El guitarrista

Anoche volvía de la discoteca temprano y con unas veinte copitas demás, como soy imprudente iba conduciendo.

Salían unas personas de una fiesta y un hombre bien guapo con una guitarra en la mano, me hizo señal para que pare, habría pensado que era un taxi.

No lo dudé y me detuve, él se subió al asiento delantero y me dio la dirección; habíamos recorrido unos 200 metros y mi verga estaba que reventaba, así que decidí sacarla.

Me bajé la cremallera y empecé a acariciarla, el guitarrista no se dio ni cuenta, un minuto más tarde mi mano estaba en su pierna y la fui deslizando suavemente hacia su entrepierna.

Él me retiró la mano.

Me enojé y le dije: «que té pasa, sólo quiero mamártela», a lo que él respondió: «¿Solo eso?».

Se bajó la cremallera y la tenia muy suave, detuve el auto. Y me abalancé hacia su verga, e empecé a chupar ese pedazo de carne delicioso, que crecía y crecía mientras el guitarrista gemía de placer.

Cuando ya estaba realmente dura, él deslizó su mano hacia la mía que estaba goteando y la masajeaba para hacerme una buena paja.

Se la estaba chupando fuerte, pues a mí me gusta succionar el glande y luego meterlo hasta el fondo de mi garganta.

(Las cosas que uno aprende viendo porno, ¡resultan!)

El guitarrista estaba a mil y para ayudarlo un poco más, la mano que estaba jugando con sus testículos, la pasé un poco más allá y le metí un dedo al culo, el guitarrista gimió de dolor y de placer al mismo tiempo, entonces se lo metí hasta el fondo y mientras volvía a gemir, de vino en mi garganta.

Le succioné toda la leche, él me retiró y se vino de boca abierta hacia mi verga, se la comió entera, me la chupó tan bien mientras yo le metía y sacaba el dedo del culo, que antes de nada terminé en su boca.

Terminamos, nos arreglamos, y nos fuimos el resto del camino agarrados de la mano, lo dejé en la puerta de su casa y me pidió mi teléfono para llamarme el lunes.

Si me llama, ¡les juro que les cuento!.