Con el tiempo me fueron apeteciendo practicar cosas nuevas

Tengo 27 años, mi nombre es Andrés y llevo 4 años saliendo con una chica que se llama Judith, que tiene 25.

Mi relación con ella siempre ha sido muy buena, estoy muy enamorado de ella y en el sexo funcionamos muy bien.

A ella le encanta practicarlo y disfruta con todas las posibilidades que ofrece el sexo.

Es capaz de tener varios orgasmos seguidos y si por ella fuera tendríamos sesiones de sexo sin fin, pues ella se correría una vez tras otra.

Yo al principio también me contentaba con practicar el sexo con ella, pues es una chica muy atractiva con muy buen tipo moldeado en años de gimnasio y con unos pechos grandes y muy bien hechos.

El único inconveniente era que a mi, con el tiempo, me fueron apeteciendo practicar cosas nuevas.

Yo se las planteaba a ella medio en broma medio en serio, para ver su reacción: intercambio de parejas, tríos, verla a ella con otro…

Ella no se enfadaba pero decía que no, que se podía estropear nuestra relación…

Yo deduje que la idea también le atraía pero que en efecto tenía miedo de las posibles consecuencias, pues ella también está muy enamorada de mi.

Pero la verdad es que yo no me quitaba de la cabeza la idea de verla a ella con otro (o con varios, así podría disfrutar durante más rato de sexo), mientras yo estaba con otra.

Tenemos una pareja de amigos con los que siempre salimos, vamos a cenar y a tomar unas copas.

El se llama Carlos y tiene 28 años y ella se llama Ana y tiene 24. Ella es bastante mona de cara, pero lo mejor que tiene es su cuerpo: es delgada, alta y tiene unos pechos absolutamente perfectos.

Desde siempre me he sentido atraído por ella, aunque mi amistad con Carlos (antes de que yo empezara a salir con Judith) y mas tarde Judith han impedido que haya intentado algo con ella, aunque siempre he tenido la impresión de que yo le atraía a ella.

Una vez hablando con Carlos de sexo, nos explicamos las cosas que les gustaban a nuestras respectivas parejas: a Judith, solo que le acariciaras un poco los pechos, ya empezaba a gemir y se ponía muy caliente: a partir de ese momento era tuya y podías hacer con ella lo que quieras.

Ana, según me explicaba Carlos, era un poco más mojigata, aunque una vez empezaba ya no había quien la parara.

Carlos me llego a confesar que Judith le parecía muy atractiva, y me pregunto si a mi Ana también me lo parecía, a lo que contesté afirmativamente. Luego me preguntó que si Ana no fuera su novia si me gustaría tirármela.

Me sorprendió la pregunta, y le dije que nunca había pensado en eso (lo cual era una absoluta mentira), que no me lo había planteado, pero el insistió y reconocí que desde luego no me importaría acostarme con ella.

El me dijo que también le gustaría acostarse con Judith, ya que le atraían mucho sus pechos (el tenía fijación con los pechos grandes y aunque Ana los tenía muy bonitos, no eran tan grandes como los de Judith). Empezamos a hablar de la posibilidad de hacer un intercambio de parejas.

La idea nos excitaba un montón, pero también teníamos nuestros reparos en como afectaría a nuestra amistad y la relación con nuestras parejas.

Empezamos a pensar también en si ellas aceptarían. Yo le dije que Judith, una vez empezado todo, se dejaría llevar, porque cuando se pone caliente no se controla.

El me dijo que el tema de Ana estaría más difícil, pues era bastante pudorosa para temas de sexo. Al final, nos olvidamos del tema y no volvimos a hablar de ello en mucho tiempo.

Mientras, con Judith, fuimos progresando en el tema del sexo, practicando nuevas posturas, grabándonos en vídeo mientras hacíamos el amor,…; pero cada vez que quedábamos con ellos y veía a Ana, me imaginaba acariciándole los pechos, el culo (que también lo tenía perfecto),haciendo el amor con ella…

Un día le expliqué a Carlos que Judith y yo habíamos grabado videos, haciendo el amor, haciéndome ella una mamada… Carlos se sorprendió bastante. Le pregunté si le gustaría verlos, a lo que me contestó que si, pero que cuando viera a Judith se la imaginaría haciendo esas cosas, a lo cual yo no puse ninguna objeción.

Un día que vino a mi casa le puse la cinta de vídeo y se puso super cachondo, como yo me hubiera puesto si hubiera visto a Ana hacer el amor.

Se tuvo que ir al lavabo para masturbarse porque ya no podía más. Volvió a salir el tema del intercambio de parejas y hicimos un plan.

Al cabo de dos semanas, en una de las frecuentes cenas que hacíamos en casa de alguno para celebrar cualquier cosa, empezamos a beber y a hacerlas beber a ellas más de la cuenta, con brindis y juegos varios. Al final íbamos todos bastante colocados.

Entonces pusimos música y empezamos a bailar, al principio cada uno con su pareja, luego los cuatro juntos agarrados y luego cambiamos de pareja.

Yo me agarré fuerte a Ana acercándola hasta que nuestros cuerpos estaban muy juntos y ella no opuso ninguna resistencia. Notaba sus pechos contra el mío y al poco rato mi erección era total.

Ella tenía que notarlo a la fuerza, pero no dijo nada. Mientras, vi que Carlos también estaba bien pegado a Judith e iba bajando la mano poco a poco hacia el culo de Judith.

Yo estaba super caliente pero no me atrevía a dar el paso definitivo y lo mismo le pasaba a Carlos. Ellas de momento se dejaban hacer.

Tal como habíamos quedado Carlos y yo, nos volvimos a juntar los cuatro y poco a poco entre bromas y risas las fuimos llevando a una habitación a oscuras.

Al entrar, cerré la puerta y grité: -¡Todos a la cama! y todos nos lanzamos a la cama de matrimonio gritando y riendo. En medio del revoltijo de piernas, brazos y cabezas no me fue difícil distinguir a Ana; me abalancé sobre ella y empece a besarla.

Ella no podía saber a ciencia cierta quien la estaba besando, pero se dejó llevar.

Al poco rato oí que los otros dos también estaban enganchados, lo cual acabó por ponerme más caliente todavía, pues me imaginaba a Judith con Carlos y me excitaba muchísimo.

Pero lo que más me gustaba era tener a Ana por una vez para mi y me decidí a disfrutarlo.

Empecé a subirle la falda y tocarle las piernas por el interior del muslo, que tal como me había dicho Carlos, para romper una posible resistencia inicial, la ponía muy caliente.

Luego empecé a tocarle su redondo y duro culito. Notaba por su respiración que ella empezaba a estar caliente también.

Volví a los muslos para enseguida pasar a acariciarle el sexo por encima de las braguitas que, tal como pensaba, ya estaban un poco mojadas.

Al cabo de un rato pasé a desabrocharle la blusa, muy poco a poco, besando y lamiendo cada centímetro de su cuerpo, disfrutando cada momento.

Cuando llegué a sus pechos, turgentes y con los pezones muy duros, empecé a lamerlos con delicadeza.

El placer era infinito: había soñado tantas veces con esos pechos, los había imaginado tantas veces tras el biquini o tras el el jersey ajustado, insinuándose en toda su perfección, que no podía creerme que los tuviera para mi, que podía disfrutar de ellos cuanto quisiera. Ella había empezado a gemir.

Al lado nuestro, y tocándonos en muchos momentos, estaban Carlos y Judith. Imaginé que Carlos estaba acariciándole los pechos, que era lo que yo le había dicho que ponía más caliente a Judith.

Ella estaba gimiendo de tal forma que tal como la conocía yo, sabía que debía estar que no podía más.

Al momento oí una cremallera que bajaba y enseguida un gemido de placer, seguido del típico ruidito que se hace cuando se hace una mamada.

La idea me pareció muy buena y bajándome los pantalones, acerqué mi polla a la boca de Ana, la cual en cuanto noto el contacto con sus labios los abrió y empezó a recorrerla con una dulzura increíble.

Sus labios y su lengua envolvían mi polla, recreándose, chupándola, lamiéndola, haciéndola crecer más aún si cabe.

Al cabo de un rato le aparte la cabeza, pues estaba a punto de correrme, y sabiendo que posiblemente no tendría otra oportunidad, quería tirármela al menos una vez. Le quite las braguitas totalmente empapadas y me dispuse a penetrarla.

Al lado oí como Carlos se quitababa los pantalones y al cabo de un momento oí un gemido de placer de Judith super intenso, por lo que deduje que ella había sido penetrada.

En uno de mis movimientos note que era Judith la que estaba encima de Carlos y se iba moviendo poco a poco, disfrutando también al parecer del momento y queriéndolo hacer durar.

Yo estaba muy caliente en ese momento: saber que Judith le había hecho una mamada a Carlos, que se lo estaba tirando; que yo tenía a Ana debajo mío, con el sexo muy húmedo y deseando ser follada por mi y que iba a disfrutar de todo su cuerpo como siempre había deseado.

La penetré con fuerza. Ana, dio un grito de placer. Una vez dentro, me propuse disfrutar yo también del momento y hacerlo durar.

Empecé con movimientos muy suaves, de un lado a otro, en circulo, sacando casi del todo mi polla y haciendo jugar mi punta con su clítoris.

Sus gemidos eran cada vez más intensos, pero yo seguía controlándome, besándole en la boca con suavidad, lamiéndole los pechos y los pezones con delicadeza, lo cual le ponía aún más caliente.

Al mismo tiempo oía como al lado Judith empezaba a cabalgar con fuerza encima de Carlos y por los gritos que daba sabía que estaba empezando a correrse. Según lo que aguantara Carlos podía estar así un buen rato, teniendo un orgasmo tras otro y disfrutando como una loca.

Cuando ya no podía aguantar más, empecé a follarme a Ana con todas mis fuerzas a lo que ella respondió, después de tanto rato de contenerse, con una serie de gritos de placer que indicaban claramente que se estaba corriendo. Aguanté todavía un rato más, en el cual ella tuvo varios orgasmos.

Al cabo de un rato, note como Judith paraba de cabalgar encima de Carlos. Hubo varios movimientos en la cama y al cabo de un momento volvieron a empezar.

Alargué la mano para notar que estaban haciendo y noté que Carlos se la estaba tirando por detrás.

El me había comentado más de una vez que le encantaba esa posición, pero que a Ana le parecía que era de «guarra» hacerlo de esa forma, por lo que no lo hacían nunca así.

En cambio, a Judith le encantaba ser salvajemente penetrada por detrás y muchas veces se ponía a cuatro patas para que yo me la tirara, por lo que deduje que sería ella la que había tomado la iniciativa de salirse y ponerse en esa posición.

Además, ella sabía (yo se lo había explicado) lo que a Carlos le gustaba hacerlo por detrás y que Ana le dejaba, lo que le debió de dar más morbo todavía. Imaginé lo que estaría disfrutando Carlos…

A mi se me ocurrió la idea de probar con Ana. Sabía que ella estaba muy caliente y que era probable que accediera.

Saqué mi polla y le hice girarse boca abajo en la cama. Le levanté la cadera con suavidad y al ver que ella no ponía ninguna objeción se la metí hasta el fondo de golpe.

Empece nuevamente con suavidad, disfrutando del placer de tirarme a Ana por detrás, cuando ni siquiera dejaba a su novio hacerlo.

La verdad es que si por delante estaba buena, por detrás no desmerecía en absoluto.

Mientras, oía y notaba, porque estábamos tan juntos que nos tocábamos todo el rato, como Carlos había empezado a penetrar con fuerza y rapidez a Judith. Ella no paraba de gemir y gritar.

Se estaba corriendo una vez tras otra. Yo ya no pude aguantar más y empecé a embestir a Ana con todas mis fuerzas, descargando en cada embestida todo el deseo contenido durante tanto tiempo.

Ella no paraba de gritar y gemir.

Al cabo de un rato oí el grito de placer de Carlos que me indicaban que se estaba corriendo dentro de Judith yo también descargué todo mi semen en el interior de Ana.

Fue el mejor polvo de mi vida.

Nos quedamos un rato jadeando todos y al cabo de un rato ellas se fueron cada una a un baño.

Detrás fuimos nosotros, esta vez cada uno con la suya.

Estaba nervioso por la situación que se acababa de producir.

Aunque yo sabía que me había tirado a Ana y que ella se había tirado a Carlos, y ella también lo sabía, como no habíamos hablado para nada y la habitación estaba completamente a oscuras, siempre podía quedar la duda de si realmente había pasado lo que había pasado, por lo que hicimos como si nada, nos duchamos y salimos ya vestidos de la ducha.

Fuera estaban Carlos y Ana sonrientes, por lo que deduje que ellos habían optado por la misma opción que nosotros.

Nos despedimos y quedamos en vernos otro día.

A partir de ese día, con Judith se me abrieron nuevos horizontes en el sexo…