Una chica normal en un campamento caliente

Cuando muchas veces leía las historias que veía en Internet, siempre pensaba que a mí eso no me podía pasar y que muchas de ellas eran simples fantasías pero una vez más se demuestra eso que la realidad supera a la ficción.

Salgo con una chica desde hace cinco años.

Se llama Violeta y tiene veinticinco años, aunque por su carita de ángel, cualquiera diría que tiene diecisiete o dieciocho.

Morena, ni muy baja ni muy alta, un pecho muy, muy generoso ( Gasta una 100 de sujetador) y unas curvas en general más peligrosas que las de un puerto de montaña.

Nuestra sexualidad es normal.

La de una pareja de hoy. Sin las proezas sexuales que relatan muchos en sus cuentos.

Completamente normal.

Una vez intentamos practicar el sexo anal, como una cosa fuera de serie, pero a las primeras la dolió y no se volvió a hablar del tema.

Como os digo, somos como cualquier pareja normal de jóvenes.

En cuanto a su carácter es bastante tímida y cortada, muy simpática y la encantan los niños. Este dato es vital para relataros lo que os voy a contar.

Desde hace tiempo, pertenecemos a una asociación juvenil ( Cuyo nombre no menciono por razones obvias).

Pertenecemos a ella desde hace bastante tiempo, desde pequeños y curiosamente no fue en ella donde conocí a Violeta.

Ahora somos monitores de ella y durante el año hacemos muchas excursiones y acampadas de fin de semana.

Pero lo que empezó como asociación juvenil a degenerado ( A mi punto de vista) en una asociación de pijos.

Todos los años, en verano hacíamos unos campamentos en tienda de campañas pero de un tiempo a esta parte, estos campamentos se realizan en casas que tiene esta asociación a los largo y ancho de España y que más que casa de colonias parecen centros de descanso de cinco estrellas a los cuales solo pueden asistir los chavales cuyos padres son bastante pudientes. Pero a lo que vamos…

Aquel año fuimos a una casa que la asociación tiene en la costa. Un complejo con casa-dormitorio, pabellón de comedor y cocina, pabellón de aseo, campos de deporte y acceso directo a la playa.

Quince días con cien chavales de edades comprendidas entre los diez y los diecinueve o veinte años. Como imaginareis, una auténtica locura.

Todo el día para arriba y para abajo y casi sin un momento de descanso. Levantarse a las ocho.

Acostarse a las tres de la madrugada y un poquito de tiempo para un beso con Violeta o unas cuantas caricias furtivas.

Era tal la falta de tiempo que teníamos que quitar tiempo de nuestra siesta para ducharnos.

Era lo que me había pasado aquel día.

Antes de comer habíamos jugado un partido de voley en la playa y no me había dado tiempo ni ducharme.

Así, que, después de comer, sin decírselo a nadie me fui al pabellón de duchas.

Como no había nadie y yo llevaba la llave, abrí la puerta y volví a cerrarla para que nadie me molestara.

Además a esas horas nadie iba a ir a ducharse.

Así que me situé un la última cabina, cuya ventaja era que el agua llegaba más caliente y además, tenia un pequeño agujero en la celosía que me permitía vigilar la puerta y la zona colectiva de las duchas.

Así, que, con tranquilidad, comencé a ducharme tranquila y relajadamente, que como habréis visto, pocos lujos teníamos nosotros aunque si los chavales.

Ya había acabado y procedía a secarme dentro de la cabina cuando oí como la puerta se habría y entraban gritando varios chavales.

Rápidamente, ya que estaba en pelota picada, cerré la puerta de la cabina, eché el cerrojo y me puse a mirar por el agujero.

Unos ocho o nueve chavales, de los pequeños entraban alborozados en las duchas seguidos de Violeta.

Esta iba con un bañador gris claro y chanclas de baño.

De repente me acordé. Había oído durante la comida que Vio decía que se iba a tener que meter con los niños en la ducha pues los más pequeños se hacían el lavado del gato.

Y eso era lo que estaba pasando.

Los chavalines se desnudaban mientras ella iba abriendo los grifos para que se templara el agua.

Los niños se metieron bajos los chorros y ella comenzó a frotarles con las esponjas.

La verdad que era una delicia ver la escena. Los chavalines se lo tomaban como un juego más y Vio participaba de este juego como una más.

Durante media hora se produjo una algarabía de risas, chillidos, carreras y espuma.

Al final, los niños estaban aseados y Vio se encargó de secarlos, peinarlos y vestirlos.

Los chavales se fueron corriendo mientras Vio se quedaba a terminar de arreglar las duchas. La verdad es que estaba preciosa.

Empapado, el bañador se pegaba a su cuerpo como una segunda piel y a pesar de la distancia (unos ocho metros) y que su bañador tenía forro, desde donde estaba yo apreciaba por un lado los enhiestos y oscuros pezones y su pubis aunque este solo era un difuminado ligeramente más oscuro que el bañador.

Me estaba empezando una erección enorme.

Pensaba en que ella y yo estábamos solos y que hacía mas de quince días que no nos dábamos un homenaje. Bastaba con cerrar la puerta y…

¡ Hola, Vio…!

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por este saludo.

Procedía de uno de los cinco chavales que habían entrado… Bueno, chavales… Eran los mayores de las colonias. Tito, Jari, Lus, Pepe y Mar ( Los nombres son supuestos). De edades comprendidas entre los diecisiete y los dieciocho.

Vaya, chicos – dijo Vio – cría que estaríais bañandoos en la playa o echando una partidita al mus.

Ya pero es que nos hemos enterado que el bombón del campamento estaba duchando a los chavales y nos hemos acercado por si echábamos una mano.

Los más mayores del campamento llamaban a Vio «su bombón» o «el cuerpo»… Cosas inocentes pensábamos ella y yo.

Y hasta se me escapaba una sonrisa cuando la llamaban así, como acababa de hacer Jari.

¡ Oooh!, chicos… Cuanto lo siento – exclamó con una sonrisa y un tono de falsa pena -… Pero he acabado hace un rato. Me hubiera encantado vuestra ayuda pero ya he acabado.

Los chicos si se quedaron apenados pues parece que querían ayudar… Y digo parece porque mientras yo dirigía mi mirada al grupo y sin que ni Vio ni yo nos diéramos cuenta, discretamente, Tito cerraba la puerta y giraba la llave que Vio había dejado en la cerradura para no perderla.

Vaya mala suerte con las ganas que teníamos de ayudarte…

Bueno, no pasa nada… La próxima vez será…

Vio iba a coger la toalla porque se estaba dando cuenta de las mirada, aunque furtivas, que los chicos lanzaban a las partes más prominentes y escandalosas de su empapada anatomía.

La daba muchísima vergüenza que se fijaran en ella. Pero Pepe la habló antes de que llegara a la percha de la que colgaba su toalla.

¡ Jo!… Vaya pu… Quiero decir, que vaya mala leche… Que decepción…

Bueno chicos… Tampoco es para tanto. Me podéis ayudar otro día…

En fin… – De repente pareció que se arrancaba a decir algo que no se atrevía – Vio…

Dime…

Anda, haznos un favor…

¿ Que idea tendréis vosotros en la cabeza?… A ver, ¿ Qué favor es ese que os habéis puesto colorados?

En efecto, todos estaban colorados y cada uno miraba para otro sitio menos Pepe que hablaba con ella.

Bueno… Es que… Nosotros… Vamos que quiero decir…

Vamos, chico, arráncate que me voy a helar de frío…

Entonces Jari tomó la iniciativa.

¿ Nos puedes duchar, Vio?

Joder. Me quedé flipado. Cinco tíos más grandes de cuerpo que yo y estaban pidiendo a mi novia, a mi chica que les duchara.

Estaba a punto de salir de la ducha y liarme a repartir guantazos, sin reparar que estaba desnudo cuando Vio, que se les había quedado mirando atónita soltó una carcajada.

¡ Ja, ja, ja…!… ¡ Los niñitos, los pequeñines quieren que les duche…!, ¡ Pobrecitos, ja, ja, ja…¡…

Ahora se explicaba lo de la puerta. Querían intimidad. Yo sabía que muchos de ellos ( Especialmente esos cinco) estaban por Vio pero ya sabemos que esos enamoramientos de monitores son corrientes en los campamentos… Pero esto… ¡ Era la ostia!

No te rías de nosotros, Vio… Jo…

¡ Ja,ja,ja…!… Pobrecitos los nenes, que no saben ducharse solitos…

Los cinco estaban rojisimos mientras Vio seguía riéndose.

Cada carcajada suya estaba acompañado por un movimiento de sus tetas y parte del bañador se le había metido por la raja del culete.

De ser ella la avergonzada por las miradas, había pasado a ser ellos los avergonzados.

Por fin las carcajadas de Vio remitieron. Hasta se le habían saltado las lagrimas. Los cinco continuaban de pie completamente azorados.

Bueno, chicos… me habéis hecho pasar un rato tan divertido que os daré ese gusto. Os ducharé.

¡ Acojonante¡… ¿ Qué era lo que oían mis oídos?… Mi chica, la que decía que no quería ir a la piscina porque la daba vergüenza que la vieran en bañador, estaba diciendo a cinco tíos que lo iba a duchar.

La verdad es que ellos alucinaron también. Se daban codazos entre ellos y sonreían. No era para menos. Que te duchara un pedazo de tía como Vio… Pero lo mejor estaba por llegar.

Pero… – Los chicos dejaron de moverse y la miraron -… Pero, como aquí nunca se hacen distinciones entre vosotros os tendréis que duchar como los niños. Desnudos.

Un silencio total cayó sobre la sala. Ellos se quedaron tan asombrados como yo. Lo único que se oía era el gotear de una ducha y a lo lejos, voces de algunos chavales y el oleaje del mar. No sabía ya ni que pensar.

Per…, pero, Vio…

Nada. En pelotas. Fuera bañadores o no hay ducha.

Ellos se miraban flipados, sin saber que hacer. De repente, Mar, sin decir ni pío, se bajó hasta los tobillos el bañador, quedándose con su aparato tieso al aire. Fue la señal. Todos se quitaron sus bañadores. Cuando llegó el turno a Lus, Vio me lo tapaba desde mi punto de observación. Así que, no pude entender la exclamación de Vio.

¡ Madre mía, madre mía, madre mía, madre mía…!

Cuando se retiró Vio, lo entendí. Lus estaba empalmado como todos sus colegas pero el no tenia una polla. Tenía un pollón. Veinticuatro o veinticinco centímetros y grueso como un tubo. Hasta yo me quedé alucinado.

Necesitaré un bote entero de gel para duchar eso – dijo Vio con una risita.

Estaba completamente asombrado. Os he repetido varias veces lo tímida que es Vio pero estaba actuando de una manera desconocida para mí.

Y además, yo también estaba actuando de una manera desconocida. En lugar de salir y poner fin a todo este, me quedaba mirando y (Lo peor de todo), me estaba empezando a empalmar. Pero todavía no había colmado mi capacidad de asombro.

Vio. No es justo que tu nos duches en bañador y nosotros en bolas… Anda…

No dijeron nada pero entendí a la primera lo que querían. Pensé: » Van dados si creen que Vio les va hacer caso…».

Pues el que fue dado fui yo. Vio, con una sonrisa en la cara y un escueto » Tenéis razón», se despojó de su bañador. Se apartó los tirantes y fue bajando el bañador.

La parte inferior se quedó aprisionada en su culo y uno de ellos, muy galantemente se agachó para tirar de él.

El bañador salió de su deliciosa prisión y aún estuvo un ratito atrapado es sus ingles antes de salir e ir a reunirse con los bañadores de ellos.

Como os he dicho ella estaba de espaldas a mí y solo veía su soberbio culo.

Los chavales estaban con la boca abierta mirándola como si la mismísima Venus hubiera surgido de la espuma del mar.

No pensaban ni en sueños que la jugada les fuera a salir tan redonda.

Y a todo esto, yo con un empalmamiento de tres pares de narices.

Bueno… ¿ Os vais a quedar embobados ahí mirándome o nos duchamos?

No tuvo que repetirlo dos veces. Abrieron la fila de duchas ( Creo que eran unas diez) y se metieron debajo de los chorros.

Aquí pasé el peor cuarto de hora de mi vida. Os explico. Diez duchas son muchas duchas. Y mucho agua. Si además te gusta el agua muy caliente eso es mucho agua caliente. Y mucho agua caliente es mucho vapor. Pues eso.

Se metieron debajo del agua entre risas más distendidas, bromas y comentarios jocosos acerca del tamaño de sus «bichitos» ( Vio me asombraba más, y más, y más…).

De repente, entre ellos y yo se empezó a levantar un blanco velo de vapor. Primero fui viendo sus figuras y como Vio comenzaba a frotar con una esponja a Mar mientras Pepe se la frotaba a ella.

Pero poco a poco fue difuminándose poco a poco hasta que no vi nada. Solo oía sus risas y sus voces. El pabellón, a excepción de la zona de los bancos para cambiarse estaba lleno de una espesa nube de vapor.

Lo peor de todo era no saber que pasaba tras la nube. Solo sus risas, voces… Estaba meditando salir y colocarme en un punto de mejor visión, como por ejemplo, las cabinas de los WC cuando me di cuenta de un detalle:

Las risas. Las voces. Nada. Nada. Silencio. Sólo el caer de las duchas. Eso era peor que ver lo que había visto. ¿ Que coño estarían haciendo?.

De repente una risa. Era de Vio. Un gemido. Otro. Silencio. Un jadeo. Era angustioso. Quería salir pero algo me obligaba a quedarme ahí escondido. Quince minutos más tarde tuve la respuesta.

El ruido de las duchas comenzó a apagarse. Las cerraban. Pero el vapor tardó un poco más en disiparse. Cuando se disipó, vi lo que jamás se me olvidará.

Mar estaba de espaldas a Vio, agarrándola las tetas y amasándolas con salvajismo, a veces incluso pellizcándola los pezones.

Al mismo tiempo, besaba a Vio diría casi con necesidad. Incluso de vez en cuando desenlazaban su boca solo para ver como sus lenguas estaban enlazadas.

Mientras, Tito estaba de rodillas y había puesto sus piernas encima de sus hombros y aprovechaba para comerla el coño lenta y pausadamente. Vio tenía sus manos en su cabeza.

Esto fue lo que colmó el vaso de mi paciencia e hice lo que tenía que haber hecho desde el principio.

Me comencé a hacer una paja. Si, lo que oís. Estaba excitadisimo. Mi novia estaba dejándose follar por cinco chavales que al que menos sacaba seis años y yo me cascaba una paja. Acojonante.

Mientras esto ocurría, los tres restantes esperaban su turno a lo que fuera cascándosela. Miraba a Lus y pensaba que como le metiera «eso» la mataba. Fijo.

Finalmente, el cuadro que montaban se deshizo. Vio les dijo algo a los cinco que no oí bien, parte porque hablaba mas bajo, parte por los jadeos que soltaba.

Los cinco se pusieron alrededor de ella, momento que aprovechó Jari para besarla en la boca. Ella se arrodilló en el centro del circulo que formaban ellos. No necesité saber que le había dicho.

Lo que más me dolía de ese momento no era que me estuviera cuerneando. No. Era la dedicación que ponía a ello. Se puso a chupar pollas como una auténtica profesional.

Como nunca la había visto. Increíble. Lastima que los chavales fueran eso: chavales. Porque al poco de comenzar, ellos también comenzaron… pero a correrse.

Uno por uno los chorros debían caer sobre mi chica porque el cerrado circulo no me dejaba ver. pero cuando se quitaron tres de los chavales, vi a Vio enchufada literalmente al monstruo de Lus. Casi la desencajaba la boca y mientras chupaba, le tocaba los cojones.

Lus cerró los ojos y empezó a gritar: » ¡Ostias, ostias, ostias…!». Debió de correrse porque Vio se desacopló tosiendo y aguantando una arcada al tiempo que escupía una considerable cantidad de esperma y otra buena se salía de sus fosa nasales.

Por poco me asfixias – dijo riendo y limpiándose con la mano-. Dile a tu amiguito que tenga cuidado.

El resto de los chicos fue pasando por taquilla, dejando en su cara, boca y pelo una buena cantidad de lefota, al punto que parecía que llevaba una gruesa máscara de crema facial..

Vio se irguió, masajeando sus doloridos músculos y fue a limpiarse la cara a un lavabo.

Mientras hacía esto, uno de ellos fue a ponerse el bañador.

¿ Dónde te crees que vas?. Aún no hemos acabado.

Por supuesto que volvió a dejar el bañador.

¿ Cuantos de vosotros ha follado a una chica?- Al ver que nadie contestaba un brillo apareció en sus ojos y una sonrisa iluminó su cara- ¿Sois vírgenes?… Que maravilla… y para mi sólita.

Dicho esto agarró al primero que tenía a mano, que era Jari y de un golpe, lo tumbó en los bancos que había para cambiarse. Su rabo apuntaba al techo.

Ella pasó una pierna por encima, como para montarle. Agarró las manos del chico y se las puso en sus soberbios melones, melones que hasta entonces solo había tocado yo.

Cuando Jari, boqueando como un pez fuera del agua y con los ojos desorbitados ( Eso no lo vi pero seguro que los tenía así), tenía bien aferrado sus tetas, ella agarró su polla y comenzó a acariciar sus labios vaginales con la punta del glande.

¿ Has visto, Jari, que calentito y mojado esta?… ¿ Y sabes por qué?…Porque se muere de ganas de que lo folles muy, muy fuerte… Jari, necesito que me folles. Soy muy, muy mala y tienes que golpear mi coñito muy, muy fuerte – Decía como una autentica furcia en un tono que jamas había oído.

Finalmente, se lo introdujo de un golpe, hasta el fondo no sin antes advertir, después de besarle en la boca:

Jari, cariño, cuando te vayas a correr avísame… No queremos accidentes.

La follada fue corta. El pobre no aguantó ni un minuto los vaivenes, giros de caderas y mete-saca de Vio. Entre Jadeos, comenzó a gritar:

¡ Vio, Vio, Vio…!

Y esta tuvo el tiempo justo de retirarse para ver como un chorro se estrellaba contra el pelo de su pubis.

El chico siguió corriéndose mientras Vio le pajeaba. Finalmente y ya flácida, Vio la limpió de los jugos mucosos de su coño y de esperma.

Uno por uno fueron pasando por la piedra y hasta tres veces porque se corrían muy pronto pero tenían una envidiable capacidad de recuperación. Se los folló en todas las posturas posibles: Boca arriba, boca abajo, a lo perro, ella encima, de pie…

Caso aparte era Lus. Vio siempre se lo follaba montándolo. Si no, seria imposible entrar. Y aun así, media polla se quedaba fuera.

Con todos finalizaba de la misma manera. Les pedía que la sacaran cuando se fueran a correr y los chorrazos acababan o en el suelo o en el cuerpo de ella.

Media hora más tarde, Tito pedía misericordia.

Vio, por favor… Eres fantástica pero creo que no se me va a levantar en la vida.

Sus amigos asentían con todos sus miembros morcillones. Vio les observaba de pie con el cuerpo brillante por todo el esperma untado en su cuerpo, con cuajarones de lefa en la cara y el pelo húmedo por las duchas y la mascarilla capilar de semen.

¿ Ah, si… Eso creéis?. Os voy a demostrar que no.

Y fue a su bolsa de aseo. La vi hurgar en ella y por fin volvió con una cosa. Un bote alargado de crema suavizante para el pelo, de unos treinta centímetros de largo y siete de diámetro.

Sin decirles nada, abrió la botella y depositó un poco de suavizante en su mano. Seguido, cerró el bote con cuidado y lo dejó de pie en el suelo, justo debajo de ella.

Con la otra mano abrió sus nalgas y con la otra comenzó a extenderse la crema por la raja del culo.

No podía ser. Eso siempre la había dolido… No podía ser. Mientras acababa de darse la crema en el ojete les decía:

Vosotros no entendéis esto… Soy vuestra monitora y quiero que me deis caña. Que me tratéis como a una puta aunque nunca hayáis estado con una. Estoy que me muero. Pero os echaré una mano para que reaccionéis.

Y ya lo creo que reaccionaron. Cualquiera no lo hacía con lo que hizo la muy…

Empezó a descender hacia la botella despacio hasta que notó que el tapón llegaba a su culo. Entonces separó las nalgas con la mano y dejo caer el peso del cuerpo poco a poco.

Estaba sentada a horcajadas y me daba la espalda y lo vi todo. Primero, lentamente desapareció el tapón.

Luego, poco a poco, las letras de la marca también fueron desapareciendo. Cuando la mitad del bote estaban dentro del intestino de mi chica, los chavales estaban con un empalme inaguantable. Tan inaguantable que Mar la agarró del brazo y la dio un tirón, mientras Tito intentaba taparla la boca para acallar los gritos de placer.

Cuando se levantó, Vio llevaba todavía introducido el bote en su ojete. Mar de un tirón, lo sacó y lo tiró. Todavía tuve tiempo de ver como su ano estaba abierto en un profundo bostezo.

Mar la puso de rodillas en el banco y de un golpe se la metió en el culo. Y todo fue uno. Porque al momento se corría y se salía para ser sustituido por Lus. Su pollón se acoplo mejor a la holgura dejada por el bote y además, aguantó un poco más. Fue increíble.

En espacio de cuarenta minutos se la follaron por el culo veintiocho veces… ¡ Veintiocho!.. De las cuales cinco fueron acompañados por folladas por su vicioso coño.

Ella se sentaba en la polla que la porculizaba para facilitar la tarea la que se tenia que salir del coño cuando se corriera.

Cuarenta largos minutos en las que me casqué tres pajas monumentales a la salud de aquella desconocida que se parecía a mi novia pero que no sabia quien era.

Mientras era follada por los sudorosos y derrengados chicos no hacia mas que repetir:

– ¡ Vamos, folladme como a una zorra…!…¡ Sacadme el coño a pollazos por la boca…!…! Reventadme las tripas de leche…!… ¡ Soy vuestra puta…!

Cuando le tocaba el turno a Lus daba saltos para que aquel trozo de carne entrara hasta los cojones. Incluso creo que llegaba a poner los ojos en blanco. Fue una de estas veces cuando pidió que la jodieran por su coño.

¡ Folladme el coño… Vamos… Tapadmelo!

Los chicos ni se lo pensaron y comenzaron a darle el gusto. Se corrían en el interior de su recto y los que follaban el coño acababan donde buenamente podían: Pubis, tetas, ombligo.

Llego el momento que los pobres no sacaban más de sus pelotas y sus cipotes ni podían empinarse a pesar de las chupadas de antología que les hizo Vio, gracias a las cuales debieron quedar limpisimos. Así que quedaron tirados en el frío suelo en un amasijo de piernas, brazos y torsos, jadeando y gimiendo.

Estuvieron unos cinco o seis minutos hasta que Vio se levanto y uno por uno los fue metiendo en las duchas y los frotó hasta que reaccionaron. Las ducha los desperezó y comenzaron a contar lo fantástica que era ella y lo inmejorablemente bien que se lo habían pasado.

Ella se lo agradeció y les dijo que era un regalo pero que debían guardar el secreto. Una vez vestidos, ella les abrió la puerta y les dijo que fueran para preparar las actividades de la tarde.

Una vez que se fueron, Vio cerró de nuevo la puerta con llave y desnuda como estaba se acercó a contemplarse a un espejo que estaba cerca de mi punto de vigilancia.

A pesar de haberse duchado con los chicos, su pelo era un aglomerado viscoso de esperma.

En su cuerpo quedaban menos trazas del cremoso néctar aunque su vello pubiano parecía tener el mismo aspecto.

Lo que más me impresiono fue su culo: Sus nalgas me impedían ver su seguramente ultradilatado ojete pero de entre ellas caia un goteo ininterrumpido de liquido.

No me extraña. Veintiocho corridas en sus intestinos. Se acercó a un Wc y no entraré en detalles (Que a alguien le puede resultar asqueroso) pero vació a conciencia su cuerpo del yogur de los cinco chicos y seguidamente se dio una relajante ducha. Finalmente se puso de nuevo el húmedo bañador, un pareo y las chanclas y se fue, cerrando por fuera el pabellón.

Allí me quedé yo: Desnudo, seco ya de la ducha y con unas cuantas pajas en mi cuerpo… ¡ Ah!… Y un pequeño lío en mi cabeza.

El último día del campamento me propuse decirle todo lo que había visto. Aunque durante el resto del campamento no me dio motivos de continuar con sus movidas sexuales.

Bajamos a la playa y cuando se lo iba a decir… Me dio la sesión de sexo más brutal que hubiera visto… O por lo menos igual a la que vi… No hay mal que por bien no venga.

Pasados unos años la confesé lo que había visto y por ello tuvimos una pequeña crisis. Pero en seguida se arregló. Ahora, eso, no se ha vuelto a repetir… aunque alguna vez….