Una partida de parchis
Esta emocionante aventura ocurrió hace ya tiempo, pero de la que guardo muy buenos recuerdos, ya que fue una de mis experiencias más ardientes.
Todo ocurrió una calurosa tarde de verano de hace unos años, cuando estabamos en casa de mi novio Carlos, una gran amiga mía, Maite , su novio Juanjo y yo. La casa estaba vacía pues los padres de Carlos estaban de viaje.
La tarde, aparte de calurosa, era bastante aburrida, aunque amenizada por buena música, algunos cubatas y algo de picar.
Nos entretuvimos con el trivial y otros juegos a los que solíamos jugar en tardes lluviosas como aquella.
De buena gana estaríamos los cuatro en la playa o de excursión.
Hacía mucho calor con toda la casa cerrada de par en par por culpa de la dichosa lluvia.
Despues de unas cuantas partidas, Juanjo el novio de mi amiga, nos propuso jugar a algo nuevo.
– ¿De que se trata? – pregunté
– Es un juego que me han dicho es muy divertido – contestó – ¡ es el parchis de streap-tease !
Hubo unos segundos de silencio…..
– ¿que es eso? – preguntó intrigado mi novio.
– ¡Muy fácil! – respondió eufórico Juanjo. Se juega como al parchis normal, y se diferencia en que cuando le comes una ficha a alguien, además de contar diez, la víctima se debe quitar una pieza de la ropa con cierto aire de erotismo a modo de streap-tease. Cuando alguien llegue al final, contará veinte y todos los demás se quitarán una prenda de ropa. Si a alguien se le acabara la ropa, deberá pagar obedeciendo un pequeño mandato del que haya comido ficha o si éste llega al final todos pagarán prenda u obedecerán un mandato.
El que gane la partida eligirá una orden que todos deberán acatar.
Otro silencio…..
– ¿Tú estas loco? – le preguntó su novia Maite bastante mosqueada.
Carlos y yo nos miramos sorprendidos, ya que Juanjo, al que conocemos hace tiempo, sería la última persona de la que hubiéramos sospechado se le ocurriera algo semejante, ya que es muy serio, además de muy celoso con su chica.
A mi en el fondo aquello me intrigaba bastante, ya que conocía a mi novio desnudo y a mi amiga Maite, pero no a Juanjo, el cual, por cierto, estaba que rompía. Si embargo salte con una pregunta:
– Estas de broma, ¿verdad? – le dije.
– Y ¿por qué no? , ya nos conocemos hace tiempo como para asustarnos, creo yo. – contestó muy convencido.
Nos quedamos mudos. La propuesta en el fondo me excitaba mucho y creo que a los demás tambien, entre el alcohol, las risas, el calor y todo eso. Parecía algo muy fuerte, pero, ¿por que no?, como decía Juanjo – se trataba de un simple juego.
Despues de discutir y comentarlo durante un rato, Carlos y yo nos miramos y nos dirigimos una sonrisa de asentimiento.
– ¡ Por mí de acuerdo ! – dijo Carlos.
– ¡ Por mí tambien ! – afirmé yo.
Maite nos miraba super extrañada, como si estuvieramos locos, y repitió una y otra vez:
– ¡ No ! , me parece un juego idiota. A veces Juanjo pareces gilipollas.
En un principio dimos por cerrado el asunto pensando en jugar a otra cosa, pero fue su novio quien tras ciertas discusiones la convenció:
– Mira, sois vosotras quienes teneis la llave, cuando lo deseis, paramos el juego y no se hable más, pero creo que podríamos intentarlo, puede ser divertido.
En eso si tenía razón Juanjo, podría ser muy divertido….
Al fín, despues de muchos «tira y afloja» y aunque aún no estaba muy convencida mi amiga, decidimos comenzar la partida. Colocamos el tablero en el centro de la alfombra del salón y unos cojines alrededor donde nos colocamos todos comodamente, sentados o medio recostados.
El juego empezó sin mayor transcendencia y fue precisamente Maite quién me comió a mi la primera ficha.
Sonreí, me puse en pie y me quité uno de las sandalias de tacón que llevaba, mientras la hacia girar en mi mano cantando el ¡tariro, tariro!. La cosa era divertida, mucho más que una partida de trivial. A todos nos producia aquello una risa nerviosa.
El juego se puso más interesante cuando Maite se tuvo que quitar una prenda a elegir entre sus jeans ajustados o su camiseta blanca de tirantes.
Optó por ésta última, se puso en pie y sacó lentamente sobre su cabeza aquella camiseta. Sus tetas se movieron al compás de sacar los brazos.
Se quedó en pantalones y en un sujetador color rosa palo que le sujetaba mínimamente sus enormes pechos. Parecía que ella y todos nos íbamos animando con aquel juego.
Luego Juanjo comió ficha a Carlos y éste se quitó la camisa, despues yo le comí una a Juanjo, que lentamente se despojó de su camiseta.
Su torso era musculoso, bien depilado, pues practicaba natación, tenía una enorme espalda, unos brazos fuertes y los abdominales muy marcados, además de muy guapo, vamos, que estaba como quería el tío.
Fue entonces cuando me tocó a mi quitarme el vestido que llevaba.
Aquel vestido me sentaba realmente bien, era estampado de flores de muchos colores, cortito, de tirantes y con 8 botones que iban a todo lo largo de arriba a abajo.
Me puse en pie y me fui quitando uno a uno los botones, mientras meneaba las caderas con un ritmo muy insinuante.
A Carlos, le encantaban aquellos movimientos, pero a Juanjo aun más, ya que nunca me había conocido así de sexy y estaba deseando verme sin el vestidito, se le salían los ojos de las órbitas.
Despues de soltarme todos los botones y continuando con aquel baile, me puse de espaldas y me fui bajando el vestido que fue cayendo por mi espalda, hasta dejarlo caer al suelo.
Mi ropa interior era blanca y ajustadita. Me dí la vuelta y Juanjo se quedó con la boca abierta.
Posiblemente esté mal que yo lo diga, pero estoy bastante bien, al menos el cuerpo me gusta cuidarle y resaltarle. Me tumbé recostada con cierta sensualidad y continuamos jugando.
Al rato, Maite metió una ficha en la casilla de llegada, por lo que a todos nos toco despojarnos de una prenda.
Comenzó por turno mi novio Carlos que se fue bajando la cremallera de la bragueta poco a poco, y dándose la vuelta y sacando el culete se despojó de los pantalones. Llevaba unos calzoncillos de raso que yo le regalé de tipo boxeador.
A continuación fue Juanjo quien se levantó y fue quitandose, al ritmo de la música, uno a uno los botones de la bragueta de su vaquero.
Poco a poco se fue bajando la prenda y apareció ante mis ojos todo un hombre macizo con un slip negro ajustado, modernillo, y que tenía debajo un paquete enorme. Yo creo que estaba empalmado. Miré hacia su novia Maite y le sonreí.
Después me tocó a mi quitarme una prenda y solo tenía dos opciones: quitarme las braguitas o el sostén, y fue por este último por el que me decidí.
Siguiendo el ritmo me llevé las manos a la espalda, solté el broche y me saqué el sujetador de los brazos aguntandolo sobre mis pechos.
Todos querían verme las tetas y levanté de golpe mis brazos, cayendo el sostén al suelo y dejándose ver mis tetas botando.
No son excesivamente grandes, pero si bien puestas. Yo sabía que a mi novio le encantaban, pero a Juanjo parecía que tambien le entusiasmaban, no había más que verle la cara.
Despues de varias jugadas, risas, copas, etc, llegamos al momento en el que Juanjo metió su tercera ficha en la meta.
Y como os podeis imaginar aquello estaba tan caliente como una caldera. Procedimos a quitarnos por turnos una prenda.
Primero Maite se quitó muy despacio su ajustado pantalón, y enseñando sus bonitas piernas, ya que Maite era muy hermosa, con una cara muy dulce, pelo largo pelirrojo, labios carnosos, grandes tetas, cinturita, buenas caderas y espectaculares piernas.
Mi chico no le quitaba ojo, y no era de extrañar. Nos hizo a todos un baile erótico en el centro de la alfombra y se quedó solo con su ropita interior rosa.
Peor lo tenía yo que debía quitarme la única prenda que llevaba: mis braguitas blancas, que ya se empezaban a humedecer con aquel ambiente. Me puse en el centro, y girando sobre mi misma, me fui bajando las bragas lentamente, enseñando mi culito, mis caderas, dejandolas bajar por mis muslos, por mis rodillas y…. ¡zas! me las saque.
– ¡ guau ! – dijo Juanjo sin poder reprimir su asombro.
Mi cuerpo que yo cuidaba a base de mucha gimnasia estaba muy bien proporcionado, y aun continúa estándolo, me cuido mucho y me gusta lucirme, un pelo rubio y rizado, boca muy sensual, tengo bonitas tetas, bonitas piernas y culo redondo y respingón. Todos disfrutaron de mi desnudez.
Me volví a mi cojín y me senté de lado dejándo a la vista mi sexo con las piernas ligeramente entreabiertas. Noté como a Juanjo le crecía su ya dilatado paquete bajo el slip negro. A mi me encantaba ponerle cachondo.
Mi chico fue el siguiente en despojarse de su única prenda el calzoncillo, que se bajó también lentamente ante la mirada de todos y al hacerlo saltó su pene supererecto, botando sobre aquel calzoncillo, se le notaba muy excitado, quizás por mi baile ó por el de mi amiga.
Maite me miró sonriente , se iba animando paso a paso y se le veía muchísimo más caliente. Solo había que ver como se dejaban ver sus erectos pezones tras el diminuto sostén.
Carlos tenía su miembro como una estaca , deseoso de ser devorado.
– ¡ estas como una moto ! ¿eh cariño? – le dije.
Él me besó ardientemente y ocupó su lugar.
Total, que Carlos y yo quedamos despelotados, Maite en sujetador y braguitas y Juanjo en slip.
Yo para entonces, estaba a cien y deseaba con locura, ver a Juanjo desnudo, es que no os podeis imaginar que pedazo de chico era.
Luego yo comí una ficha a Maite, que de un salto se puso de pie, lanzó una dulce sonrisa a todo el personal y en el centro de la sala se quito lentamente el sujetador rosita, dejando al aire sus hermosas y grandes tetas.
Carlos se ponía vizco. Pero lo bueno es que inmediatamente después de sentarse, Juanjo le comió otra ficha a Maite y tuvo que seguir con su particular streap-tease.
A mi chico, Carlos, se le ponía aquello como a un toro mientras la sensualidad de Maite nos electrizaba a todos.
Tras unos pases por delante de cada uno de nosotros, prácticamente se arrancó las bragas dejando ver a todos a una preciosa mujer completamente desnuda.
– ¡ Preciosa ! – saltó Carlos.
– ¡ Tia buena ! – le gritó su novio.
¡que guapa estaba!, con una carita tan dulce, con aquel cuerpo moreno, tan cuidado, sus bonitas tetas, sus largas piernas, su vientre liso y con el vello del pubis bien recortadito. No era de extrañar que los chicos estuvieran como lobos.
En aquel momento solo quedaba Juanjo en quedarse desnudo, me lo hacía desear el muy cabrón, pero nada, no había manera, él iba ganando poco a poco la partida.
De repente sucedió un episodio nuevo: Carlos le comió ficha a Maite, que la pobre tenía tres en casa. Y surgió la pregunta.
– ¿Y ahora que? – preguntó Carlos desafiante.
– ¡ Tu mismo ! – contestó Juanjo. – debes ordenarle algo a Maite.
– ¡ Bieeeen ! – grito Carlos que estaba muy caliente y superempalmado.
Hubo unos segundos de silencio y al fin dijo
– ¡ quiero, quiero, quiero…….!
– ¿Que quieres? -preguntamos todos.
Y mirando con ardiente deseo a Maite le dijo:
¡ Que me hagas una buena mamada !
– ¿Queee? – saltó Maite asustada mirándo su empinada polla.
– Pues que quiero que me la chupes, ese es mi mandato.- respondió. Maite no podía creerlo y yo tampoco, ya que no nos lo esperábamos. Yo, la verdad, es que sí deseaba que se la chupase a mi chico, quería verle disfrutar con mi amiga, con su hermosura y con sus labios.
-¡ No, no y no ! – dijo Maite – creo que debemos dejar este juego. Hasta aquí ha sido divertido, pero eso no. No quiero.
Pero fue su novio quien respondio:
– ¡Vamos mujer! No te mosquees. A partir de ahora puede ser mucho más divertido, total se trata de jugar a algo nuevo ¿no?. Solo son juegos eróticos….
Maite no podía creer lo que oía de los labios de Juanjo, y creo que entre su mas que visible excitación y con las ganas de obedecer las palabras de su novio a modo de venganza, se levantó, acercandose hasta mi novio, se arrodilló frente a él, se abalanzó sobre la erguida polla y la cogió con su mano suavemente. Maite me dirigió una mirada a modo de aprobación y yo que estaba muy cachonda asentí.
Se retiró su rojizo pelo hacia atrás y comenzo a chupar los huevos de mi chico con frenesí, mientras con su mano subía y bajaba aquel nabo tieso.
A continuación y cogiéndolo por la base, empezó a besar y a chupar por todo lo largo de aquel poste, para luego dar pequeños besitos en el glande, mientras con su otra mano acariciaba el pecho de Carlos y él acariciaba el cabello de ella.
Maite siguió besando el capullo mientras le sonreía con cierta picardía, y sacó su lengua para chupar con mayores ganas. Juanjo y yo nos lanzamos una mirada.
En ese momento yo sentía entre celos, rabia, excitación, de ver aquella escena en la que mi amiga se comía la polla de mi novio, algo que nunca me había sucedido.
De repente Maite bordeó con sus carnosos labios la punta de aquel nabo y empezo a subir y a bajarlos suavemente hasta que llegó el momento de metérsela hasta dentro.
Él daba grititos de placer a modo de aullidos, y ella seguía con aquella operación que desarrollaba con mucho estilo; sacaba y metía aquel falo en su boca mientras Carlos resoplaba . Maite sacó la polla de su boca, agarrandola con la mano, levantó la cabeza y se incorporó de rodillas con las piernas medio abiertas dejando ver toda su desnudez entera, como diciendo: ¡cómeme! , mientras masturbaba a mi chico.
Volvió a agacharse sobre la polla y practicamente se la comió una y otra vez, hasta que otra vez retirada su boca, se reincorporó de nuevo y él sin poderse contener, hasta que soltando un apretado gemido, lanzó varios potentes chorros sobre la cara y pecho de Maite.
Ella pareció estrecemecerse de placer agarrando sus pechos con ambas manos y esparciéndose la leche por todo su cuerpo y relamiéndose los labios con la lengua, mientras el pene de Carlos seguía lanzando su leche y dando pequeños espasmos de placer.
La escena era muy excitante, viendo a Carlos resoplando con la cabeza hacia atrás, su pene convulsionado, mientras Maite seguia con los ojos idos, magreándose y luciendo su cuerpo brillante de aquel esperma.
De verdad que aquella mamada, no se la había hecho yo nunca a mi novio con tanto estilo, ya que Maite era toda una experta, haciéndole gozar muchísimo. Ella volvió a su sitio y continuamos la partida.
La cosa estaba muy caliente, pero se puso aún más cuando yo metí una
ficha en la meta.
Esta era la mía.
– ¡ Tu mandas ! – dijo Carlos.
Juanjo, naturalmente, aún disponía de una prenda por lo que procedió a quitársela.
Se colocó en el centro de la alfombra y dándonos la espalda nos hizo un super streap-tease. Bajaba y subía el calzoncillo sobre su duro y redondo culete, haciendonos sufrir, hasta que en un ligero movimiento se lo bajó de golpe hasta los tobillos, quedando su escultural musculatura de espaldas a nosotros.
El seguía bailando y momiendo su trasero mientras apoyaba sus brazos sobre su nuca. ¡Que hermoso cuerpo! . Nunca había sentido tantas ganas de ser follada por un hombre como aquel.
– ¡ Date la vuelta ! – grité como una posesa. No pude reprimirlo, estaba deseando verle su hermoso pene.
Y ….poco a poco, se fue dando la vuelta hacia nosotros mostrándonos una polla erecta como yo hasta entoces nunca habia visto. Era enorme.
Miré a Maite con ojos de asustada, pues nunca me había contado nada sobre el extraordinario tamaño de aquella verga. Ella me sonrió. Seguí mirando aquella polla con deleite. Yo pensaba «es preciosa, pero a mi creo que no me entra en el coño» «ojalá me perforara ese nabo». Mis pensamientos me torturaban.
El se la cogió con ambas manos y la subia y bajaba al ritmo de una canción muy sensual, mientras nos mostraba su violáceo capullo. Poco a poco se volvió de nuevo de espaldas y se sentó en su lugar, dejando ver su daga en alto.
– Y ahora…. – comenté, haciendo una pausa.
Todos me miraron con expectación. Y solté:
– ¡Quiero que Carlos y Maite me chupen entera!
A Juanjo parecía gustarle la idea. Y a los otros también, ya que en un momento se acercaron al centro de la alfombra para obedecer mis órdenes. Yo, igualmente, me situé en el centro en pie, mientras ellos como dos esclavos sumisos empezaron a lamer mis piernas con sus lenguas.
Primero Carlos me chupaba por entre mis rodillas por delante y Maite me besaba por detrás de mis muslos. Aquello era sensacional, ya que no me habían chupado dos personas a la vez.
A continuación Carlos me besó el ombligo y me lamió los brazos, la cintura, las tetas y el cuello. Maite seguía en mi espalda y de pronto bajó hasta mi culo concentrándo su lengua en mi agujero.
Yo me estremecí y sentí un escalofrío que me hizo tambalear. Mi chico que era un experto en comerme el coño, no tardó en bajar hasta él y besarlo y chuparlo como si comiera un dulce, metió su lengua y mi clítoris rozó sus labios.
Todo pasaba muy deprisa. Mientras uno me lamía el culo y el otro el coño, me acariciaban a lo largo de mi cuerpo, poniendome el vello erizado.
No pude aguantar y me corrí de repente, acariciando sus cabezas a modo de gratitud. Tuve un orgasmo largo y profundo. Les di un apasionado beso en la boca a cada uno y ocuparon de nuevo su lugar, mientras yo hacía lo mismo en el mío.
Todo mi cuerpo se sentía extraño, pero aún sentí mayor excitación con solo recordarlo deseando ser penetrada por una polla bien cargada.
Todos mis deseos parecían hacerse realidad cuando Juanjo consiguió llegar a meta con su última ficha, ganando la partida.
Nos quedamos mirándonos unos a otros como esperando cual iba a ser el mandato de Juanjo, que dirigiéndonos una dulce sonrisa y tras pensarlo durante poco rato dijo señalándome:
– ¡ Quiero comerte entera, quiero que me comas tu a mi y quiero que hagamos el amor como nunca lo hayamos hecho ! La onda expansiva de aquella frase se reflejó en la cara de todos. Yo alucinaba, ya que es lo que más deseaba en ese momento, olvidándome de si era el novio de mi amiga el que proponía aquello o si mi chico estaba delante de mi mientras me follaba otro. La cara de Maite era un poema y no tardó en decir.
– ¡ Eres un cabrón ! , Lo que has estado buscando todo el rato es follartela y nada más, con este juego en el que nos has hecho caer a todos. El sonrió sin negarlo.
– ¡He ganado!- gritó al fin. Y soy ahora yo quien pide un deseo. Vosotros lo habeis pasado muy bien ¿no?
– Una cosa es una mamada, unos besos y unas caricias y otra tirarte a mi novia. – soltó de repente Carlos con un cierto aire de celos. Creo que en el fondo él deseaba verme follar con otro, pero dijo aquello como justificando su poder sobre mi.
Juanjo se levantó e hizo colocarse juntos a Maite y a Carlos en el sofá para que disfrutaran con el espectáculo olvidándose de todo lo que había oido hasta entonces. Me señaló con el dedo y me hizo ir hacia él al centro de la habitación.
Nuestras parejas debían sentir en esos momentos lo que yo sentía: nervios, confusión y mucha, mucha excitación. Sin mediar palabra Juanjo me cogió por ambas manos y me contempló durante unos segundos, recorriendo con su vista todos los poros de mi piel.
Mi cuerpo era muy pequeño junto al suyo.
– ¡ Pero que buena estás ! – me dijo sin dejar de contemplarme.
Me agarró por la cintura, me apretó contra él chocando mis tetas por debajo de su fornido pecho, su falo en erección golpeó cerca de mi ombligo y en un apasionado abrazo inclinó su cabeza susurrándome al oido un sensual y cariñoso: ¡ te deseo ! …y comenzó a besarme con mucha suavidad. Nuestras lenguas se juntaron acompañando aquel tierno abrazo.
Sus manos recorrían mi espalda y yo acariciaba sus duras posaderas. Nuestros ojos se cerraban en un ardiente beso. Su lengua buscaba la mía y yo apretaba su culo con mis manos. Con una mano me acariciaba las tetas con suavidad y con la otra me palpaba una de mis nalgas.
Su polla se apretujaba entre nuestros cuerpos. Mi chochito soltaba todos los jugos del placer. El bajó con su lengua por mi cuello, besó y mordisqueó ligeramente mis pezones, chupó mi cintura, mi ombligo mis muslos, bajo por mis rodillas, me giró y siguió por detrás de mis muslos, me separó las piernas y siguió lamiendo mi culo.
Yo seguía en pie muriéndome de gusto, mientras me lamía por todas partes. Me giró de nuevo frente a él y metió su lengua entre mis muslos hasta llegar a mi húmedo sexo, cuando sin poderme contener lanzé un gritito de placer.
-¡ ahhhhhhhhhhhh, eres un cabrón, que gusto me das ! Él seguía en su labor de chuparme todo el coño con sus labios y lengua, yo le introducía los dedos en su ensortijado cabello negro. Notaba los latidos de mi corazón en mí clítoris, notaba su lengua como se habría entre mis labios vaginales, como si estuviera buscandome todos los rincones del placer, hasta que de pronto sentí en mi interior una ola de calor y gusto que nunca había sentido, produciéndose en mí un monumental orgasmo que deje llevar con gemidos profundos.
Se incorporó y nuestras lenguas volvieron a juguetear mientras nos abrazabamos y acariciábamos.
Ahora me tocaba a mi.
Fui bajando con mi lengua por su cuello, le mordisqueé en los fornidos hombros, le acaricié los potentes brazos, le chupé las tetillas y con mis manos iba bajando por su espalda, salté sus genitales y seguí besando, chupando y mordiendo sus muslos, sus rodillas, sus gemelos, subí por detrás hasta llegar a su culo, lamiendo aquellas sabrosas y duras posaderas.
Miré hacia el sofá y ví a Maite y a Carlos , éste muy empalmado, como nos miraban muy atentos con la operación que llevabamos a cabo.
Me puse de nuevo frente a Juanjo a la altura de su aparato, subí la mirada hasta sus ojos, le sonreí y empecé a besuquear aquel nabo enorme.
Primero lo hice suavemente jugueteando con mi lengua y dando pequeños golpecitos del glande contra mis suaves labios.
Arrastré mi lengua por toda su longitud, recorriendo de arriba a abajo notando sus dilatadas venas, mientras con mis uñas le arañaba por detras de sus muslos y por su culo.
De golpe, me metí aquella polla en la boca, aunque que no me cabía entera. Ahora era él quien acariciaba mi rubio cabello, mientras soltaba resoplidos de gusto cerrando los ojos.
Yo seguía intentando comerme aquel tronco una y otra vez, adentro y afuera de mis carnosos labios.
Mi saliva lubricaba aquel falo, hasta que repentinamente él me tiró del pelo separándome de su sexo, evitando correrse.
Yo para entonces ya estaba como una moto y deseaba ser penetrada por aquel potente hombre.
Juanjo me cogió por la cintura como si yo no pesara nada y con su extremada fuerza , pero con suma delicadeza, me trasladó hasta la mesita de madera que estaba frente al sofá, justo a los pies de nuestras parejas.
Era alucinante, el hijo de puta quería colocarse cerca de ellos para que vieran bien la operación de como me follaba. Para entonces a ellos se les veía muy excitados.
Me tumbo boca arriba en aquella reducida mesita, me agarró por los muslos y puso mi coño al borde de la pieza.
Cogió su pene por la base y acercó su punta hasta mi húmeda caverna.
Paseo ligeramente arriba y abajo su glande por mi raja, mientras yo me sobaba mis tetas que apuntaban al techo.
– ¡ Mmmmmm, métemela , métemela ! – gemía yo.
Sabía dar gusto a una mujer, esperando el momento propicio. Sonrió maliciosamente mirando a Maite y a Carlos. Introdujo la punta en mi chochito y yo pensaba: ¡ me va a rajar !. Entonces empecé a sentir un gusto extraordinario. Aquel enorme tronco fue entrando en mi cuerpo. Me penetró : un centímetro, dos, tres, cuatro….,yo me extremecía, …ocho, nueve, diez…, aquello no acaba nunca, dieciseis, diecisiete, dieciocho, diecinueve…, no sé cuanto mediría aquello pero os juro que era monumental.
La sentía en mi interior y como mi coñito se adaptaba relamiendo su largura.
De repente entró entera dentro de mí, sientiendo sus huevos chocar en mis glúteos. Nunca había sentido tanto placer por todo lo largo de mi cuerpo.
– ¡ ahhhhhhhhhh, uuuuuuuuffff ! – gritaba como loca. Me estaba taladrando las entrañas. En apenas unos segundos, sentí dentro de mí una sensación superextraña, un placer mayúsculo, un orgasmo que llegó a ponerme la piel de gallina, se apagaba y pronto volvía a calentarme más y más, y así corriendome una y otra vez, con múltiples orgasmos. Él también soltaba algún gemido, mientras bombeaba suavemente al principio metiendo la punta y apretando al final su gran polla dentro de mi pequeño agujero. Mi conchita se adaptaba dificilmente a su duro y gigante miembro. Se detuvo. Sus músculos se tensaron y en un vaivén dejó toda la polla metida hasta el fondo.
– ¡ Dios mío ! , ¡ que gozada ! – dijo
Y tuvo una larga corrida, llenándome toda con su semen dentro de mí.
Notaba como botaba con espasmos la polla en mi interior, soltando aquellos jugos y él apretaba su cuerpo contra el mío.
Volví a correrme mientras acariciaba su torax y sus abdominales tensados. Nuestros cuerpos sudaban y brillaban uno pegado al otro.
Nunca me había ocurrido: tuve más de siete u ocho orgasmos seguidos y muy profundos. Nunca me habían follado de esa manera ni me habían hecho gozar como lo hizo aquel pedazo de hombre.
Tan concentrados habíamos estado en nuestro ajetreo, que cuando alzamos la mirada pudimos ver como Maite, bien abierta de piernas, cabalgaba sentada frente a nosotros sobre la erguida polla de mi chico.
La vista era espectacular, primero la cara de gusto de Maite con sus ojos cerrados, sus tetas bailando al vaivén, su cinturita sudorosa y su coñito metiéndose en el nabo de Carlos hasta llegar a los huevos.
La estaban gozando en pleno. La cara de Carlos apenas podía verse tras mi amiga, pero se le oía gemir y decir:
– ¡ Si, si, que bien follas ! , ¡ me vas a matar !.
Aquello excitó tanto a Juanjo, que tuvo una erección al momento, me incorpore e introduje aquella verga dentro de mi boca de nuevo, chupando con vehemencia: adentro, afuera, adentro, afuera…. mientras él contemplaba el folleteo de su novia sobre Carlos.
– ¡ ahhhhh, que bien, que bien ! – se le oía decir a Juanjo entrecortadamente.
Yo seguía en mi tarea de comerle toda su polla, que sabía deliciosa, jugaba con mis labios sobre su capullo, con mi lengua recorría toda su longitud y le mordisqueaba por todas partes.
En ese momento de mi dulce mamada a Juanjo, mi novio Carlos, dando pequeños aullidos, se corrió dentro del excitado sexo de Maite y ella a continuación empezó a cabalgar más fuerte hasta alcanzar también un escandaloso orgasmo unos segundos después.
Ella apoyo su espalda sobre el pecho de Carlos y cerró los ojos intentando guardar aquel gusto en su interior.
Aquello pareció excitar enormemente a Juanjo, que pillándome desprevenida, viendo la escena de los otros, noté como su polla se hinchaba al límite y soltó dentro de mi boca una corrida expléndida, sintiendo ese dulce/amargo y caliente sabor cayendo por mi garganta.
Era delicioso. Me tragué toda la leche y le chupé con ahínco con mi lengua por todo su miembro.
Él se relamía de gusto. Los otros se abrazaban, se acariciaban y besaban sin parar.
Juanjo se separó lentamente de mí y me besó agradeciéndome aquel maravilloso polvo.
A continuación me volvió a tumbar sobre la mesita y con su lengua exploró de nuevo sobre mi húmedo sexo.
Mientras me tocaba los senos con dulzura, su lengua recorría mis ingles, mi pubis e introdujo la punta de su lengua en mis labios vaginales haciendo estallar de nuevo a mi clítoris supersensible y haciendome correr de nuevo.
Apenas me tocaba yo estallaba de placer.
Aprendí esa tarde que las mujeres podemos sentir esto tantas veces seguidas.
La verdad es que aquella tarde nos dejamos llevar los cuatro por nuestro deseo y por nuestra excitación hasta el punto de sentir el máximo placer. Fue toda una gozada, creo que irrepetible.
La lluvia cesó afuera. El sol empezó a brillar y se colaba por los ventanales del salón. Todo se iluminaba poco a poco.
Nos fuimos duchando y vistiendo uno a uno, y salimos a la calle en busca de algo de aire fresco que nos relajara de aquella agitada y divertida tarde.
Fue una experiencia que repetimos varias veces después durante unos meses y que sirvió para conocernos mejor incluso a nosotros mismos.
Después por otras razones el destino nos separó y aquello quedó en un dulce recuerdo.