Clarisa, violación para el aplauso!
Contaré esto que sucedió hace un poco más de un año.
Vivo en una casa solo, a pesar de mis 35 años, todavía no me he casado, aunque oportunidades no me han faltado, ya que soy medianamenete atractivo, y la naturaleza me ha dotado sabiamente, lo cual me ha dado grandes satisfacciones personales, y también a las mujeres que han estado conmigo.
Pero…, hay una cosa en mi vida que me marca cada día y es mi vecina, es una mujer de unos 55 años, la verdad es que no esta mal de ni de cuerpo, ni de cara, pero su maldad no tiene límites, y justo a mí me tiene que tocar ella de vecina, apenas compre la casa, comencé a edificar las paredes que dividen mi patio de el de ella, y ahí fue el primer problema, en la construcción de la pared me corrí 15 cm hacia su terreno, y eso me valió un juicio de su parte que me costó cerca de los u$ 1500 , eso fue el desencadenante para nuestro odio mutuo, mil veces me denunció por ruidos molestos, por poner música, me denunció por narcotraficante, cuando jamás en mi vida vi algo que fuera parecido a droga, para agregar más detalles, me tira basura en mi vereda, varias veces encontré sapos muertos en mi jardín, nunca puedo salir de vacaciones sin dejar a alguien en la casa, ya que las dos veces que salí sin dejar a nadie, me mandó ladrones para que me robaran, la primera vez que me robaron, se llevaron todo y lo que no pudieron llevarse me lo rompieron, así que fuí generando un odio muy fuerte hacia ella, actualmente tengo la casa en venta y la semana que viene me mudo a un departamento hasta que la casa se venda. Voy a extrañar esta casa, realmente la modifiqué muy a mi gusto y ahora otro la va a disfrutar.
Bueno, pero el motivo de este relato es el contarles como me vengué de Clarisa, la hija de remilputa de mi vecina.
En el verano del 2001, luego de recibir varias veces a la policía en mi casa debido a sus denuncias, comencé a espiar sus movimientos, antes de continuar diré que vivimos en un barrio muy lindo y donde todos tenemos un buen pasar, incluyendo a Clarisa que debe ser la que más dinero tiene de todos los del barrio, ya que su esposo al morir le dejó una gran fortuna en acciones de empresas de transporte urbano, descubrí que en su patio había armado una pequeña pileta, como se merece una amarreta como ella, todas las siestas tomaba sol desnuda, incluso varias veces la filmé desde el altillo de mi casa, viendo los vídeos terminé calentandome con su cuerpo, ya que varias veces en esas exposiciones al sol Clarisa se masturbaba suavemente tocándose la concha, y un día me dije; y si a esta vieja lo que le hace falta es una buena pija?, en una de esas me deja de joder. Así que entonces me propuse abordarla por la fuerza en su patio mientras estaba desnuda, planeé cuidadosamente los detalles para violarla.
Cuando calculé que todos los detalles estaban cubiertos puse manos a la obra, antes avisé a unos vecinos amigos que iba a salir de la ciudad por unos días y me pasé casi 6 días encerrado en mi casa sin siquiera prender las luces, y sin hacer ningún ruido, solo dejé las luces del patio y de adelante prendidas las 24 horas para que se notara que no había nadie en la casa, lo que voy a contar pasó el segundo día.
Para darme más fuerza, esa mañana muy temprano, la ví a Clarisa tirándome porquerías en mi jardín, eso me decidió del todo , ese sería el día.
Cuando ella salió a hacer unas compras cerca del mediodía, con mucho cuidado para que no me viera nadie me subí al techo, y me arrastré por el mismo hasta el techo de su cochera, desde allí fue fácil saltar hacia su patio, y esconderme entre unos trastos que guardaba en un cuarto de su patio, pasé allí casi 3 horas revisando los guantes que llevaba para la ocasión, una cinta de empaque para taparle la boca y unas sogas para atarla y una caja con 10 preservativos e imaginando las cosas que le iba a hacer.
Cerca de las 15:30 hs, apareció ella en el patio cubierta con un toallón y se lo quitó acostándose en una reposera, estuve unos minutos más mirándola, y casi no lo hago, pero el odio que sentía hacia ella fue más fuerte, me coloqué una media sobre la cabeza, por si me veía y que no me reconociera, entonces me acerqué sin hacer ruido, estando a su lado, le tapé el sol, Clarisa no alcanzó a abrir los ojos cuando le asesté un violento golpe contra su mentón, ni siquiera alcanzó a gemir, y ya estaba inconsciente, al momento le puse la cinta en la boca, y la até boca abajo en su reposera, cuidando de que sus piernas quedaran bien abiertas, justo a la mano estaba un pomo de crema bronceadora, vacié la mitad del pomo en su culo, y ahí no más le metí un dedo en el ano, entraba duro en el culo de la desgraciada, pero seguí forzando hasta que metí tres dedos, me puse un forro, y la ensarté por el ano de un envión, la sensación de todo eso me hizo acabar ahí no más, saqué el forro y lo até y lo guardé en una bolsita que había traído para llevarme todas las pruebas, me acosté en su espalda con mi cara hacia su culo y ahí me entretuve metiendole los dedos en la concha y el ano, hasta que Clarisa empezó a reaccionar, que placer fue ver la desesperación que tenía, en ningún momento miré su cara, ni dije una palabra, así no quedaban huellas de ningún tipo.
Estando la vieja consciente, volví a arremeter con mis dedos en su ano, mientras le metía los dedos, fui vaciando lo que quedaba del pomo de crema, y le terminé abriendo el ojete, hasta que en medio de sus desesperados movimientos comencé a meterle la mano completa, !como se veía ese agujero!, no paré hasta meter lentamente la mano y unos 10 cm de mi brazo, luego lo sacaba y se lo volvía a meter mientras ella se revolvía en la reposera, me puse otro preservativo, y la pija entró sin tocar las paredes del ano, mientras le cogía el orto, acompañaba la entrada de la pija con dos dedos de cada mano, era increíble ver el agujero del culo todo florecido, el espectáculo me hizo acabar en medio de fuertes convulsiones, nuevamente guardé el forro.
Acto seguido me paseé por toda su casa para ver que había, solo por curiosidad y de paso que la atorranta descansara un poco, en su mesa de luz, encontré un anillo de oro muy bonito, y me lo guardé de recuerdo, después de todo, por su maldad yo perdí un montón de dinero, regresé a su patio con una banana que encontré en su cocina, y así como la encontré separé sus nalgas y se la metí en el culo, para entonces ya mi pija se había parado, previa puesta de forro, se la metí en la concha mientras jugaba con la banana en su ano, así con esa puesta doble comencé a azotarle las nalgas, primero despacio y luego me gustó, así que le dí un poco más fuerte, y más mientras se revolvía queriendo zafarse, y le daba cachetazos violentos a esas grandes nalgas, me habría gustado decirle de todo mientras le pegaba, pero si decía una sola palabra me descubría, así que seguí con el castigo a su culo, hasta que las manos me dolían, las nalgas de Clarisa estaban rojas y se veían hermosas, estaba seguro que las marcas en esos cachetes iban a durar un largo tiempo, al rato le saqué la banana del ano, y le puse la pija de nuevo en sus intestinos, entonces acostado sobre su espalda me dediqué a sus tetas apenas podía meter las manos ya que la tenía fuertemente atada a la reposera, pero le sobé las tetas bien duro, se las pellizqué, y las apreté con mucha fuerza, la puta por ratos se desmayaba, me incorporé y sacando la pija, metí mi mano por su ojete y cuando entraba toda la mano, dentro de su intestino cerraba el puño y suavemente lo sacaba, eso la habrá hecho ver las estrellas!, en una de esas estaba gozando la desgraciada, nunca lo voy a saber, ya que no podía decir nada por la cinta en su boca, nuevamente me acosté encima de su espalda y hacía flexiones encima de ella mientras en cada bajada le enterraba la verga en el culo, subía mis caderas unos 50 cm, y de allí me dejaba caer con fuerza sobre el ano, estaba tan grande que le entraba cualquier cosa, cuando sentí un nuevo orgasmo que se me venía me acosté bien sobre su espalda y con suaves movimientos de mi verga en su orto, mientras le respiraba en su nuca sentí el cosquilleo en mi estómago, como pude metí mis manos por debajo de ella y con la derecha me aferré fuertemente a una de sus tetas, y con la izquierda agarré un manojo de los pelos de su concha y los tiré con violencia mientras la leche se me derramaba en el forro dentro de su culo, ah!, que placer!, fue tan fuerte la sensación de la acabada que cuando saqué mi mano izquierda de abajo de Clarisa, tenía una buena cantidad de sus pendejos.
Me incorporé lastimosamente, estaba que no podía dar un paso, pero la miraba a Clarisa y estaba satisfecho, con todo lo que le había hecho, me había cobrado todas las que me debía, me paré a un costado de ella y con una mano le levanté un poco la cabeza, y le dí un golpe fuerte nuevamente en el mentón para desmayarla y así terminar todo impecablemente, la desaté, le saqué la cinta de la boca, la acomodé bien en la reposera, y no pude evitar abrir su boca y besarla largamente, luego le abrí la boca y le metí la verga hasta que me pareció que ya estaba limpia, entonces recogí todo lo que había usado y lo guardé en la bolsa, y me aseguré de que no quedara ninguna huella, salvo las de su cuerpo, que se veía hermoso todo rojo y moreteado, me habría gustado no ser tan violento al darle los golpes que recibió pero tuvo que ser así, ya que de otra forma, Clarisa me habría visto y se habría armado el quilombo.
Sigilosamente, me deslizé por el techo de su cochera hacia el mío, y me escabullí dentro de mi casa.
Como a la hora había un zafarrancho en el barrio, policía, gente, de todo, pero yo los escuchaba desde el quinto sueño, atrincherado en mi cama, después de todo nunca podrían probarme nada, los vecinos sabían que yo estaba de viaje, nunca encontraron ninguna prueba de nada, me aseguré de que fueran a parar a la cloaca hasta la cáscara de la banana que le metí.
Cuatro días después, cuando consideré que la tormenta había pasado, como a las 2 de la madrugada, abrí la puerta de mi casa, haciendo como que llegaba, me preparé unos mates, y en short y ojotas, salí a regar las plantas del jardín, luego apagué las luces y me dormí.
Por la mañana, los vecinos hacían cola para contarme lo sucedido, y yo ponía la mejor de mis caras para el asombro.
Uno de ellos me dijo:»menos mal que no estuviste esta semana, porque habrías sido el principal sospechoso!.
Yo le contesté: «pero mirá vos, si yo me voy a culear una vieja de como esa!»