bragas porque estaban húmedas, me puse un tanga, un pantalón corto con el q dormía en verano y un top del mismo color q el pantaloncito, rosa, con el q se me marcaban los pezones semierectos ya.

Cogí un cd de bandas sonoras de películas de mis padres, entré en el dormitorio de mi hermano, lo puse en la mini cadena con el volumen bajito (era muy tarde), cerré la ventana del messenger y abrí una nueva para borrar lo q hablé con Tatiana, y comencé a bailar lo más sensualmente q podía agachándome sin doblar las rodillas, acariciándome el pecho, pasándome la lengua por los labios lascivamente… Cuando terminé me senté al lado de mi hermano q estaba apoyado en la pared del largo de la cama.

-” ¿Calentito?”- le pregunté.

-” ¿Q dices? Verte bailar no me calienta.”- pero el bulto de su entrepierna era más q evidente, cosa q me producía un cosquilleo en el estómago q me excitaba y me preguntaba cómo tenía q estar aquello, q le producía yo a su pene.

-“Venga ya, q mentiroso eres.”- le decía mirando su enorme bulto.

-“Eres mi hermana, ¿cómo me vas a calentar?”- y no aguanté más la curiosidad. Me levanté el top enseñándole las tetas.

-“¿Y esto q?”- y se quedó boquiabierto con los ojos como platos.-” Enséñamela para ver si es verdad q no te excito.”- y retiró la sábana. Me había dado cuenta de q era grande, pero no sabía q fuera tan gorda. La q se sorprendió luego fui yo. Vaya careto debí poner. Me invadió la tentación de acariciarla, nunca había tocado una tan grande, y con el calentón q tenía encima… –” ¿Puedo tocarla?”-

No sé por q le hice esa pregunta si estaba decidida a hacerlo. Entonces se la cogí con el puño cerrado sintiendo su rigidez. Noté como si mis pezones quisieran atravesar el top, noté q mi ropa interior se volvía a humedecer.

Ahí estaba yo con la polla de mi hermano en la mano, era una sensación distinta por ser quien era y eso me excitaba.

Empecé a menear la mano, para arriba y para abajo, despacito, acelerando de vez en cuando, lo q hacía q mi hermano suspirase. No es q fuera grande en sí, medía 16 cm. pero era muy gorda, mis dedos no se juntaban por un buen trecho. Yo estaba junto a él con las piernas abiertas y empezó a tocarme el chocho por encima del pantalón, pero eso era poco para mí, quería masturbarme, follar, lo q fuese, pero q apagase el ardor, producto de la excitación, que en mi cueva crecía.

Solté su miembro para coger su mano con mi derecha, con la izquierda me quité el top y levanté el elástico del pantalón y del tanga y metí su mano debajo para q jugase a su antojo, para q me devolviera el favor q le estaba haciendo yo. Su mano se movía por ahí dentro perdida, no sabía q hacer.

Ocasionalmente rozaba mi clítoris, sus dedos se enredaban en mi vello, hundía uno entre mis labios pero nunca sin llegar a meterlo hasta q, por fin, se decidió a hacerlo.

Después de meter uno y oír un par de gemidos míos, introdujo otro en la almeja.

Eso produjo en mí q acelerara mi mano para q Juje se corriera, quería ver el producto final q estaba manufacturando ordeñando el pene de mi hermano.

Me corrí yo antes q él. No iba a dejarle así y a mí no me importaba buscar un segundo orgasmo, al cual iba a llegar por mí misma q sé donde tocar y cómo masturbarme mejor q mi hermano.

Me senté en sus piernas para darle mayor placer metiéndome su glande en la boca y dentro jugar con mi lengua, q se volvió loca y no dejó de moverse un momento.

Al tiempo, una mano no paraba de moverse arriba y abajo y la otra la tenía entretenida con mi clítoris q palpitaba por ser mimado.

Mi hermano se aferró a mis tetas, mojándome el pecho con los fluidos vaginales q hacían brillar una de sus manos. Las apretó con fuerza emitiendo una especie de grito callado q intentaba ser retenido y pensé q iba a correrse.

Retiré mi boca y saltó un larguísimo chorro de lefa q le manchó el pecho y la tripa. Terminé de masturbarme haciéndome temblar otro orgasmo, me limpié los restos de semen q quedaron en mi mano con su calzoncillo, q estaba en la cama, cogí mi top y me marché a acostarme ya tranquilita.

Me levanté con sensación de haber tenido un sueño, pero el tanga mal colocado me decía q había sido real. Ese día intenté evitar a Juje. Me sentía rara, pecadora, y eso q no creo en dios, y sobre todo preocupada por mi conducta.

Él seguía durmiendo. Le dejé una nota y me fui a casa de una amiga. Comí y pasé toda la tarde con ella; solo volví para ducharme y él no estaba. Cuando llegué por la noche de marcha, mientras abría la puerta del portal, llegó él. Me preguntó si recordaba la noche anterior. Asentí sonriendo por si me notaba extraña, y me propuso varias veces repetirlo, hasta q por fin le dije un no rotundo y dejó de insistir.

El sábado 17, como tantos otros, cuando me levanté me dispuse a ayudar a mi madre en las tareas domésticas. Le pasé el polvo a las habitaciones y después empecé a barrer la de mi hermano.

Pasé el cepillo por debajo de la cama y saqué entre pelusa un trapo. Solo unas manchas en mi camiseta favorita de Iron Maiden y en mi falda blanca eran testigos de la enorme borrachera de la noche anterior, y la resaca la demostré cuando al principio no reconocí q ese trapo eran unas braguitas mías.

Las cogí y estaban manchadas de semen reseco. Por la tarde me quedé sola en casa y sobre las 20:00 regresó mi hermano de Segovia, a donde había marchado temprano con unos amigos para conocer la ciudad. Me preguntó q tal al entrar en el salón y le dije q estaba muy cabreada con él.

-“¿Q he hecho yo?”- me preguntó extrañado.

-” Mira q he encontrado esta mañana bajo tu cama.”- Me siguió hasta mi habitación y le mostré las bragas. -“Eres un pervertido y un cerdo. Se lo voy a decir a papá y a mamá.”-

-” Pues yo les digo q tienes un consolador.”- y me quedé muda.

-” No es mío y no lo he utilizado nunca.”- le mentí para defenderme. Me lo regalaron como broma unas amigas en un cumpleaños y ya q lo tenía lo usaba de vez en cuando en mis juegos, ya fuera sola o acompañada.

-” Sí, sí, claro. Pero ¿q crees q pensaran ellos?”- entonces ya veis el plan.

Resulta q la noche anterior le pareció excitante hacerse una gayola, correrse sobre mis bragas y después limpiarse con ellas. Cuando fue a echarlas al cubo de la ropa sucia estaba mi padre en el servicio y mientras esperaba q saliese se quedó dormido y por la mañana se fue despreocupado.

Y mi vibrador lo encontró rebuscando en mi cajón de la ropa interior, al fondo, donde lo escondía. Debo reconocer q aunque me cabreé, por otro lado me excitó, me erotizó mucho q mi hermano se arriesgase a algo semejante con la mala hostia q tengo, sobre todo cuando se trata de mi ropa.

Desde la noche del 2 de julio, estuve torturándome por lo q había hecho presa de la excitación, y la semana anterior decidí q si tenía q pasar algo más, dejaría q pasase. Cada uno ve las cosas de una manera. Q el incesto no sea bien visto por la sociedad no quiere decir q sea algo malo.

En la antigua Grecia a los soldados les llevaban varones de doce años para desahogar sus impulsos sexuales y no era nada malo porque era normal y se solía hacer. Ahora la pederastia está penada por fortuna, pero es porque la sociedad ha cambiado.

El sábado del siguiente finde, el día 24, cuando me duché me afeité el coño. No salí y me acosté mucho antes q llegara mi hermano. A las 4 y pico de la madrugada desperté cuando alguien abrió la puerta de mi dormitorio.

Entró y volvió a cerrar la puerta. Para dormir abro la persiana hasta arriba del todo para q entre el frescor de la noche y dormir bien, y al entrar la claridad de las farolas de la calle, pude confirmar mis sospechas. Era Juje. Yo me hice la dormida para ver q hacía con los ojos entreabiertos. Supuse q iría por alguna otra prenda íntima mía, pero en vez de eso, se quiso jugar el cuello… y la polla.

Acercó su cara a la mía para comprobar, digo yo, si estaba bien dormida, y cerré los ojos por si acaso. Se retiró, me destapó, se bajó los calzoncillos, q fue lo único q llevaba puesto y se arrodillo al lado de la cama a la altura de mis caderas.

Empezó a masturbarse con una mano mientras con la otra me acariciaba la pierna izquierda por la cara interna del muslo.

Respiraba fuerte y me entraron ganas de masturbarme a mí también, pero no quería interrumpirle por si dejaba de acariciarme, cosa q me estaba gustando y excitando. Subió la mano por mi muslo por última vez y decidió meterla por debajo del pantaloncito.

Levantó mis braguitas por un lateral e introdujo unos dedos cuyo primer contacto fue con mi monte, y luego bajaron por toda mi rajita y volvieron a subir localizando el clítoris. Se entretuvo con él y yo ya estaba empapada. Entre el placer q estaba sintiendo en ese momento, me decía a mí misma “Aguanta, Sonia, aguanta sin abrir la boca”.

Era alucinante, una verdadera gozada, y por eso, se me escapó un suspiro y mi hermano se detuvo. Ya me daba igual lo q pasase porque había abierto el grifo y solo quería q siguiera dándome placer.

-“¿Por q te has parado?”- le dije dejando escapar un par de suspiros q habían quedado atrapados en mi boca y enciendo la luz de noche.

-“¿Estás despierta?”- dijo asustadísimo subiéndose nervioso los calzoncillos casi sin poder y sin reparar en q le había pedido q siguiera.

-“Me has despertado al entrar y me he hecho la dormida para ver q hacías, pillín. Por una vez no me molesta q estés aquí.”- me levanté, me bajé los pantaloncitos y las bragas, me senté en la cama y abriendo las piernas le dije –” Sigue… con la lengua.”-

Mi hermano lo flipaba y asombrado como sin comprender nada, se arrodilló despacio y dudando un poco hasta q metió su cabeza entre mis piernas.

Empezó a lamerme con fuerza como queriendo meter toda su lengua en mi conejo, recorriendo toda la raja abiertita por la excitación de arriba abajo, llegando al clítoris de vez en cuando. Se notaba un montón su inexperta forma de chupármelo, pero una lengua entre tus piernas sigue siendo una lengua caliente q te hace disfrutar a borbotones. Sabéis a q me refiero. Empujaba mi pubis contra su boca para hacer más presión en el chocho y gozarlo mejor.

Para mí, algo importante en el sexo no solo es recibir placer, sino también darlo, y al darme cuenta de q estaba siendo un poco egoísta le dije q se tumbara en la cama.

Yo me puse sobre él en posición de 69. Me metí el glande en la boca, aprisionándole con los labios, y empecé a mover mi lengua sobre él en todos los sentidos. De arriba a bajo, de izquierda a derecha… Mi hermano había localizado mi clítoris con una facilidad q me sorprendió, y cogiéndolo con los labios empezó a hacer con la lengua lo mismo q hacía yo mientras me metía y sacaba un dedo.

Ambos respirábamos muy fuerte. Mi orgasmo era inminente. Bajé toda la piel de la polla de mi hermano y me la metí toda en la boca.

Bueno, todo lo q pude. Después la sacaba y la recorría con mi lengua por todos los lados, desde la base hasta el capullo para volver a bajar hasta los huevos.

Me empezó a llegar el orgasmo mientras la tenía en la boca y rugiendo empecé a hacer con la lengua fuerza contra el glande, pero sin dejar de moverla. Fue un orgasmo muy intenso el q sentí. Seguí chupando y al poco empezó a correrse mi hermano en mi boca. No me lo esperaba, me atraganté con el semen y empecé a toser. La polla se liberó echando aun lefa q me manchó la cara.

-“¿Tú eres gilipollas o q te pasa, tío?”- le dije cabreada y hablándole fuerte pero en voz baja porque mis padres dormían en la habitación de al lado.

-“¿Q te pasa?”- me preguntó estupefacto.

-” Q no me has avisado, joder. ¿Crees q me gusta tu semen?”-

-” Y ¿yo q sé? A mí me gusta tu flujo. Y tú te has corrido en mi boca.”-

-” Bueno, pues ya has tenido lo tuyo. Hasta mañana.”- le dije para hacerme la dura, pero yo quería q no se fuese, q me poseyese, q me follase. Para mí era como decirle a la sociedad: “Jodeos, mirad como me tiro a mi hermano”. Cuando leí la versión del relato de mi hermano, él decía q cuando quería echarle de mi habitación, le empujaba hacia la puerta, y yo nunca había reparado en eso, y en esa ocasión, como realmente quería q se quedase, lo único q hice fue quitarme el top, q era por lo q me quedaba despojarme, coger el vibrador, sentarme en la cama con las piernas totalmente abiertas y empezar a frotarme el coño con él. Me lo metí suavemente y lo saqué. La polla de mi hermano volvía a levantarse poco a poco, y cuando empecé a fingir suspiros q se me escapaban, volvió a ponerse tan dura como antes.

-“Eso… eso puedo hacértelo yo.”- esbozó con un atisbo de esperanza de q yo le dejase. Mi idea funcionó.

-“¿De verdad podrás?”- le dije con una sonrisa de satisfacción, y afirmó con la cabeza.

Me puse a cuatro patas sobre la moqueta del suelo y él se colocó detrás de mí. Esperando a q me penetrase mientras me tocaba yo el clítoris un poquito, el flujo me resbalaba por la pierna y al ver q tardaba pensé q quizás no sabía por dónde o cómo tenía q metérmela, así q abrí mis labios con los dedos y le dije: “¡Venga!”. Empezó despacio, y parecía q tenía alguna molestia, pero tras colocarla otra vez, introduciendo un poquito el glande, la metió con suavidad entrando perfectamente, debido a q parecía q un río desembocaba entre mis piernas. Llevaba un ritmo tranquilito, suspirando, y empezó a acelerar cada vez más.

Estiré un brazo para alcanzar mis braguitas u otra prenda y ponérmelas en la boca para q algo amortiguara los gemidos q en esos casos me cuesta contener.

Yo mordía mis bragas, las estiraba y retorcía con la mano q no tenía en el suelo, y al estar apoyada solo en una mano, a veces, por las furiosas embestidas de mi hermano, plantaba los morros en la moqueta tras clavar el codo, pero el cabrón no la sacaba. Estaba a punto de venirme pero era tal la rapidez con q me la metía, mezclando sus jadeos incontenibles con mis gemidos ahogados, q se le salió y su polla fue directamente contra mi ano. Al gritar de dolor se me cayeron las bragas de la boca y el grito debió resonar por toda la vecindad al tener la ventana abierta. Nos quedamos inmóviles con el corazón en un puño por si lo hubieran oído mis padres.

Parecía q no y el silencio volvía a reinar interrumpido por el ladrido de algún perro en la calle. Eso a mi hermano le dio una idea y noté q comenzaba a ungirme el flujo q empapaba mi coño en mi ano. Me di la vuelta para impedirle q me ensartara por ahí como a un pincho moruno y se me escapó una patada a su pecho al girar. Le pregunto q cojones hace y me contesta:

-“Te la voy a meter por el culo.”-

-“Sí, q te lo has creído, no te jode.”-

-“Bueno, perdona, no sabía q era la primera vez.”-

-“Si no es la primera vez, pero mira q pedazo de polla. Me vas a abrir en canal, asi q olvídate.”- y para suavizar un poco la contestación tan borde q le di, le dije en plan más meloso –”Vuelve a metérmela por el coñito, q lo estoy deseando y mira q mojadito está.”- mientras lo acariciaba y realmente quería volver a sentirla dentro de mí, pero por la ruta del tesoro, no por el culo.-“¿Sabías q me excité cuando vi mis bragas manchadas con tu semen? Y me lo he afeitado para ti.”- Esto último era mentira, me lo llevaba afeitando desde los 18 o 19, y cuando me volvía a crecer todo otra vez, volvía a afeitármelo.

Juje se tumbó sobre mí y me puso una mano en la boca para callar un poco mis gemidos. Empezó a besarme y mordisquearme los pezones, ya me llegaba el orgasmo de nuevo con una fuerza increíble, creí q iba a explotar literalmente e intentando contener mi grito en la tripa, porque es q iba a gritar, le mordí la mano a mi hermano, y apretando mi tripa, con lo cual ese grito salió en forma de un ronquido o un grito muy grave. Un orgasmo largo y poderoso, me estremecí y todo mi cuerpo se convulsionó. Pocas veces se tienen orgasmos como ese. Incluso me atrevería a decir q quizás fueron dos o tres o yo q sé, pero madre mía. Me cogió por la cintura, y me volvió a poner a cuatro patas. Intentando recobrar las fuerzas le dije q antes de correrse la sacase, a ver si tampoco iba a avisar en ese momento y la cagábamos.

Yo ya estaba a su merced gracias a mi flojera y a la vez q me embestía por el coño, cogió el vibrador y me lo empezó a meter por el culo. Ya me daba igual, pero a la segunda embestida, sacó el consolador y su polla. El vibrador cayó al suelo y su polla la puso entre mis nalgas restregándosela. Sentí como unos chorros de semen caliente caían en mi espalda. Me tumbe rendida boca abajo y mi hermano se desplomó hecho polvo. No era para menos tras ese polvazo.

Cuando mis padres se fueron a Asturias le pedí repetirlo, y a alguien le puede parecer raro, pero se convirtió en algo habitual q hacíamos solo bajo mi consentimiento. Nunca he considerado q fuera ponerle los cuernos a mi novio, era un juego entre hermanos, solo sexo, nada de sentimientos a parte de los fraternales, los otros y los besos húmedos de enamorados los guardaba en un baúl para mi novio. Él, por desgracia, se enteró por un amigo suyo q se lo dijo porque decía estar enamorado de mí.

Si no fuera por ese amigo suyo q leyó nuestra historia en otra página, jamás se hubiera enterado de esto porque odia los ordenadores y no sabe ni encender uno, y nuestros amigos (solo unos pocos lo saben por accidente), nunca se lo habrían dicho por respaldarme y porque sabían q a él le destrozarían, si no cuando mi hermano escribió la historia en otra página, hubiera ido a Madrid a partirle la boca por no dar lugar al anonimato. Todas nuestras relaciones incestuosas acabaron en la Navidad 2001, cuando me fui a vivir a Cullera con mi ex novio. Por la movida q acabo de contar, mi novio y yo cortamos y yo me vine a vivir de nuevo a Madrid con mis padres

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