El asilo de ancianos II

En los días que siguieron a mi encuentro con Alberto no dejé de pensar en otra cosa que en la cita del sábado.

Estuve todos los días muy caliente, sin embargo no me hice ni una sola paja, quería reservarme para la fiesta.

Por fin llegó el sábado.

Por la noche estuve ocultándome de los celadores para que a ninguno se le ocurriera quedarse conmigo jugando a las cartas.

A las 10:30 me vacié el culito.

A la hora prevista subí a la habitación, la abrí despacio y me encontré a Alberto con dos señores muy parecidos entre sí, Juan y Luis, la única diferencias que Juan tiene bigote y barba.

– Hola -saludé.

– Hola -me contestó Alberto- pasa, pasa, mira este es Juan y este es Luis.

Ambos se acercaron a mí y me dieron dos besos.

– Vaya, está más bueno de lo que me esperaba, que suerte tenemos los viejitos de aquí -comentó Luis-.

Yo estaba mudo.

– No le avergüences -dijo Alberto-, dejemos que se relaje, quieres una ginebra, sólo tenemos ginebra, la hemos subido a escondidas.

– Vale.

Inmediatamente Juan me sirvió un gin.

Empezamos a hablar un rato.

– Estoy deseando verte desnudo putita -me dijo Juan con un tono muy caliente- – Tranquilo, Juan -dijo Luis- poco a poco.

Todos nos reíamos.

Juan me empezó a acariciar por encima del pantalón mientras me decía:

– Esta noche vas a ser mi puta caliente, quieres? quieres que te rompa el culo con mi verga?

– Si -le contesté

– El se acercó a mi y pude olerle, olía muy bien, me quitó la camisa y empezó a acariciar mi pecho, mientras Luis y Alberto también se desnudaban mientras nos miraban.

Me empezó a besar y a lamer, me lamía muy bien y mordisqueaba mis pezones con suavidad, mientras me fue sacando el pantalón y despacio, muy despacio fue sacando mi verga.

Estuvo pajeándome y besando mi cuerpo un buen rato. Alberto le chupaba la polla a Luis.

Juan se levantó y se sacó la ropa, yo me quedé maravillado, su cuerpo es muy atractivo, a pesar de tener una gran barriga, pero eso no importa, es una barriga dura y atractiva, tiene mucho vello blanco, y su piel es morena y curtida.

Se acercó a mi me inclinó hacia delante y metió su gorda verga en mi boca.

Me acariciaba el pelo y me decía: cómetela guarra, trágatela puta, así, así, no pares, no pares, no dejes puta, puta.

Yo comencé a sentir una gran excitación con sus palabras.

Luis y Alberto se unieron a nosotros.

Me colocaron sin que yo dejara de chupar la polla de Juan y me empezaron a besar los huevos y a comerse mi verga, uno de ellos metía su lengua en mi culo, yo creía que iba a estallar de gusto. Les dije que pararan que me iba a correr.

Entonces Juan tomó el mando.

Me colocó transversalmente en la cama e hizo que Luis y Alberto se pusieran en mi cabeza, luego dijo: – Venga puta comete las dos.

Yo obedecí y empecé a chupar como pude las dos pollas, Luis también tiene una gran verga y está completamente depilado, me gustó mucho chupar sus huevos.

De repente sentí la lengua de Juan en mi agujero, un rato, y después uno de sus gordos dedos, y mas tarde otro, yo me retorcía y como podía hacía equilibrios para poder chupar las dos vergas mientras Juan me trabajaba por abajo.

Note algo frío, miré y era Juan que me untaba el culo con vaselina.

Solté las vergas y me puse a mirar. Juan separó mis nalgas y apoyó su negro capullo en la entrada de mi culo, estuvo un rato haciendo presión, yo me retorcía, nunca me habían metido una polla así.

Por fin entró una buena parte, Juan me dijo: – Estás sangrando, quieres que lo deje.

– Tienes puesto condón? – Si -me contestó – Entonces sigue, coño sigue, rómpeme.

Juan empujó y volteó mi culo, un poco más de su gran tranca entró causándome daño pero dándome un placer tremendo.

– Sigue, sigue, rómpeme cabrón, rómpeme Luis me puso la mano en la boca para que no gritara, ellos dos se meneaban la polla mientras nos miraban.

– Toma zorra, toma, toma -me dijo Juan- Empezó a embestir con fuerza, más propia de un Joven que de un viejo, me aplastaba, me utilizaba, yo me sentía verdaderamente como una niña en manos de un hombre.

Cuando se corrió noté como su polla se hinchaba dentro de mi culo, por un momento temí que no la sacara.

Después llegó el turno de Luis, no bien hubo terminado Juan, cuando Luis comenzó a embestirme, esta vez de espaldas, Luis entraba mejor en mi dilatado culo, yo sentía mucho dolor pero no quería evitar que me la metiera.

Alberto se acercó a mí y cogiéndome por la barbilla me colocó su vega en la boca, mientras me sujetaba por los pelos y me follaba la boca, por detrás Luis se movía como un loco, entonces veo que Juan se levanta y me dice:

– Ahora viene la sorpresa.

Yo miro, pero Alberto me agarra con fuerza y sigue follándome la boca hasta que por fin se corre dentro de mi boca diciéndome :- tranquilo, tranquilo.

Yo me trago todo su semen y siento como Luis se corre también probablemente excitado al ver a Alberto.

Me tumban en la cama y comienzan a besarme lamiendo los restos de esperma caliente de Alberto.

Yo pensaba que había terminado la fiesta, pero todavía había más.

Suena la puerta y aparece Juan con dos viejos más, un poco mayores que ellos. Yo me pongo un poco nervioso pero ellos me tranquilizan.

Juan me dice: – Venga, otra vez, comételos.

Me acerco a ellos, cojo al primero y le bajo los pantalones y aparece ante mi un vergon tremendo, una polla gigantesca, todos se ríen al verme la cara, yo me la meto en la boca sin dudar, aquel viejo tiene una polla grande, gorda y peluda, yo disfruto como una golfa.

El otro viejo también se acerca a mí y roza mi cara con su gran verga, yo estoy en la gloria, no doy abasto para ese par de pollones enormes.

Juan dice: – Les prometí a mis amigos que traeríamos a una puta para que se las chupara, pero a ellos les da igual si eres tú.

– Claro, lo haces muy bien maricón- me dijo uno de ellos.

Estuve lamiendo los dos enormes cipotes al menos durante quince minutos, por fin se corrió uno de ellos, y un poco después el otro, mi imagen debía ser increíble, chorreando esperma por la boca y sangrando por el culo.

Llegó mi turno, me dieron a elegir, elegí a Juan, me lo follé con furia, a él le encantó, mientras le embestía le agarraba por la cintura y le daba cachetes en el culo, cuando estuve a punto de correrme me sujeté la polla y me quité el condón para echarle mi semen en el pecho, eso le excitó mucho, se lo refregó por todo el cuerpo mientras terminaba de masturbarse, los demás nos miraban y se masturbaban.

Quedé rendido, me dijeron que lo mejor sería que me metiera en la ducha y que me curara con una pomada el culo.

Les hice caso, pero aun así estuve tres días con dolores.

Dos semanas después me licencié.

Pero no he dejado de visitarles.

A menudo voy a hacerle una visita a mis amigos, muchas veces entro en las cinco habitaciones sobre todo porque me encanta comer trancas y sería un delito no visitar a los dos amigos que me dieron la sorpresa, Antonio y Javier.

Espero que mis amigos vivan muchos años con salud, para gusto mío y de mi culo.