Gracias a los toallones
Lo que les voy a contar sucedió hace aproximadamente 2 años y es totalmente real.
Voy a describir la escena así se pueden ubicar en la situación.
El fondo de mi casa limita con otra casa ubicada en forma lateral a la mía y en la parte baja de mi casa está mi habitación y desde ella puedo ver la terraza de mis vecinos donde éstos cuelgan la ropa para secarla.
Estábamos en las vacaciones de enero y en mi país es verano. En verano mis vecinos siempre tienen abiertas puertas y ventanas por lo que siempre se escucha todo lo que hablan y hasta lo que piensan.
Antes de ir a lo bueno me voy a describir, por ese entonces tenía 27 años, tengo pelo castaño, ojos verdes, mido 1,75 mts. piel blanca, no soy hermoso pero creo que soy atractivo.
La otra participante en este relato (que la voy a llamar Carolina) tenía 13 años, todavía no se había desarrollado del todo pero ya se le empezaban a marcaban unas tetas, que ahora son de un tamaño considerable.
Bueno, como decimos en mi país, «vamos a los bifes»
Eran aprox. las 19:30 horas y ya comenzaba a oscurecer, por lo cual yo que me encontraba en el escritorio de mi habitación tenía la luz de este encendida.
En un momento, escucho que la madre le dice a Carolina: ¿Por qué no subís a la terraza y me traes los toallones? A lo que Carolina obedeció sin peros.
Yo para esto ya había planeado mi estrategia como tantas veces lo había hecho para que me viera su hermana, pero sin éxito.
Entonces coloqué las cortinas de mi habitación de manera que yo pudiera ocultar mi rostro y a la vez ver el suyo y que también mi pene quedara expuesto a su vista que desde su ubicación le ofrecía un panorama espectacular.
A todo esto hay que agregar que yo ubiqué la luz para que iluminara mi pene para que ella desde fuera lo pudiera ver en detalle.
Entonces sucedió…
Ella iba descolgando los toallones y yo comencé a masturbarme y entre las cortinas yo veía que ella comenzó a fijar su atención en mis movimientos, supongo que nunca habría visto un pene (el mío mide 17 cm x 5 cm) y mucho menos a alguien masturbándose, y se quedó inmóvil con los toallones entre sus brazos hasta que yo terminé mi faena.
Yo estaba en la gloria masturbándome pausadamente como dándole una lección de cómo hacerlo y finalmente acabé en mi mano izquierda.
Era muy grande el morbo que me producía aquella situación y ver a aquella pequeña observando algo que todavía no entendía muy bien, fue fabuloso.
No sé si ella sabe que yo la vi, pero cuando nos miramos, ambos nos damos cuenta que el otro sabe algo mas de lo que aparenta.