Buscando a Mónica II

Una paz me había invadido luego del momento supremo vivido en la abandonada oficina de Mónica y la tarde de ese día me encontró serena y melancólica.

– Se diría que estas triste- me dijo Celia , mi secretaria al entrar sosteniendo en su mano un montón de informes que yo debía leer, quiere seguir hablándome cuando ve sobre mi escritorio la fotografía de Mónica. Sin decirme nada la toma en sus manos , la levanta frente a sus ojos y en ese momento yo le digo:

– Quiero que ahora mismo la pongas en un marco bonito y la coloques en la oficina de Mónica…será un hermoso recuerdo.

Celia pareció animarse y de inmediato me dijo riendo.

-Si me das la tarde libre , lo haré de inmediato… y de paso me voy a la piscina. Esta bien?

– Cuenta con ello – contesté . Entendía que la tarde era muy calurosa y por lo demás quería estar tranquila con mis recuerdos.

La jornada de ese día había terminado y el silencio invade pesadamente los pasillos y oficinas limpiándolos del rumor diario.

En ese silencio y en esa soledad me dejo invadir por mis percepciones internas y mis evocaciones me traen la imagen de Mónica, ahora mas presente que antes por el sortilegio de esa fotografía que desde mañana estará en su oficina y que ahora adivino he de convertirla en un templo erótico donde su recuerdo dara consuelo diario a la angustia de no tener su cuerpo adorado entre mis brazos .

He terminado mi trabajo y caída la noche me dispongo a marcharme, pero antes, obedeciendo a un impulso, camino los pocos metros desde mi oficina a la de Mónica como en una accion sin sentido con la que quisiera encontrar una presencia suya que se me escapa.

Abro la puerta con cautela y a ciegas busco el interruptor de la luz que me permite ver a Celia y quedo paralizada .

Celia esta sentada en la silla,que ella había girado, de modo que me da la espalda.

No se sobresaltó en absoluto , se diría que esperaba mi llegada porque ni siquiera se volvió para mirarme .

Ahora estoy extrañamente tranquila y camino lentamente hacia ella su hermosa cabellera negra cubriendo sus pechos morenos.

Esta desnuda desde la cintura hacia arriba.

De pie tras la silla, puedo observar como lleva dos dedos hacia su boca y luego, con ellos humedecidos, acaricia sus pezones robustos con un sensual movimiento circular

Nunca había visto a Celia desnuda, ella es una mujer mas bien recatada y bajo la ropa adusta que habitualmente usa, resulta imposible adivinar ese busto perturbador.

Celia se acaricia con franco deleite mirando alternativamente sus pechos y la fotografía de Mónica ,ya colgada en la pared frente a ella.

De inmediato recordé mi experiencia en esa oficina y una sensación confusa, mezcla de celos y curiosidad me embarga cuando Celia, sin mirarme, me dice.

– Es hermosa… verdad – ? indicando con un gesto de su rostro hacia la fotografía.-

Yo guardo un silencio que ella, al parecer interpreta, como una afirmación y como para reforzar esa idea, acaricio con suavidad la hermosa cabellera de Celia.

Su cabello suave, se desliza con facilidad entre mis dedos y lo recorro hasta su extremo, hasta tocar la piel desnuda de su espalda.

Su piel esta tibia, quizás con un resabio de su exposición al sol de la tarde en la piscina.

Mi mano recorre sus hombros , su cuello y sus mejillas.

Su piel es tan suave que en cierta medida encuentro que mi mano es torpe, de modo que con mucho cuidado me inclino y temiendo una reacción de rechazo mi mano derecha llega hasta uno de sus pechos, lo sostengo . lo aprieto con suavidad.

La sensación de su peso en mi mano, aumenta la excitación que me había invadido y en ese mismo momento ya no existe barrera a mis caricias.

Me entrego a un juego delicioso con ese par de tetas que ella me entrega sin recato.

Las levanto, luego dejo que se deslicen hasta su centro habitual, invento mil formas de roce entre ellas, haga vibrar sus pezones como diapasones diabólicos, las aprieto para que se escapen y poder luego aprisionarlas.

Permanecemos en silencio y yo bajo mi rostro hasta besar su cuello, en el momento que ella levanta sus manos y me acaricia las mejillas, se acerca a mi oído para murmurar una palabra corta y prometedora.

-Ven-

Ya no siento celos , pienso que si estamos ahí de la forma como estamos ,es porque obedecemos a un impulso común que tiene relación con Mónica y que en algún momento posterior deberé elaborar, pero en este momento solo pienso en obedecerle.

Ahora estoy frente a ella, he levantado mi falda para poder separar las piernas y sentarme a horcajadas sobre sus muslos.

En esa posición, ella me abraza, me atrae y sus labios buscan los míos.

Nos estamos besando intensamente.

Sus besos son distintos a los de Mónica, son besos grandes, tienen un cierto poder.

Me tiene como adherida a ella y yo quiero estar ahí, le entrego mi boca entera, mi lengua esta en su poder, su lengua entra en mi y yo ardo.

Estoy descubriendo que Celia es una fuerza posesiva, invasora, a la que uno no puede negarse. Me llena la cara de besos, estamos muy juntas y yo siento latir su corazón con fuerza.

Celia, suave, pero en forma segura, impulsa mi cabeza hacia su pecho y yo cubro su cuello de besos mientras llego hasta donde ella quiere que llegue, para hundir mi rostro entre sus pechos.

Con ambas manos los aprieto contra mis mejillas y luego mi boca encuentra sus pezones.

Están dilatados , ardientes , mis labios succionan una y otra vez sin decidirse por uno o por otro, mientras Celia se agita bajo mis caricias.

Un perfume intenso de mujer en celo me invade, se perfectamente de donde viene , pero no es mi perfume, estoy completamente vestida.

El perfume de Celia, completa en forma perfecta su efecto de dominación .

Como obedeciendo a una orden, que ella no me ha dado, le deslizo la falda hasta sacársela y su pequeño bikini blanco muestra en su vértice la mancha húmeda y extensa de donde mana el perfume que me guía.

En un instante mi rostro de hunde en ese vértice y aspiro esa droga que me tiene transportada.

Me estoy embriagando con ella, y sus muslos morenos ardientes me rodean.

Succiono la tela tenue de su prenda intima y con mis labios percibo bajo ella la deliciosa dureza de su vellos.

Ya no puedo negarme nada.

Con agilidad le saco el bikini y ahora tengo ante mi boca la suavidad infinita de su intimidad abierta para mi, mas suave aún al recorrerla con la aparente dureza de mi lengua, que separa con habilidad su pequeña selva oscura y se posesiona de sus labios perlados de gotas brillantes.

Asciendo hasta su clítoris que me espera, bien definido, erecto, casi desafiante, mi lengua inicia una pequeña lucha con él, se me escapa , lo atrapo entre mis labios , se resiste , lo aprisiono y lo siento latir.

Celia ahora se agita en la silla, con mis caricias puedo hacer que se agite más o menos y siento que en ese momento tengo el control.

Esta hembra monumental en su belleza morena, esta en mis manos, mejor dicho esta bajo el poder de mis labios y de mi lengua.

Sin abandonar su sexo, mi boca se apodera de sus pequeños labios, al tiempo que mis manos se adueñan de sus nalgas suaves y Celia gime mientras acaricia mi cabellera rubia esparcida entre sus muslos.

Siento sus manos bajando por mi espalda sobre mi delgado vestido. Ahora sé lo que intenta y me muevo para facilitarle la tarea, yo también lo deseo, la ropa a empezado a molestarme, la siento demasiado apegada a mi cuerpo.

Ella acciona sobre el broche de mi sostén y mis pechos blancos, a punto reventar son liberados.

Celia se apodera de ellos mientras yo vuelvo a besar los suyos en mi camino hacia su boca.

Por fin nos ponemos de pie.

Me inclino para sacarme la falda y mi bikini y al terminar la operación veo por primera vez a Celia de pie desnuda frente a mi.

Somos casi de la misma estatura , el contraste que hace mi piel blanca con su cuerpo dorado por el sol es excitante, parecemos dos polos eróticos de signo contrario que no pueden hacer sino atraerse.

Nos abrazamos y por primera vez siento el contacto completo de su cuerpo y yo le doy el mío .

Nuestras manos se apresuran en un reconocimiento mutuo que tiene todas las tonalidades posibles.

Queremos conocernos, todas las superficies, todos los rincones, todos los montes, todas las honduras.

Nuestros pechos se buscan, se tocan, se rozan se deslizan y nuestros pezones hacen contactos que nos electrizan.

Nos separamos tomadas de las manos, nos miramos, sonreímos en silencio y luego nos fundimos en un abrazo total, nuestras bocas vuelven a buscarse ahora con la sabiduría de la entrega mutua.

Mis manos resbalan por sus caderas hacia sus muslos, al paso que siento que sus manos me buscan.

Entonces nos vamos lentamente doblando para yacer blandamente sobre la alfombra.

El calor se ha apoderado de nosotros y nuestros muslos se enlazan , reconociéndose. Los suyos son perfectos, y están húmedos como los míos, su mano ha encontrado mi sexo y me penetra con ternura al comienzo, con pasión incontenible luego, me recorre me hace suya y yo separo las piernas porque quiero entregarme entera, quiero brindarle el mejor de mis orgasmos, quiero que este día quede marcado en nuestras vidas.

Estoy latiendo desde dentro hacia afuera, no soy sino una ola de fuego que se derrama en su mano querida . Celia esta sobre mi y me besa sin abandonar la profundidad de mi sexo.

La beso, me gusta besarla y siento que mi lengua le dice a la suya que ya todo ha de ser diferente.

Rueda a mi lado, yo la abrazo hasta que llega la calma.

Unos instantes después me acaricia suavemente el cabello.

Está mirando la fotografía de Mónica y me dice mientras me da pequeños besos en la mejilla.

– Magda… tu eres tan tierna como ella… Te amo.